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ORIGINAL
actividad física y diferencias de fitness funcional Y calidad de vida en
hombres mayores
PHYSICAL
ACTIVITY AND DIFFERENCES of FUNCTIONAL FITNESS and QUALITY OF LIFE in OLDER
MALES
Serrano-Sanchez,
J.A.1, Lera-Navarro, A.2 y Espino-Torón, L.3
1. Departamento de Educación Física. Universidad de Las Palmas de Gran
Canaria. jserrano@def.ulpgc.es
2. Departamento de Didácticas Especiales. Universidad de A Coruña. angelera@udc.es
3. Unidad de Medicina del Deporte. Cabildo de Gran Canaria. lespino@grancanariadeportes.com
Este estudio forma parte del proyecto Mayores Salud y Actividad Física de la Unidad de Medicina del Deporte del Cabildo de Gran Canaria, cofinanciado por el Fondo Social Europeo en el marco del Programa Operativo Plurirregional, Adaptabilidad y Empleo para el periodo 2007-2013.
Códigos UNESCO / UNESCO codes: 3201.07 Geriatría / Geriatric; 3210 Medicina Preventiva / Preventive Medicine; 3212 Salud Pública / Public Health
Clasificación del
Consejo de Europa / European
Council Classification: 11. Medicina del
deporte / Sport medicine
Recibido: 2 de marzo de
2011 Received: March 2, 2011
Aceptado: 26 de junio de
2011 Accepted: June 26, 2011
RESUMEN
El objetivo fue examinar las
relaciones de la cantidad y tipo de actividad física (AF) con el fitness,
calidad de vida y estados de ánimo en 246 hombres mayores (≥65 años) no
institucionalizados. Los participantes cumplimentaron un cuestionario
estandarizado de AF (RAPA), calidad de vida percibida (EuroQOL-5D) y estados de
ánimo (CES-D10). Se evaluó el fitness funcional y se tomaron medidas
antropométricas, presión arterial y frecuencia cardiaca en reposo. Los datos se
analizaron con ANOVA usando dos criterios: tertiles de AF (horas/semana) y
participación en AFs organizadas. Los resultados sugieren que la mayor parte de
los componentes del fitness funcional son sensibles a la cantidad de AF que se
hace, pero las relaciones no son lineales. Las diferencias de fitness solo se
observaron entre los tertiles extremos de AF. La participación en AF
organizadas se asoció a una mejora del fitness, salud percibida y estados de ánimo
en comparación a las AF no organizadas.
PALABRAS CLAVE: Actividad Física, condición física funcional, adultos
mayores, estados de ánimo, calidad de vida.
ABSTRACT
The aim was to examine associations between
amount and type of physical activity (PA) with functional fitness, quality of
life and mood states in 246 male older adults (≥65 years-old) no
institutionalized. Participants were interviewed with a standardized
questionnaire of PA (RAPA), quality of life (EuroQOL-5D) and depression scale
(CES-D10). Functional fitness (Senior Fitness Test), anthropometric and blood
pressure were measured. Data were analyzed with ANOVA using two criteria:
tertiles of PA (hours/week) and participation in organized PA. Results suggest
that almost components of fitness were sensible to total PA performed, but
associations appear not to be lineal. Although a trend to dose-response was
observed in fitness, differences were significant only when compared extreme PA
tertiles. Organized PA was associated to a better fitness, perceived health and
depression scale than unorganized PA.
KEY WORDS: Physical activity,
functional fitness, mood state, older adult, quality of life.
1. Introducción
Las personas mayores de 65 años
representan el grupo social que está creciendo a mayor velocidad en el conjunto
de los países desarrollados. En España, el colectivo de mayores crece a un
ritmo del 2.5% anual (vs. 0.84% resto población) y se ha estimado que
representarán el 33% de la población en 2050 (vs. 16.7% en 2007) (Instituto de
Mayores y Servicios Sociales, 2009). En 1998 el colectivo de mayores absorbió
el 48.5% del gasto farmacéutico y el 44% del gasto sanitario total
(Vaqué-Rafart & San José-Laporte, 2002), similar al del Reino Unido (40%)
(Taylor et al., 2004). Considerando el ritmo de crecimiento de la población de
mayores, las consecuencias financieras futuras podrían ser enormes y sugieren
una mayor atención a las políticas sanitarias de prevención.
