Balsalobre-Fernández,
C.; Tejero-González; C.M.; del
Campo-Vecino, J. y Alonso-Curiel, D. (2014). La exposición hipóxica
como medio para aumentar el rendimiento deportivo: ¿mito o realidad? / Hypoxic exposure as a means of increasing sporting performance: fact or fiction? Revista Internacional
de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte vol. 14 (53) pp. 183-198.
Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista53/artexposicion426.htm
REVISIÓN / REVIEW
LA EXPOSICIÓN HIPÓXICA
COMO MEDIO PARA AUMENTAR EL RENDIMIENTO DEPORTIVO: ¿MITO O REALIDAD?
HYPOXIC EXPOSURE AS A MEANS OF INCREASING SPORTING
PERFORMANCE: FACT OR FICTION?
Balsalobre-Fernández,
C.1; Tejero-González; C.M.2; del Campo-Vecino, J.3 y Alonso-Curiel,
D.4
1Entrenador personal
certificado por la National Strength and Conditioning Association. Becario del Departamento
de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana, Universidad Autónoma de
Madrid (carlos.balsalobrefernandez@uam.es)
2Universidad Autónoma
de Madrid. Departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana. Entrenador Nacional de Atletismo (www.uam.es/carlos.tejero; carlos.tejero@uam.es).
3Universidad Autónoma
de Madrid. Departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana.
Entrenador Nacional de Atletismo, Centro de Alto Rendimiento Joaquín Blume (juan.delcampo@uam.es)
4Universidad Autónoma
de Madrid. Departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana.
Entrenador Nacional de Atletismo, Centro de Alto Rendimiento Joaquín Blume (dionisio.alonso@uam.es)
Clasificación
de la UNESCO / UNESCO
classification: 3299 Otras
especialidades médicas (Fisiología del ejercicio) / Other
medical specialities (Exercise
physiology)
Clasificación
del Consejo de Europa / European Council classification: 6 Fisiología del ejercicio / Exercise
physiology.
Recibido
8 de
septiembre de 2011 Received September 8, 2011
Aceptado 6 de febrero de
2012 Accepted February 6, 2012
RESUMEN
Las crecientes
exigencias del deporte de élite han propiciado la continua investigación de
diversos métodos para aumentar el rendimiento deportivo de los deportistas. Uno
de los que más se ha hablado en los últimos años, especialmente en los deportes
de resistencia, es el entrenamiento en altitud o exposición hipóxica. No obstante, a pesar de la popularidad que ha cobrado
entre atletas y entrenadores de todo el mundo, existe una gran controversia
sobre sus supuestas bondades. De esta forma, el objetivo de esta revisión es
tratar de clarificar el papel de la exposición hipóxica en el aumento del
rendimiento deportivo, analizando las distintas metodologías, herramientas e
investigaciones al respecto. Se concluye que la exposición hipóxica carece en
la actualidad de suficientes evidencias científicas que validen su efectividad,
pues los resultados de la literatura son contradictorios.
PALABRAS
CLAVE:
entrenamiento físico y acondicionamiento, anoxemia, altitud.
ABSTRACT
The increasing demands of elite sports have led to continuing research
into various methods for improving the sporting performance of their
participants. One of the most widely discussed in the past few years,
especially in the field of endurance sports, is altitude training, or hypoxic exposure. However, despite its increasing popularity amongst athletes and
coaches worldwide, a great deal of controversy remains regarding its supposed
benefits. As such, the aim of this review was to attempt to clarify the role of
hypoxic exposure on improved sporting performance by analysing the various
methodologies, tools and research available. The key conclusion is that hypoxic
exposure currently lacks sufficient scientific evidence to validate its
efficacy as literature results tend to be contradictory.
KEYWORDS: physical training and conditioning, anoxaemia,
altitude.
INTRODUCCIÓN
Las crecientes
exigencias de rendimiento en el deporte de alta competición han fomentado el
desarrollo de múltiples métodos, modelos y herramientas con el fin de optimizar
el estado de forma de deportistas de especialidades muy diversas.
