Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte vol. 1, nº1 noviembre 2000
González
Ravé, J.M. y Vaquero Abellán, M. (2000) Indicaciones y sugerencias sobre el entrenamiento de fuerza
y resistencia en ancianos. Revista Internacional de
Medicina y Ciencias de
INDICACIONES Y
SUGERENCIAS SOBRE EL ENTRENAMIENTO DE FUERZA Y RESISTENCIA EN ANCIANOS
González Ravé, J.M.(*) y Vaquero
Abellán, M. (**)
(**) Cátedra de Salud Pública,
Universidad de Córdoba
(*) Vocal del Ilustre Colegio de Licenciados en
Educación Física y Ciencias de
RESUMEN
En
este artículo pretendemos exponer las tendencias que existen sobre
entrenamiento deportivo en personas mayores. Casi siempre, estamos
acostumbrados a asociar el ejercicio físico que practican con actividades
lúdicas, de baja o nula intensidad en las que el carácter lúdico es el
principal protagonista de la sesión dejando atrás el rendimiento físico. Un
correcto trabajo de resistencia o de fuerza bien realizado, a unas cargas de
entrenamiento considerables producen una mejora fisiológica que aumenta su
independencia funcional, y que mejora, no solo sus condiciones de vida sino que
a la larga disminuyen las principales causas de muerte que existen.
PALABRAS
CLAVE: entrenamiento, resistencia
aeróbica, fuerza resistencia, ancianos, calidad de vida, mortalidad
SUMMARY
In this paper we expose the trends that exist about
training in greater persons. Almost always, we are accustomed to associate the
physical exercise that they practice with games activities . This activities
have a low level of instensity and the objetives is the game whithout
performance. A good work of endurance or strength adapted training charges
produce a physiological improvement that increases their functional
independence, and it improves their life quality and it reduces the causes of death that exist in
Spain.
KEY WORDS : training, aerobic endurance,
mortality, older, endurance-strenght, life quality
INTRODUCCIÓN
Algo
ha cambiado en el deporte desde que tuvo lugar el sueño olímpico de nuestro
país. Hemos alcanzado una madurez, un equilibrio y, sobre todo una
universalización de individuos que se han acercado al mundo del ejercicio
físico sin ningún tipo de prejuicios retrógrados; hemos asumido, como un axioma
social, los beneficios positivos del ejercicio físico para todas los grupos
sociales. Don José María Cagigal hubiera narrado con su prosa filosófica estos
acontecimientos con gran alegría, y él, si ahora viviera sería una de esas
personas ancianas con un aliciente deportivo para trabajar a sus 70 años si a
la hora de escribir estas líneas no hubiera sesgado su vida ese trágico
accidente de aviación. Vaya por él, como homenaje, estas primeras lineas por el
gran filósofo de la educación física que siempre apostó por una pedagogía
deportiva construida por y para todos, y sobre todo por esa educación básica
para una sociedad más deportiva.
La
sociedad ha desahuciado ciertos dogmas que sedentarizaban a los individuos
mayores, por eso mismo, por ser mayores. Esta evolución, (que no nos interesa
de donde parte, si de la sociedad en sí misma, o de las estructuras
deportivas), ha generado unas alternativas de ocio a ese grupo de edad.
Antes
de hablar de cualquier tipo de actividad física aplicada a un anciano, conviene
especificar que no todos los ancianos pueden someterse al mismo tipo de
actividad, ni siquiera a un programa de acondicionamiento físico. La validez
cognitiva y funcional del anciano ha de ser medida previamente para saber cual
es el programa más adecuado para su salud integral: es por ello que primero
hemos de hablar del concepto y tipos de evaluación geriátrica como primer paso
antes de someter a un anciano a una actividad física más o menos intensa
La
evaluación geriátrica es un proceso diagnóstico multidimensional e
interdisciplinario que pretender cuantificar las capacidades y problemas
médicos, psicológicos, sociales y funcionales del anciano, con la intención de
elaborar un plan exhaustivo para el tratamiento y seguimiento a largo plazo.
