Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte – vol. 3 - número 10 -
junio 2003 - ISSN: 1577-0354
Manrique
Arribas, J.C. (2003).
THE FEMININE PHYSICAL EDUCATION AND THE WOMAN IDEAL IN THE FRANQUISTA STAGE
Manrique Arribas, J.C.
manrique@mpc.uva.es
Universidad de Valladolid
RESUMEN
El
presente trabajo trata de exponer la situación que la mujer tuvo durante el
franquismo y reflexionar sobre los conceptos y valores que se la asignaban
desde diferentes campos ( político, laboral, cultural, religioso…), que la condicionaron en su devenir a lo largo
de esos años (1939-1975). La creación de Sección Femenina (S.F.) fomentó, en
muchas ocasiones, un ideal de mujer a través de su objetivo fundamental:
formarla integralmente; en otras ocasiones luchó por hacer caer
convencionalismos asentados en la población, como los relacionados al campo de
PALABRAS
CLAVE: Educación Física Femenina,
ideal de mujer, valores, determinismo, asesoramientos.
ABSTRACT
This project tries
to present the situation the Spanish women had throughout the time Franco
governed, and wants to reflect on the ideas and values women were assigned from
different fields (politics, work, culture, religion…), which determined their
evolution throughout these years (1939-1975).
The creation of
the “Sección Femenina” (S.F.) (Femenine Section) promoted, on many occasions, a
feminine ideal through the main objective: a complete education for women. On
other occasions it fought for breaking with conventions deeply rooted in
society, like the ones connected with Physical Education and Sport. So, a new
model was created exclusively for women (Feminine Physical Education),
conditioned by religious, scientific and medical assumptions.
KEY WORDS: Feminine
Physical Education, ideal of woman, values, determinism, advice.
INTRODUCCIÓN
El
objeto de este artículo es analizar cómo los valores asignados a la mujer,
desde diferentes estratos sociales (religioso, político, educativo), van a
desembocar en un tratamiento de
También
se comprobará el determinismo al que se ve obligada la mujer de esta época
según ciertos estereotipos (sumisión –al hombre-, inferioridad intelectual,
impresionabilidad y fragilidad[1]),
reforzado por la religión católica y los supuestos científico-médicos. Aquélla,
a través de los relatos bíblicos y de las encíclicas de los obispos, que
contribuyeron a establecer una idea de lo que es conveniente para el sexo
femenino en materia de actividad física. Éstos, mediante los razonamientos que
marcan las diferencias fisiológicas del
cuerpo masculino con respecto al femenino, para convenir qué trabajo físico es
adecuado a la mujer y al hombre.
En una
primera parte vamos a analizar el concepto de mujer desde diferentes ámbitos
para conocer los planteamientos que sobre ella se hacen, conectándolos con el
contexto socio-político en el que se circunscribe; con los mensajes que se
transmiten desde el campo de la educación, el mundo laboral, religioso y el más
extendido (el que se refiere a la función fisiológica específica de la mujer): la maternidad.
A
continuación, expondremos cómo es
1.
CONCEPTO DE MUJER EN LA ÉPOCA FRANQUISTA (1939-1975)
Como primera piedra de
toque vamos a analizar el efecto que llevó consigo el adoctrinamiento educativo
al que se vio sometido la mujer en aras a conseguir consolidar el régimen
franquista.
Siguiendo a Alicia Alted
(1989,217) se distinguen dos etapas con características diferenciadas cada una
de ellas, en lo concerniente a la educación de la mujer en el franquismo.
a) “Una primera
etapa comprenderá los primeros tiempos del régimen franquista, hasta mediados
de la década de los cincuenta”.
El nuevo estado asumió la
doctrina más integrista y reaccionaria de la Iglesia católica, por la que se
supeditaba la mujer al hombre.
La desigualdad natural
entre el hombre y la mujer es la que da origen a una enseñanza diferenciada.
Por eso se suprime la coeducación y se refuerza la idea de una educación diferente
no sólo en cuanto a los conocimientos impartidos, sino también con la intención
de reafirmar una determinada concepción de la sociedad.
La situación social y
económica de la posguerra y las concepciones históricas tradicionales que se
realizan sobre la mujer, irán creando las condiciones legales, ideológicas y
culturales para que la mujer sea educada con estas finalidades:
1) Que reconozca que su papel en la sociedad es el de
ser esposa y madre ejemplar. Además, el vacío dejado por la guerra civil, contribuía
a primar en las mujeres su función reproductora[2].
2)
Que asuma
unas características que son consideradas “propias
de lo femenino”[3]:
inferioridad intelectual, impresionabilidad y fragilidad, transmisora de los
valores esenciales de la ideología dominante, emotividad y sumisión.
