Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte – vol. 3 - número 10 - junio 2003 - ISSN:
1577-0354
Pérez
Samaniego, V. y Devis Devis, J.. (2003). La promoción de la actividad física
relacionada con la salud. La perspectiva de proceso y de resultado. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de
THE APPROACHES TO THE PROMOTION OF HEALTH RELATED PHYSICAL ACTIVITY.
FROM AN OUTCOME PERSPECTIVE AND FROM A PROCESS PERSPECTIVE
Pérez Samaniego, V.* y Devís Devís, J.**
*
Universidad de Alcalá e-mail: victor.perezs@uah.es
**
Universidad de Valencia
PALABRAS CLAVE: Actividad física, promoción de salud, bienestar
RESUMEN
La concepción de la promoción de la
actividad física relacionada con la salud varía en función de la perspectiva de
análisis que se adopte de sus componentes. Desde una perspectiva de resultado
se pone el énfasis en las variables objetivas de las que dependen las
adaptaciones orgánicas que pueden prevenir o curar enfermedades. Desde una
perspectiva de proceso, los beneficios de la actividad física para la salud se
relacionan fundamentalmente con aspectos cualitativos vinculados con la
práctica en sí misma. Ambas perspectivas son analizadas en este artículo
concluyéndose que el creciente interés por la práctica contrasta con la
ausencia de orientaciones que permitan promover la actividad física relacionada
con la salud
KEY WORDS: Physical activity, health promotion,
wellbeing
ABSTRACT
The approaches to the promotion of health
related physical activity may differ acording to the conceptualization of its
components. From an outcome perspective, objective features of physical
activity are enfasized as a mean to prevent or overcome illness. From a process
perspective, benefits of health related physical activity are associated
intrinsicaly with its practice. Boths perspectives are examined in this
article, concluding that the increassing interest on the benefits linked to the
process contrasts with a lack of orientations to decide about the
characteristics.
1.
INTRODUCCIÓN
Las relaciones entre la actividad
física y la salud aglutinan un conjunto muy amplio y complejo de factores
biológicos, personales y socioculturales. Dependiendo del énfasis y la manera
de entender cada uno de dichos factores pueden establecerse diferentes
concepciones de las relaciones entre la actividad física y la salud. Desde una
concepción terapéutico-preventiva, la actividad física es considerada
fundamentalmente como un remedio para curar o prevenir enfermedades diversas.
En esta concepción la enfermedad se convierte en el principal referente para
explicar las relaciones entre actividad física y la salud. En otras palabras,
la actividad física es buena para la salud porque previene o cura enfermedades.
No obstante, la relación entre actividad física y salud también puede
concebirse en relación con una percepción subjetiva de salud que redunde en el
bienestar. La calidad de vida, es decir, la posibilidad de que las personas y
los grupos desarrollen sus potencialidades, se convierte desde esta concepción
orientada al bienestar en el referente cualitativo de la actividad física
relacionada con la salud (Devís, 2000; Downie, Fyfe y Tannahill, 1990;
Fahlberg, Poulin, Girdano, y Dusek, 1991; Stathi, Fox, y McKenna, 2002).
Pese a no estar contrapuestas, estas
dos concepciones legitiman perspectivas distintas para orientar las propuestas
dirigidas a promocionar la práctica de actividad física relacionada con la
salud. En la primera parte de este artículo distinguiremos entre una
perspectiva de proceso y una perspectiva de resultado. Veremos cómo desde la
perspectiva de proceso la relación entre la dimensión cualitativa de la
práctica y la salud se apoya en dos premisas. La primera es considerar que la
práctica en sí misma contiene elementos que pueden hacerla saludable. La
segunda, que cualquier forma de practicar actividad física no es necesariamente
saludable. Justamente para profundizar en esta reflexión, en la segunda parte
de este artículo platearemos una serie de criterios que sirvan para comprender y
orientar la dimensión cualitativa de la actividad física relacionada con la
salud.
2.
Traducir las complejas relaciones
entre la actividad física y la salud en propuestas concretas dirigidas a la
promoción de la actividad física implica descender un poco en la abstracción
conceptual para acercar el análisis a las características de la práctica. En
este artículo, partiendo de la conceptualización que hacen Pate et al (1991) de
las relaciones entre actividad física, condición física y salud, distinguimos
dos perspectivas para orientar la promoción de actividad física relacionada con
la salud: la perspectiva de resultado y la perspectiva de proceso (Ver figura
1).