Concretamente, en el área de las disciplinas de resistencia, los parámetros
fisiológicos relacionados con el consumo máximo de oxígeno han sido ampliamente
estudiados, pues se sabe que el éste es uno de los principales condicionantes
del rendimiento deportivo (Earle y Baechle, 2007; López, 2008). Así, desde hace
varias décadas se han venido investigando diferentes métodos para aumentar el
VO2Máx de los deportistas de fondo, especialmente en el atletismo y
el ciclismo (Billat, 2002; López, 2008).
Fue a finales de la
década de los 60 del pasado siglo XX, con la celebración de los Juegos
Olímpicos en México en 1968, cuando atletas, entrenadores y demás personas
involucradas en el sistema deportivo comenzaron a preocuparse por la
preparación de los deportistas en las zonas geográficamente altas del país anfitrión,
con la intención de alcanzar el máximo rendimiento (Wilber, 2001). En estas
circunstancias, el entrenamiento en altitud comenzó a tomar protagonismo en el
deporte de élite y la comunidad científica se dedicó a analizar los efectos de
la hipoxia sobre el organismo de los
atletas, siendo los parámetros sanguíneos, como la concentración de glóbulos
rojos, su principal objeto de estudio (Levine y Stray-Gundersen, 2005; Vogt y Hoppeler, 2010).
Los posibles efectos
que tiene el entrenamiento en altitud sobre distintas variables relacionadas
con el rendimiento deportivo, especialmente con el sistema de aporte de
oxígeno, han sido estudiados y utilizados profusamente por investigadores y
deportistas (Wilber, 2001; Billat, 2002; Gore, Clark y Saunders, 2007; López,
2008; Vogt y Hoppeler,
2010).
Tradicionalmente, los
deportistas hacían estancias completas en altitud en las cuales convivían y
entrenaban. No obstante, en la década de los 90 surgió una nueva metodología de
entrenamiento en altitud, denominada “living high-training low”, o simplemente
“high-low”, que propone que los deportistas vivan en altitud pero que entrenen
en condiciones normales. Este método de entrenamiento en altitud defiende que
—pese a que vivir en altitud parece aumentar la producción de eritropoyetina
(EPO), hematocrito y hemoglobina—,
entrenar a dichos niveles hipobáricos no aumenta el rendimiento del
deportista, ya que la baja presión
parcial de oxígeno en el ambiente (FiO2) no permite alcanzar una
intensidad de entrenamiento suficiente como para conseguir las adaptaciones
deseadas (Levine y Stray-Gundersen, 2005; Wilber, 2001). Además, según Billat
(2002), el entrenamiento en altitud debería ser, al menos, un 10% menos intenso
que a nivel del mar, ya que, de lo contrarío, podría aparecer el síndrome de
sobreentrenamiento. Tanto es así, que Terrados, Mizuno y Andersen (1985)
demostraron que el consumo de oxígeno en cicloergómetro se reduce de forma
significativa en deportistas de élite a partir de 900 metros de altitud. Así,
parece bastante aceptado por la comunidad científica que las estancias
prolongadas en altitud disminuyen el rendimiento deportivo (Billat, 2002; Earle
y Baechle, 2007). Por lo tanto, el paradigma de entrenamiento “high-low” ha
sido propuesto como un medio más efectivo para aumentar el rendimiento de los
deportistas (Wilber, 2001).
Por ejemplo, Levine y
Stray-Gundersen (1997) fueron los primeros en realizar un estudio sobre la
metodología “high-low”. En dicho estudio, 26 deportistas, 13 hombres y 13
mujeres, se dividieron en dos grupos de entrenamiento diferentes, uno basado en
el método “living high-training low”, en el cual los sujetos vivían a 2500
metros y entrenaban a 1250 metros, y otro grupo de control en el que vivían y
entrenaban a nivel del mar. Tres días
después de terminar las 4 semanas en las que consistió el entrenamiento, el
grupo “high-low” presentó un incremento del 5% del hematocrito y del 9% de
hemoglobina (p<0.05), mientras que el grupo control no tuvo mejoras
significativas. Además, el grupo de entrenamiento mostró un incremento
significativo del VO2Máx y un mejor rendimiento en la carrera de 5
km, hasta 3 semanas después del entrenamiento en altitud. Lo cual muestra la
considerable estabilidad de los beneficios del entrenamiento “high-low”.