De esta manera, dará como
consecuencia un ideal sobre la feminidad, alejado del proporcionado por la
República. Se buscará que se aleje del trabajo asalariado, con el fin de evitar
un paro masculino demasiado elevado y así dirigirlas hacia aquellos sectores de
actividad tradicionalmente considerados como “femeninos”.
b) “Hacia el intermedio de la década de los
cincuenta, el paulatino desarrollo económico empieza a resquebrajar la
estructura social vigente; esto producirá cambios en las concepciones
ideológicas sobre el papel social, profesional y humano de la mujer y su
educación”
La
legislación va haciéndose eco de estos cambios: por decreto de 8 de mayo de
1947 queda establecido el derecho al voto de la mujer española. En marzo de
1956 se aprueba en Consejo de Ministros, el decreto ley, prohibiendo las
mancebías y casas de tolerancia. En 1953 se funda la Asociación de mujeres
universitarias. En 1961, la legislación sobre “Derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer”, fue
redactada por la S.F., y presentada a las cortes por la Delegada Nacional Pilar
Primo de Rivera. Esta ley consagraba la igualdad jurídica de las mujeres en las
actividades laborales, pero con limitaciones. Pilar Primo de Rivera en su
discurso de presentación de la ley a las Cortes[4]:
“… Lo que
pedimos con esta ley es que la mujer empujada al trabajo, por necesidad, lo
haga en las mejores condiciones posibles; de ahí que la ley en vez de ser
feminista sea, por el contrario, el apoyo que los varones otorgan a la mujer
como paso más flaco para facilitar la vida…”.
Las
intenciones educativas con respecto a la mujer, señaladas para los inicios del
franquismo, siguen siendo válidas en este segundo período. Pero junto a ellas,
encontramos otras nuevas, como puede ser un cierto reconocimiento del valor del
trabajo de la mujer, de ciertos derechos que alivien la carga que soporta, así
como nuevos conceptos sobre lo corporal (su mejor utilización, estilos y
maneras de desarrollar el ejercicio físico y la práctica deportiva).
1.1
Lo femenino (generalidades)
Es obvio que la mujer ha
sido foco de interés permanente para los poderes establecidos. No por su
condición, en razón de su sexo, sino por las funciones que desempeña en la
familia, institución clave para la reproducción tanto de la especie como de las
condiciones sociales[5].
Quiere esto decir que se
utilizará a las mujeres para difundir los valores y pautas de comportamientos
conformados, para de esta manera frenar la actividad represiva de otros órganos,
que pudieran perder prestigio y valor ante la opinión pública.
“Todavía os
queda más, os queda la reconquista del hogar. Os queda formar al niño y a la
mujer española. Os queda hacer a las mujeres sanas, fuertes e independientes…”(Suárez,
1993,101).
S.F. abordó la educación
bajo los planteamientos joseantonianos, los cuales comenzaban con la formación
de las jóvenes. Pilar Primo de Rivera se inicia como máxima responsable de esta
organización, advirtiendo en sus discursos de las cualidades que pretende
difundir entre el colectivo femenino:
“Justa,
disciplinada y abnegada, la falangista debe caracterizarse además por una
alegre austeridad que la distinga de la finalidad atribuida a la mujer burguesa
de los años anteriores a la guerra. Respetuosa de la prerrogativa masculina”(Barrachina,1989,214).
1.2 Capacidad
intelectual
La mujer, en cuanto su
acceso a la cultura media y superior, no es que tuviera el camino cerrado, pero
tuvo bastantes dificultades, siendo, incluso, ridiculizada y presentada como “antimujer”. Así se manifiesta Pemartín,
director general de Enseñanza Media y Superior, en una entrevista concedida a
la revista “Signo” de once de abril de 1942:
“Mi opinión es
la de que debe alejarse a la mujer de la Universidad, quiero decir que el sitio
de la mujer, a mi juicio, es el hogar”(Pastor i Homs, 1984,31).
De
esta manera pretendían justificar, tanto altos cargos del Ministerio de
Educación como los dirigentes de Falange, la no coeducación, como por ejemplo
Onésimo Redondo:
“La
coeducación o emparejamiento escolar es un crimen ministerial contra las mujeres decentes. Es un delito contra
la salud del Pueblo…” (Gallego,
1983,154-55).
1.3
Mundo laboral
Por lo visto en los
planteamientos anteriores sobre la condición que le va a deparar a la mujer en
esa sociedad, podemos advertir que el hombre se pueda considerar molesto y
desplazado de su lugar dominante en el ámbito del trabajo, si la mujer se
incorpora al mundo laboral. Aparte de que el trabajo femenino fuera del hogar
pudiera romper con las bases tradicionales de la organización familia.
Su autoestima se vería
rebajada, pues la misión tradicional que le ha sido encomendada no podrá
llevarse a cabo. Lo que le puede causar una sensación de incompetencia. Verse
usurpado en su puesto por una mujer considerada inferior respecto al hombre y
no respondiendo al ideal de sumisión que se le asigna.
