ORIGINAL
ACTIVACIÓN DE LOS MÚSCULOS DEL TRONCO EN EJERCICIOS DE
ESTABILIZACIÓN RAQUÍDEA
TRUNK MUSCLE ACTIVATION IN SPINE
STABILIZATION EXERCISES
Vera-Garcia, F.J.1;
Barbado, D.2; Flores-Parodi, B.3; Alonso-Roque, J.I.4
y Elvira, J.L.L.5
1 Centro de
Investigación del Deporte. Universidad Miguel Hernández de Elche. E-mail:
fvera@umh.es
2 Centro de Investigación
del Deporte. Universidad Miguel Hernández de Elche. E-mail: dbarbado@umh.es
3 Instituto de
Educación Secundaria Luís Manzanares de Torrepacheco, Murcia. E-mail:
valesmas@hotmail.com
4 Facultad de
Educación. Universidad de Murcia. E-mail: jialonso@um.es
5 Centro de
Investigación del Deporte. Universidad Miguel Hernández de Elche. E-mail:
jose.lopeze@umh.es
AGRADECIMIENTOS: Este
estudio ha sido financiado mediante un proyecto Bancaja-Universidad
Miguel Hernández de Elche (Convocatoria 2009)
Código UNESCO
/ UNESCO code: 2406.04
Biomecánica / Biomechanics
Clasificación del Consejo de Europa /
Council of Europe classification: 3. Biomecánica del deporte / Biomechanics of sport
Recibido 29 de agosto de 2011 Received August
29, 2011
Aceptado 25 de septiembre de 2012 Accepted
September 25, 2012
El objetivo del estudio fue analizar
la coactivación de los músculos del tronco durante ejercicios de estabilización
del raquis. Para ello, se registró la electromiografía de los músculos rectus,
obliquus externus y obliquus internus abdominis y erector spinae durante la
realización del puente dorsal, el puente ventral y el puente lateral derecho e izquierdo. Los niveles de activación
muscular necesarios para estabilizar el tronco durante la ejecución de los puentes fueron bajos o moderados. Los
músculos abdominales se activaron principalmente en el puente ventral y lateral,
y el erector spinae en el puente dorsal.
En los puentes laterales se activaron
todos los músculos del lado del brazo de apoyo. Por el contrario, los puentes ventral y dorsal aislaron
la activación de los músculos abdominales y lumbares, respectivamente. Estos resultados
podrían facilitar la selección de ejercicios de estabilización para el diseño de
programas de acondicionamiento de los músculos del tronco.
PALABRAS CLAVE: Estabilidad del raquis, musculatura
del tronco, electromiografía, acondicionamiento físico, salud.
The aim of this study was to analyze the trunk muscle coactivation
during spine stabilization exercises. The electromyography of rectus, obliquus externus and obliquus internus
abdominis and erector
spinae was recorded while performing the back bridge, the front bridge and the right
and left side bridge exercises. The muscular activation levels needed to
stabilize the trunk in the bridge
exercises were low or moderate. Abdominal muscles were mainly activated in the frontal and lateral bridge, and erector spinae in the back bridge. All trunk muscles from the side of the arm of support
were activated during the lateral bridges.
On the contrary, frontal and back bridges isolated the abdominal and
lumbar muscle activation, respectively. These results may facilitate the
stabilization exercise selection to design trunk muscle conditioning programs.
KEYWORDS: Spine stability, trunk muscles, electromyography,
fitness, health.
INTRODUCCIÓN
Las patologías de la columna lumbar tienen una alta prevalencia en
nuestra sociedad (Encuesta Nacional de Salud de 2006: 24.01% de la población
española mayor de 16 años) y un enorme coste sociosanitario (Gómez-Conesa y
Valbuena Moya, 2005). Entre los métodos utilizados para la prevención y el
tratamiento de este tipo de lesiones destacan actualmente los programas de
ejercicios de estabilización raquídea. El objetivo de estos ejercicios es
favorecer el aprendizaje y perfeccionamiento de patrones de coactivación
muscular para la mejora del control motor y la estabilidad de las estructuras
raquídeas (McGill, 2002; McGill, Grenier, Kavcic y
Cholewicki, 2003).