Sin embargo, las
estancias y los desplazamientos sistemáticos que conlleva esta metodología de
entrenamiento son costosos. Por ello, este hecho, unido al avance de la
tecnología, ha fomentado el desarrollo de diversos métodos que buscan simular
condiciones de altitud en condiciones normobáricas, siendo quizá las cámaras
hipobáricas las más conocidas. Así, estos dispositivos de altitud simulada
facilitan el acceso a condiciones de hipoxia sin desplazamientos continuos y
estancias fuera del lugar de residencia habitual, pudiendo incluso los
deportistas contar con uno en su propio domicilio.
De este modo, las
facilidades que ofrecen las cámaras y habitaciones hipobáricas han permitido la
utilización de una metodología de entrenamiento: la exposición intermitente a
la hipoxia (EIH), que antaño era muy difícil de realizar por problemas
logísticos. La EIH se basa en que la concentración sanguínea de EPO se eleva
tras una hipoxia de 90 a 120 minutos (Wilber, 2001; López, 2008), por lo que
exposiciones diarias de 1.5-2 horas podrían producir las adaptaciones buscadas.
La EIH tiene dos modalidades: en reposo y durante el entrenamiento. La exposición intermitente a la hipoxia en
reposo (EIHR) se fundamenta en que la hipoxia se produzca en condiciones de
reposo, independientemente del entrenamiento en condiciones normales que se
realice; mientras que en la exposición intermitente a la hipoxia durante el
entrenamiento (EIHE), la hipoxia se produce mientras el deportista está
entrenándose, algo que, como ya se ha comentado, no parece producir
adaptaciones debido a la escasa calidad del entrenamiento que se puede realizar
en estas condiciones. Estos métodos resultan controvertidos, existiendo
estudios que muestran sus beneficios (Bonetti, Hopkins, Lowe y Kilding, 2009;
Burtscher, Gatterer, Faulhaber, Gerstgrasser y Schenk 2010;
Frese y Friedmann-Bette, 2010), pero también otros que no muestran ninguna
mejora significativa en ningún parámetro relevante (Feriche et al., 2007;
Beidleman et al., 2009; Faulhaber, Gatterer, Haider, Patterson y Burtscher,
2010; Hamlin, Marshall, Hellemans y Ainslie, 2010).
A
pesar de las controversias que genera, en la actualidad la exposición hipóxica
constituye un elemento muy utilizado en el entrenamiento deportivo, y pese a
que tradicionalmente ha sido propuesto como un buen medio para aumentar el
rendimiento aeróbico (Wilber, 2001), cada vez hay más estudios que analizan sus
aplicaciones en muchas otras variables, como la fuerza (Nishimura et al.,
2010), el perfil lipídico (Minvaleev, 2011), la composición corporal en obesos
(Wiesner et al., 2010), la rigidez arterial en menopáusicas (Nishiwaki et al.,
2011), los antioxidantes (Pialoux et al. 2009a; Pialoux et al. 2009b; Pialoux
et al., 2010), o el mal de altura en aviadores (Debevec et al., 2010; Moniaga y
Griswold, 2009). Por si fuera poco, el interés por la exposición hipóxica
también ha dado lugar a investigaciones con animales (Wenjun, Xudong, Xiaogang,
Zheng y Zhenxi, 2010; Martinez-Bello et al., 2011). No obstante, a pesar del
entusiasmo por el entrenamiento en condiciones
de hipoxia, todavía estamos lejos de poder afirmar sin matices que la
exposición hipóxica, sea del tipo que sea, es beneficiosa para el rendimiento
deportivo.