A pesar de la opinión
generalizada de que la mujer no debería trabajar fuera del hogar, S.F.
promovió, presentó y defendió la “Ley de derechos políticos, profesionales y de
trabajo de la mujer”; por la que se la abre, entre otros campos, el del
ejercicio profesional y se la reconoce el principio de igualdad de retribución
entre hombres y mujeres. Eso sí, sin descuidar su marco natural de trabajo y
realización: el hogar y la familia.
1.4
Determinismo religioso
Por mucho que la
organización femenina del Movimiento luchara por una igualdad de condiciones
con respecto al hombre; esto, apenas si se conseguía. Existía una doble escala
de jerarquía: en razón de la clase socio-económica a la que se pertenecía y en
razón del sexo (apoyada tanto en fundamentos ideológicos y doctrinales, apuntados
ya, como en los religiosos).
La
religión constituyó uno de los principales pilares de la política de José
Antonio Primo de Rivera, junto a la economía y un programa de mando único y
escala vertical. Sin embargo la Iglesia, no tenía muy claro que una vez
completado el Alzamiento, los falangistas tuvieran un sentir religioso profundo
y abnegado. Por eso se propuso con tenacidad, “recristianizar” todos los
aspectos de la vida pública y privada española.
Pronto comprendió que el
elemento más influyente sería la mujer. Para ello creó unos argumentos basados
en escritos de los Libros Sagrados, en los que determinará cuál es la condición
que las ha tocado vivir, su predestinación y su misión en la sociedad. De ahí
que a
Primeramente
Como vemos, con argumentos
de corte religioso-espiritual, se someten a criterios que consolidan el
sometimiento por parte de la mujer al varón. Así lo certifica Pilar Primo de
Rivera en el informe sobre
“Por eso es
preciso que a quienes nos ha tocado la responsabilidad de formar política y
socialmente a la juventud y a la mujer después de tres guerras, nos encaremos
con los problemas partiendo de ese punto, de forma que, basándonos en el hombre
como portador de valores eternos, nos lleve a la inserción de éste en la
Patria, en el Universo y en la Eternidad”(Primo de Rivera,P., 1983,405).
La
Delegada Nacional de S.F. hizo numerosas alusiones en sus cartas y circulares a
sus afiliadas, para que tuvieran clara, cuáles serían los valores esenciales
que debían defender. Estos eran esencialmente: Religión y Patria. A través de
una doctrina movida eminentemente bajo auspicios masculinos, por lo que la
mujer debía aceptar el destino religioso que le augura la Biblia, así como el
destino social de servicio a la Nación (Patria). Como veremos luego, al traer
al mundo niños fuertes y sanos que se crían en un ambiente familiar, favorable
a la “causa”.
1.5
La maternidad
Llegamos al concepto más
importante por el que se va a conocer la función esencial de la existencia de
la mujer, o eso al menos es lo que nos quieren hacer creer pensadores,
políticos, religiosos, médicos y otras autoridades; los cuales defienden una
posición que va más allá de la simple misión reproductora. La base de todo el
entramado socio-ideológico (esencia de los comportamientos estereotipados).
Fray Justo Pérez de Urbel,
asesor religioso durante muchos años de S.F., explicó en el III consejo
Nacional, lo que constituye el monopolio absoluto de la mujer: la maternidad.
Pero entendida no sólo en los aspectos biológicos, sino que transmitir la vida
humana, es una función que se ve mucho más allá de proporcionar un cuerpo. La
maternidad envuelve una adoración espiritual hacia el hijo que reclama siempre
abnegación y fortaleza.[7]
También dirigentes del
Movimiento expresaban su idea de cuál debería ser la actuación de la mujer con
respecto a
“A vosotras,
mujeres de la Falange, os corresponde la tarea callada y silenciosa de amparar
a la Falange, de ser vestales de su culto, sacerdotisas del fuego sagrado en la
casa y el hogar, para evitar que la unidad fraterna de todas las mujeres
españolas, pueda resquebrajarse”.[8]
La
propia Organización femenina, a través de la publicación de los textos
oficiales que se estudiaban en los Centros de enseñanza, lanzaba los mensajes
propios acerca de la misión propia de toda mujer:
“La misión
asignada por Dios a la mujer es la maternidad en el hogar; a este fin hemos de
subordinar cuanto halle y cuanto nosotros hagamos por ella. Es decir, que su
fin histórico lo cumplirá sin apartarse del fin natural que Dios le ha
señalado, y en el cumplimiento de este fin acumulará méritos de vida eterna
para salvar su alma”.[9]
Creemos
que la situación de estos años iniciales de la postguerra exigía un incremento
de la natalidad, una base familiar consolidada que tuviera los conocimientos
esenciales en cuanto a llevar adelante un hogar (economía doméstica,
alimentación, higiene, cuidado de hijos…). Esta faceta la asumía la S.F. como
un campo de batalla en busca de una dignificación de la mujer, sobre todo la
del medio rural.