Los
enfermos ancianos tienen a menudo numerosos problemas de salud complejos,
imbricados entre sí. La evaluación médica tradicional permite detectar alguno
de ellos, pero es frecuente que omita algunos otros, impidiendo su tratamiento
y limitando el éxito de las actuaciones terapéuticas iniciadas. La evaluación
geriátrica exhaustiva (comprehensive geriatric assessment) es un conjunto de
técnicas que permiten encontrar la mayoría de los problemas de salud,
funcionales, mentales y sociales en un individuo dado , y como consecuencia
permiten iniciar una serie de medidas terapéuticas globales para manejar dichos
problemas.
ENTRENAMIENTO FÍSICO EN ANCIANOS
El título con el que definimos este punto tal vez pueda ser un contrasentido,
¿entrenamiento físico con personas de edad?, el binomio condición física-salud,
en su desarrollo permite al individuo adquirir una serie de aptitudes que le
dotan de mayor vitalidad, y "desenvolverse adecuadamente en sus
actividades cotidianas, actuando como elemento de prevención de enfermedades
degenerativas " (Delgado, Gutiérrez & Castillo, 1997). Los modelos de
rendimiento deportivo buscan la supremacía de la aptitud física llevada a su
logro máximo.
Los beneficios de la actividad física son incuestionables en nuestros
días. Lo que genera algunas controversias entre los expertos es el tipo de
actividad física que ha de realizar el anciano: ¿cuál es el mejor entrenamiento
en los ancianos?, ¿ cual es el objetivo de este entrenamiento?. La primera
pregunta es una hipótesis digna de varios y profundos estudios no solo de
fisiólogos y científicos del entrenamiento sino que incluso podemos llegar a
parámetros más sociológicos debido al tratamiento que a los ancianos se les da
como sujetos no válidos.
La segunda pregunta entra en el tema de nuestro estudio, cual sería el
objetivo de un entrenamiento en ancianos. Un punto de vista podría ser el
mantenimiento en los ancianos de su autonomía, funciones vitales y sociales.
Así, en un nivel muy básico, la respuesta sería la motricidad simple, el
movimiento relacional del individuo con su entorno y sus semejantes, lo que le
permitiría mantener estas funciones como objetivo principal.
Pero un análisis más profundo de este objetivo, penetrando más en la
reflexión del proceso de involución del ser humano llegando a posiciones más
críticas del organismo, llegaría a la conclusión de que el objetivo último del
entrenamiento sería el mantenimiento de la vida, retrasar la muerte biológica
provocada por el deterioro del ser humano (Anexo I). Partiendo de esta premisa
vital, podemos obtener la primera cuestión fundamental, preguntarnos cuales son
las causas principales de muerte en ancianos; y si éstas son provocadas por el
deterioro funcional, cuales son las posibles actuaciones que el profesional de
la actividad física debe poner a disposición de estos individuos para modelar
las posibles respuestas funcionales que retrasen dicho deterioro.
Indudablemente hay un creciente interés por temas como la condición
física, la salud y el envejecimiento, ya que se ha demostrado la existencia de
una estrecha relación entre el estilo de vida sedentario y un aumento en el
riesgo de morbilidad y mortalidad, produciéndose en nuestra sociedad un
espectacular cambio demográfico ya que el grupo de personas de más de 65 años
está creciendo rápidamente, y más sorprendente es el aumento del grupo de 85
años o más.(Borms,1995)
Hablar de tercera edad es hablar de una época muy amplia de la vida que
engloba aquellas edades situadas mas allá de los 60-65 años cuyo límite
superior es el propia límite de la vida. Siguiendo a Rappoport (1978), tomado
de Ruiz Pérez(1987) la división cronológica del proceso de envejecimiento se
podría establecer en las siguientes fases:
1.- El periodo de la madurez que abarcaría de
2.-El periodo de la senectud o vejez o si se prefiere
eufemísticamente "3ª edad", que abarcaría de los 60-65 años en
adelante.
