Sous Sánchez, J.O.; Ruiz Caballero,
J.A.; Brito Ojeda, M.E.; Navarro García, R.; Navarro Valdivielso, M.E. y
Navarro Navarro, R. (2013). Fracturas de tobillo en
deportistas. Estudio epidemiológico / Ankle fractures
in athletes. Epidemiological
study. Revista Internacional de Medicina y Ciencias
de la Actividad Física y el Deporte vol. 13 (50) pp.257-278. Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista50/artfracturas371.pdf
ORIGINAL
FRACTURAS DE TOBILLO EN DEPORTISTAS. ESTUDIO EPIDEMIOLÓGICO
ANKLE
FRACTURES IN ATHLETES. EPIDEMIOLOGICAL STUDY
Sous Sánchez, J.O.1;
Ruiz Caballero, J.A.2; Brito Ojeda, M.E.3; Navarro
García, R.4; Navarro Valdivielso, M.E.5 y Navarro Navarro, R.6
1 Doctor en Medicina. Licenciado en Medicina.
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Experto
Universitario en Entrenamiento Deportivo. Médico del Servicio de Cirugía
Ortopédica y Traumatología. Hospital de Torrevieja, Alicante, España. (jsous@torrevieja-salud.com)
2 Doctor en Medicina y Cirugía. Médico
Especialista en Medicina de
3 Doctora en Medicina. Licenciada en
Educación Física. Experta Universitaria en Entrenamiento Deportivo. Profesora
de
4 Doctor en Medicina y Cirugía. Jefe
del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Hospital Universitario
Insular de Gran Canaria. Profesor Titular de
5 Doctor en Medicina. Licenciado en
Educación Física. Catedrático del Departamento de Educación Física y de la
Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Las Palmas de Gran
Canaria, España. (mnavarro@def.ulpgc.es)
6 Doctor en Medicina. Licenciado en
Medicina. Médico adjunto del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología.
Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, España. (rnavarro@dcmq.ulpgc.es)
Código UNESCO / UNESCO Code: 3213.15
Traumatología / Trauma 9915 Medicina del Deporte / Sport Medicine
Clasificación Consejo
de Europa / Council of Europe Classification: 11. Medicina del
Deporte / Sport Medicine
Recibido 4 de abril de
2011 Received April
4, 2011
Aceptado 14 de julio de
2012 Accepted July
14, 2012
RESUMEN
El presente trabajo tiene por objeto
describir y analizar, desde un punto de vista clínico- epidemiológico, los factores
asociados a las fracturas de tobillo causadas por accidentes deportivos y tratadas en el Hospital Universitario Insular de Gran
Canaria entre 1995 y 2005.
El número total de fracturas de
tobillo registradas fue de 1233, de las cuales 90 (7,3%) fueron causadas por
accidentes deportivos, siendo más frecuentes en los meses de invierno. El mayor
número de fracturas se dio entre los 29 y 33 años (31,1%) y el sexo
predominante fue el masculino (96,7%). El fútbol fue con mucha diferencia el
deporte más frecuente (72,2%).
Tres fracturas fueron infrasindesmales, 42 transindesmales
y 39 suprasindesmales. Hubo una mayor incidencia de
fracturas cerradas (97,8%) y unimaleolares (66,7%),
afectándose predominantemente el maléolo lateral. El 64,4% de los pacientes
presentó alguna lesión asociada, siendo la rotura del ligamento deltoideo la más frecuente (60,3%). El tiempo de
hospitalización medio fue de 4,4 + 1,9 días.
El tratamiento utilizado con mayor
frecuencia fue el quirúrgico (93,3%) y el tipo de implante principal más
empleado para la osteosíntesis fueron los tornillos (54,8%). En el 29,8% de los
pacientes se realizó sutura del ligamento deltoideo.
El tiempo transcurrido desde el
ingreso en urgencias hasta la intervención tuvo una mediana de 6,7 horas. Los
pacientes con menor tiempo transcurrido hasta la intervención tuvieron una
estancia hospitalaria significativamente menor (p< 0,001).
PALABRAS CLAVE: fracturas de tobillo,
lesiones deportivas, epidemiología.
ABSTRACT
The aim of this study is to describe and analyze, from
a clinical and epidemiological point of view, factors associated with ankle
fractures caused by sports accidents and treated at the Insular University
Hospital of Gran Canaria between 1995 and 2005.