La Actividad Física (AF) es una de
las principales estrategias de salud pública en este colectivo. En estudios
prospectivos (6 años) con adultos mayores de 70 años se ha mostrado que por
cada aumento de una desviación estándar de gasto energético (medido con agua
doblemente marcada) en actividades cotidianas, el riesgo de mortalidad se
reducía un 32% de manera independiente (Manini et al., 2006). En adultos
mayores de 40 años con al menos dos factores de riesgo crónicos, participantes
en un estudio longitudinal de 3.5 años, se encontró que aquellos con menos de
30 min./día de AF (estimada con cuestionario),
tuvieron una mortalidad 2.8 veces mayor en comparación a los que hacían AF por
encima de 30 minutos diarios (Martinson, O'Connor, & Pronk, 2001). A corto
plazo (1 año), el aumento de la AF desde 0-1 día/sem. hasta
3 días/sem. se asoció a una reducción de gastos
médicos de 2,202$ anuales en comparación a los adultos inactivos (Martinson,
Crain, Pronk, O'Connor, & Maciosek, 2003). En Canadá se ha estimado que 20
min. diarios de caminar en mayores inactivos reduciría
en un 2% anual los días de hospitalización (Sari, 2010).
Una revisión de estudios de
intervención con ejercicio, en su mayor parte caminar ha mostrado un aumento de
la capacidad aeróbica y fuerza muscular (Keysor, 2003). Recientemente se ha
informado que un tiempo elevado en AFs de ligera intensidad (estimada con
acelerómetros) redujo la rigidez arterial en adultos mayores, particularmente
entre los menos activos (Gando et al., 2010). Así, la AF ha sido considerada
como un elemento clave en la prevención primaria y la mejora de numerosas
enfermedades crónicas cardiovasculares y del sistema locomotor en adultos
mayores (Ben-Sira & Oliveira, 2007; World Health Organization, 2011). No
obstante, aún persisten algunas discrepancias sobre la eficacia de la AF en la
reducción de las discapacidades funcionales (Keysor, 2003; Keysor & Brembs,
2010; Keysor & Jette, 2001). Dada la especificidad de la respuesta al
ejercicio físico, las principales agencias internacionales han recomendado para
los adultos sesiones específicas de ejercicios de fuerza, equilibrio y
flexibilidad (Chodzko-Zajko et al., 2009; Nelson et al., 2007b; World Health
Organization, 2011). La fuerza muscular se ha mostrado la mejor medida para dar
cuenta del cambio muscular asociado al envejecimiento, así como de la
discapacidad funcional de los adultos mayores (Hairi et al., 2010).
Además de la AF (definida como gasto
calórico), hay numerosa evidencia de que el fitness
(definido como un estado o aptitud para la AF) es un potente marcador de salud
en personas mayores. Un mayor nivel de fitness aeróbico se ha mostrado asociado
en estudios transversales a una reducción de la resistencia a la insulina
(HOMA-IR), triglicéridos, colesterol total y lipoproteínas de baja densidad
(Chen, Chuang, & Wu, 2008; Dvorak et al., 2000). En estudios longitudinales
a largo plazo (>12 años) los quintiles mas bajos de fitness aeróbico se
asociaron de manera independiente a un aumento del riesgo de mortalidad por
todas las causas casi el doble mayor en comparación al quintil superior de
fitness (Sui, Laditka, Hardin, & Blair, 2007; Sui, LaMonte et al., 2007).
En estudios de intervención de 16 semanas a razón de 3 días/sem. con AF de intensidad moderada se han mostrado mejoras
significativas en el perfil metabólico y la tensión arterial diastólica
(Martins, Verissimo, Coelho e Silva, Cumming, & Teixeira, 2010).
La importancia relativa de la AF y
el fitness para obtener beneficios de salud no ha sido totalmente aclarada. Las
recomendaciones para los adultos mayores pueden orientarse hacia el aumento del
gasto energético diario en actividades de la vida cotidiana o hacia una mejora
del fitness. La pregunta de dónde habría que poner más énfasis permanece sin
aclarar. En 2001, Blair y col. (2001) concluyeron que no era posible establecer
si la AF era más importante que el fitness para obtener beneficios de salud. En
contraste, un estudio de Dvorak y col. (2000) mostró que los adultos mayores
con un alto nivel de fitness aeróbico y un bajo nivel de AF (medida con agua
doblemente marcada) mostraron un mejor perfil de riesgo cardiovascular que el
caso inverso (bajo fitness-alto nivel de AF), concluyendo que un alto nivel de
fitness tuvo un efecto cardio-protector más elevado que un alto nivel de AF
cotidiana en adultos mayores. Se ha matizado no obstante un efecto de la edad.