3 LA
EDUCACIÓN FÍSICA EN EL PLAN DE FORMACIÓN
3.1
Objetivos y disposiciones
Prácticamente
desde su creación y durante la guerra, S.F., empieza a preocuparse por la E.F.
como parte importante de su interés por formar íntegramente a la mujer. Para
ello va a preparar:
“Un sistema
coordinado y metodológico que llevará a la creación de una Educación Física
dirigida de modo específico hacia la mujer, buscando la práctica de un
ejercicio físico y deportivo bien dirigido, que consiga no sólo el
fortalecimiento y desarrollo corporal, sino el enriquecimiento de la persona a
través de la aplicación de métodos pedagógicos adecuados”[10]
Si la
Educación Física, en general, durante la postguerra estaba “en mantillas”; la
Educación Física Femenina (E.F.F.) lo estaba aún más. Existía una sociedad poco
preparada para ver a la mujer ejercitándose físicamente, o disfrutando de la
realización de algún deporte individual o colectivo. Se veía como algo
extravagante, que alguna deportista destacase en alguna actividad de este tipo.
Desde
la regiduría[11] de E.F. se plantearon
tres objetivos que intentaron llevarlos a cabo con respecto a esta disciplina,
y que tendría su extensión en la práctica de los diferentes deportes[12]:
1.- “Perfección
del cuerpo, necesaria para el equilibrio de la persona humana.
2.- Salud
del alma, que necesitaba a su vez de ese equilibrio como parte de la formación
religiosa.
3.- Espíritu
de competitividad, que enseña a las mujeres a participar en todas las tareas”.
Todo
el fundamento, con el que se va a tratar la E.F.F. hay que buscarlo en las
interpretaciones biologicistas del cuerpo que se hacen; con unas
características que estarán muy ligadas a su condición de sexo. Por eso
intentan tener el respaldo de corrientes científicas (médicas), para justificar
los planteamientos iniciales.
Este
determinismo se ve reflejado en un artículo que el doctor Antonio de Granda
titula: “Los fundamentos biológicos del
trabajo de la mujer”[13]:
“El punto de
partida es que la mujer se encuentra totalmente condicionada por su duro e
insoslayable yugo sexual, sufriendo a lo largo de su vida los continuos
accidentes de su desgarradora vida sexual (menstruación, embarazo, parto,
lactancia, menopausia) que determinan su cuerpo y su mente”
Siguiendo esta tendencia
“natural” que recae en la mujer, podemos deducir que sólo se plantearían actividades físicas que
no se alejaran de esa feminidad (derivándose ineludiblemente hacia la
maternidad). Por eso, aquella que quiera liberarse de esos convencionalismos y
llegara a destacar en tareas tradicionalmente masculinas, sería a costa de
masculinizarse (“virilizarse”), bajo una ética subversiva y materialista.
Como
vemos, esta postura científico-médica está marcada al servicio de una ideología
conservadora. Ha considerado a la mujer en tanto que reproductora de la especie
y, por tanto, en función de un solo objetivo: la maternidad. Por eso los
médicos han mantenido la conveniencia o no del deporte, si éste contribuía a
fortalecer la idea de feminidad basadas en:
“La gracia,
la belleza y el espíritu de sacrificio y renuncia en función del marido y de
los hijos”(García Bonafé,
1990,18-23).
Tampoco
nos puede extrañar que visto de esta manera el enfoque que se hace de la
actividad física en la mujer, el interés por la práctica deportiva sea escaso y
en ámbitos sociales muy reducidos. Marcando claramente cuáles eran las acciones
propias de su sexo. Mientras que en el chico era normal dar saltos, giros,
carreras, luchas de manera espontánea; en las chicas esas actividades eran
prohibidas o mal vistas socialmente. Sus juegos han sido siempre más
sedentarios.
Según
el informe que
Como
apreciamos, se advierte una dicotomía en función de los planteamientos que se
quiere transmitir a través de la actividad física. Por un lado, se pretende que
la mujer encuentre un campo apropiado para poder satisfacer sus deseos de
moverse, conocer su rendimiento corporal, cooperar, competir. Pero por otro,
debe tener presente una gran cantidad de controles a los que debe someterse.
No es
de extrañar, por tanto, que se hicieran comentarios como este; aparecido en El Correo de Mallorca, el 4 de noviembre
de 1941, titulado: “Atletismo femenino”,
que demuestra claramente esta doble finalidad y por supuesto, el control social
e ideológico al que se ven sometidas:
“Los
objetivos que se pretenden con la Educación física no son el desarrollo de las
capacidades personales de la mujer, sino la mejora de la “raza”, por una parte,
y la inculcación de una disciplina y una moral que pudiese servir a los
intereses del alma, por lo que “gimnasia física” sí, pero con gimnasia
espiritual, higiene corporal, más con higiene moral”[14].
