Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte – vol. 6
- número 22 - junio 2006 - ISSN: 1577-0354
Ducassou
Varela, A. (2006) Cuatro aproximaciones a la importancia del
movimiento en la evolución y desarrollo del sistema nervioso. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de
CUATRO APROXIMACIONES A
FOUR
APPROXIMATIONS TO THE IMPORTANCE OF THE MOVEMENT IN THE EVOLUTION AND
DEVELOPMENT OF THE NERVOUS SYSTEM
Ducassou Varela, A.
aducassou@umayor.cl
Docente Neuroanatomía. Escuela de Educación.
Universidad Mayor, sede Temuco.
Chile.
Resumen
El sistema nervioso humano es uno de las mas evolucionados de la escala
zoológica, su diferencia fundamental
radica en su maravillosa capacidad para procesar información, capacidad que sin
duda ha sido determinante para su supervivencia. La interrogante es ¿que
factores pueden haber incidido en tan notable evolución? El presente ensayo
pretende orientar las posibles respuestas a la interrogante desde cuatro
aproximaciones: filogènesis, neuroontegènesis, embriogènesis y cibernética
para, finalmente, establecer las responsabilidades y desafíos de la educación
en general y de la educación física en particular en la consecución evolutiva
de este sorprendente sistema.
Palabras
claves: Educación. Motricidad humana. Sistema nervioso.
Summary
The human nervous system is one of more
evolved of the zoological scale, its substantial difference it takes root in
its marvelous capacity to process information, capacity that undoubtedly has
been a determinant for his survival. The question is: what factors can have affected
in so notable evolution? The present trial intends to orient the possible
answers to the questioning one since four approximations: filogènesis,
neuroontegènesis, embriogènesis and cybernetics for, finally, to establish the
responsibilities and challenges of the education in general and of the physical
education particularly in the evolutionary attainment of this surprising
system.
Keywords:
Education. Human
mobility . Nervous System.
Introducción
No son los seres
humanos la única especie de la escala zoológica que posee sistema nervioso,
pero sin duda es el más complejo y evolucionado en términos estructurales y
funcionales. ¿Que factores pueden haber inducido, en el proceso evolutivo, a la
construcción de un sistema nervioso
responsable de múltiples y complejas funciones: capaz de construir un lenguaje
propio, edificando patrones culturales y
de convivencia; el desarrollo de una notable capacidad de adaptación a los mas
variados entornos, creando y modificando los hábitats para asegurar su propia
supervivencia; con la facultad de aprender, al igual que otros homínidos, pero
con la capacidad de almacenar gran cantidad de información y, lo que es mas
sorprendente, utilizando esta información cuando le es necesario, cruzando
datos en magnitudes que ni el mas sofisticado de los sistemas informáticos
sería capaz de realizar; con una metacognición que le permite generar
cuestionamientos sobre su mundo y sobre sus propias acciones, construyendo respuestas que solo existen en
el mundo de las ideas, pero que luego es capaz de hacerlas realidad
contextualizando las propuestas en soluciones reales y concretas, ordenando las
ideas y planificando sus acciones en el tiempo y el espacio, en una secuencia
coherente en función de la consecución de los objetivos propuestos?. Aún mas
sorprendente resulta el hecho de que funciones tan complejas sean construidas
en solo
Una
primera aproximación desde la filogénesis.