En los últimos
quince años se han diseñado numerosos ejercicios de estabilización. En general,
estos ejercicios consisten en mantener el raquis en posición neutra, es decir,
conservando las curvaturas fisiológicas, cuando es sometido a fuerzas internas
o externas que ponen a prueba su estabilidad. Así, en los puentes o “bridges” (Bjerkefors,
Ekblom, Josefsson y Thorstensson, 2010; Ekstrom, Donatelli y Carp, 2007; Kavcic, Grenier y McGill, 2004; Konrad,
Schmitz y Denner, 2001; McGill y Karpowicz, 2009; Stevens,
Bouche, Mahieu, Coorevits, Vanderstraeten y Danneels, 2006)
los participantes deben mantener diversas posturas sin apoyar la pelvis en el
suelo, en contra de la fuerza de la gravedad. En el perro de muestra o “bird dog”
y el bicho muerto o “dead bug” los participantes deben mantener
la columna en posición neutra ante las fuerzas provocadas por el movimiento de las
extremidades (Bjerkefors y cols, 2010; Ekstrom
y cols, 2007; Kavcic y cols, 2004; McGill y Karpowicz, 2009; Stevens,
Vleeming, Bouche, Mahieu, Vanderstraeten y Danneels, 2007).
Otra forma de retar la capacidad del sistema motor para estabilizar el raquis
es mediante la ejecución de movimientos o posturas sobre superficies inestables
(Imai, Kaneoka,
Okubo, Shiina, Tatsumura, Izumi y Shiraki, 2010; Lehman, Hoda y Oliver, 2005; Stevens
y cols, 2006; Vera-García,
Grenier, y McGill, 2000), como el bosu
o el fitball, o mediante la
utilización de barras oscilantes (Moreside, Vera-García y McGill, 2007;
Sánchez-Zuriaga, Vera-García, Moreside y McGill, 2009; Vera-García, Moreside,
Flores-Parodi y McGill, 2007b). Estas barras (Bodyblade®, Flexibar®, etc.) son
materiales flexibles y elásticos que al ser agitados oscilan a diferentes
frecuencias y amplitudes. La oscilación de estas barras y los movimientos
realizados al hacerlas oscilar suponen un reto importante para la capacidad del
individuo de estabilizar el raquis y la pelvis.
En Biomecánica, la selección de los
ejercicios de estabilización más adecuados para cada programa de entrenamiento se
basa fundamentalmente en criterios de eficacia y seguridad. La electromiografía
de superficie nos permite valorar la eficacia de los ejercicios de
estabilización a través del análisis de la intensidad de la activación muscular
y la coordinación de los músculos del tronco (ver por ejemplo: Ekstrom y cols, 2007; Konrad y cols, 2001;
McGill y Karpowicz,
2009; Stevens
y cols,
2006 y 2007). Diversos estudios han demostrado que la coactivación coordinada
de los músculos del tronco aumenta la rigidez de la columna y confiere
estabilidad a sus estructuras (Vera-García, Brown, Gray y McGill, 2006; Vera-García, Elvira, Brown y McGill, 2007a;
Vera-García y cols, 2007b). Por el contrario, la estabilidad se reduce si los
músculos del tronco no se activan con un patrón de coactivación adecuado (Brown,
Vera-García y McGill, 2006). Asimismo, modelos matemáticos
computerizados nos permiten evaluar la seguridad de los ejercicios mediante el
cálculo del estrés mecánico producido en la columna lumbar durante los
ejercicios (Axler y McGill, 1997; Kavcic y cols,
2004; Moreside y cols, 2007). Según el NIOSH (National
Institute for Occupational Safety and Health, 1981), fuerzas de compresión
lumbar superiores a 3400 N
suponen un riesgo importante para las estructuras vertebrales.