3.- A partir de los 80 años que se denominarían
longevos
Cada día existe una mayor evidencia epidemiológica de que la inactividad
física y la falta de ejercicio están relacionadas con el desarrollo de diversos
trastornos y son causa importante de mortalidad e incapacidad en los países
desarrollados. Incluso en estudios longitudinales recientes efectuados en
Estados Unidos, se ha observado que los niveles altos de forma física
disminuyen la mortalidad general ajustada por edad, es decir, que la buena
forma física podría retrasar la mortalidad por todas las causas, disminuyendo
especialmente las tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y
cáncer La relación entre el nivel de actividad física y el riesgo de
desarrollar una enfermedad coronaria ha sido el aspecto más estudiado, pero hay
otros trabajos demostrativos de que la actividad física puede contribuir a la
prevención y al control de otras muchas enfermedades (Serra,1997). Entre ellas
destacan por su importancia la hipertensión arterial, la osteoporosis, la
diabetes mellitus (existiendo estudios que relacionan la actividad física, la
salud y la diabetes, Meléndez,1995), y determinados tipos de neoplasias. Por
otro lado, el ejercicio físico regular produce efectos beneficiosos sobre las
articulaciones, pérdida de peso y efectos psicológicos positivos para la salud
y el bienestar de la población.
Respecto a los diferentes tipos de entrenamiento que se puedan utilizar
en la tercera edad, vamos a enfocar este tema en función de los objetivos de
entreno, esto es, mantenimiento de la vida, retraso de la muerte: viendo cuales
son las principales causas de muerte en ancianos, podremos actuar mediante la
mejora de hábitos de vida y el retraso de problemas de salud prevalentes. Según
fuentes de
OSTEOPOROSIS Y
EJERCICIO
Son muchas las tendencias e investigaciones al respecto, unos, como
Goulding et al. (1997) plantean que una vez iniciado el proceso de osteoporosis
favorece las fracturas de fémur y aumenta el riesgo de padecerlas.
"Cualquiera de los efectos medio-ambientales (actividad física y
nutrición) sobre la geometría de la cadera debe darse antes de los primeros
años de la adolescencia". Murray (1996), respecto a la osteoporosis pone
de manifiesto que lo más importante en la prevención se basa en cuatro pilares
no relacionados con el ejercicio: ingesta de calcio en dieta, suplemento de
calcio, suplemento de calcio y vitamina D y terapia de hormonas femeninas en la
menopausia. Otros como Prior et al (1996) dicen que la actividad física
moderada, aún en personas con osteoporosis, puede reducir el riesgo de
fracturas. Los efectos positivos que tiene una combinación de actividad física
y terapia hormonal puede dar a los pacientes la confianza para volver a la
actividad regular y puede promover la interacción social. Durante la práctica
de ejercicio, la apropiada nutrición es necesaria para prevenir perdida
excesiva de peso, y evitar el deterioro de la función inmune, mediante la
suficiente aportación de proteínas, vitaminas y minerales. La inmovilización
debería ser evitada en pacientes con osteoporosis o con riesgo aumentado. En
similares términos se expresan Anderson-JJB, Rondano-P & Holmes-A (1996)
defensores de que la osteoporosis es más fácil de prevenir que de curar,
mediante hábitos de vida saludables incluyendo una actividad física adecuada.
El consumo de nutrientes adecuados aporta minerales necesarios para obtener
picos óptimos de masa ósea en la cuarta década de vida. La suficiente ingesta
de calcio durante la etapa prepuberal y el comienzo de la postuberal en mujeres
contribuye a incrementar la masa ósea. Los beneficios por la suplementación de
calcio han sido demostrados. La vitamina D promueve la absorción del calcio. El
exceso de fósforo deteriora la masa mineral ósea, como el abuso de sodio y
cafeína a través de la excreción urinaria de calcio. La vitamina K tiene
efectos positivos.