Solo
poseen sistema nervioso aquellos seres vivos que necesitan moverse en el tiempo y en el espacio en busca de
respuestas adaptativas que le permitan sobrevivir. Las plantas, aunque
consideradas especies vivas, no poseen sistema nervioso porque no necesitan del
movimiento para buscar su alimento ni
para huir de las especies depredadoras (Llinas 2003). En contraposición, los
insectos, anfibios, aves, mamíferos y homínidos, entre ellos el hombre,
necesitan de sistema nervioso para poder desplazarse en busca de los nutrientes
necesarios para su subsistencia y para escapar de todo estimulo adversivo que
atente contra su supervivencia. Un claro ejemplo es el caso de las aves
caracterizadas por el sueño unihemisférico. Durante los vuelos migratorios, el
hemisferio despierto o activo es contralateral al ojo abierto, alternando ambos
ojos y hemisferios cerebrales de forma periódica. De esta forma, les es posible
favorecer la recuperación energética de las células nerviosas al mismo tiempo
que les permite volar durante tiempos prolongados sin alterar el factor
atención, fundamental para la supervivencia. Una vez satisfecha esta necesidad
biológica las aves deben cambiar su posición de vuelo en la bandada con el
objeto de favorecer la recuperación del hemisferio cerebral opuesto. Garau, Asparicio, Rial y Esteban (abril, 2005)
señalan “... el sueño unihemisférico en
los mamíferos marinos se relaciona con la necesidad de seguir nadando y
controlar la postura y respirar. En las aves, por su parte, el sueño
unihemisférico parece relacionarse más con la evitación de la depredación.”
(p.428). Estas evidencias científicas
nos entregan una primera señal por
cuanto la evolución del sistema nervioso, al parecer, se ha encontrado subordinada a las conductas
motoras.
Del
mismo modo es interesante destacar que la complejidad funcional del sistema
nervioso es directamente proporcional a la complejidad en la búsqueda del
alimento. Así, los rumiantes, especies
herbívoras, poseen un sistema nervioso con una corteza cerebral claramente más
simple en cuanto a la riqueza de sus conexionados sinápticos por cuanto no
necesitan cazar su alimento. Diferencia
sustantiva es la riqueza estructural y funcional de las redes neuronales que
presentan los mamíferos carnívoros, quienes si necesitan movilizarse para
conseguir su alimento, generando planes de acción y estrategias adecuadas que
le permitan cumplir con éxito su
objetivo. En este contexto es interesante
la observación del neurobiólogo Rodolfo Linás (2003) quien considera que “el sistema nervioso sólo es necesario en
animales multicelulares que expresen algún movimiento activo dirigido,
propiedad biológica conocida como motricidad”. (p.17)
A partir de este
breve análisis es posible rescatar dos ideas principales: en primer lugar, solo
necesitan sistema nervioso las especies
vivas que requieren de movimiento para sobrevivir y, en segundo lugar, la
complejidad estructural y funcional del sistema nervioso esta directamente
relacionada con la complejidad de las acciones motrices que aseguren la supervivencia.
Charles Darwin,
en su obra “El origen del hombre” (1989), señala que el hombre heredó de sus
antepasados, los monos, muchos rasgos anatómicos, pero, al mismo tiempo, se
distingue de él fundamentalmente por el nivel de desarrollo cognitivo. Al respecto
C. Marx y F. Engels (citado en Prives 1989, p.67), señalan que “la diferencia en el desarrollo de sus
capacidades psíquicas está ligada directamente con la actividad laboral y con
la vida social. El animal, en el mejor de los casos, llega hasta la recolección
de medios de existencia; el hombre, en cambio, produce dichos medios”. Al
realizar esta afirmación, Marx y Engels establecieron que el
principal factor de desarrollo del hombre fue el trabajo. Esta idea se
sustenta en la evolución de los monos antropomorfos quienes vivieron durante millones de años en un medio arbóreo,
donde el desplazamiento por las copas de los árboles condicionó sus estructuras
anatómicas, especialmente en sus extremidades anteriores, necesarias para
satisfacer las operaciones de prensión en sus desplazamientos. Más tarde, por
efectos de las glaciaciones, se enfrentaron a la necesidad de descender de los
árboles y desplazarse por medios terrestres. En estas nuevas condiciones debían
solucionar un problema crucial para su subsistencia: ampliar el campo visual
para buscar alimento y detectar con la mayor anticipación posible la presencia
de depredadores. Sobrevivir en este
nuevo hábitat solo era posible si se generaban procesos adaptativos en su
aparato locomotor. De esta forma,
pasaron de un sistema de locomoción cuadrúpeda a uno de locomoción bípeda lo
que permitió aumentar significativamente su campo de acción visual. Sin
embargo, este aspecto evolutivo de su anatomía generó un segundo fenómeno: sus
manos quedaron libres, evolucionando de órgano de locomoción a órgano de trabajo permitiéndole,
no solo manipular con mayor eficiencia los objetos ya
existentes en la naturaleza, sino también la facultad de fabricar sus
propias herramientas. Al respecto Darwin
(1989, p. 87) señala “...manos y brazos no hubieran conseguido
ser nunca órganos bastantes perfectos para fabricar armas y arrojar piedras y
lanzas con precisión, mientras hubiesen continuado sirviendo habitualmente a la
locomoción del cuerpo y a soportar su peso, o mientras estuviesen solo
particularmente dispuestos, como hemos visto, para permitirle vivir en los
árboles”.