Por
ello, el objetivo de este artículo es intentar esclarecer si la exposición
hipóxica mejora o no el rendimiento deportivo. Se hará con una orientación
científica y a la vez didáctica, a partir de las investigaciones más recientes
y relevantes al respecto. Para tal fin, se han establecido dos objetivos
específicos: el primero, describir los principales simuladores de altitud
citados en la literatura científica; y el segundo, presentar el estado de la
cuestión.
MÉTODO
Se
ha realizado una revisión bibliográfica de las bases de datos SPORTDiscus y
MedLine en septiembre de 2011, tratando de ofrecer una síntesis de la
utilización de la exposición hipóxica en el entrenamiento de la resistencia
cardiovascular, utilizando las siguientes palabras clave: hypoxic training, hypobaric chamber, normobaric hypoxia e intermittent hypoxia, cruzando los
resultados con training, exercise y
adaptation (physiology). No se establecieron límites por año de publicación
en la búsqueda, y los criterios de elección para la inclusión de los artículos
en esta revisión fueron los siguientes:
·
Que
el artículo tratara sobre el área de conocimiento de las ciencias de la
actividad física y del deporte.
·
Que
el artículo estuviera en el top 20 según la clasificación de relevancia en EbscoHost.
De esta forma, hemos
recopilado algunos de los resultados más relevantes de las tres últimas décadas
sobre exposición hipóxica. Si hubiésemos sido más específicos (por ejemplo,
interesándonos sólo en los estudios sobre exposición hipóxica intermitente que
muestran efectos beneficiosos en los deportistas) habríamos perdido el carácter
global y recopilatorio de esta revisión. Además, la elección tomando como
referencia la clasificación de relevancia nos ha permitido seleccionar varios
de los artículos más reconocidos de entre una lista de cientos y cientos de referencias,
las cuales, dadas las limitaciones de extensión de este trabajo, no podían
incluirse en la presente revisión.
Por
último, también se han revisado algunas de las páginas webs de las empresas más
relevantes de la industria del entrenamiento en hipoxia, como CAT, Biolaster,
Go2Altitud o Altitrainer, para poder ofrecer información actualizada sobre los
instrumentales utilizados actualmente.
RESULTADOS
Habitaciones
hipobáricas mediante nitrógeno diluido
Estos apartamentos,
creados en Finlandia al principio de década de los 90 del siglo XX, simulan una
condición hipóxica de aproximadamente 2000 a 3000 metros de altitud, pero
manteniendo una presión atmosférica similar a la del nivel del mar (≈760
mm Hg), de ahí que se denominen también apartamentos
de hipoxia normobárica (Wilber, 2001).
Para conseguirlo, se
introduce en la habitación gas comprimido al 100% de N2 a través de
unos sistemas de ventilación (en condiciones normales, el aire ambiental posee
aproximadamente un 20.9% de O2 y un 78% de N2), con lo
que se consigue reducir el porcentaje de oxígeno a un 15%, logrando la
condición de hipoxia deseada.
Las cámaras hipobáricas simulan condiciones hipobáricas de hasta 6.000
metros de altitud. Funcionan gracias a un dispositivo que extrae y filtra el O2
del aire de la cámara, y que posteriormente introduce de nuevo con la presión
parcial de oxígeno reducida al nivel que se desee. También se denominan
dispositivos hipóxicos para dormir, dada su facilidad de montaje, sin necesidad
de obra alguna, y sus reducidas dimensiones.
Dispositivos
inhaladores
Estos modernos
dispositivos dan un paso más, y permiten la inhalación de aire con bajo
porcentaje de oxígeno, según la altura que se desee simular, en cualquier lugar
y sin instalaciones. Gracias a ello, el deportista podrá exponerse a la hipoxia
en su propio domicilio, ya sea sentado en el sofá o ejercitándose en su
ergómetro.