Con
referencia a estos controles a que se ven sometidas las mujeres de esta primera
época franquista, analizamos el referido al vestuario adecuado para la
práctica. Si suponemos que para realizar cualquier ejercicio, debemos tener
libertad de movimientos; las normas-advertencias que se daban, favorecían bien
poco el desenvolverse adecuadamente en la ejecución.
Las
muchachas de la época que tuvieron que padecer estos requisitos, comentan con
el paso del tiempo, la incomodidad de su vestuario para realizar movimientos.
Critican la rigidez de la longitud de sus trajes y el examen al que debían
someterse cada vez que lo utilizaban.
Algunas
normas-advertencias serían:[15]
·
Los pantalones
azules de gimnasia deben ser de una amplitud tal que parezcan enteramente como
faldas de vuelo.
·
La longitud debe
ser exactamente hasta media pantorrilla, de forma que al subir la goma y
ajustándosela por encima de la rodilla,
ésta esté totalmente cubierta por la falda.
·
Las blusas de la
gimnasia serán asimismo de una amplitud normal para que no se ciñan al cuerpo.
·
En las
competiciones de natación se utilizarán siempre los trajes de baño aprobados en
la circular nº. 74 del Departamento de E.F. (solían ser de lana).
·
Se prohíbe salir
a la calle con el traje de gimnasia sin ponerse el abrigo encima (también
cuando la competición o concurso se
celebrara en verano).
Estas disposiciones estaban
redactadas en tono muy drástico, insistiendo claramente en la moral que hay que
seguir, castigando a aquellas deportistas que las incumplan, e incluso a todo
el equipo si así se estimara oportuno.
Como hemos señalado
anteriormente, la mujer debe atenerse a una moralidad mucho más restrictiva que
el hombre. De esta manera podemos deducir que a pesar de impulsar el deporte
femenino (signo de un progreso y defensa de la igualdad de oportunidades), se
choca con muchos prejuicios sociales que la abocan a tener su campo de acción
centrado en el ámbito del hogar.
Por
eso, se advierte a las jóvenes que no tomen el deporte como pretexto para:
“Independizarse
de la familia, ni para ninguna libertad, contraria a las buenas costumbres”.[16]
Su
ubicación social debía ser el hogar y las labores domésticas, de ahí que se
propusiera una actividad física sin salir del mismo. Se aprovecharían éstas,
para realizar un ejercicio muy completo y “reconfortante”.
“La limpieza
y abrillantado de los pavimentos, quitar el polvo de los sitios altos, limpiar
cristales, sacudir los trajes, cumplen los mismos objetivos que un ejercicio
programado o un deporte”.[17]
Incluso
se llegaron a publicar manuales en los que se apoyaban estos planteamientos.
Como es el caso de Rafael Chaves Fernández, Oficial instructor, profesor de
E.F. de
“Es
necesario estar en condiciones de SERVIR y el que no esté preparado
físicamente, por lo general, será un decrépito o cuando menos, disminuido en
sus posibilidades de servicio”(Chaves
Fernández, 1963,13).
Como
conclusión a este apartado, nos referiremos a los mensajes que la propia S.F.
transmitía a través de sus textos oficiales sobre el concepto de E.F. Éste se
acomoda fundamentalmente a las posibilidades que ofrece al propio cuerpo,
desviando la atención hacia otros beneficios que pueden reportar esta
actividad:
“Ciencia que
estudia los efectos del ejercicio sobre el organismo”(Inchausti y Gutiérrez, 1955,3).
Se
tomará esta definición como base científica, para conseguir un
perfeccionamiento anatómico y fisiológico (claro está, cuál debe ser el
entendido para la mujer: belleza, plasticidad y maternidad).
“La
finalidad de la regiduría de E.F., es conseguir que la mujer se beneficie de
los efectos de esta actividad, teniendo un fondo espiritual y considerando como
meta el perfeccionamiento del cuerpo, a fin de que pueda mejor servir los
intereses del alma que en él se encierra (tener hijos y cuidar de la familia)”(Inchausti y
Gutiérrez,1955,3)
3.2
Asesoramientos religiosos y técnicos
3.2.1
Asesoramiento religioso
El
régimen franquista tuvo el respaldo ideológico de Falange, como hemos dicho
anteriormente; aunque también tuvo en
El
asesor religioso de S.F., Fray Justo Pérez de Urbel, incidía constantemente en
sus manifestaciones, sobre cuál era el puesto de la mujer en la sociedad y
cuáles eran los preceptos que debía de cumplir en sus acciones; incluidas las
relacionadas con la actividad física. Impondrá unos criterios que no las
quedaría más remedio que cumplir a las dirigentes de la organización.