Partiendo de los criterios de eficacia y seguridad,
los puentes son algunos de los
ejercicios de estabilización más utilizados. Los más conocidos son el puente dorsal, en decúbito supino (Bjerkefors y cols, 2010; Ekstrom y
cols, 2007; Imai y cols, 2010; Kavcic y cols, 2004; Konrad y cols, 2001; Lehman
y cols, 2005; Stevens y cols, 2006), el puente lateral, en decúbito lateral (Ekstrom y cols, 2007;
Imai y cols, 2010; Kavcic y cols, 2004; Lehman y cols, 2005; McGill y Karpowicz, 2009), y el puente
ventral o frontal, en decúbito
prono (Ekstrom
y cols, 2007; Imai y cols, 2010; Lehman y cols, 2005; McGill y Karpowicz, 2009). Estudios biomecánicos han demostrado
que el puente dorsal y el puente lateral activan los músculos del tronco
sin ocasionar fuerzas de compresión que comprometan las estructuras del raquis
lumbar (Kavcic y cols, 2004). Sin embargo, aunque estudios electromiográficos
han analizado la participación de los músculos del tronco en el puente ventral, dorsal y/o lateral, es
necesario profundizar en el conocimiento de los patrones de coactivación
muscular generados durante la ejecución de este tipo de ejercicios.
El objetivo del estudio fue analizar la actividad
eléctrica de la musculatura abdominal y lumbar durante la realización del puente dorsal, el puente ventral y el puente lateral
derecho e izquierdo (Figura 1). De este modo, se intenta explorar la
relación entre diferentes patrones de coactivación muscular y la estabilidad de
la región lumbo-pélvica, proporcionando información útil para la prescripción
de ejercicios de estabilización raquídea.
Figura 1. PV) Puente ventral o frontal; PD) Puente
dorsal; PLD) Puente lateral derecho; PLI) Puente lateral izquierdo.
Dieciséis mujeres asintomáticas participaron
voluntariamente en este estudio (edad: 24.38 ± 4.54 años; masa: 57.74 ± 4.95
kg; altura: 1.64 ± 0.04 m). Antes del inicio de la investigación las
participantes fueron informadas de las características del estudio y firmaron
un documento de consentimiento informado aprobado por el Comité Ético de la Institución.
Todas ellas eran mujeres jóvenes habituadas a practicar ejercicios de
acondicionamiento de la musculatura del tronco. Fueron excluidas de la
investigación las participantes con historial de cirugía abdominal,
antecedentes de dolor lumbar o lesiones musculoesqueléticas, cardiovasculares o
metabólicas que contraindicaran la práctica de los ejercicios de estabilización
raquídea.
Instrumentos y registros
El registro de la actividad
electromiográfica se realizó con el electromiógrafo de superficie Muscle Tester ME6000Ò (Mega
Electronics Ltd., Kuopia, Finland). Este electromiógrafo es un microordenador
portátil de 8 canales con una conversión A/D de 14 bit, un common-mode rejection ratio de 110 dB y
un filtro de banda de 8-500 Hz. La frecuencia de muestreo se programó a 1000
Hz. Durante el registro, la señal electromiográfica (EMG) fue transferida a
través de un cable óptico a un ordenador compatible donde fue monitorizada
mediante el programa MegaWin 2.5Ò y
almacenada para su posterior análisis.
La señal EMG fue registrada en los
siguientes músculos y localizaciones: rectus abdominis (RA),
Con el objeto
de facilitar el proceso de colocación de los electrodos se realizó el marcaje
topográfico por palpación de diferentes puntos anatómicos con un lápiz dérmico
(Delagi, Perotto, Lazzeti y Morrison, 1981). Las zonas de la piel elegidas para
la colocación de los electrodos se rasuraron y limpiaron con alcohol para
reducir la impedancia. Se colocó un par de electrodos de superficie Ag-AgCl (Arbo Infant Electrodes, Tyco
Healthcare, Germany) en configuración bipolar, sobre el vientre muscular y en
sentido longitudinal de las fibras de los músculos referidos. La separación
entre electrodos (centro-centro) fue de 3 cm. Tras la colocación de los
electrodos se solicitó al sujeto la ejecución de diversos movimientos para
comprobar la correcta ubicación de los mismos y examinar la calidad de la señal
EMG. Con el objeto de aislar y proteger los electrodos en aquellos sujetos con
mayor transpiración, fue necesaria la colocación de cinta adhesiva sobre la
parte no metálica del electrodo. Así mismo se colocó una malla elástica
(ElastofixÒ S Nº7)
sobre el tronco para reducir el movimiento de los cables del electromiógrafo.