Estado
de la cuestión: la controversia de la hipoxia
Son muchos los
estudios realizados sobre la eficacia del entrenamiento en condiciones de
exposición hipóxica (Wilber, 2001; Böning, 2002; Gore, Clark & Saunders,
2007; Bonetti & Hopkins, 2009). Hasta la fecha, se han utilizado protocolos
high-low (Levine & Stray-Gundersen, 1997; Levine & Stray-Gundersen,
2005), low-high (Mori et al, 1996; Katayama, Sato, Ishida, Mori & Miyamura,
1998; Meeuwsen et al., 2001; Hendricksen & Meeuwsen, 2003), e incluso
mixtos (Millets, Roels, Schmitt, Woorons & Richalet, 2010; (Robertson,
Saunders, Pyne, Gore, & Anson, 2010). Si bien, actualmente, la mayoría de
estudios utilizan la exposición hipóxica intermitente en reposo (Beidleman et
al., 2008, citado en Faria, 2009;).
No obstante, a pesar
de la popularidad que ha cobrado el entrenamiento en altitud (real o simulada),
lo cierto es que la disparidad en los resultados hace muy difícil el consenso
en cuanto a las metodologías a utilizar con los deportistas. Así, aunque hay
autores que sostienen que la hipoxia durante el ejercicio es perjudicial para
el rendimiento (Terrados, Mizuno y Andersen, 1985; Billat, 2002; Levine y
Stray-Gundersen, 2005), también existen estudios en los que tras protocolos
similares se muestran resultados favorables (Terrados, Melichna, Sylven, Jansson
y Kaijser, 1988; Katayama et al., 1998; Hendriksen y Meeuwsen, 2003).
Así, Meeuwsen, Hendriksen y Holwjin
(2001) realizaron un estudio con un grupo experimental y un grupo control, en
el que 8 triatletas de élite entrenaron 2 horas diarias en un cicloergómetro
situado en una cámara hipobárica simulando 2.500 metros de altitud, mientras
que otros 8 realizaron el mismo entrenamiento al nivel del mar. Después de 10
días de entrenamiento en hipoxia, el grupo experimental aumentó
significativamente su VO2max
en un 7%, así como la potencia media, la potencia total desarrollada y el pico
de potencia en el Test Anaeróbico de Wingate. Según estos datos, el
entrenamiento en hipoxia produce beneficios tanto en los sistemas aeróbico y
anaeróbico. Estas mejorías en el rendimiento anaeróbico han sido observadas por
otros autores (Aughey et al., 2005)
Sin embargo, como ya
hemos comentado, en los últimos años la exposición hipóxica intermitente en
reposo es la que más se ha investigado (Rodríguez et al., 1999; Casas et al.
2000; Villa et al, 2005; Hamlin y Hellemans, 2007; Bonetti et al., 2009;
Burtscher et al., 2010; Brugniaux et al., 2011), encontrándose resultados
dispares. Por un lado, algunos autores han
concluido que la hipoxia intermitente en reposo mejora el rendimiento de los
deportistas y ciertas variables sanguíneas, como la eritropoyesis (Bonetti, et
al., 2009; Burtscher, et al., 2010; Frese & Friedmann-Bette, 2010). Por
ejemplo, el estudio de Burtscher et al. (2010) muestra cómo después de 5
semanas de exposición hipóxica durante 2 horas, 3 veces a la semana, la
economía de carrera de corredores y corredoras
de mediofondo mejoró significativamente. Esto quiere decir que los deportistas
disminuyeron su consumo máximo de oxígeno a una intensidad submáxima dada. Por
su parte, Bonetti et al. (2009) demostraron que 60 minutos de hipoxia
intermitente (3 minutos de exposición alternados con otros de normoxia) mejora
el rendimiento de ciclistas y triatletas en un test específico en
cicloergómetro, aunque dichos incrementos volvían al valor inicial en menos de
14 días.