The total number of ankle fractures was 1233, of which
90 (7,3%) were caused by sports accidents, most
frequent in winter season. The highest number of fractures occurred between 29
and 33 years (31,1%) and the predominant sex was male
(96,7%). Soccer was the most frequently involved sport.
Three fractures were below the syndesmosis,
42 at the syndesmosis and 39 above the syndesmosis. There was a higher incidence of closed (97,8%)
and unimalleolar (66,7%) ankle fractures, being
predominantly affected lateral malleolus. 64.4% of patients had an injury
associated with the ankle fracture and deltoid ligament rupture was the most
frequent (60,3%). The average hospitalization time was 4.4 + 1.9.
The treatment was mainly operative (93,3%) and the implant most frequently used for osteosynthesis were screws (54,8%). In 29.8% of patients
performed suture of deltoid.
The time elapsed from admission to the intervention
had a median of 6,7 hours. Patients with less time to
intervention had a significantly shorter hospital stay (p< 0,001).
KEY WORDS: ankle fractures,
sports injuries, epidemiology.
INTRODUCCIÓN
Las fracturas de la articulación del
tobillo son las lesiones óseas que se presentan con mayor frecuencia en todas
las edades, con un predominio del 75% en la etapa productiva. Su etiología es
casi siempre un traumatismo indirecto de baja energía, ocasionado con
frecuencia durante la práctica deportiva o en las actividades de la vida diaria
(Makkozzay, 2006).
En las últimas dos décadas se ha
producido un aumento en la prevalencia e incidencia de estas fracturas, tanto
en pacientes jóvenes y activos como en ancianos (Wolinsky
y Tejwani, 2002). Además, son las fracturas intraarticulares más frecuentes de las articulaciones de
carga (Bray et al.,1989) y,
por tanto, con grandes implicaciones biomecánicas al soportar el tobillo
fuerzas equivalentes a cuatro veces el peso corporal total (Mann, 1987; Procter
y Paul, 1982).
El tobillo es la localización más
frecuente de las lesiones deportivas (Garrido et al.,2004),
llegando a suponer hasta el 20-30% de todas las lesiones deportivas, sobre todo
si la actividad deportiva, recreativa o de competición, supone el uso del tren
inferior como ocurre en el caso del fútbol, baloncesto, etc. (Garrick y Requa, 1988; Nielsen, 1980; Salcedo et al.,2000; Schmidt et al.,1991).
Dentro de éstas el esguince de tobillo es la entidad más frecuente, mientras
que las fracturas por trauma de tobillo representan de un 12 a un 15% (Garrido
et al.,2004; Olivera et al.,2001; Santonja et al.,1996;
Stasinopoulos, 2004).
El objetivo del presente estudio es
describir y analizar, desde un punto de vista clínico-epidemiológico, los
factores asociados a las fracturas de tobillo causadas por accidentes
deportivos y tratadas en el Hospital Universitario
Insular de Gran Canaria durante el período comprendido entre los años 1995 y
2005.
MATERIAL Y MÉTODO
Se incluyeron en el estudio, de forma
retrospectiva, aquellos pacientes con fractura de tobillo que ingresaron en el Servicio
de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Universitario Insular de
Gran Canaria entre el 1 de Enero de 1995 y 31 de Diciembre de 2005, y que
cumplían los siguientes criterios de inclusión:
Se excluyeron aquellos pacientes con
fractura de tobillo de causa no deportiva (accidente de tráfico, accidente
laboral, caída casual, etc.) y con historia clínica incompleta o no disponible
en los archivos del hospital.
El número total de fracturas de
tobillo registradas durante el periodo 1995-2005 fue de 1233, de las cuales 92
fueron causadas por accidentes deportivos. De estos 92 casos se excluyeron 2
por no ajustarse a los requisitos establecidos, quedando para el estudio
definitivo 90 pacientes (7,3%) que cumplían con los criterios de inclusión.
La identificación de todas las
fracturas de tobillo se efectuó mediante la revisión y comprobación en los
archivos de los diagnósticos del Servicio de Urgencias, así como de los
diagnósticos al alta del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del
Hospital Universitario Insular de Gran Canaria.