Con el objeto de obtener un valor de referencia con el
cual normalizar la EMG de los músculos
referidos, se realizaron dos series de contracciones voluntarias
isométricas máximas (MVICs) contra resistencia manual. Para los músculos abdominales, el
sujeto realizó contracciones
máximas de flexión
del tronco, flexión lateral y rotación. Para los músculos extensores, se
realizaron extensiones máximas del tronco. Cada contracción máxima fue mantenida
durante 4-5 s y se dejaron 5
min de descanso entre las series. Las MVICs fueron realizadas antes del
registro de los ejercicios de estabilización. El protocolo para la ejecución de las MVICs ha sido
descrito en estudios anteriores (Vera-García, Moreside y McGill, 2010).
Procedimiento
Las participantes realizaron los siguientes ejercicios de estabilización:
Puente
ventral (PV
en la Figura 1): El sujeto se situó
en decúbito prono, apoyando las manos y los pies sobre una camilla de registro,
con el tronco totalmente alineado con sus extremidades inferiores y la columna
en posición neutra. Las manos y los pies se colocaron con una separación
aproximada a la anchura de los hombros y las caderas, respectivamente.
Puente
dorsal (PD
en la Figura 1): El sujeto se situó
en decúbito supino, apoyando las manos y los pies sobre la camilla, con el
tronco totalmente alineado con sus extremidades inferiores y la columna en
posición neutra. Las manos se colocaron con una separación aproximada a la
anchura de los hombros y los pies juntos.
Puente
lateral derecho (PLD en la Figura 1):
El sujeto se colocó en decúbito lateral sobre el lado derecho, apoyando la mano
de ese lado directamente debajo del hombro. El pie derecho se apoyó en el suelo
por su parte externa y el pie izquierdo se situó justo delante, apoyado por su
parte interna. El sujeto mantuvo la pelvis elevada, con el tronco totalmente
alineado con sus extremidades inferiores, y con la columna en posición neutra.
Puente
lateral izquierdo (PLI en la Figura 1):
Ejercicio similar al anterior, pero ejecutado sobre el lado izquierdo.
Antes
del registro de la EMG, las participantes fueron instruidas verbal y
visualmente sobre la correcta realización de los puentes. El orden de la ejecución de los ejercicios se distribuyó
de forma aleatoria entre los sujetos para evitar que este factor condicionara
los resultados. Durante el registro de la EMG, se realizó una repetición isométrica
de 5 s de duración en cada una de las tareas. La
recuperación entre ejercicios fue de 2 min. Los ejercicios fueron
supervisados por dos investigadores experimentados,
que controlaron la correcta colocación de las participantes.
Tratamiento
de los datos
En primer lugar se realizó una
revisión de los datos EMG para eliminar posibles artefactos. A continuación, la
señal EMG fue rectificada (“full wave rectified”), suavizada mediante el
promedio de los datos cada 0.01 s (Software MegaWin 2.5Ò) y normalizada respecto a los valores EMG máximos
obtenidos durante la realización de las MVICs. Se promedió la señal EMG
normalizada de los 3 s centrales de cada uno de los músculos y tareas
analizadas.
Análisis
estadístico
Con el objeto de comparar las medias de la EMG
normalizada, se realizó un análisis de la varianza de medidas repetidas (ANOVA)
de dos factores (músculo, tarea). Cuando el ANOVA determinó la existencia de
diferencias significativas, se calculó el post hoc de Bonferroni para localizar
el origen de las mismas. La hipótesis nula fue rechazada al nivel de
significación del 95 % (p
≤ 0.05). El análisis estadístico de los datos se realizó
con el programa SPSS 18.0.
En la Tabla 1 se presentan las medias de la
señal EMG normalizada obtenidas en los músculos del tronco para cada uno de los
ejercicios. Los estadísticos descriptivos mostraron que los niveles de
activación muscular necesarios para estabilizar el tronco durante la ejecución
de los puentes fueron bajos o
moderados. Así, el OE fue el único músculo que superó el 30% MVIC durante la
ejecución de las tareas (puente lateral
derecho: 66.4% MVIC).