“Tres son las cosas principales que la mujer
ha puesto en la casa creada por ella, el fuego, el lar y el telar…El fuego,
calor para el cuerpo, para el alma, tiene un carácter sagrado, …El lar, la fe
en lo invisible…, la religión…y, finalmente el telar, la ocupación doméstica,
el trabajo, …Esta va a ser tu tarea.”[18]
Los
avances que se quisieron instaurar, con respecto a
En
algunas ocasiones los dictámenes de los altos cargos religiosos cortaban de
raíz cualquier intento de realizar adecuadamente las actividades físicas. Tales
son los casos del arzobispo de Valladolid, que prohibió a las alumnas de
Incluso
a la hora de planificar las
movilizaciones deportivas que se realizaban en
provincias, debían tener presente que no se realizaran en domingo o bien
hacerlas por la tarde; pues era imprescindible que todas las participantes
escucharan la misa.
“Ningún acto
deportivo o de la clase que sea: marchas, excursiones, demostraciones
gimnásticas, concursos de coros, etc., que se celebrasen en domingo por la
mañana, comenzarán antes de las once (…) con el fin de que puedan
tranquilamente oír misa (…) Es preferible que se celebre siempre por la tarde.
También se obliga a informar del lugar donde se encuentran las iglesias y horas
de misa y no se desplacen en tren cuando tengan prevista su llegada en domingo,
pues es fácil que se retrasen”.[19]
Ni que
decir tiene la supervisión a la que se veían sometidas las deportistas en
cuanto al vestuario, como hemos indicado anteriormente; así como los
movimientos que debían ser los aconsejados para su condición femenina (ni
exagerados en los gestos, ni provocadores).
A
pesar de estas trabas iniciales que
“Al hacer
más recta la voluntad y más firme la disciplina, contribuía a consolidar la
personalidad”.[20]
No se
considera el deporte como un fin para disfrutar del propio cuerpo, sino un
medio para valorar el cuerpo desde una perspectiva teológico-moral.
3.2.2
Asesoramiento técnico
Cuando
en 1938
En
1939, con motivo del III consejo Nacional de S.F en Zamora, Luis Agosti (el que
fuera asesor de E.F. y personaje muy reconocido), presentó a
“El deporte
constituye en sus términos más amplios una forma de expresión y por eso cada
época, y aún más cada pueblo, lo hace de distinta manera; en consecuencia cada
sexo tiene que practicarlo de forma diferente”(Suárez,1996,196).
Esta
idea fue respaldada por Pilar Primo de Rivera, pues no concebía un deporte al
modo masculino, sino atendiendo a la condición femenina.
Los
primeros cursos de formación de instructoras, que tuvieron una duración entre
tres y cuatro meses, fueron supervisados en sus contenidos por Luis Agosti.
Éstos serían configurados gracias a sus estudios como médico, deportista y sus
viajes a los países nórdicos, a los que consideraba pioneros en esta actividad.
Como
se puede comprender, las primeras instructoras encargadas de dirigir las clases
de E.F. tenían una formación bastante
escasa en cuanto a conocimientos específicos, por lo que se limitaban a poner
en práctica unas tablas estereotipadas (seguidoras inicialmente de la gimnasia
de Ling, creador de la gimnasia sueca). Posteriormente fueron aplicando nuevas
aportaciones de especialistas en gimnasia infantil (que era lo más parecido a
lo que se concebía como E.F.F.) como las de D. Falk, M. Carlquist o E.
Björksten.
Luis
Agosti (1948) propuso que su método se apoyara en tres puntos esenciales: la
gimnasia (educativa o correctiva, rítmica y cuentos gimnásticos), los deportes
(los adecuados para la mujer) y la danza (clásica y bailes populares). Dando,
de esta forma, un carácter más autóctono al concepto de E.F.; reivindicando la
pluralidad de los pueblos de España en cuanto al aporte que ofrecen sus raíces culturales.
El
objetivo que plantea en lo que se refiere a la gimnasia femenina, no será
desarrollar los músculos, sino que interesará desarrollar sus cualidades
específicas: gracia y belleza en los movimientos.
“Un estilo
de movimiento propio de la mujer, donde ésta tiene un carácter fluido y donde
unos movimientos se funden con otros de una manera más acusada que en el
hombre”(Agosti,1948,723).
Según
el tipo de ejercicios realizados, su gimnasia es eminentemente analítica. Sólo,
accidentalmente, y cabe pesar que para curarse en salud, le supone fines
espirituales, sean morales o estéticos (educación del carácter, valor añadido
de disciplina, etc.). Sus textos, podemos decir que se apoyan excesivamente en
la fisiología y en la medicina, eludiendo buena parte de los aspectos
propiamente didácticos y dinamizadores de la actividad física.
Su
punto de partida es que la función específica de la mujer es la maternidad. A
ese fin parece que debe orientarse toda la enseñanza. Además, señala unas
cualidades específicas que difieren en el hombre y la mujer y, por tanto,
convierten en absurda la pretensión de desarrollarlos indiscriminadamente. Fuerza
y destreza en ellos, gracia y belleza en ellas. Hay más masa y potencia en los
hombres que en las mujeres, por eso la mujer no está adaptada a los ejercicios
que exigían gran esfuerzo muscular.