Desde la perspectiva de resultado, la
práctica de actividad física se considera como un medio para mejorar la salud,
entendida como ausencia de enfermedad. La función de la actividad física sería
la de curar o evitar la aparición de enfermedades, especialmente aquellas que
se asocian con el sedentarismo (enfermedades hipocinéticas). Esta concepción se
basa en el hecho de que el gasto energético asociado a la actividad física
puede provocar determinadas adaptaciones orgánicas consideradas factores de
protección frente a las enfermedades. La práctica de actividad física se
justifica o se valora en la medida en que provoca dichas adaptaciones, es
decir, en la medida en que mejora o mantiene la condición física relacionada
con la salud. La condición física se convierte así en el principal nexo de
unión entre actividad física y salud. Como consecuencia, las propuestas
prácticas se articulan en torno a variables cuantitativas (frecuencia,
intensidad, tiempo, tipo de actividad) que permiten determinar objetivamente
cómo se mejora o se mantiene la condición física e, indirectamente, la salud.[i] Se subraya la
existencia de efectos objetivos de la actividad física que son generalizables a
todos los individuos e, implícitamente, se plantea la existencia de
determinadas formas ideales de actividad física relacionada con la salud que
pueden prescribirse a todas las personas.
Desde la perspectiva de proceso la
actividad física se considera fundamentalmente una experiencia personal y una
práctica sociocultural, enfatizándose el potencial beneficio de la práctica de
actividad física en el bienestar de las personas, las comunidades y el medio
ambiente. La salud se vincula al concepto de calidad de vida, es decir, la
percepción por parte de los individuos o los grupos de que se satisfacen sus
necesidades y no se les niega oportunidades para alcanzar un estado de
felicidad y realización personal. Desde esta perspectiva, la actividad física,
además de poder prevenir o curar enfermedades, encierra potencialmente otros
beneficios saludables que no se traducen en adaptaciones orgánicas. Además de
sus potenciales efectos en el funcionamiento de los sistemas orgánicos, la
práctica de actividad física permite entrar en contacto con uno mismo, conocer
a otras personas o, simplemente, disfrutar ‘porque sí’ de la práctica de las
actividades. Estos rasgos no se vinculan a consecuencias tras la práctica, sino
a la manera en que personas y grupos, con sus propios intereses, gustos,
capacidades y posibilidades, experimentan el proceso de llevarla a cabo. En
este sentido, las relaciones entre actividad física y salud no pueden
objetivarse o prescribirse, sino comprenderse y orientarse en función de las
características de las personas y los grupos que la practican.
Figura
1. La actividad física relacionada con la salud desde las perspectivas de
resultado y de proceso
Un ejemplo puede ilustrar las
diferencias entre la perspectiva de proceso y de resultado. Imaginemos a Julia
y Mara, dos personas de la misma edad, con un nivel similar de condición física
que van a correr 30 minutos 5 veces por semana a una velocidad de 5 minutos por
kilómetro, lo que se corresponde con una 70% de su Índice Cardiaco Máximo.
Desde una perspectiva de resultado, estas dos personas hacen lo mismo puesto
que el tipo de actividad, la frecuencia, la intensidad y el tiempo (variables
F.I.T.T.) estarán provocando adaptaciones similares en sus respectivos sistemas
cardiorrespiratorios y locomotores. Sin embargo es posible que mientras corren Julia esté pendiente del
tiempo y la distancia, y en cambio Mara lo esté del paisaje o de las
sensaciones que experimenta al correr. O que Mara esté satisfecha porque correr
le permite disfrutar de sí misma y de la compañía de su amiga, mientras Julia se
sienta culpable porque piense que, en realidad, 30 minutos es ‘demasiado poco’.
Puede que Julia odie su cuerpo y sienta una necesidad compulsiva de hacer
ejercicio para librarse de sus ‘michelines’ mientras que Mara se acepte como
es. Aunque probablemente Julia y Mara estarían consiguiendo similares efectos
orgánicos con la práctica, su experiencia en el proceso es distinta. Esta
diferencia no radica en las características cuantitativas de la práctica, sino
en las características personales y los aspectos socioculturales que
condicionan su práctica. Por tanto, comprender a las personas que realizan la
práctica se convierte en una cuestión clave para entender su experiencia
práctica.