El Colegio Americano de Medicina Deportiva en el tema de Osteoporosis y
ejercicio (Drinkwater-BL, Grimston-SK, Raabcullen-DM, Showharter-CM,1996)
afirma que no hay evidencias de que el ejercicio solo o acompañado con dieta de
calcio pueda prevenir el rápido decrecimiento de la masa ósea en los años
inmediatos a la menopausia, llegando a las siguientes conclusiones:
1.- La actividad física es esencial para tener el
peso normal, así como el desarrollo y mantenimiento del esqueleto. Las
actividades centradas en la fuerza muscular pueden también ser beneficiosas,
particularmente para que los huesos no disminuyan de peso.
2.-
Las mujeres sedentarias pueden incrementar su masa ósea escasamente, si llegan
a ser más activas, el beneficio principal del incremento de actividad puede ser
evitar la pérdida de masa ósea que ocurre con la inactividad.
3.-
El ejercicio no puede recomendarse como sustituto de reposición de terapia
hormonal durante la menopausia.
4.-El
programa óptimo para ancianas incluye actividades que incrementen fuerza,
flexibilidad y coordinación, que indirecta, pero efectivamente, reduzcan la
incidencia de fracturas osteoporóticas y disminuyan la posibilidad de caídas.
TIPOS
DE ENTRENAMIENTO BENEFICIOSOS PARA
Según Ortiz Cervera (1996), un programa de fuerza adecuado en edades
puberales aumenta la densidad de masa ósea, y en la tercera edad se obtiene un
aumento de mineralización del hueso cuando mejora la fuerza de los músculos.
Las primeras conclusiones son que un entrenamiento de fuerza podría ayudar a
prevenir o retrasar fracturas óseas en la tercera edad.
Rantanen (1994) en un estudio comparativo de personas mayores entre
diferentes zonas de Finlandia, llega a la conclusión que los test de fuerza
máxima isométrica a sujetos mayores pueden realizarse con seguridad
entrepoblaciones de sujetos no seleccionadas, y que la fuerza máxima se
correlaciona directamente con el nivel de habilidad (para la realización eficaz
de tareas diarias) de un individuo.
Sipila y Suominen (1995) obtienen, tras un diseño experimental realizado
con ancianas de
Sipila(1996), comparando atletas femeninas mayores con personas mayores
del mismo sexo pero sedentarias, concluye que el primer grupo posee mayor masa
muscular y menos envoltura grasa en la musculatura del muslo, que fue la que
utilizó para su experimentación. En este mismo estudio, tras realizar un
entrenamiento de fuerza de 18 semanas, se produjo una mejora del área de
sección transversal del cuádriceps, y mayor desarrollo de las fibras de tipo I.
También observaron mejoras en la contracción isométrica voluntaria de los
extensores de rodilla.
Hakkinen et al. (1998)comparando sujetos de mediana edad y ancianos de
diferentes sexos indican que la relación edad-pérdida de masa muscular, en el
área de sección transversal del músculo cuadriceps femoral en hombres de 70
años es más pequeña que en hombres de 40 años y el área de sección transversal
(CSA) en mujeres de 70 es más pequeña que en mujeres de 40. Las diferencias de
área de sección transversal son considerables entre géneros del mismo grupo de
edad. Los valores individuales del CSA en el cuadriceps femoral se
correlacionan significativamente con el correspondiente valor individual de la
fuerza máxima bilateral, lo que nos lleva a que disminuciones en la masa
muscular cuando se incrementa la edad, conlleva una disminución en la fuerza
máxima en hombres y mujeres.