Tabla 1. Media y
desviación típica (entre paréntesis) de la EMG normalizada de los músculos
rectus abdominis derecho (RA), obliquus externus abdominis derecho (OE),
obliquus internus abdominis derecho (OI) y erector spinae derecho (ES) durante
la realización de los ejercicios de estabilización.
EJERCICIOS |
RA |
OE |
OI |
ES |
Puente
ventral |
26.5 (14.4) d |
36.1 (14.7) d |
26.4 (14.8) d |
8.0 (7.3) |
Puente
lateral derecho |
18.9 (9.5) |
66.4 (29.9) a,c,d |
28.3 (16.7) |
20.8 (7.4) |
Puente
lateral izquierdo |
5.7 (3.3) b |
2.6 (1.4) |
10.3 (7.2) b |
7.3 (4.4) b |
Puente
dorsal |
2.8 (1.7) |
2.1 (1.4) |
6.4 (4.2) b |
37.4 (10.8) a,b,c |
Resultado
de las comparaciones entre músculos (post hoc de Bonferroni):
a indica diferencias
significativas (p ≤ 0.05) respecto a RA.
b indica diferencias significativas (p
≤ 0.05) respecto a OE.
c indica diferencias
significativas (p ≤ 0.05) respecto a OI.
d indica diferencias
significativas (p ≤ 0.05) respecto a ES.
El análisis de la varianza mostró una
interacción significativa músculo*tarea (F = 43.304; p ≤ 0.001). Cuando se comparó entre músculos, se encontraron
diferencias en todos los ejercicios analizados (Tabla 1). En el puente ventral, la intensidad de la
activación de los músculos del abdomen fue significativamente mayor que la del
ES (p ≤ 0.006), destacando
sobre todo la obtenida en el OE (36.1 % MVIC). En el puente lateral derecho, aunque se coactivaron todos los músculos
del lado derecho, el nivel de activación también fue superior en el OE (p ≤ 0.001). Por el contrario, en
el puente lateral izquierdo, la
activación de los músculos del lado derecho del tronco fue muy baja. El OI fue
el único músculo cuya media de activación superó el 10% MVIC. Por último, en el
puente dorsal, el mayor nivel de
activación se produjo en el ES (37.4 % MVIC), alcanzando diferencias
significativas con los niveles registrados en los músculos del abdomen (p ≤ 0.001).
Como se observa en la Figura 2, los mayores
niveles de activación abdominal se produjeron en el puente ventral y en el puente
lateral derecho, aunque para los músculos oblicuos (sobre todo el EO), el puente lateral produjo mayores niveles
de activación que el puente ventral.
Por otro lado, el ES consiguió la mayor activación en el puente dorsal, seguido por el puente
lateral derecho.
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Figura 2. Comparación de la EMG
media normalizada obtenida en cada músculo entre las diferentes tareas: puente
ventral (PV), puente lateral derecho (PLD), puente lateral izquierdo (PLI) y puente
dorsal (PD). Las tareas han sido ordenadas de menor a mayor nivel de
activación. Asimismo, se presentan los resultados de las comparaciones por
pares de Bonferroni: a indica diferencias significativas (p ≤
0.05) respecto a PD; b indica diferencias significativas (p ≤
0.05) respecto a PLI; c indica diferencias significativas (p ≤
0.05) respecto a PV; d indica diferencias significativas (p ≤
0.05) respecto a PLD.
DISCUSIÓN
Los puentes
son ejercicios utilizados para el
desarrollo de patrones de coactivación muscular que facilitan el control
postural del tronco y la estabilidad raquídea (McGill, 2002). La selección de
estas tareas no siempre se realiza aplicando criterios científicos, sino en
función de la experiencia de los monitores, entrenadores o fisioterapeutas. El
objetivo de nuestro trabajo fue describir la participación de músculos
abdominales y lumbares durante la ejecución de los puentes más utilizados actualmente (ventral, dorsal y lateral)
y, de este modo, aportar información útil para el diseño de programas de ejercicios de
estabilización.