3.
CONSIDERACIONES FINALES
Basta analizar la literatura
científica, las prácticas propuestas en los libros de texto o las indicaciones
que suelen darse con el fin de promocionar la práctica de actividad física para
comprobar cómo, explícita o implícitamente, en su gran mayoría responden a la
perspectiva de resultado. Esta valoración exclusiva de los efectos de la
práctica, enmarcada en un contexto en el que el ‘más’ significa ‘mejor’, ha
provocado profundas distorsiones en las relaciones entre la actividad física y
la salud (López Miñarro, García Ibarra, 2001, López Miñarro, 2002,
Pérez-Samaniego, 2001). Concretamente, durante mucho tiempo se ha sustentado la
idea de que existía una relación directa entre cantidad de actividad física y
beneficios para la salud. O, en otras palabras, cuanta más actividad física,
mejor salud. Sin embargo, hoy día se cuestiona abiertamente la relación entre
beneficios para la salud y altas cantidades e intensidades de actividad física.
Así se observa en la evolución de las recomendaciones de ejercicio para la
salud que hace la prestigiosa Guía para la
prescripción y evaluación del ejercicio de la Colegio Americano de Medicina del Deporte (1999), en las que se
aprecia una evolución desde las recomendaciones de actividad física vigorosa y
concentrada en sesiones de práctica intensa a otro patrón de práctica más
moderada y dispersa. En cambio, se sugiere que existe una relación entre la
actividad física y los efectos funcionales en la salud desde el primer momento
de la práctica. El lema que preside las nuevas orientaciones médicas vendría a
ser “hacer algo de actividad física es mejor que no hacer nada”.
No obstante, a pesar de estos cambios,
es importante subrayar que las recomendaciones siguen poniendo su énfasis en la
cantidad de actividad física necesaria para obtener consecuencias beneficiosas
para la salud. Se habla mucho más de los efectos beneficiosos de la práctica
física que de las características de la práctica física que se considera
beneficiosa. Más allá de las recomendaciones sobre el tiempo, la frecuencia, la
intensidad o el tipo de actividad, las orientaciones sobre cómo puede
realizarse la actividad física para que las personas y los grupos que la
realizan se sientan bien son escasas o muy vagas. De ahí que la necesidad de
reflexionar sobre el proceso de práctica
cobre cada vez más importancia a la hora de comprender las relaciones entre
actividad física y salud.
BIBLIOGRAFÍA
Devís, J. (Ed)
(2000). Actividad física, deporte y salud,
INDE, Barcelona.
Devís, J. y
Peiró, C. (1992). Nuevas perspectivas curriculares en Educación Física, la salud y los juegos modificados,
Inde, Barcelona.
Downie, R.S.; Fyfe, C. y Tannahill, A.
(1990). Health promotion. Models and values.
Oxford University
Press. Oxford.
López Miñarro,
P. (2002). Mitos y falsas creencias en la práctica deportiva, INDE,
Barcelona
López Miñarro,
P. y García Ibarra, A. (2001). “Análisis de la prevalencia de mitos o creencias
erróneas en secundaria”, Actas del XIX
Congreso Nacional de Educación Física, pp. 165-180.
Pate, R. R., Blair, S.; Drustine, L.,
Eddy, D.O., Hanson, P., Painter, P., Smith, K. y Wolfe, L. (1991). Guidelines for exercise testing and
prescription,
Pérez-Samaniego,
V. (2001). “Referentes e indicadores subjetivos: un intento de delimitar el
valor educativo del acondicionamiento físico” Tandem, 2, 74-89.
Stathi, A., Fox, K. y McKenna, J. (2002).
“Physical Activity and dimensions of subjective well-being in older adults”, Journal of aging and physical activity,
10, 76-92
[i] El concepto de condición física
relacionada con la salud parte de dos premisas fundamentales. En primer lugar
implica seleccionar qué cualidades físicas están más relacionadas con un estilo
de vida activo y/o con la prevención y curación de las enfermedades. En segundo lugar no se busca una mejora máxima
sino moderada de dichas cualidades, (Devís y Peiró, 1992).
Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte – vol. 3 - número 10 - junio 2003 - ISSN:
1577-0354