“Por este
motivo, el factor belleza y plasticidad de los ejercicios no puede ser jamás
regulado (…) El deseo de educar físicamente a la mujer para equipararla en
aptitud al hombre, está en pugna con una ley biológica universal”(Agosti,1948,726).
Como conclusiones a sus
estudios sobre
·
El ejercicio es
beneficioso para mejorar aptitudes y sobre todo para su función específica: la
maternidad.
·
La mujer es
biológicamente más débil que el hombre.
·
No se debe
muscular a la mujer. Interesa desarrollar sus cualidades específicas: gracia,
belleza en los movimientos y en las actitudes.
·
En general, el
mando de la gimnasia femenina será confiado a la mujer. El hombre la podría
abordar, si reúne la preparación y la sensibilidad suficiente.
·
No practicar los
mismos deportes (el hombre y la mujer). La mujer es mejor que el hombre en la
natación, pero no debe practicar el boxeo, ni el atletismo de competición. Sólo
harán destacar a las menos femeninas.
Para concluir con este
apartado, hay que reconocer su intención normativa, que favoreció grandemente a
elaborar un método que se llegó a considerar nacional. Pretensión que siempre
obsesionó a Luis Agosti. Su método fue seguido durante muchos años, hasta que
fueron entrando en España las nuevas corrientes europeas y americanas que
completaron los déficits que poseía.
CONSIDERACIONES
FINALES
Este
período histórico (1939-1975) viene condicionado por un régimen autoritario que
impone un estilo de vida a la población española. En un principio, seguirán el
programa marcado por el único partido político reconocido (F.E.T. y de las
J.O.N.S)[21]. Tanto en la vida
política, como social y familiar, el hombre ocupa el lugar más destacado,
creándose así situaciones claramente discriminatorias. De esta manera se hará
necesaria la creación de una institución que defienda los intereses de la
mujer, la reivindique y la forme: S.F.
Esta
organización asumirá los valores que sobre su condición de sexo se la asigna;
los cuales proceden del campo de la política, la religión, la educación y la
cultura. Por eso, aunque su intención será la de valorar, en su justa medida, a
la mujer; en muchas ocasiones chocará
con “otros poderes”, que la “recordarán” cuál es su deber con “
También debieron cumplir
con los requisitos que marcaba la religión católica. Las jerarquías mantuvieron
un estatus elevado en el organigrama
de la sociedad española, accediendo a puestos de mando dentro de la sociedad
laica. Esto supuso que sus manifestaciones, referidas concretamente a la mujer
y al ejercicio físico, tuvieran un peso mayor. Para ello utilizaban los
discursos del asesor religioso (Fray Justo Pérez de Urbel) realizados durante
los Consejos Nacionales de S.F., las encíclicas de los obispos y las homilias
de los sacerdotes en sus parroquias. De esta manera hacen comprender cuál es el
destino que
Todos estos condicionantes,
provocaron que S.F. cayera en algunas ocasiones en contradicciones. Puesto
que si en un principio quisieron elevar
de categoría
Su mayor interés se
concentrará en revalorizar la unidad familiar, marco primario de la educación,
donde se consolidarán los conceptos de disciplina, abnegación, pasividad,
sentimiento de culpabilidad y sometimiento de la mujer a la autoridad del
marido o del hijo. El destino de la mujer estará vinculado a crear un ambiente
cristiano en el hogar, su campo de acción propio y exclusivo, donde deberá
inculcar los valores religiosos que la
iglesia pretende.
Uno de los departamentos
(llamados también regidurías) que primeramente empezó a funcionar en S.F, fue
el de E.F (1938 en Santander). Esta disciplina, aunque ya conocida, era
poco difundida entre la población en
general y mucho menos entre la femenina. Sin embargo, esta E.F. que se mantuvo
dentro de los planteamientos iniciales de S.F., estuvo alejada del modelo
masculino; creando un modelo orientado específicamente hacia la mujer.
Primeramente, asumiendo las
diferencias fisiológicas que hay entre los dos sexos, por lo que su estilo y
metodología debía alejarse del que disponía el Frente de Juventudes (basado en
el vigor, la disciplina y las prácticas premilitares).
Ellas, bajo los designios
de inferioridad, fundamentaron una metodología en la que los ejercicios se
adaptaban a los “dones” típicamente femeninos: gracia y belleza. Dejando de
lado el potenciar los músculos y las demostraciones de fuerza.
Luis Agosti (asesor de S.F.
y una de las máximas autoridades en E.F. de esta época en España) propuso un
método exclusivo para la mujer. Basado en actividades gimnásticas cargadas de
ritmo y expresividad, en la práctica de unos deportes adecuados a su
constitución y en la puesta en escena de la danza y los bailes regionales.