Una vez recogidos los casos, se
revisaron todas las historias clínicas correspondientes. Para la recogida de
datos, se elaboró una ficha de recolección de la información siguiendo un
protocolo diseñado previamente. La recogida de datos se estructuró en 5 grandes
apartados en cada uno de los sujetos siguiendo un protocolo de trabajo de
estructura similar:
Las variables de cada apartado eran
cuantitativas o cualitativas, quedando éstas definidas por valores completos y excluyentes
en las alternativas, lo cual nos permitió un correcto tratamiento estadístico
de las mismas.
La base de datos global de los
pacientes y el análisis estadístico se realizó con el software SPSS versión
15.0 para Windows. La información procedente de la revisión de las historias
clínicas y el resultado de las variables calculadas se recogieron en la ficha
de recogida de datos de cada paciente. Posteriormente, la información contenida
en las fichas de recolección de la información fue depurada, codificada e
introducida en la base de datos del programa SPSS (proceso de control de
entrada de datos). Por último, se procedió a detectar inconsistencias, valores
raros y realizar las correcciones oportunas.
Una vez codificadas las variables se
procedió a la reducción a sus estadísticos básicos de tendencia central y
dispersión (media, mediana, desviación típica, error estándar, rangos e
intervalo de confianza del 95% en los casos en que proceda) para las variables
cuantitativas, y matriz de frecuencias y sus porcentajes para las variables
categóricas o cualitativas.
Se procedió al cruce de las variables
previa selección de las que podrían presentar interés en su relación y
atendiendo a su carácter cuantitativo o cualitativo. En todos los casos, las
pruebas estadísticas de contraste de hipótesis tuvieron un carácter bilateral y
se aplicaron con un nivel de significación del 5% (p< 0,05).
RESULTADOS
Respecto
a la edad, encontramos que la media del grupo estudio fue de 28,13 años con una
desviación estándar de 7.85 (rango 14 - 48). Los valores encontrados por grupos
de edad reflejan que más de la mitad de los pacientes (65,6%) se encontraban
comprendidos entre los 19 y los 33 años y tan sólo hubo 7 casos con más de 38
años (Figura 1).
Figura
1. Distribución de los pacientes
por grupos de edad.
En cuanto al sexo, hubo un claro
predominio del sexo masculino, encontrando que de los 90 pacientes, 87 eran hombres
(96,7%) y tan sólo 3 mujeres (3,3%).
En cuanto al año de la fractura, no se
observa ninguna tendencia ascendente o decreciente en el número de pacientes a
lo largo del tiempo del estudio. Encontramos una mayor incidencia en los años
1997, 1998 y 2001 con un total de 12 casos (13,3%) cada uno, seguidos por el
año 2000 con 11 casos (12,2%). Por el contrario, observamos que los años con
menor incidencia fueron 2004 con 5 fracturas (5,6%), y 2002 dónde tan sólo se
registró una fractura (1,1%) (Figura 2).
Figura
2. Distribución de los pacientes
según el año en que se produjo la fractura.
Respecto al mes de la fractura,
encontramos una mayor incidencia en el mes de Febrero con un total de 12 casos
(13,3%), seguido por los meses de Abril y Septiembre con 9 casos (10%) cada
uno. Por el contrario, observamos que los meses con menor incidencia fueron
Julio y Octubre con 5 fracturas (5,6%) y 4 fracturas (4,4%), respectivamente.
Otro parámetro analizado fue la
estación del año en la que se producía la fractura de tobillo. Encontramos que
la mayor incidencia de casos se produjo en invierno, con un total de 27 casos
(30%), seguido por la primavera con 23 casos (25,6%) y el verano con 21 casos
(23,3%). La estación que registró el menor número de fracturas fue el otoño con
un total de 19 casos (21,1%) (Figura 3).
Figura
3. Distribución de los pacientes
según la estación en que se produjo la fractura.
En cuanto al tipo de deporte que fue
causa del accidente, observamos que el fútbol fue con mucha diferencia el
deporte más frecuente, encontrando que éste era la causa de la fractura en 65
(72,2%) de los 90 pacientes. Otros deportes como el tenis, el ciclismo y el
windsurf registraron un total de 2 casos (2,2%) cada uno. Finalmente,
observamos una miscelánea en la que se encontraban el fútbol sala, el squash,
el parapente y la hípica, con 1 caso (1,1%) cada uno. En los 15 casos restantes
(16,7%) no fue posible averiguar el tipo de deporte porque no constaba especificado
en la historia clínica (Figura 4).