Por otro lado, son
muchos los autores que no han encontrado resultados beneficiosos en sus
estudios tras un periodo de exposición hipóxica intermitente (Beidleman, et
al., 2009; Faulhaber, et al., 2010; Feriche, et al., 2007; Hamlin, et al.,
2010). Por ejemplo, Trujiens et al. (2008), no obtuvieron mejoras
significativas tras un programa de exposición intermitente a la hipoxia en
reposo en su investigación. En su estudio se dividió 23
participantes en dos grupos equivalentes, uno experimental, en el que sus
integrantes descansaron en una cámara hipobárica simulando de 4.000 a 5.000
metros de altitud, y otro control, en el que los participantes descansaron en
la misma cámara, pero a nivel del mar, a modo de placebo, dado que el estudio
se realizó a doble ciego. Estos periodos de descanso duraban 3 horas diarias
para ambos grupos, 5 días a la semana durante un mes. Además, cada participante
siguió realizando su entrenamiento con normalidad, siendo mínimas las
diferencias del mismo entre los sujetos, pues todos tenían el mismo nivel de
rendimiento, e incluso entrenaban en el mismo club o con el mismo entrenador.
Así, después de las 4 semanas de exposición intermitente a la hipoxia, el grupo
experimental no mostró ninguna mejora significativa en la economía submáxima de
trabajo, medida por la frecuencia cardíaca, la concentración de ácido láctico
en sangre, la ventilación y la velocidad aeróbica máxima.
En otro estudio de
doble ciego, Faulhaber et al. (2010) no encontraron diferencias significativas
en una prueba de contrarreloj entre dos grupos de ciclistas (uno experimental y
otro control) tras 7 sesiones de exposición hipóxica intermitente, de una hora
de duración cada sesión, a una altitud simulada de 4500 metros. Resultados muy
similares encontraron Hamlin et al. (2010), con población ciclista. Muchos
otros estudios no han observado mejorías en los deportistas tras diversos
protocolos de exposición hipóxica intermitente (Hoppeler, Vogt, Weibel &
Flück, 2003; Aughey et al., 2005; Hinckson, Hopkins, Downey & Smith ; Rodríguez et al., 2007).
En definitiva, como
puede apreciarse en Tabla 1, no existe aún un consenso en la comunidad
científica sobre la idoneidad de la exposición hipóxica como medio para
aumentar el rendimiento de los deportistas.
Tabla 1. Recopilación de algunos estudios
favorables y desfavorables sobre las bondades de la exposición a la hipoxia. |
||||
Mejora del rendimiento deportivo tras exposición hipóxica |
||||
|
Estudio |
Población |
Programa EH |
Resultados* |
Estudios Favorables |
Katayama et al. (1998) |
13 adultos sanos |
4.500m. simulados, 6 días |
Mejoras en la respuesta ventilatoria |
Meeuwsen et al. (2001) |
16 atletas varones
de élite |
2.500m. simulados,
10 días |
Mejoras en pruebas
aeróbicas y anaeróbicas |
|
Hendriksen y Meeuwsen (2003) |
16 atletas varones
de élite |
2.500m. simulados,
10 días |
Mejoras en pruebas
aeróbicas y anaeróbicas |
|
Beidleman et al (2008), en Faria (2009) |
10 adultos sanos |
4.300m. simulados, 7 días no consecutivos |
Mejoras en el tiempo en realizar una prueba en cicloergómetro, |
|
Hamlin y Hellemans (2007) |
22 deportistas de distintas modalidades |
8% de O2 en aire inspirado en cámara, 5 dias/semana, 3 semanas |
Mejoras en el tiempo en correr 3km, y aumento de los reticulocitos |
|
Terrados et al. (1988) |
8 ciclistas
competitivos |
2.300m. simulados,
4días/semana, 4 semanas |
Reducciones en la
concentración de lactato, aumentos en la capilaridad, disminución de enzimas
anaeróbicas |
|
Casas et al. (2000) |
23 Montañistas de
élite |
4.000-5.500m
simulados, 9-17 sesiones |
Aumento de
hemoglobina, glóbulos rojos y reticulocitos |
|
Rodríguez et al. (1999) |
17 montañistas de élite |
4.000-5.000m simulados, 9 sesiones |
Aumento del tiempo de ejercicio en prueba de esfuerzo máximo, de
hemoglobina, reticulocitos y glóbulos rojos |
|
Villa et al. (2005) |
6 ciclistas de élite |
4.000m simulados, 3 semanas seguidas |
Aumento de la EPO |
|
Frese y Friedmann-Bette (2010) |
8 corredores de
élite |
2.000m reales, más
de 3 semanas seguidas |
Aumento de la EPO |
|
Burschter et al. (2010) |
11 mediofondistas |
15% de oxígeno en
aire inhalado, 10 semanas, 3 veces/semana |
Aumento de la
economía de carrera y del tiempo total de ejercicio en test máximo |
|
Mori et al. (1996) |
6 montañistas |
4.000-6.000m
simulados, 3 semanas, 2 sesiones/semana |
Aumento de la
producción de potencia en cicloergómetro, disminución de la producción de
lactato |
|
Estudios No Favorables |
Trujiens et al. (2008) |
13 nadadores, 10
corredores |
4.000-5.500m.