Como en otros campos de
actuación, se quiso dar a conocer como un método exclusivamente español,
cuando, claramente tenía muchas influencias de la escuela del Norte (sueca y
danesa, sobre todo de Björksten, Falk y Carlquist).
La maternidad, como
concepto exclusivo de la mujer, también se vería reflejada en el tratamiento
que se hace de
Para concluir, podemos
decir que la relación entre el modelo social que se implanta durante el
franquismo, referido a la mujer, y el sistema de E.F.F. predominante; confluyen
en una simbiosis tal, que ambos se retroalimentan y se refuerzan. La sociedad
influye sobre el concepto de Educación
Física propuesto y a su vez ésta, favorece la consolidación del concepto
de mujer durante el franquismo. Por ello, Educación Física sí, pero femenina,
para que cubra las expectativas que ideológica y religiosamente se vierten sobre
ella.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
- Alted Vigil, A.: “Las mujeres en la sociedad
española de los años cuarenta”, en III
Jornadas de estudios monográficos, Salamanca, Ministerio de Asuntos
sociales ( Instituto de la Mujer),
(1989), p.p. 211-217.
- Agosti, L.: Gimnasia
Educativa, (primera edición: 1963), Madrid, Depósito Legal:
M.10767-1963.
- Barrachina, Mª. A.: “Ideal de
- Chaves, R.: La gimnasia en la familia,
Madrid, Prensa Gráfica, (1963) p.p. 13-18.
- Delegación Nacional de
- Gallego, Mª, T.: Mujer, Falange y Franquismo, Madrid, Taurus, (1983).
- García Bonafé, M.: “Inicios del deporte femenino”,
en Seminario: mujer y deporte, Madrid, Ministerio de
Asuntos Sociales ( Instituto de
- Inchausti, Mª I. y Gutiérrez, C.: Educación Física Femenina. Texto Oficial
para las Escuelas de
Magisterio, Madrid, Sección Femenina
de FET y de las JONS, (1955).
- Martín Gaite, C.: Usos amorosos de la mujer en
- Otero, L.:
- Pastor i Homs Mª. I.:
- Primo de Rivera, P.: Recuerdos de una vida, Madrid, Dyrsa, (1983).
- Sopeña Monsalve, A.: El Florido Pensil (memoria de la escuela nacional católica),
Barcelona, Crítica, (1994).
- Suárez Fernández, L.: Crónica de
- Torrego Egido, L.M.: La educación no formal en
Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte – vol. 3 - número 10 - junio 2003 -
ISSN: 1577-0354
[1] Pastor i Homs, Mª. I. (1984): La educación femenina en la postguerra (1939-1945), el caso de Mallorca, Madrid, Ministerio de Cultura, P. 32.
[2] Véase Torrego Egido, L.M.
(1988):
[3] Véase Pastor i Homs, Mª L. (1984), Op.Cit, P. 32.
[4] En Suárez, L. (1983): Crónica de
[5] Véase Gallego, Mª. T. (1983): Mujer, Falange y Franquismo, Madrid, Taurus, P. 13.
[6] En Primo de Rivera J..A. (1945):”Obras completas”,P.537, citado por Suárez (1993,39).
[7] Recogido por Suárez, L. Crónica de
[8] Raimundo Fernández Cuesta,
Secretario General de FET y de las JONS, en el II Consejo Nacional de
[9] S.F. de FET y de las JONS: “Lecciones para los cursos de Formación e Instructora de Hogar”, en Pastor i Homs, Op. Cit. P. 36
[10] En palabras de Luis Agosti, recogidas por Suárez, L (1993), Op. Cit., P. 110.
[11] Así se denominaba a los
distintos departamentos en los que se organizaba
[12] En palabras de Pilar Primo de Rivera durante el 1º campeonato nacional de deportes del SEU. En Suárez, L (1993), Op. Cit. P.110.
[13] Recogido por Alted,
A. “Las mujeres en la sociedad española
de los años cuarenta”, en III Jornadas de
estudios monográficos, Salamanca, Ministerio de Asuntos sociales (Instituto
de
[14] Artículo anónimo. Citado por Pastor i Homs (1984), P. 61.
[15] Recogido por Otero, L
(1999):
[16] “Sección Femenina, Economía doméstica” (1968), Texto para Bachillerato, comercio y Magisterio, en Otero, L. Op. Cit. (1999), P.135.
[17] “Teresa”, revista de
[18] Delegación Nacional de S.F. del Movimiento (1969): Normas para albergues de juventudes, palabras de Fray Justo Pérez de Urbel, P. 5.
[19] Circular nº 206 (junio de
1943), firmada por
[20] Véase en Suárez, L. (1996), Op. Cit., P. 156.
[21] Falange Española Tradicionalista y de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalista.