Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte - vol. 8 - número 30 - junio 2008 - ISSN: 1577-0354
Arruza, J.
A.; Arribas, S. ; Gil De Montes, L. ; Irazusta, S. ;
Romero, S. y Cecchini, J.A.
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de la Actividad Físico-deportiva sobre el bienestar psicológico. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte vol. 8
(30) pp. 171-183 Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista30/artrepercusiones83.htm
REPERCUSIONES DE LA DURACION
DE LA ACTIVIDAD FÍSICO-DEPORTIVA SOBRE EL BIENESTAR PSICOLOGICO
THE IMPACT OF DURATION
IN SPORT AND PHYSICAL ACTIVITY ON THE
PSYCHOLOGICAL WELL-BEING
Arruza, J. A.1; Arribas, S. 2;
Gil De Montes, L. 3; Irazusta, S. 4; Romero, S. 5 y
Cecchini, J.A. 6
1 jarruza@ehu.es,
http://teskal.typepad.com/about.html,
Catedrático de Universidad, E. U.
Magisterio Donostia. Universidad
del País Vasco (UPV/EHU). España
2 silvia.arribas@ehu.es,
www.ehu.es/silviaarribas, Titular de Escuela
Universitária. , E. U. Magisterio Vitória. Universidad del País Vasco (UPV/EHU). España
3 lorena.gildemontes@ehu.es, Profesora Asociada Facultad de
Psicología. Universidad del País Vasco (UPV/EHU). España
4 susana.irazusta@ehu.es, Profesora Asociada Facultad de
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Universidad del País Vasco
(UPV/EHU). España
5 sanrome@us.es, Catedrático de Universidad, Facultad de Educación.
Universidad de Sevilla. España
6 cecchini@uniovi.es, Catedrático de Escuela Universitaria,
Facultad de Educación. Universidad de Oviedo. España
Financiación:
* Fondos FEDER. Ministerio de Educación y Ciencia
(DEP2006-56054-C03-01/ACTI).
* Colaboración Servicio de Deportes Diputación Foral de
Gipuzkoa.
* Colaboración www.ehu.es/cinvidere
Recibido
29 de abril de 2008
Aceptado
16 de mayo de 2008
CLASIFICACIÓN UNESCO: 630202: Psicología social
RESUMEN
Este estudio examinó si la duración
de la práctica físico-deportiva repercute en el estado de ánimo, y si estos
efectos están mediatizados por la percepción del estado físico. Los
participantes fueron 1008 personas (n = 144 entre 18 y 24 años, n = 288 entre
25 y 44 años, n = 288 entre 45 a 64 años y n = 288 mayores de 65 años). Los
análisis del modelo de ecuación estructural indicaron que la duración de la
práctica físico-deportiva predijo la percepción del estado físico, la cual a su
vez predijo las sensaciones de estado de ánimo. Los efectos directos de la
duración de la práctica físico-deportiva
disminuyeron significativamente en la presencia de la percepción del
estado físico, indicando que el último constructo mediatiza parcialmente la
relación entre las otras variables. Se encontraron diferencias en función del
género y de la edad.
PALABRAS CLAVES: Actividad físico-deportiva, forma física, estado de ánimo, salud.
ABSTRACT
This study examines whether the
time duration of sports and physical activity participation has an impact on
affective states and whether this effect is mediated by the perception of
physical condition. Participants in the study were 1008 (n = 144 from 18 to 24,
n =288 from 25 to 44, n = 288 from 45 to 64 and n = 288 older than 65). A
structural equation analysis indicated that duration of sports and physical
activity participation predicted perception of physical condition, which in
turn predicted affective state. The direct effects of duration of sport and
physical activity participation significantly decreased when perception of
physical state was included, indicating that the latter partially mediated the
relationship between the variables. Differences as a function of gender and age
were also found.
KEY
WORDS: Sports and physical activity, physical condition, affective state,
health.
1.
INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la
salud, en el año 1948, como: "... un estado de completo bienestar físico,
psíquico y social y no meramente la ausencia de enfermedad". Por otro
lado, la literatura sobre la relación entre la actividad física y la salud
apunta claramente a que esta relación es consistente (García,
Matute, Tifner, Gallizo y Gil-Lacruz,
2007; Mutrie y Faulkner, 2004; Fentem, Bassey y Turnbull, 1998; Bouchard,
Shephard, Stephens, Sutton y McPherson, 1990), hasta el punto de considerar el
sedentarismo como un factor de riesgo importante para la salud (Powell,
Thompson, Caspersen y Kendrick, 1987; Tittel e Israel, 1991).
No obstante, a la luz del concepto de salud actual, la actividad
física no puede ser considerada únicamente como un remedio para curar o
prevenir enfermedades diversas, sino que también debe concebirse en relación
con una sensación subjetiva de salud que redunde en el bienestar (Devís, 2000;
Downie, Fyfe y Tannahill, 1990; Stathi, Fox, y McKenna, 2002). La salud se
vincula, de este modo, al concepto de calidad de vida y a la percepción que los
individuos tienen de su estado de bienestar físico y psico-social.
El bienestar
percibido está siendo objeto de una importante cantidad de estudios (Diener y
Larsen, 1993; Myer y Diener, 1995; VanderZee, Buunk y Sanderman, 1995). En este contexto, podemos hablar de la actividad
físico-deportiva como un aspecto más de la Psicología de la Salud (Plante y
Rodin, 1990; Biddle y Mutrie, 1991; Willis y Campbell, 1992). Son numerosas las investigaciones que avalan los
beneficios del ejercicio físico en diferentes ámbitos del bienestar psicológico
(Jiménez, Martínez, Miró y Sánchez, 2008): mejora la salud subjetiva, el estado
de ánimo y la emotividad (Biddle, Fox y Boutcher, 2000; Weinberg y
Gould, 1996), reduce la depresión clínica (Lawlor y
Hopker, 2001), disminuye los niveles de ansiedad (Garnier y Waysfeld.,
1995; Akandere y Tekin, 2005), favorece el
afrontamiento del estrés (Holmes, 1993), incrementa la autoestima (McAuley,
Mihalko y Bane, 1997; Huertas, López, Pablos, Colado, Pablos-Abella y
Campos, 2003), etc.
El análisis de las repercusiones del
ejercicio físico sobre los diferentes niveles de salud se ha realizado en base
a diferentes parámetros (frecuencia, duración, intensidad, tipo de ejercicio,
etc.). Así, por ejemplo, el American College of Sports Medicine (ACSM) (1999)
recomienda que se practique ejercicio físico con una “frecuencia” entre 3-5
días por semana para conseguir mejoras significativas en trastornos de
ansiedad. En la “duración”, parece haber cierta coincidencia en el intervalo
20-60 minutos por sesión, o bien lo suficiente para provocar un gasto
energético entre 200 y 300 kilocalorías (Miguel, Martín y Navlet, 2001). En
cuanto a la “intensidad”, debería adecuarse a la forma física de cada persona.
En todo caso, un ejercicio saludable sería aquél que se encontrara entre el 50%
y el 85% del consumo máximo de oxígeno (Van Amersfoort, 1996).
Según el Departamento de salud y
servicios humanos de EE.UU (1996), la cantidad más que la intensidad de la
actividad físico-deportiva influye sobre los estados de salud. De hecho, parece
que no es necesario realizar una actividad física vigorosa para mejorar sus
efectos sobre la salud. No obstante, cabe señalar que en los diferentes
estudios existe poca precisión e incluso bastantes omisiones en cuanto a las
diferentes condiciones de intensidad, frecuencia, duración, etc. en las que el
ejercicio físico resulta beneficioso según el componente del bienestar
psicológico que se quiera mejorar (Jiménez, Martínez, Miró y Sánchez, 2008).
Son, por tanto, muy numerosos los
trabajos que han evidenciado una relación positiva entre la actividad física
y/o deportiva y los beneficios de la salud física y mental, o, si se quiere,
entre los estados de bienestar físico y mental. El propósito de este estudio es
conocer la naturaleza de la relación
entre el estilo de vida activo y las dos dimensiones de la salud, física y
psicológica, a partir de la percepción que los individuos tienen de las mismas.