En consecuencia,
una marcha erecta, con las manos libres como órgano de trabajo son los cambios
evolutivos responsables, de acuerdo a la teoría de Marx y Engels, del
desarrollo de un encéfalo con capacidades nunca antes vistas en la escala
filogenética de las especies vivas.
La teoría
propuesta por Marx y Engels tiene sus detractores quienes, avalados por sus descubrimientos científicos (Abdell,
1978; Dart, 1924; Hadar 1974, citados en Pascual 1995), plantean que el
principal responsable en el desarrollo y diferenciación del sistema nervioso
del hombre con respecto a sus homólogos antropomorfos no fue el trabajo sino el
lenguaje. La teoría puede respaldarse en
la siguiente hipótesis: “De la manada de
monos se originó la sociedad de hombres” (Prives:1989, p.68). Esto expresa
que el perfeccionamiento de la técnica y de los instrumentos fabricados y
utilizados para su provecho estimuló el desarrollo de las sociedades. Esta
nueva vida en sociedad solo era sustentable con la existencia de mecanismos de
comunicación eficientes, esto es, un leguaje articulado. La idea descansa en
evidencias científicas que surgen desde la antropología a través de técnicas
denominadas vaciados craneanos o endocats, los que demuestran que, desde la
aparición de los primeros homínidos conocidos como Australopithecus (4 millones
de años) hasta el Homo habilis (2.5 millones de años), la capacidad craneal,
expresada en centímetros cúbicos, aumentó de 400 cc a 600 cc, cifra poco
significativa considerando que, de
acuerdo a los descubrimientos científicos, esta ultima especie ya se
caracterizaba por la marcha en bipedestación y la creación y utilización de
instrumentos líticos rudimentarios, lo que nos indica que sus extremidades
anteriores se encontraban libres (Pascual 1995).
El gran salto
evolutivo ocurrió entre el Homo
habilis y el Homo Sapiens, donde, en un
periodo de tiempo similar al transcurrido entre el Australopithecus y el Homo
habilis, la capacidad craneana aumentó en 800 cc, cifra bastante significativa
en relación con los 200 cc de diferencia que presenta la evolución de sus
predecesores. Entonces surge la interrogante ¿qué estímulos llevaron a este
crecimiento tan importante de la masa encefálica y, en consecuencia, de la
capacidad craneana? Al respecto es interesante observar la correlación positiva
entre el aumento de la capacidad craneana y la aparición de evidencias
culturales como la utilización del fuego, la invención de la rueda, la
fabricación del hacha, y la presencia de ceremonias religiosas y artísticas
como las pinturas rupestres, evidencias
que son sugestivas por cuanto,
según expresa Pascual (1995, p.19),“permitió perpetuar una expresión
neuropsicológica del cerebro, independiente de la presencia de su autor”.
Independiente de
las diferentes posturas, lo cierto es que el trabajo, la fabricación de
instrumentos, el acto de pintar y el lenguaje solo pueden ser expresados a
través de manifestaciones motrices, lo que nos entrega un primera aproximación
a la interrogante: al parecer el movimiento,
en sus mas diversas expresiones, ha jugado un rol fundamental en la evolución y
desarrollo del sistema nervioso.