Figura
4. Distribución
de los pacientes según el tipo de deporte que fue causa del accidente.
El lado en que se producía la fractura
fue analizado encontrando que 45 fracturas (50%) se produjeron en el tobillo
derecho, mientras que en el tobillo izquierdo se dieron las 45 restantes (50%),
reflejando así la ausencia de predominio por ninguno de los 2 lados.
Según la clasificación desarrollada en
el capítulo de material y método, se analizaron los diferentes tipos de
fractura encontrados. En primer lugar se estudiaron según existiera o no
comunicación del foco de fractura con el exterior, encontrando 88 fracturas
cerradas (97,8%) y tan sólo 2 abiertas (2,2%).
Este parámetro fue estudiado de forma
más minuciosa, considerando las fracturas según el número de maléolos
afectados. Esta variable nos dio como resultado un total de 60 fracturas unimaleolares (66,7%), 24 fracturas bimaleolares
(26,7%) y 6 fracturas trimaleolares (6,7%). Estas
cifras ponen de manifiesto un predominio de las fracturas unimaleolares,
las cuales se analizaron, además, según fuese afectado el maleólo
externo o interno, encontrando que las primeras suponían 53 casos (58,9%),
mientras que entre las segundas había 7 casos (7,8%) (Figura 5).
Figura
5.
Clasificación de las fracturas de tobillo según el número de maléolos
afectados.
Observamos una tendencia en el sentido
que los pacientes con fractura trimaleolar tenían una
edad media considerablemente mayor que aquellos con fractura unimaleolar y bimaleolar, aunque
las diferencias no alcanzaron el dintel de significación (p= 0,053) (Figura 6).
Figura
6. Edad media de los pacientes
con fractura unimaleolar, bimaleolar
y trimaleolar. 27,98 26,71 35,33 p=0,053
Finalmente, desarrollamos una tercera variable
considerando la clasificación de Danis-Weber. Esta
última variable nos dio como resultado un total de 3 fracturas infrasindesmales o tipo A (3,6%), 42 fracturas transindesmales o tipo B (50%) y 39 fracturas suprasindesmales o tipo C (46,4%) (Figura 7).
Figura
7. Clasificación
de las fracturas de tobillo según Danis-Weber.
Otro parámetro analizado fue el de
lesiones asociadas. 58 pacientes (64,4%) presentaron alguna lesión asociada a
la fractura de tobillo, con una mediana de 1,0 lesiones (rango 1-4) (Tabla 1).
Tabla
1. Distribución de los pacientes
según el número de lesiones asociadas.
Respecto al tipo de lesión,
encontramos que la rotura del ligamento deltoideo fue
la lesión asociada más frecuente. Se presentó de forma aislada en 23 pacientes
(39,7%). Además, la observamos en combinación con otras lesiones en 12
pacientes (20,6%). La luxación o subluxación tibioperoneoastragalina
fue el segundo tipo de lesión asociada en orden de frecuencia. Ocurrió
aisladamente en 14 pacientes (24,1%) y conjuntamente con otras lesiones en
otros 10 pacientes (17,1%).
El tiempo de hospitalización fue el
último de los parámetros valorados dentro del apartado de los caracteres de la
fractura. Primero se analizó como una variable cuantitativa, encontrando que la
estancia media de estos pacientes era de 4,4 días con una desviación estándar
de 1,9 (rango 2-12). Este parámetro fue estudiado también como una variable
cualitativa encontrando que en 37 casos (41,1%) el tiempo de ingreso fue de 2-3
días. En 36 casos (40%) el tiempo de estancia hospitalaria fue entre 4 y 5
días. Los 17 casos restantes (18,9%) tuvieron un periodo de ingreso igual o
superior a 6 días (Tabla 2).
Tabla
2.
Distribución de los pacientes según el tiempo de hospitalización.