Frontera et al. (1988) en un estudio realizado a sujetos sedentarios de
Hurley et al. (1995), demostraron que un programa intenso de
entrenamiento de fuerza produce un incremento sustancial en fuerza y en
hipertrofia muscular y puede ser realizado en personas mayores sin resultar
significativas las roturas en la célula muscular o los dolores, aunque los
niveles de creatinkinasa puedan aumentar después de la sesión al principio o al
final del programa de entrenamiento de fuerza, estos valores son mucho más
pequeños que los que se asocian a roturas de células musculares, y el daño
muscular percibido por los sujeto sea muy bajo.
Para Sargeant (1995) "la fuerza tanto isométrica como en forma de
potencia muscular disminuye con la edad, debido fundamentalmente a una pérdida
de masa muscular (atrofia) y por incapacidad del músculo de generar la fuerza
de manera normal…también la potencia disminuye por una disminución de la
velocidad de contracción en los músculos". Campillo et al. (1992) al
definir las caracterísdticas del entrenamiento de fuerza afirman que "el
esfuerzo muscular en forma de levantamiento de pesas, uso de aparatos con pesas
y extensores, e incluso flexión de rodillas y brazos en posición boca abajo, son
desaconsejables en los ancianos. La sobrecarga cardíaca y los aumentos de
tensión arteriales que se producen son excesivos. Esto no invalida el
desarrollo de una cierta fuerza muscular con ejercicios submáximos".
Keen, Yue & Enoka (1994) asociaron un aumento de fuerza con un
aumento modesto en el volumen de músculo y un aumento en la contracción tónica
en la superficie registrada en el electromiograma que era importante a la
semana 8 pero no a la semana 12. Esta mejora, sin embargo, no se ha relacionado
con los cambios en la distribución de unidades motoras, no estando conforme con
la hipótesis de que el coeficiente mayor de variación para las fluctuaciones de
fuerza se debe a una mayor inervación de las unidades motoras de fuerza.
Fiatarone
(1990, tomado de Ortiz Cervera,1996) para la tercera edad defiende unas
precauciones que evitan factores de riesgo, como:
Este mismo autor recomienda una serie de directrices
o pautas a la hora de realizar ejercicios y sesiones de fuerza en la tercera
edad para la salud:
ENTRENAMIENTO
Y APARATOS CARDIOVASCULAR Y RESPIRATORIO EN ANCIANOS
El retraso en la edad del suceso muerte trae consigo un cambio en las
causas de mortalidad, que de predominio agudo-infeccioso a primeros de siglo se
ha transformado en un patrón crónico y degenerativo; es la denominada
"transición epidemiológica". Actualmente las principales causas de
muerte para los mayores de 65 años siguen siendo los accidentes
cardiovasculares (22,8%), tumores (10,6%), y enfermedades del aparato
respiratorio (6,1%).
Los accidentes cardiovasculares se producen en lo fundamental,
independientemente del proceso degenerativo orgánico- funcional, por los malos
hábitos adquiridos y mantenidos durante toda nuestra vida (alimentación rica en
grasas, sedentarismo, tabaquismo y alcoholismo, etc.). Desde el punto de vista del
profesional de la salud o de la actividad física, existe un indicador básico
sobre el que construir nuestro trabajo preventivo, que es el ejercicio aeróbico
como trabajo fundamental de prevención para rebajar en lo posible esta primera
causa de mortalidad en España.
Dentro del aparato
respiratorio tenemos numerosas patologías que se pueden presentar en el anciano
producto de su proceso degenerativo: la disnea respiratoria en la que, según
Vázquez y Martín (1997) entre un 10 y un 15% de la población anciana española
aparece en ancianos con procesos respiratorios obstructivos o restrictivos que
mantienen una ventilación adecuada a costa de un gran incremento del trabajo
respiratorio disneico.