Más concretamente queremos conocer la relación entre la “duración” de la
actividad físico-deportiva y la percepción del estado físico y del estado de
ánimo en una población adulta. Formulamos la hipótesis de que la duración de la
práctica físico-deportiva repercute sobre la percepción del estado de forma
físico y anímico de los participantes. También formulamos la hipótesis de que
la forma física media en la relación entre la duración de la práctica físico
deportiva y el estado de ánimo. En
definitiva, que la práctica físico-deportiva está relacionada positivamente con
la percepción del estado de forma física, que a su vez se corresponderá con
niveles positivos de estado de ánimo.
2. MÉTODO
2.1.
Participantes
En este estudio
participaron 1008 personas de Gipuzkoa
de 18 años en adelante. La técnica de muestreo fue aleatoria y estratificada por
comarca, cuotas de edad (n = 144 entre 18 y 24 años, n = 288 entre 25 y 44
años, n = 288 entre 45 a 64 años y n = 288 mayores de 65 años) y sexo (n = 504
varones y n = 504 mujeres). Con un nivel de confianza del 95%, el error
muestral para el total de la muestra se sitúa en ± 3,1%. La recogida de datos
fue realizada mediante una encuesta. Se tomaron los datos casa por casa por
encuestadores formados a tal efecto siguiendo el procedimiento de rutas
aleatorias.
2.3. Instrumentos
Duración de la
actividad físico-deportiva. El grado
de actividad físico-deportiva se midió con un solo ítem, preguntando a los
encuestados que indicasen la duración de la actividad físico-deportiva que más
frecuentemente practican (1 = 5 a 15 minutos, 2 = 15 a 30 minutos, 3 = 30 a 45
minutos, 4 = 45 a 60 minutos, 5 = Más de 60 minutos). Este
ítem se ha usado en la investigación anterior para valorar la actividad físico
deportiva (p. ej., es un indicador del Coordinated monitoring of participation in sports
“Compass”, Arribas, Gil de Montes y Arruza, 2006; también ha sido utilizado por Telama,
Leskinen y Yang, 1996).
Estado físico. La percepción del estado físico se
midió mediante el Cuestionario de Estado Físico (CEF) elaborado por Arruza, Gil de Montes, Arribas (2007). El CEF es una escala de 4 items (ej. “en
general, físicamente me encuentro bien”, “no estoy contento con lo que puedo
hacer físicamente”), que se agrupan en un solo factor. Los participantes
respondieron en una escala Likert de 1 a
5 puntos que oscilaban entre “falso” = 1 y “verdadero” = 5.
Se empleó un análisis factorial confirmatorio (CFA)
para examinar la estructura factorial de esta escala, usando los siguientes índices de
fiabilidad para evaluar la solución del CFA: chi cuadrado (χ 2 );
índice de ajuste no normalizado de Bentler-Bonett (NNFI); índice de ajuste
comparativo (CFI); raíz residual estandarizada cuadrática media (SRMR); y raíz
media cuadrática del error de aproximación (RMSEA) y su intervalo de confianza
del 90 % (CI). Un buen modelo de ajuste, por ejemplo, una buena estructura
factorial, se deduce cuando los valores NNFI y CFI se aproximan a .95, el SRMR
a .08, el RMSEA, a .06 (Hu y Bentler, 1999).
Se utilizó el método
de estimación de máxima probabilidad proporcionado por el EQS 5.7 (Hu y Bentler, 1999) para el CFA. La
estructura de la hipótesis tuvo una excelente forma: χ 2 = 1.09,
p >.1, NNFI = .99, CFI = 1.00,
SRMR = .05, RMSEA (90% CI) = .01.
Estado de
ánimo. La percepción del estado de ánimo se midió mediante el Cuestionario de
Estado de Ánimo (CEA) elaborado por Arruza, Gil de Montes y Arribas (2007). El CEA es una escala de 4 items: 2
de sensaciones positivas de estado de ánimo (ej. “durante el último año he
estado animado”), y otros 2 de sensaciones negativas (ej. “durante el último
año he estado intranquilo). Los participantes respondieron en una escala Likert
de 1 a 5 puntos que oscilaban entre
“nada” = 1 y “mucho” = 5. De
nuevo se emplearon los coeficientes CFA para examinar la validez de constructo
y la fiabilidad interna de las puntuaciones del test producidas por el
cuestionario. El modelo también presento una excelente forma χ 2 = 5.7, p
>.1, NNFI = .99, CFI = .99, SRMR = .02, RMSEA (90% CI) = .06.