En relación al apartado
correspondiente al tratamiento de la fractura, el primer parámetro analizado fue
el tipo de tratamiento principal llevado a cabo. Observamos que 84 de los 90
pacientes (93,3%) recibieron un tratamiento quirúrgico, mientras que los 6
casos restantes fueron tratados de forma conservadora. Respecto al tipo de
intervención realizada, encontramos que en 77 pacientes (91,7%) se realizó una
reducción abierta de la fractura con fijación interna.
Otro parámetro estudiado fue el tipo
de implante principal utilizado para la osteosíntesis. Encontramos que los
implantes que más se emplearon fueron los tornillos, en un total de 46
pacientes (54,8%). La placa se utilizó en 20 pacientes (23,8%). La combinación
de osteosíntesis con placa más tornillos se observó en 16 pacientes (19%). Por
último, hubo 2 pacientes (2,4%) en los que se utilizaron conjuntamente
tornillos y agujas de Kirschner (Tabla 3).
Tabla
3.
Distribución de los pacientes según el tipo de implante principal utilizado
para la osteosíntesis.
En cuanto al tipo de implante
asociado-adicional de osteosíntesis, encontramos que en 58 de los 84 pacientes
(69%) sometidos a cirugía no se empleó ninguno. El tornillo transindesmal
fue el más utilizado, observándose en 18 pacientes (21,4%). En 6 casos (7,1%)
el implante empleado fue el tornillo suprasindesmal.
Hubo 2 casos en los que se utilizó un alambre haciendo un montaje a tensión en
“obenque”.
Otro parámetro analizado fue el tipo
de tratamiento asociado. En 25 casos (29,8%) se reparó el ligamento deltoideo mediante sutura. Encontramos 1 caso (1,2%) en el
que se reparó la cápsula articular. Hubo 1 caso (1,2%) en el que asociaron los
dos tipos de tratamiento.
El tiempo transcurrido desde el
ingreso en urgencias hasta la intervención fue el último de los parámetros
valorados dentro del apartado de tratamiento. Primero se analizó como una
variable cuantitativa, encontrando que la mediana en estos pacientes era de 6,7
horas (rango 1-192). Este parámetro fue estudiado también como una variable
cualitativa, encontrando que en 47 casos (56%) se intervino en las primeras 8
horas. En 19 casos (22,6%) el tiempo hasta la intervención se encontró entre 9
y 16 horas y en 4 casos (4,8%) entre 17 y 24 horas. Los 14 casos restantes
(16,7%) fueron intervenidos transcurridos más de 24 horas (Figura 8).
Figura
8.
Distribución de los pacientes según el tiempo transcurrido hasta la
intervención.
Los pacientes con menor tiempo
transcurrido hasta la intervención tuvieron menor estancia hospitalaria, dando
lugar a una correlación positiva entre las variables (p< 0,001), pero escasa
fuerza de asociación (coeficiente de correlación r= 0,3). Así mismo, se analizó
la relación entre estas dos variables agrupadas por categorías, apreciándose
que hubo una diferencia estadísticamente significativa en los días de ingreso,
precisando el grupo intervenido dentro de las primeras ocho horas menos días de
hospitalización (p= 0,024) (Figura 9).
Figura
9. Relación
entre el tiempo transcurrido hasta la intervención y el tiempo de hospitalización en los
pacientes estudiados
El apartado de postoperatorio fue el último
que se valoró. Observamos que en el conjunto de pacientes que fueron
intervenidos quirúrgicamente no apareció ninguna complicación de tipo general.
Tan sólo un paciente (1,2%) presentó alguna complicación de tipo local,
consistente en una infección superficial de la herida quirúrgica que precisó
tratamiento antibiótico y que se resolvió satisfactoriamente.
DISCUSIÓN
La media
de edad de los pacientes con fractura de tobillo estudiados es más alta que la observada
en otros estudios epidemiológicos publicados con deportistas (Badekas et al,2009; Garrido et
al.,2005; Viribay et al.,2005).
Los valores encontrados por grupos de
edad reflejan que el mayor número de fracturas se dio entre los 29 y 33 años,
seguido del grupo comprendido entre 24 y 28 años, resultados semejantes a los
observados en otras series publicadas (Garrido et al.,2005; Jiménez, 2007;
Ruiz-Caballero, 1996). Esto puede deberse al hecho de que las personas que se
encuentran entre estos grupos de edad son tanto física como económicamente más
activos y, por consiguiente, poseen un mayor riesgo de presentar este tipo de
lesiones debido a traumatismos de la vida diaria, deportivos o automovilísticos
(Crenshaw, 1995; Chapman,
1986; Rockwood y Green, 1996), unido a la existencia
de un mayor incremento de la actividad deportiva en estas edades (Garrido et
al.,2005).