Un estudio longitudinal de 13 años con adultos medios y mayores (Talbot,
Morrell, Metter, & Fleg, 2002) ha mostrado que en los menores de 65 años,
el fitness, pero no la AF, predijo el riesgo coronario; mientras que en los
mayores de 65 años, el gasto energético vigoroso y el fitness aeróbico
resultaron de similar importancia para predecir el riesgo cardiaco. En ambos
grupos, el gasto energético total (incluyendo AF ligeras) no se asoció al riesgo
coronario. En revisiones posteriores (Dionne, Ades, & Poehlman, 2003) se ha
sugerido que en los adultos mayores el fitness es un predictor más consistente
para la salud cardiovascular que la AF integrada en el estilo de vida, esto es,
entendida como una acumulación de gasto energético diario en actividades
cotidianas u ocupacionales, no necesariamente ejercicio.
La importancia relativa del fitness
vs. AF para prevenir limitaciones funcionales en adultos mayores no parece
haberse decantado por alguna de ambas partes (Huang et al., 1998). El objetivo
primario de las recomendaciones en adultos mayores es precisamente mantener la
función y la independencia, con objetivos secundarios orientados a reducir el
riesgo de enfermedades crónicas, reducir el tiempo de discapacidad y extender
la vida (Paterson et al., 2007). La prevención de las limitaciones funcionales
es importante ya que suelen dar origen al ciclo que deriva hacia la
inactividad.
La cuestión de si la AF que realizan
los mayores propicia una mejora del fitness es relevante para establecer
consejos, orientaciones y programas en el colectivo de mayores. El fitness ha
sido reconocido como un potente marcador de salud y podría presentar una
sensibilidad diferenciada a la cantidad de AF que se haga (p.e., horas/semana) o al tipo de AF (p.e.,
organizada). La investigación previa sugiere que el gasto energético que hacen
las personas mayores y el nivel de fitness que poseen pueden ser independientes
(Blair et al., 2001; Myers et al., 2004). Esto puede ocurrir porque el aumento
de AF se produzca predominantemente en actividades de baja intensidad (p.e.,
< 3 METs). Un estudio que analizó la contribución de la AF cotidiana en el
fitness aeróbico informó que la AF solo explicaba un 5% de la varianza del
VO2max en los mayores (Tager, Hollenberg, & Satariano, 1998). Es posible
que un simple aumento de la AF en actividades cotidianas y ocupacionales de los
mayores no venga asociado a una mejora de todas las dimensiones de fitness y
calidad de vida o que la mejora del fitness y calidad de vida esté vinculada
más al contexto donde se hacen, en nuestro estudio, un contexto organizado.
El objetivo del presente estudio
consistió en explorar las relaciones entre (1.) el fitness funcional (aeróbico,
fuerza, equilibrio, marcha, agilidad, IMC, tensión arterial, frecuencia
cardiaca), (2.) la calidad de vida y (3.) los estados de ánimo con la cantidad
y tipo AF diaria en hombres mayores de 65 años no institucionalizados. En línea con la investigación, en este estudio
planteamos dos hipótesis: 1.) la cantidad de AF que hacen los mayores,
expresada en tertiles, tenderá a asociarse con un mejor nivel de fitness
funcional, calidad de vida y estados de ánimo y 2.) la
participación en programas de AF organizada tenderá a asociarse a una mejora
del fitness, calidad de vida y estados de ánimo en comparación a la AF no
organizada.
2. Material y métodos
2.1. MUESTRA
Doscientos cuarenta y seis adultos
no institucionalizados de 65 años o más pertenecientes a una muestra matriz,
estratificada y aleatoria de la población de Gran Canaria (n=2945). Como
criterios de exclusión se aplicaron los siguientes: aquellos mayores cuyo
médico hubiera desaconsejado la realización de ejercicio, haber padecido un
infarto reciente, dolor en el pecho o mareos concomitantes con la AF, presión
arterial por encima de 160/100, padecer una enfermedad metabólica no controlada
y trastornos músculo-esqueléticos que se exacerben con la AF. El estudio fue
realizado respetando la Declaración de Helsinki de 1975, actualizada en 2000,
en relación a la conducción de la investigación clínica. El estudio fue
aprobado por el comité de de bioética de la Universidad de Las Palmas. Los
participantes fueron informados de los objetivos y procedimientos del estudio y
firmaron su consentimiento.