3. RESULTADOS
3.1. Estadísticas descriptivas y
correlaciones bivariadas
Las medias y desviaciones estándar para todas las
variables se enumeran en la Tabla 1. Esta tabla también incluye las
correlaciones entre la actividad físico-deportiva, el estado físico y el estado
de ánimo.
Se utilizó un análisis
multivariado de la varianza (MANOVA) 2 (género) × 4 (edad) para examinar las
diferencias de género y de edad entre los participantes en los niveles de
actividad físico-deportiva, y de estado de forma y de ánimo.
Se examinó la
homogeneidad de covarianza usando el test de Box M. Se rechazó la hipótesis
nula de ajuste de los datos (Box M = 120.564, F = 1.697, p < .001). Debido a
esto, seguimos las sugerencias de Olson (1979) y de Tabachnick y Fidell (1996)
de usar el Pillai’s Trace en vez de la lambda de Wilks para evaluar la
significación multivariada de efectos principales y de las interacciones. El
MANOVA reveló un efecto principal significativo para el género, Pillai’s Trace
= .0.59, F(4,963) = 15.056, p < .001, η2 = .0.58. Los posteriores ANOVAs
univariados revelaron que los varones puntuaron más alto que las mujeres en los
niveles de actividad físico-deportiva [F(1,974) = 25.329, p < .001, tamaño
del efecto (f) = .026], el estado físico [F(1,974) = 5.223, p < .05, tamaño
del efecto (f) = .005] y las sensaciones positivas del estado de ánimo
[F(1,974) = 22.877, p < .001, tamaño del efecto (f) = .023]. Las mujeres
puntuaron más alto en las sensaciones negativas del estado de ánimo [F(1,974) =
29.044, p < .001, tamaño del efecto (f) = .029].
El MANOVA también reveló un efecto
significativo para la edad, Pillai’s Trace = .046, F(4,963) = 3,77, p
< .001, η2 = .015. Los posteriores ANOVAs
univariados revelaron que los participante con edades comprendidas entre los 18
a 24 años mostraron mayores niveles de actividad físico-deportiva [F(1,974) = 4.070, p
< .01, tamaño del efecto (f) = .012] y de estado físico [F(1,974) = 4.540, p
< .01, tamaño del efecto (f) = .014] que el resto.
Tabla 1. Análisis descriptivos y
correlaciones entre la actividad físico-deportiva, estado de forma, sensaciones
de alegría y de desasosiego.
|
|
|
Correlaciones |
||
|
M |
SD |
1 |
2 |
3 |
1. Actividad
físico-deportiva |
4.26 |
1.05 |
|
|
|
2. Estado de forma |
3.81 |
.85 |
.224** |
|
|
3. Sensaciones
positivas del estado de ánimo |
3.74 |
.78 |
.121** |
.363** |
|
4. Sensaciones
negativas del estado de ánimo |
2.63 |
.97 |
-.082* |
-.282** |
-.369** |
**p<.001, *p<.01
3.2. Probando los pasos del modelo en la hipótesis formulada
En este
estudio planteamos la hipótesis de que la duración de la actividad
físico-deportiva repercute sobre el bienestar psicológico de los participantes
a través del estado físico. Por lo tanto, se formuló la hipótesis de que la
duración de la actividad físico-deportiva iba a predecir una percepción del
estado físico positivo que, a su vez, se correspondería con un estado de ánimo
también positivo. Primero fue probado el modelo de hipótesis incluyendo todas
las variables. A continuación, se examinó el papel mediador de la percepción
del estado físico en la relación entre la actividad físico-deportiva y el
estado anímico.
Todos los
parámetros calculados fueron significativos y se muestran en la Figura 1. La
duración de la actividad físico-deportiva predijo positivamente la percepción
del estado físico (B =.24), que sucesivamente predijo
el estado de ánimo: sensaciones positivas (B
= .56) y sensaciones negativas (B = -.41).