En cuanto al sexo, hubo un claro
predominio del sexo masculino. Estos hallazgos coinciden con los obtenidos en
diversos estudios de la literatura nacional e internacional (Acosta, 2006; Badekas et al.,2009; Carbajal et
al.,1997; Czarnitzki et al.,1993; Chapman,
1986; Dahners, 1990; Jiménez, 2007; Lampasona, 1999; Leyva et
al.,1996; Ruiz-Caballero, 1996; Viribay et al.,2005; Zuqui et al.,1997). No obstante, Garrido et al (2005) en un
estudio de 256 pacientes con lesiones de tobillo deportivas y no deportivas
observaron que, si bien en general el sexo predominante fue el masculino,
cuando se analizó el subgrupo de lesiones no deportivas por separado había una
mayor incidencia en las mujeres. En consonancia con este resultado se
encuentran los estudios de Maestro et al. (1995), Pereira et al. (2002) y
Preciado et al. (1999).
Según algunos autores (Garrido et al.,2005; Marante et al.,2002), los
hombres deportistas se lesionan con más frecuencia que las mujeres. Estos datos
concuerdan con los de nuestro estudio, y podrían deberse a que la práctica
deportiva es mayoritariamente masculina (Viribay et
al.,2005), aunque también habría que tener en cuenta
los factores sociales que hacen que las mujeres practiquen menos deporte que
los varones.
En cuanto a la distribución de las
fracturas según el año en que sucedieron, no observamos ninguna tendencia
ascendente o decreciente en el número de fracturas a lo largo del tiempo del
estudio. Esta alternancia sucesiva más o menos regular en la frecuencia de
fracturas durante el período de estudio, queda interrumpida en el año 2002 por
un súbito descenso del número de fracturas. Hemos tratado de justificar dicho
descenso recabando información sobre la posible existencia de algún factor
medioambiental o social en el año 2002 que pudiera haber condicionado este
hecho, sin embargo, no hemos podido establecer ningún vínculo al respecto.
Encontramos que en el primer trimestre
del año (invierno), se registraron más casos de fracturas de tobillo. La
existencia de variaciones estacionales ha sido descrita por Viribay
et al. (2005), quienes realizaron un estudio sobre la prevalencia de las
lesiones deportivas en el área de urgencias y encontraron un claro aumento del
número de casos registrados en los meses de invierno frente al período estival.
Según estos autores, esta diferencia puede verse influenciada por el hecho de
que durante los meses de invierno, que coinciden con el período escolar y
laboral, la práctica de deporte es no sólo más frecuente sino también más
rutinaria, ya que forma parte tanto de las actividades programadas en los
planes de estudio oficiales y extraescolares como de los períodos de ocio o
descanso de las personas integradas en el mundo laboral.
Al igual que en nuestra serie,
Ruiz-Caballero (1996) en su estudio retrospectivo de ocho años sobre 60
pacientes deportistas con fracturas de tobillo, encuentra que el deporte más
frecuente fue el fútbol (70% de los casos). Varios estudios (Conti, 1999;
Garrido et al.,2005; Viribay
et al.,2005), muestran en sus respectivas series como el número de lesiones
producidas por el fútbol constituye el porcentaje más elevado en comparación
con el resto de los deportes. La tipología de las lesiones y su frecuencia
están muy relacionadas con las características intrínsecas de la sociedad que
estudiemos, ya que estas características condicionan sus hábitos y, estos
hábitos, sus deportes (Garrido et al.,2005).
Hubo una mayor frecuencia de fracturas
de tobillo cerradas respecto a las abiertas, que fueron minoritarias. Estos
resultados han sido igualmente apreciados por otros autores (Czarnitzki et al.,1993; Lampasona, 1999; Pereira et al.,2002; Ruiz-Caballero,
1996). Court-Brown et al. (1998) señalan que las
fracturas de tobillo abiertas son raras, representando un porcentaje del 2%,
una cifra idéntica a la observada en nuestra serie (2,2%).