Como muestran tanto nuestros resultados
(tabla 1), como los de estudios previos (Kavcic y cols, 2004; Lehman y cols,
2005; Stevens y cols, 2006), se necesitan niveles de activación de
intensidad baja o moderada para mantener el tronco elevado y el raquis en
posición neutra durante el desarrollo de los puentes. Así, resultados de estudios que han medido la estabilidad
mecánica del raquis indican que no es necesario generar niveles de activación
elevados para estabilizar el raquis ante las fuerzas a las que es sometido en
gran parte de las acciones que se realizan diariamente (Cholewicki y McGill,
1996; Vera-García y cols, 2006, 2007a y 2007b). Por el contrario, es importante
que los músculos se activen de forma coordinada (Brown y cols, 2006; McGill y
cols, 2003), generando patrones de coactivación muscular que garanticen la
estabilidad de las estructuras vertebrales.
En este estudio, los patrones de coactivación
muscular registrados durante la realización de los puentes isométricos se caracterizaron por la activación
preferencial de aquellos músculos que contrarrestaron el peso de la parte
inferior del tronco, manteniendo la columna en posición neutral ante la fuerza
de la gravedad. Dependiendo
de la colocación del cuerpo durante los puentes
(supino, prono o lateral), el patrón de reclutamiento muscular cambió,
alterando la contribución relativa de cada músculo.
En el puente dorsal, el ES alcanzó los mayores
niveles de activación (37.4% MVIC), ya que es el único músculo de los
analizados que genera momentos de extensión del tronco. Resultados similares
han sido obtenidos en estudios previos (Ekstrom y cols, 2007; Kavcic y cols,
2004; Konrad y cols, 2001; Lehman y cols, 2005; Stevens y
cols, 2006).
En estos trabajos los niveles de activación del ES oscilaron entre el 13% MVIC
(Kavcic y
cols, 2004) y el 36.96% MVIC (Konrad y cols, 2001), en función de las
diferentes técnicas de ejecución del ejercicio y de los métodos de registro y
tratamiento de la señal EMG. A diferencia del resto de trabajos, los puentes analizados en nuestro estudio se
ejecutaron con los codos extendidos (puentes
altos), mientras que en otros trabajos el puente dorsal se realizó apoyando la cintura escapular y la planta
de los pies, con las rodillas flexionadas (Ekstrom y cols, 2007; Kavcic
y cols, 2004; Konrad y cols, 2001; Lehman y cols, 2005; Stevens
y cols, 2006).
En relación a la EMG de superficie, las diferentes técnicas de normalización
utilizadas, así como otras diferencias en el registro y tratamiento de la
señal, dificultan la comparación directa entre los niveles de activación
muscular obtenidos en los diferentes estudios (Monfort-Pañego, Vera-García,
Sánchez-Zuriaga y Sarti-Martínez, 2009).
En el puente
ventral o frontal, los músculos
abdominales se activaron (26.4-36.1% MVIC) para generar un momento flexor que permitió
mantener la pelvis elevada en contra de la gravedad. El RA es considerado el
flexor principal del tronco, ya que genera momentos de fuerza cuya dirección es
perpendicular al plano sagital (momento flexor) y su brazo de potencia es mayor
que el del resto de músculos abdominales (Kapandji, 1988). Sin embargo, en
nuestro estudio, al igual que en el estudio de Lehman y cols (2005) e Imai y cols (2010),
el OE fue el músculo que alcanzó los mayores niveles de activación. No obstante,
en los trabajos de Ekstrom
y cols (2007) y McGill y Karpowicz (2009) no se encontraron
diferencias importantes entre los músculos del abdomen.
Nuevamente, el origen en las discrepancias entre estudios puede estar en las
diferentes formas de ejecución de los ejercicios y en aspectos relacionados con
el registro y tratamiento de la señal EMG.
En
el puente lateral derecho, la postura
fue mantenida gracias a la coactivación de los músculos del lado derecho del
tronco. Por su ubicación más lateral, los músculos oblicuos, sobre todo el OE,
tienen una mayor capacidad de estabilizar el tronco en este tipo de puentes, alcanzando mayores niveles de
activación muscular (Ekstrom y cols, 2007; Imai y cols, 2010; Kavcic y cols,
2004; Lehman y cols, 2005; McGill y Karpowicz, 2009). El RA y el ES
también alcanzaron niveles de activación relativamente importantes (alrededor
del 20% MVIC). En el puente lateral
izquierdo los músculos del lado derecho del tronco apenas se activaron, ya
que de haberlo hecho habrían facilitado el descenso de la pelvis. En
los esfuerzos realizados en el plano frontal (flexión o inclinación lateral),
los músculos de los lados derecho e izquierdo del tronco participan como antagonistas
entre sí, es decir, la musculatura del lado derecho es agonista de los momentos
de flexión hacia la derecha y la musculatura del lado izquierdo es agonista de
los momentos de flexión hacia la izquierda (McGill y Karpowicz,
2009).