Para examinar
si el estado físico mediatiza la influencia de la duración de la actividad
físico-deportiva en el estado de ánimo, seguimos los cuatro pasos propuestos
por Baron y Kenny (1986). El primer paso establece si la variable inicial
predice el mediador. Como muestra la Figura 1, la duración de la actividad
físico deportiva predijo significativamente la percepción del estado físico. El
segundo paso establece si la variable inicial predice el resultado de la
variable. Para examinar esto, probamos un modelo en el cual la duración de la
actividad físico deportiva tuviera un camino directo al estado de ánimo. Los
pasos desde la duración de la actividad físico deportiva al estado físico y
desde el estado físico a los estados de ánimo fueron reducidos a cero. El paso
directo fue B= - .10 y
significativo para las sensaciones negativas y B= .17 para las
sensaciones positivas. El tercer paso
prueba si el mediador predice el resultado variable después del control para la
variable inicial. Como muestra la Figura 1, la percepción del estado físico fue
un predictor significativo del estado anímico después del control para la duración
de la actividad físico deportiva.
El último paso, realizado en el mismo modelo del
paso 3, examina si en la presencia del mediador, el camino directo desde la
variable inicial al resultado variable es reducido a cero (mediación completa),
o si es reducido en su tamaño pero todavía es diferente de cero (mediación
parcial). En la Figura 1 se añadió un camino directo desde la duración de la actividad
físico deportiva a las sensaciones negativas y positivas del estado de ánimo;
este camino fue B =.00, y B = .05 respectivamente. El índice de modificación de Wald sugirió que la eliminación de este
camino no deteriora la forma del modelo. Por ello se concluyó que el estado
físico mediatiza parcialmente el efecto de la duración de la actividad
física sobre el estado de ánimo.
Figura 1- Modelo de hipótesis formulada entre la actividad
físico-deportiva, el estado físico y el estado emocional. EF = estado de forma
ítem; EA = estado de ánimo ítem.
4. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Este estudio examinó las
relaciones entre el estilo de vida
activo, en base a la duración de las actividades físico-deportivas practicadas
por una población adulta, y dos de las dimensiones de la salud, física y
psicológica, a partir de la percepción que los participantes tenían de las
mismas. También examinó si la percepción del estado de forma física media la
relación entre la duración de la práctica físico-deportiva y el estado de
ánimo.
Como se formuló en la hipótesis, la duración de la práctica
físico-deportiva se relaciona positivamente con la percepción del estado
físico, y el estado de ánimo. También se observó que la percepción del estado
físico medió entre la duración de la actividad físico deportiva y el estado de
ánimo. De hecho, el efecto directo de la duración de la actividad
físico-deportiva sobre la sensaciones negativas del estado de ánimo fue
reducido a cero (mediación total), y el efecto sobre la sensaciones positivas
se redujo sustancialmente cuando la percepción del estado físico fue
introducido en el modelo, confirmando el papel mediador del último constructo
en la relación entre las dos primeras variables. No obstante, la reducción no
fue absoluta, por lo que sólo podemos concluir que ejerce una mediación
elevada, pero sólo parcial.
Lo que
nos sugieren estos datos es que parece bastante razonable pensar que la
participación en actividades físico-deportivas incrementa la forma física, y
este estado de bienestar repercute, sucesivamente, sobre el estado de ánimo de
los deportistas. Este estado de bienestar físico puede tener diferentes
dimensiones y, por tanto, las hipótesis que se podrían formular para explicar
esta mediación pueden ser también diversas. En cualquier caso, es evidente, a
tenor de los resultados, la importancia de los procesos psico-somáticos y el
concepto de “unidad funcional” cada vez más extendido y aceptado en el campo de
las ciencias de la actividad física y del deporte.
Las
causas que explican esta mediación podrían estar relacionadas con el auto-concepto
físico, con la imagen corporal actual y las posibilidades de modificarla en un
futuro en base a cambios de nuestra apariencia física, algo que a todo nos hace
sentir mejor, o con la producción de energía, o con el hecho de cansarnos
físicamente y adquirir una pequeña rutina que ordene nuestra vida, etc. No
obstante, las hipótesis que cada vez tienen mayor fuerza son aquellas que
relacionan estos procesos con las endorfinas, las monoaminas y la regulación de
la temperatura corporal.