Considerando las fracturas según el
número de maléolos afectados, encontramos un predominio de las fracturas unimaleolares, hallazgos que concuerdan con los encontrados
por Badekas et al. (2009) y Ruiz-Caballero (1996) en
sus respectivas series de deportistas. Sin embargo, cuando consultamos en la
literatura otros estudios sobre pacientes con fracturas de tobillo causadas por
accidentes que no son sólo deportivos (Carbajal et al.,1997; Góngora et
al.,1997; Preciado et al.,1999), observamos resultados contrarios a los de
nuestra serie, de modo que encuentran una mayor frecuencia de fracturas bimaleolares.
En cuanto al tipo de fractura según Danis-Weber, coincidimos con otras series de la literatura
consultada sobre incidencia de fracturas de tobillo, que encuentran que las más
frecuentes son las del tipo B, seguidas de los tipos C y A (Acosta, 2006;
Carbajal et al.,1997; Góngora et al.,1997; Leyva et
al.,1996; Maestro et al.,1995; Pereira et al.,2002; Preciado et al.,1999;
Ruiz-Caballero, 1996; Zuqui et al.,1997). Al
contrario que en el trabajo publicado por Hoines y Stromsoe (1999) sobre 118 pacientes con fracturas de
tobillo, en el que se observa una mayor incidencia de jóvenes en fracturas tipo
A o infrasindesmales y de mayores en las tipo B o transindesmales, en nuestro estudio no objetivamos
diferencias significativas entre el tipo de fractura según la clasificación de Danis-Weber y la edad de los pacientes.
La rotura del ligamento deltoideo fue la lesión asociada más frecuente (60,3%). Czarnitzki et al. (1993), sobre 263 casos de fracturas de
tobillo producidas por diferentes causas, encontraron que el 30% asoció una
lesión del ligamento deltoideo, una cifra que resulta
considerablemente inferior a la de nuestra serie.
Respecto al tipo de tratamiento
realizado, diferentes estudios (Acosta, 2006; Carbajal et al.,1997;
Czarnitzki et al.,1993; Ruiz-Caballero, 1996)
coinciden con nuestros resultados y muestran en sus respectivas series que el
tratamiento más utilizado fue el
quirúrgico.
Los implantes que más se emplearon fueron
los tornillos (54,8%). Esta mayor frecuencia en la utilización de tornillos
como sistema único de osteosíntesis es observada, también, en los estudios de
Jiménez (2007), Martín et al. (2008) y Ruiz-Caballero (1996).
En 25 pacientes (29,8%) se reparó el
ligamento deltoideo mediante sutura, siendo el tipo
de tratamiento adicional más utilizado. Este valor es superior al 10%
encontrado por Ruiz-Caballero (1996), aunque bastante inferior al 63% de la
serie de Góngora et al. (1997). Actualmente, la tendencia es no realizar la
sutura del ligamento deltoideo mientras se consiga
una buena reducción de la mortaja del tobillo tras hacer la osteosíntesis del
peroné (Martín et al.,2008; Maynou
et al.,1997; Ruiz-Caballero, 1996; Stromsoe et
al.,1995).
La mayoría de los pacientes (83,4%)
fueron intervenidos en las primeras 24 horas desde el ingreso, de los cuales
más de la mitad lo hicieron en las primeras 8 horas. Al contrario que en
nuestra serie, diferentes autores (Acosta, 2006; Maestro et al.,1995), muestran en sus respectivos estudios como el
porcentaje de pacientes operados antes de las 24 horas constituye un pequeño
grupo de todos los pacientes estudiados (27 y 33%, respectivamente). El
tratamiento precoz o urgente de las fracturas de tobillo es defendido por
distintos autores con el fin de evitar la aparición de complicaciones y mejorar
el resultado funcional (Alonso et al.,1992; Álvarez et
al.,1979; Beauchamp et al.,1983; John y Davlin, 1993; Maestro et al.,1995; Ruiz-Caballero, 1996).
CONCLUSIONES
Una vez
analizados los resultados obtenidos y después de todo lo expuesto en la
discusión de los mismos, podemos extraer las siguientes conclusiones:
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
1.
Acosta
P. Beneficio de la rehabilitación precoz en el tratamiento de las fracturas de
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Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte- vol. 13 - número 50 -
ISSN: 1577-0354