simulados, 4 semanas, 5 días/semana |
No hubo cambios en
la economía de carrera, la frecuencia cardíaca ni la velocidad aeróbica
máxima |
Rodríguez et al. (2007) |
13 nadadores, 10
corredores |
4.000-5.500m.
simulados, 4 semanas, 5 días/semana |
No hubo mejoras en
el VO2Máx, la frecuencia cardíaca ni en el rendimiento en el test
de carrera |
|
Hinckson et al. (2006) |
7 remeros de élite |
Saturación de
oxígeno del 90 al 80%, 3 semanas, todos los días |
No hubo mejoras
significativas en el tiempo en recorrer 5km ni en la potencia generada en
500m |
|
Aughey et al. (2005) |
13 atletas |
3.000m simulados,
23 días seguidos |
Se redujo el
consumo de oxígeno pico |
|
Hamlin et al.
(2010) |
9 atletas de élite |
Saturación de O2
al 80%, 10 sesiones |
No hubo mejoras
significativas en una prueba de 20km. en cicloergómetro |
|
Faulhaber et al. (2010) |
11 ciclistas |
4.500m simulados, 7
sesiones |
Se redujo la
potencia media en una prueba en cicloergómetro |
|
Beidleman et al. (2009) |
17 adultos sanos |
4.300m simulados, 7
sesiones |
No hubo mejoras en ninguna
variable de una prueba en cicloergómetro |
|
*Todas
las mejoras que se señalan son estadísticamente significativas, a niveles .05
o .001 según el estudio. |
Además, de entre los
estudios favorables a la exposición hipóxica como medio de mejora del
entrenamiento, hay algunos (Mounier et al., 2009; Hamlin, et al., 2010) que,
pese a mostrar incrementos significativos en diversos marcadores sanguíneos, no
han probado que eso se correspondiera con aumentos en el rendimiento deportivo,
lo cual es el principal objetivo del entrenamiento.
DISCUSIÓN
Y CONCLUSIONES
Como se ha podido
comprobar a lo largo del presente artículo, aún se tiene que avanzar mucho en
el conocimiento científico para poder establecer con rotundidad protocolos de
exposición hipóxica que mejoren el rendimiento de los deportistas. De momento,
existe una gran controversia en torno a la hipoxia como medio para incrementar
las capacidades físicas de los atletas, a pesar de que en los últimos años el
entrenamiento en altitud haya cobrado popularidad entre atetas y entrenadores
de todo el mundo.
No obstante, hay
ciertas características comunes en los estudios que muestran efectos favorables
de la exposición hipóxica intermitente sobre el rendimiento de los atletas. Si
bien tienen un carácter muy general, pueden servir de orientación para que el
lector o lectora se haga una idea de los posibles protocolos que pueden
resultar útiles en el entrenamiento. Los elementos comunes son los siguientes (Beidleman et al (2008), en Faria (2009) ; Bonetti et al., 2009; Burschter et al., 2010; Casas et
al., 2000; Frese y Friedmann-Bette
(2010) ; Hamlin y Hellemans (2007) ; Hamlin y Hellemans (2007) ;
Katayama et al., 1998 ; Meeuwsen et al. (2001) ; Rodríguez et al.