La
práctica físico-deportiva parece tener un efecto positivo sobre la salud mental
ya que produce la liberación de endorfinas (B endorfinas), y esto lleva a la
reducción de la ansiedad, la depresión y el estrés. Cualquier tipo de actividad
física, ya sea de bajo o alto impacto, libera estas sustancias que actúan
directamente sobre el cerebro produciendo una sensación de bienestar y
relajación inmediata. Además inhiben las fibras nerviosas que transmiten el
dolor, generando analgesia y sedación. Por tanto se puede lograr un estado de
euforia gracias a estos “analgésicos naturales” o “hormonas de la felicidad”
(Martinsen, 2004; Paffenbarger, Lee y Leung, 2004).
Sin
embargo, no está claro que el aumento en sangre de las endorfinas vaya siempre
relacionado con un cambio del estado de ánimo. Algunos sugieren que las
endorfinas juegan un papel secundario en esa sensación (Regier, Hirschfeld,
Goodwin, Burke, Lazar y Judd, 1998).
La
actividad físico-deportiva también provoca la liberación de neurotransmisores
como la serotonina, dopamina y noradrenalina. Estas moléculas se sabe que están
implicadas en las emociones. También diferentes estudios han demostrado la
influencia del ejercicio sobre estos neurotransmisores cerebrales que además
están asociados al almacenamiento y recuperación de la memoria y también con el estado de
ánimo. Además estos estudios sugieren que
el ejercicio habitual puede generar
cambios estructurales permanentes en el cerebro (Herrera, 2008). También
el aumento de la temperatura corporal puede llevar a una relajación y a un
mejor estado de ánimo.
Este estudio también
examinó las diferencias de género en las variables comentadas. Los varones
puntuaron más alto en los niveles de actividad físico-deportiva, la
percepción del estado físico y las sensaciones positivas del estado de
ánimo, mientras que las mujeres puntuaron más alto en las sensaciones negativas
del estado de ánimo. La mayor
implicación activa del varón en la práctica físico-deportiva es una constante
en los estudios que analizan los hábitos de actividad física (Cecchini, Echevarría y Méndez, 2003;
Cecchini, Méndez y Muñiz, 2002, 2003a y 2003b). Los indicadores de salud
manejados en este trabajo muestran que las mujeres se sienten peor que los
hombres. Estos resultados son consistentes con los observados por García y col.
(2007), en los que la población femenina se consideraba más vulnerable a la
enfermedad, valoraba pero su estado de salud actual y anterior y manifestaba
preocuparse más por el mismo.
En función de la edad también se encontraron diferencias. Los participantes con edades comprendidas entre los 18
a 24 años mostraron mayores niveles de actividad físico-deportiva y de percepción del estado físico que el resto.
Estos resultados también son consistentes con la investigación anterior y su explicación puede estar relacionada con una caída de la motivación
intrínseca a medida que se incrementa la edad de los participantes (Cecchini,
Echevarría y Méndez, 2003; Cecchini, Méndez y Muñiz, 2002, 2003a y 2003b).
En definitiva, la
“duración” de la práctica físico deportiva parece estar asociada a una mejora
de la salud general. No obstante, quedan bastantes interrogantes que deberán
ser abordados en otros trabajos, como analizar las influencias que, sobre estas
variables, ejercen o pueden ejercer la “frecuencia”, la “intensidad” o el “tipo
de ejercicio físico”. En el caso de que esta relación fuera positiva, se
debería seguir investigando la mediación de las variables fisiológicas sobre
las psicológicas para llegar a entender mejor estos procesos. También se
debería investigar las repercusiones de programas de intervención específicos
dirigidos a la mejora de la salud. En este sentido, el modo en el que se
presentan las actividades, se gestiona la clase o se interacciona con los
alumnos parecen claves para entender estos procesos y no sólo la “duración” o
la “frecuencia” de la práctica.
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Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte - vol. 8 - número 30 - junio 2008 - ISSN: 1577-0354