En este estudio sólo hemos registrado músculos del lado derecho del tronco, si
hubiéramos registrado los músculos del lado izquierdo, cabe esperar que éstos
se hubieran activado con mayor intensidad durante el puente lateral izquierdo.
Desde un punto de vista práctico, la Figura 2
permite a los profesionales de las ciencias de la actividad física, el deporte
y la salud elegir los ejercicios que activan con mayor intensidad a cada uno de
los músculos analizados. Así, el puente
ventral y el puente lateral derecho
activaron los músculos del abdomen con un nivel de intensidad apropiado para el
desarrollo de la resistencia muscular. Con relación a la musculatura erectora,
el ES se activó con mayor intensidad durante el puente dorsal, aunque también alcanzó niveles relativamente
elevados en el puente lateral derecho.
Pese a que es más conocida la función extensora del ES, sus fascículos más
laterales o alejados de la columna vertebral, también generan momentos de
flexión lateral (Hubley-Kozey, Butler y Kozey, en prensa). Tradicionalmente,
los ejercicios de flexión lateral se han utilizado para acondicionar los
músculos oblicuos, pero se ha obviado su efecto sobre el resto de músculos del
tronco, es decir, todos aquellos situados en el lado donde se produce el
movimiento.
Los ejercicios analizados en este estudio se
realizaron en el plano sagital (puentes
dorsal y ventral) o frontal (puente
lateral). Para realizar esfuerzos en el plano horizontal (de rotación) durante
la ejecución de los puentes, es
necesario elevar o mover alguno de los miembros inferiores o superiores. Así,
por ejemplo, al eliminar uno de los 4 puntos de apoyo durante un puente ventral (elevando un brazo), el
cuerpo tenderá a girar y será necesario activar la musculatura rotadora para mantener
la posición. Estudios futuros deberían analizar el reclutamiento de los
músculos del tronco durante la ejecución de puentes
con movimientos de segmentos, ya que sólo tenemos constancia de estudios que
han analizado el efecto del movimiento del miembro inferior durante la ejecución
del puente dorsal (Bjerkefors y cols, 2010; Ekstrom y cols, 2007; Kavcic y cols, 2004; Stevens y cols, 2006).
Las participantes en este estudio eran
mujeres sanas y con experiencia en la realización de ejercicios de
estabilización raquídea. Posiblemente, si la muestra hubiera estado compuesta
por personas con un bajo nivel de condición física o sin experiencia en la
realización de este tipo de ejercicios, los niveles de activación muscular hubieran
sido diferentes. Estudios futuros deberían comparar la electromiografía de
músculos del tronco durante la ejecución de puentes
en diferentes poblaciones (personas sedentarias o con dolor lumbar,
varones, etc.).
CONCLUSIONES
Los puentes generaron patrones de coactivación muscular de intensidad
baja o moderada que pueden ser utilizados para mejorar la capacidad de
estabilización del raquis y la resistencia muscular. Estos patrones se
caracterizaron por la activación preferencial de aquellos músculos cuya
activación se opone a la fuerza de la gravedad, es decir, los músculos del
abdomen en el puente ventral, los
músculos del lado del brazo de apoyo en el puente
lateral y los músculos erectores en el puente
dorsal. Esta información permitirá a los profesionales de la actividad
física, el deporte y la salud elegir los ejercicios que se adapten mejor a las
necesidades de sus deportistas.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
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(1997). Low back loads over a
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S.H.M., Vera-García, F.J. y McGill, S.M. (2006). Effects of abdominal muscle coactivation
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Referencias propias de la revista / Journal's own references: 0 (0%)
Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte- vol. 13 - número 52
- ISSN: 1577-0354