2.2. Medidas
Los participantes
completaron una batería de pruebas físicas del Senior Fitness Test (SFT) previamente
testada en su validez y fiabilidad (Rikli & Jones, 1999, 2001); además de
un test de equilibrio estático y velocidad de la marcha en un espacio de
Como el IMC puede estar
afectado por la disminución de la estatura en los adultos mayores (Houston,
Nicklas, & Zizza, 2009), en este estudio usamos una medida alternativa
consistente en el cociente abdomen/estatura el cual ha mostrado una mejor
sensibilidad y especificidad que otras medidas antropométricas, incluida el
IMC, en la relación con la diabetes mellitus tipo 2 (DM2) y el riesgo
cardiovascular en la población adulta de Canarias (Rodríguez Pérez et al.,
2009). El punto de corte óptimo del cociente abdomen/estatura se determinó con
curvas ROC en 0.55 para los adultos, lo cual implica que el riesgo estimado de
salud para la diabetes tipo II y la hipertensión aumenta cuando el perímetro
abdominal supera la mitad de la estatura. Adicionalmente, se empleó el test de
velocidad de la marcha en
2.3. Análisis de datos
3. Resultados
3.1. Muestra
3.2. Fitness funcional y actividad física
3.3 Calidad de vida y actividad física
3.4.
ESTADOS DE ÁNIMO y actividad física
4. Discusión
El principal hallazgo de este
estudio en hombres mayores con vida independiente fue, por una parte, que la
acumulación de AF expresada en tertiles se asoció a una mejora de tres
componentes importantes del fitness: el equilibrio, la velocidad de marcha y la
resistencia, pero dicha relación se encontró al comparar el tertil superior de
AF (12 horas/semana de AF total) respecto del tertil inferior de AF (1.7
horas/sem.). Esto sugiere que las relaciones entre la AF y el fitness no son
lineales. Se ha sugerido que dicha relación es curvilínea, con un umbral para
obtener beneficios de salud que es dependiente del nivel inicial de fitness
(Blair et al., 2001). Si el nivel de fitness es bajo las mejoras son más
fáciles de alcanzar con menos cantidad de AF (Aoyagi & Shephard,
2010).
Adicionalmente, en nuestro estudio
la participación en AFs organizadas aumentó en número y magnitud las
diferencias de fitness encontradas en el tertil superior de la cantidad de AF.
Los mayores activos no organizados expresaron mejor fitness que los
sedentarios, pero dichas diferencias no fueron significativas. Sin embargo,
sedentarios y activos no organizados expresaron significativamente peor fitness
al compararlos con aquellos que hacían AF organizada. Adicionalmente hay que
subrayar que similar relación encontramos en los estados de ánimo, mostrando
los participantes organizados mejores perfiles en depresión, optimismo,
alegría, disfrute de la vida e índice combinado de estados de ánimo en
comparación a los no organizados y sedentarios. También la percepción de salud
derivada del EURO-QOL fue mayor en los practicantes organizados en comparación
a los no organizados. La mejora observada en los participantes organizados
puede explicarse por la influencia de mediadores socio-cognitivos como la
autoeficacia, el soporte social o el modelado que son más frecuentes en el
contexto de clases colectivas (Deforche & De Bourdeaudhuij, 2000). Además,
las clases organizadas aportan una AF más sistemática y exhaustiva sobre
aquellos componentes específicos del fitness que son importantes para la salud
de los adultos mayores, explicando un posible mecanismo por el que la AF
organizada es más eficaz que la no organizada para mejorar el fitness
funcional.
Nuestro estudio sugiere, por una
parte, que la AF organizada añade un plus de calidad a la AF total que puede conducir
a un mejor fitness en comparación a la AF no organizada, aunque la cantidad de
AF del grupo organizado sea incluso menor que el grupo no organizado. De hecho,
los mayores que hacían AF organizada en nuestro estudio alcanzaron similares o
mejores resultados de fitness con menos cantidad de AF que el tertil superior
de AF (8.7 horas/sem. vs. 12.6 horas/seman. respectivamente). Por
otra parte, el estudio sugiere, que la AF no
organizada extramuros de la vivienda necesitaría alcanzar un nivel elevado
de tiempo diario para propiciar mejoras en el fitness cardiovascular y
locomotor de los mayores. En nuestro estudio el colectivo de mayores no
organizados manifestó una media de 7.1 horas/semana y no presentaron
diferencias significativas de fitness con los sedentarios. Esto podría
explicarse porque en su mayor parte, los mayores no organizados dedicaron su AF
en actividades ocupacionales y recreativas de ligera intensidad,
predominantemente caminar.