Una
segunda aproximación desde la neuroontogénesis
El desarrollo
ontogenético del ser humano se divide en un primer periodo gestacional,
denominado etapa germinativa, que se extiende desde la fecundación hasta el día
13 caracterizado por la formación de un tejido bilamimar compuesto por dos
capas, epiblástica e hipoblástica. El
segundo periodo gestacional comienza el día 14 (etapa embrionaria) y se
caracteriza por la migración de algunas células desde la capa epiblástica las
que se ubican entre el epiblasto y el hipoblasto, dando origen a una capa intermedia
denominada mesoblasto. Estas modificaciones morfogenéticas dan origen a la
formación de un tejido trilaminar cuyas capas se denominan, desde la más
externa a la más interna, ectodermo,
mesodermo y endodermo respectivamente. Las células que conforman el endodermo
posteriormente se diferenciarán morfológica, química y eléctricamente para dar
origen, finalmente, a los órganos viscerales e intestinos. De igual forma, las
células que conforman el mesodermo también sufrirían diferenciaciones para dar origen
a músculos y huesos, estructurando nuestro aparato locomotor. Finalmente, las
células que conforman el ectodermo se diferenciaran para formar tejido nervioso
y piel. (M Prives, N Lisenkov y V. Bushkovich, 1989). Sin embargo,
resulta interesante observar que la formación de tejido nervioso solo es
posible por la inducción, de factor
químico, que realizan las células mesodérmicas sobre algunas células
ectodérmicas. Carlson (2000, p.62) señala “En
una interacción inductiva, un tejido (el inductor) actúa sobre otro (inducido)
de manera que el curso de desarrollo de este último es diferente de lo que
habría sido en ausencia del inductor”. La función inductora del mesodermo
fue demostrada en 1938 por Hans Spemann y colaboradores al extraer una porción
de mesodermo desde un embrión para
implantarlo en un segundo embrión en el lugar donde debería formarse la piel.
El resultado, la formación de un segundo sistema nervioso. Esto llevó a Spemann
(citado en Pascual 1995, p.25) a señalar que “nos paramos y caminamos con partes de nuestro cuerpo que podrían haber
sido utilizadas para pensar si se hubiesen desarrollado en otra región del
embrión”.
Este proceso biológico reviste gran
importancia ya que son las células mesodérmicas quienes inducirán a las células
ectodérmicas a transformarse en neuroectodermo por medio de inducciones
químicas. Los eventos morfogenéticos descritos nos entregan una segunda
aproximación a la interrogante: el sistema efector de nuestra motricidad
subyace a nuestra cognición, esto significa que es el futuro tejido muscular
quien induce a la formación de tejido nervioso, sin mesodermo no seria posible
la formación de sistema nervioso.
Una
tercera aproximación desde la embriología
Durante el
desarrollo prenatal es interesante observar la secuencia de eventos biológicos
que ocurren en el sistema nervioso, donde el desarrollo jerárquico de sus
estructuras se correlaciona significativamente con el control progresivo de la
actividad motriz.
El periodo
comprendido entre la concepción y el nacimiento se conoce como periodo prenatal
el cual abarca las etapas cigoto, embrionario y fetal.
Ruiz Pérez
(1998) señala que durante el periodo embrionario, la fase que se extiende entre
la quinta y la octava semana de gestación presenta, como una de sus características
mas relevantes, la aparición de los
primeros movimientos a nivel de la cabeza, tronco y extremidades sin
participación del sistema nervioso, son movimientos que tiene su origen en las
propias fibras musculares a través de descargas eléctricas intrínsecas, por lo
que se le conoce como fase aneural. Durante el segundo mes de gestación se
observan movimientos lentos, arrítmicos y desordenados, lo que manifiesta una
actividad inicial del sistema nervioso central. Posteriormente, entre el tercer
y cuarto mes, se presenta la fase espino
– bulbar, caracterizada por movimientos de gran amplitud, rápidos y bruscos, lo
que indica la maduración de la médula espinal y el bulbo raquídeo. A partir del
tercer trimestre de gestación aparecen movimientos de mayor perfección debido a
una progresiva mielinización de la formación reticular y las vías
espinotegumentarias. Esta fase se conoce como vestíbulo – bulbo – espinal –
tegumentaria. Finalmente se reconoce una fase pálido – rubro – cerebelo –
espinal – tegumentaria que abarca desde el sexto al noveno mes, caracterizada
por la perfección de los reflejos corneal, rotuliano, aquíleo y el inicio de
las funciones sensoriales.