Estos procesos de origen respiratorio en el anciano comprenden las
enfermedades obstructivas (de vías aéreas superiores, EPOC, broncoespasmo,
aspiración pulmonar), las enfermedades restrictivas intrínsecas (fibrosis
pulmonar, neumotórax, derrame pleural, distrés respiratorio del adulto), y
restrictivas extrínsecas, etc. El trabajo de resistencia aeróbica tiende a
minimizar este tipo de patologías respiratorias, ya que una de las mejoras que
se consiguen fundamentalmente es en la capacidad de intercambio de oxígeno,
favorecer la perfusión del O2 a la célula, y mayor captación en el
reclutamiento de la capacidad respiratoria de reserva (inspiratoria y
espiratoria, etc.).
Shiarkar et al. (1997) coinciden en que la mortalidad por enfermedades
coronarias se ha incrementado en muchas partes del mundo. Las medidas para
reducir esta mortalidad se han dirigido principalmente a poblaciones de mediana
edad y ancianos, pero las medidas efectivas de prevención tendrían que
realizarse en los grupos más jóvenes. El entrenamiento mejora a corto plazo los
lípidos en el plasma sanguíneo y las lipoproteínas más en hombres que en
mujeres. Sugiere que el ejercicio físico diario puede ser una medida importante
para la prevención de enfermedades cardiovasculares que aparecen con la edad, y
es esencial establecer estilos de vida y nutrición óptima, así como actividad
física en ambos sexos y en todas las edades.
Pickering, et al (1998) estudiaron los efectos del entrenamiento de
resistencia en los compartimentos de agua y el sistema cardiovascular en
ancianos (edad 62 +/- 2 años) con un VO2 max. antes del
entrenamiento de 25 ml/kg/min +/- 2 ml. Ellos entrenaron en cicloergómetro 3
veces en semana durante 16 semanas (50-80 % VO2 max., siendo en
principio del 80-85% VO2 max.). Se les chequeó a las 8,16 semanas y
a los 4 meses después del "desentrenamiento" . El entrenamiento
mejoró el VO2 max. (+16%) e indujo a la expansión del volumen
plasmático (+11%). No hubo cambios en el agua corporal total, fluido
extracelular, y volúmenes de fluido intersticial e intracelular, masa libre de
grasa, y peso corporal en esta pequeña muestra con el entrenamiento. La grasa
corporal decreció (-2,1+/-
Ades, Ballor, Ashikaga, Utton (1996) determinaron el efecto de un
programa de entrenamiento de resistencia sobre la marcha (caminar o andar)
aeróbica en una sana población mayor residentes de una comunidad. Sujetos: 24
sujetos hombres y mujeres de 65 años de edad. Llegando a la conclusión de que
el entrenamiento de resistencia durante 3 meses mejora la fuerza en ambas
piernas en estas personas. Este descubrimiento es relevante en personas mayores
con riesgo de invalidez, porque la resistencia caminando y la fuerza de piernas
son componentes importantes del funcionamiento físico. Green y Crouse (1995)
afirmaron que el entrenamiento de resistencia incrementa de forma muy
significativa la capacidad funcional de los ancianos, y que este se relaciona
con la edad, duración de la serie, y el VO2 max. del anciano antes
del entrenamiento, aunque otros autores como Carroll (1995) opinan que este
trabajo de resistencia solo puede y debe hacer por debajo del umbral anaeróbico
ya que si existe concentración de lactato no se mejora el VO2. El
entrenamiento disminuye la recesión de triglicéridos, colesterol y lipoproteínas
de baja densidad (Motoyama et al., 1995) aunque lo importante del trabajo de
este autor es el protocolo que utiliza, entrenamiento aeróbico con tapiz
rodante con una intensidad de eentrenamientoo situada en la concentración de
lactato sanguíneo en el umbral durante 30 minutos de
Carroll el al. (1995), determinan los efectos de 6 meses de
entrenamiento sobre el plasma, volumen sanguíneo, hormonas y concentraciones de
electrolitos en ancianos de
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA:
Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte vol. 1, nº1 noviembre 2000