Las AF ocupacionales de ligera
intensidad en los hombres mayores podrían ser ineficaces para obtener mejoras
de salud física si no alcanzan un umbral de acumulación crítico (en nuestro
estudio 12 horas/sem.). El resultado es coherente con un estudio longitudinal
(5 años) en el que se analizó la relación de la AF recreativas, ocupacionales y
el fitness con la mortalidad por todas las causas (Myers et al., 2004). Los
autores encontraron que el mejor predictor de mortalidad fue la capacidad en un
test de esfuerzo y que la cantidad de AF ocupacional, por si sola o combinada
con AF recreativa no predijo la mortalidad. Sin embargo, la AF total en el
dominio recreativo predijo moderadamente la mortalidad en la cohorte del
estudio (Myers et al., 2004). El cuestionable valor de las AFs ocupacionales y
en general de aquellas por debajo de los 3 METs de intensidad ha sido mostrado
también en el Nakajomi Study con adultos mayores de 65 años usando
acelerómetros que fueron portados 24 horas durante 1 año completo (Aoyagi &
Shephard, 2010). El estudio mostró que el nivel más óptimo de beneficios de
salud general se alcanzaba a partir de una combinación de caminar durante 20
minutos o más, por encima de 3 METs (1.4 metros/segundo o 5 km/hora), sumado a
60 minutos o más por día de AF ligeras. La importancia de incluir AFs de intensidad
moderada o superior ha sido también indicada para mejorar el perfil lipídico y
la resistencia a la insulina (Gill, 2007; King, Haskell, Young, Oka, &
Stefanick, 1995), por lo que sería de particular interés para los colectivos de
mayores con problemas metabólicos.
La ventaja observada en nuestro estudio
para las AF organizadas en su relación con el fitness y el estado mental es
coherente con la literatura específica. Un estudio de intervención de 11 meses
que comparó las dos estrategias: estimular la AF en el estilo de vida vs. un
programa sistemático de AF en un gimnasio, mostró una ventaja del programa
organizado para mejorar el fitness cardiorrespiratorio y la fuerza, con
moderados efectos en el riesgo cardiovascular, sugiriendo intervenciones a mas
largo plazo (Van Roie et al., 2010).
La contribución de las AFs formales
(organizadas) e informales (no organizadas) en la AF total ha sido analizada en
un estudio usando podómetros y diarios para registrar datos de AF en adultos
mayores con vida independiente. Los autores concluyeron que la participación en
programas organizados fue un importante contribuidor de la AF total y además,
fue la única fuente para estimular la fuerza y la flexibilidad (Tudor-Locke,
Jones, Myers, Paterson, & Ecclestone, 2002). La fuerza es importante por su
contribución en la movilidad e independencia de los mayores, como se ha
mostrado en un estudio longitudinal de 2.5 años, que definió los problemas de
movilidad como haber tenido dos incidentes consecutivos o cualquier dificultad
para caminar ¼ de milla o subir 10 escalones (Visser et al., 2005). Los 3
mejores predictores del riesgo de pérdida de movilidad estuvieron todos
relacionados con el fitness muscular: un bajo área de sección transversal del
muslo, una elevada atenuación muscular (infiltración de grasa en el músculo) y
una baja fuerza de extensión de rodillas. Se ha sugerido que los programas de
entrenamiento en adultos mayores deberían orientarse para maximizar la potencia
muscular, ya que son bien tolerados y propicia cambios adaptativos
neuromusculares en variables altamente relacionadas con el riesgo de caídas y
discapacidad (Cayley, 2008; Hairi et al., 2010; Otaka, 2008). Considerando que
la prevención de limitaciones funcionales es un objetivo prioritario en la
salud pública de los mayores, la comprensión de los factores que más
contribuyen en dicha prevención es de gran utilidad en el ámbito de las
recomendaciones prácticas. Un análisis factorial con un amplio numero de
medidas de problemas físicos y discapacidad en adultos mayores mostró que el desempeño funcional fué explicado en un
68% por 4 factores: movilidad/riesgo de caida, coordinación, fitness y
flexibilidad (Brach & VanSwearingen, 2002).