La
secuencia descrita nos muestra como el
sistema nervioso, a través del desarrollo y maduración de sus diversas
estructuras, va tomando control sobre las conductas motoras a medida que se
extiende la mielinizacion de sus fibras nerviosas. Sin embargo, el origen de
los movimientos no reside precisamente en el encéfalo sino en las propias fibras
musculares, lo que nos entrega una tercera aproximación a la interrogante: el
desarrollo y maduración del sistema nervioso comienza en niveles jerárquicos
inferiores, esto es, a nivel del sistema
muscular. En este sentido, R. Llinás (2003) plantea que “la organización y la función de nuestros cerebros se basan en la
integración de la motricidad durante la evolución” (p.69).
Una cuarta aproximación desde la cibernética
Se ha hecho
común la práctica de presentar al sistema nervioso como homologo de sofisticadas
computadoras. En una primera mirada, de carácter simplista por cierto, esta
analogía resulta lógica por cuanto ambos operan bajo un supuesto común: la
capacidad de almacenar y procesar información.
Los modernos sistemas informáticos se
caracterizan por su capacidad para almacenar información en magnitudes
sorprendentes, información que, al ser requerida puede ser utilizada con solo
introducir algunos caracteres que permitan reconocerla. De igual forma, el
cerebro humano posee, entre otras capacidades, la de almacenar información y
utilizarla cuando las condiciones así lo requieran, realizando incluso
complejas interacciones entre ellas, similar a lo que ocurre en una
computadora. Bajo esta lógica se ha venido desarrollando, desde la década del
40, una ciencia denominada “Inteligencia Artificial” (IA). Han sido más de 60
años de investigaciones y cientos de millones de dólares los invertidos en este
magno proyecto, sin embargo aún esta máquina inteligente no ha podido ser
desarrollada. ¿Que ha sucedido?. David
Freedman (1995), expone interesantes razonamientos en el campo de
La
perspectiva planteada por Campbell entrega algunos indicios que permiten
entender porque estos proyectos en IA se
han visto frustrados en el momento en que la “maquina inteligente” debe
solucionar obstáculos reales de la vida cotidiana en tiempos reales,
características de un mundo dinámico en permanente cambio, donde, “la exactitud y las reglas fijas son pobres
estrategias para la sobrevivencia. El cerebro evolucionó de tal modo que le
encanta la información imperfecta, la generalización, (...) la lógica solo
funciona si la información es completa; y para un cerebro real que se encuentra
en un mundo real, nunca o rara vez es completa” (Campbell 1995,
p.20-21). Todo indica que, al parecer,
el problema no radica en la magnitud de datos que puedan ser incorporados en un
sistema ni en complejas ecuaciones algorítmicas para buscar soluciones a los
problemas presentados, sino en la capacidad de establecer las reorganizaciones
necesarias a situaciones no programadas a partir de señales sensoriales
recogidas del exterior. Tomaso Poggio (comunicación personal en Freedman, 1995
p.23) investigador en IA del Massachussets Institute of Technology (MIT) señala
que “
Al parecer el problema de
Muchos de los
problemas a los que se ha visto enfrentada
Sin embargo es
Brown (1911 citado en Llinás, 2003) quien, por primera vez, sugiere que la ejecución inicial del
movimiento es producto de circuitos centrales auto generados. La propuesta es apoyada
por Rodolfo Llinás (2003, p.9) al señalar que “la función del sistema nervioso central podría operar
independientemente en forma intrínseca ya que la entrada sensorial, más que
informar, modularía este sistema semi cerrado”. Esto significa que son las
entradas sensoriales las responsables de modular nuestros movimientos
aumentando su propia eficiencia mediante la modularización de su función pero
no de generarlos. En consecuencia, para el neurocientista Llinás, el cerebro es
un sistema semi cerrado que no necesita de la información del exterior para
generar sus actividades, entre ellas el movimiento, pero, dadas las necesidades
de adaptación en un mundo cambiante, evolucionó para aceptar información del
exterior y contextualizarla en lo que sucede internamente, esto se expresa en un sistema cerrado modulado por los
sentidos. Este concepto de sistema nervioso se corresponde positivamente con el
formulado por Gazzaniga (1999, p.121), quien explica su postura desde el
sistema visual al plantear que “el sistema visual no está
fabricado para elaborar una copia exacta del mundo real: está construido para
trabajar sobre la base de datos que maximicen su función” .