Algunos estudios han informado que
los programas supervisados para ser realizados en casa o integrados en el
estilo de vida pueden ser más eficaces que los organizados para aumentar la
cantidad de AF en adultos mayores. La supervisión mediante contacto telefónico
podría considerarse una variante de los programas organizados que realiza la
supervisión a distancia. Opdenacker y col (2008) ensayaron un estudio de
intervención con 3 grupos de participantes: uno que hacía AF estructurada (3
días/sem.), otro con un programa de AF individualizado con supervisión
telefónica para ser integrado en el estilo de vida y un tercer grupo de
control. Se tomaron medidas al empezar (pretest), al terminar (postest, 11
meses) y en el seguimiento (23 meses). En el postest los dos grupos de AF
habían incrementado significativamente su AF total comparado con el grupo
control. En el seguimiento (23 meses), el grupo de intervención centrado en el
estilo de vida mostró el mayor aumento de AF en los transportes y en el total
de pasos caminados, mientras que el grupo estructurado y el control no
expresaron diferencias significativas. El estudio no midió fitness u otros
marcadores de riesgo. Es posible que los mayores que se adhieren a programas
organizados, tiendan a reducir su AF los días que tienen clase y por ello los
programas integrados en el estilo de vida (no organizados) podrían ser más
eficaces a largo plazo para acumular AF a lo largo del día, beneficiando
principalmente a los mayores sedentarios.
En hombres mayores con problemas
crónicos (sobrepeso, obesidad, dislipidemia, hipertensión, osteoartritis) se ha
comparado la efectividad de la participaron en un programa organizado en un
centro vs. en casa (Reeder
et al., 2008). El estudio de intervención (3 meses) constató que el
programa organizado era más efectivo en el fitness funcional, AF total y
calidad de vida percibida (evaluada con el SF-12). Sin embargo, ambos programas
fueron de similar efectividad en la mejora del fitness físico (physical
fitness). Una revisión sobre la efectividad de los programas de intervención centrados
en casa o en un centro sugiere que la eficacia podría ser diferente dependiendo
del estado inicial del adulto mayor. Para los mayores con enfermedades
periféricas cardiovasculares los programas organizados en clases o centros se
han mostrado superiores a los realizados en casa. Para los sedentarios o
inactivos, los programas basados en casa y estilo de vida se han mostrado mas
eficaces a largo plazo para aumentar la AF y tienen mejor adherencia. En los
mayores con enfermedad pulmonar obstructiva crónica ambos tipos de programas se
han mostrado eficaces al corto plazo de 3 meses (Ashworth,
Chad, Harrison, Reeder, & Marshall, 2005).
En nuestro estudio con hombres
mayores de vida independiente, los que participaron en programas organizados
mantuvieron un mayor nivel de AF y mejor nivel de fitness funcional. Además, en
el ámbito de los estados de ánimo los mayores organizados presentaron mejores
resultados que los no organizados, así como en la salud percibida derivada del
EuroQol-5D.
El estudio presenta algunas
limitaciones. La evaluación de la AF se hizo con cuestionario que tiene menos
precisión que otros métodos objetivos para valorar la cantidad de AF, pero
aportó como ventaja estimar por separado la AF organizada y no organizada. La
estratificación en tertiles intentó minimizar la posible variabilidad de le
evaluación de la AF. Los ausencia de relaciones en diversos componentes de la
calidad de vida pudo ser debida a una escasa sensibilidad de la escala del
EuroQol-5D (3 puntos) considerando que la muestra de mayores con vida
independiente.
5. CONCLUSIONES
Este estudio sugiere que la mayor
parte de los componentes de fitness funcional en el colectivo de hombres
adultos son sensibles a la cantidad de AF que se hace, particularmente el equilibrio,
la velocidad de la marcha, la resistencia y la agilidad. Las diferencias se
observaron mejor al comparar los grupos extremos de AF. La participación en AF
organizadas manifestó diferencias consistentes en la mayor parte de los
componentes de fitness en comparación a la AF no organizada. Los estados de
ánimo fueron más sensibles al nivel organizativo de la AF que a la simple
cantidad de AF.
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