Es probable que
los avances tecnológicos y científicos en el campo de
Desafíos de
El sistema nervioso constituye, por excelencia, un órgano que ha
evolucionado durante millones de años
permitiendo al hombre la adaptación a entornos en constante cambio. Sin esta
posibilidad de transformación de sus estructuras, en especial a nivel micro,
esto es, sus múltiples circuitos inter e intra corticales, tales adaptaciones
no habrían sido posibles. De igual forma, han sido los diferentes habitats a los
que el hombre se ha visto enfrentado en su evolución los que han gatillado tan
notables cambios. Esto indica que es el entorno, al menos en parte, quien
provee al sistema nervioso de los estímulos necesarios que inducen a la
modificación de sus circuitos neurales.
De acuerdo a los postulados de Llinàs
(2003), nuestro sistema nervioso opera como un sistema semi cerrado, es decir
un sistema que, al momento de nacer, viene con un precableado el que ha sido
construido producto de millones de años de evolución, y es el entorno quien
entrega los estímulos para modular sus respuestas y hacer eficiente nuestras
adaptaciones, desde las mas básicas como la sed, el hambre y la reproducción
hasta las mas complejas como el aprendizaje, la resolución de problemas o la
toma de decisiones.
Bajo esta perspectiva, la educación juega
un papel fundamental en las modulación de las respuestas de nuestro sistema,
por cuanto es la responsable de seleccionar y aplicar los estímulos necesarios
en busca de dichas modulaciones. Quizás sea esta una de las razones por la cual
los gobiernos dan especial atención en proveer a su población de una educación
de calidad, mas aun cuando nos encontramos inmersos en un sistema social donde
los cambios ocurren vertiginosamente y donde solo podrán crecer
competitivamente aquellos países que sepan
responder a tan altas exigencias, es decir, la formación de un capital
humano capaz de enfrentar los requerimientos que impone la economía global
basada en conocimientos y la sociedad de la información (Brunner, 2003).
No obstante, los
esfuerzos por optimizar la calidad educativa se encuentran centrados en el
mejoramiento de los sectores de
aprendizaje de matemáticas lenguaje y
comprensión del medio natural, social y cultural. No se puede desconocer que la
formación de hábitos de estudio, responsabilidades, convivencia y el desarrollo
de habilidades matemáticas, verbales y culturales son determinantes para la
vida en sociedad, pero tampoco es menos cierto que las exigencias del sistema
necesitan del desarrollo de habilidades intelectuales, fundamentalmente, la
capacidad de reconocer la presencia de un problema, seleccionar una estrategia
adecuada para abordarlo, generar una representación mental de la información
disponible, diseñar un plan de acción, ponerlo en práctica y evaluar la
solución. Para Chipman & Segal (1985
citado en Lacasa,1994), “las escuelas conceden prioridad a las destrezas con
amplia aplicabilidad: lectura, escritura y matemáticas. Sin embargo, las
escuelas olvidan habilidades relacionadas con el aprendizaje, el razonamiento y
la resolución de problemas” (p.197). Este conjunto de habilidades
intelectuales resultan determinantes al momento de responder adecuadamente a
las exigencias que impone la sociedad actual.
¿Cómo lograrlo?,
para Zuluaga (2001, p.271) la respuesta está en “ayudar a pensar”. Este
el gran desafió de la educación.
Sin embargo,
normalmente las escuelas enfrentan a sus estudiantes a problemas claramente
definidos, tal es el caso de operaciones matemáticas o análisis de textos donde
las respuestas, si bien son desconocidas inicialmente por los estudiantes, no
lo son para el profesor quien conoce
cual es el camino correcto a seguir para alcanzar la respuesta correcta.
Esto significa que aunque el problema puede ser
desafiante es al mismo tiempo de solución predecible. Entonces ¿cómo puede el
profesor favorecer la reorganización de
las representaciones cognitivas en sus alumnos, aspecto imprescindible para
adaptarse al entorno socio – cultural en el que deberá desenvolverse?
En este escenario, una vez más, el
movimiento aparece como una herramienta poderosa del currículo escolar por
cuanto estimula en el niño dicha reorganización al enfrentarlo a situaciones
donde se hace necesario utilizar los conocimientos previamente adquiridos en
experiencias anteriores y que pueden ser aplicados en la solución a nuevas
situaciones; permite no solo almacenar información, sino también interpretar
dicha información para que, a partir de
ella, pueda reconstruir el conocimiento, aprendizaje que se ve facilitado al
enfrentarse a contextos de carácter colectivos que favorecen las conductas de
imitación; y adquirir el conocimiento “no desde una información comunicada y
memorizada, sino desde la información que los estudiantes elaboran, cuestionan
y usan” (Lacasa, 1994 p.235).
En consecuencia,
¿existe alguna situación
educativa en el currículo escolar donde los niños estén mas expuestos a una
gran cantidad de estímulos multisensoriales que, como hemos visto, resultan
determinantes para la modulación de nuestras respuestas; a la toma de
decisiones; a la resolución de problemas y al trabajo en equipo que durante el
desarrollo de los juegos motores? Un ejemplo manifiesto lo constituyen los
juegos de carácter colectivo, en especial cuando los jugadores se encuentran
frente a un balón y deben tomar una decisión con respecto a que hacer con el.
Las alternativas pueden ser múltiples: avanzar , entregarlo a un compañero de
equipo, lanzar al arco contrario, retroceder o sacarlo fuera del área de juego
son algunas de las opciones, y es de esperar que la decisión tomada sea la mas
apropiada al logro de los objetivos. Enfrentar al niño a este tipo de
situaciones es entregar estímulos multisensoriales de calidad, fundamentales en la selección
funcional de los contactos sinápticos. Y lo que
es mas importante, la motivación, pilar fundamental de los aprendizajes, se da
de manera automática. No existe un niño al que no le agrade jugar por el solo
hecho de jugar, es su naturaleza intrínseca. Los niños se relacionan con su
entorno y sus pares a través del juego, construyen su mundo, es una preparación
para la vida adulta. La utilización del juego, como expresión motriz, es
inherente a la condición humana y una herramienta eficaz para la estimulación y
desarrollo de las habilidades no solo motrices sino también cognitivas, tan
necesarias en la formación de capital humano. En consecuencia, la educación
física, a través de la practica de juegos motrices en sus niveles iniciales y
de los deportes, especialmente los de carácter colectivo, en niveles mas
avanzados del sistema escolar, representan un recurso educativo extraordinariamente potente para
desencadenar las modificaciones nerviosas necesarias.
Esto no significa abandonar la
responsabilidad social de la educación física en la formación de deportistas. Tampoco significa olvidar su
compromiso en la educación de una población con hábitos de vida saludable,
importante para revertir los efectos negativos de la obesidad y el sedentarismo,
dos epidemias silenciosas de nuestro tiempo, pero sería irresponsable ignorar el desarrollo de la
dimensión cognitiva a través de la educación física, facilitando, conjuntamente
con los demás sectores de aprendizaje,
el establecimiento, reorganización y modulación
de los circuitos neurales tan necesarios para nuestra adaptación y
supervivencia a los nuevos tiempos. De otra forma seria desconocer la historia
filogenètica y ontogenètica de nuestro sistema nervioso. Es una tarea pendiente
y el gran desafío que tenemos por delante los educadores físicos.
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