1999 ; Terrados et al. (1988) ; Villa et al. (2005):
Sin embargo, no todos
los estudios cuyas variables se encuentran entre dichos parámetros obtuvieron
resultados satisfactorios (Faulhaber, et al., 2010; Hamlin, et al., 2010). Es
más, en un interesante metaanálisis, Bonetti y Hopkins (2009) concluyeron que
la mejor metodología para aumentar el rendimiento deportivo de los deportistas
de élite es la “living high- training low” en medio natural, es decir, sin la
utilización de simuladores de altitud.
Estas grandes
contradicciones entre los diversos resultados encontrados en investigaciones de
todo el mundo pueden deberse a la variabilidad existente en los distintos
trabajos publicados respecto a la frecuencia y duración de la exposición, la
altitud simulada, el tipo de entrenamiento utilizado y las características de
los participantes. Del mismo modo, en la mayoría de los estudios no se describe
la intensidad ni el nivel de entrenamiento de los participantes (pues, a
nuestro juicio, hablar de élite es demasiado impreciso). Además, como indican
varios autores (Chapman, Stray-Gundersen y Levine, 1998; Chapman,
Stray-Gundersen, & Levine, 2010), las adaptaciones a la hipoxia son
individuales, existiendo, según su criterio, dos tipos de deportistas: los
“responders” y los “non-responders”, es decir, aquellos a los que la hipoxia
les ayuda a mejorar su rendimiento, y aquellos que no muestran respuestas
favorables a estos estímulos, respectivamente.
Por ello, estamos
todavía muy lejos del consenso en lo que respecta a las características del
entrenamiento en altitud simulada, siendo necesario un profundo conocimiento
del deportista y de sus respuestas a la hipoxia para decidir finalmente iniciar
un programa de exposición o no. En este sentido, Lozano (2008), afirma que para
poder obtener beneficios del entrenamiento con hipoxia, se debe diseñar un
programa individualizado a cada deportista, acorde a sus características y a
sus respuestas fisiológicas. Así, la sesión de
hipoxia debe ser considerada como una carga más a la que se somete al
deportista y, por tanto, debe formar parte de la programación y la evaluación
global de la carga de entrenamiento. El entrenador deberá estar muy atento a
las reacciones del deportista ante las sesiones de hipoxia a la hora de
programar el resto de las cargas de entrenamiento.
No obstante, las
principales empresas del sector de los simuladores de altitud se muestran muy
optimistas respecto a los beneficios de la utilización de sus dispositivos para
la exposición a la hipoxia, ya sea durante el entrenamiento o en reposo. Por un
lado, es lógico que estas empresas traten de avalar sus productos mediante
algunos estudios científicos pues, como hemos visto, efectivamente existen
autores que han encontrado resultados prometedores respecto a la altitud
simulada y el rendimiento deportivo; sin embargo, la gran disparidad de los
distintos resultados existentes en la literatura científica sobre los efectos
de la hipoxia sobre el rendimiento no nos permite compartir su entusiasmo.
Por lo tanto, creemos
que todavía queda un largo camino por recorrer en el conocimiento científico
antes de poder establecer unos criterios uniformes para planificar entrenamientos
con exposición a la hipoxia, pues, de momento, la elección de la altitud
simulada, el tipo de exposición (LHTL, EHIR, etc.), la frecuencia, la duración,
el tipo de entrenamiento realizado y demás parámetros relevantes son decisiones
controvertidas. Así, en la actualidad, la exposición hipóxica es una variable
que debe ser utilizada con cautela y sus resultados no están garantizados.
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Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte - vol. 14 - número 53 - ISSN:
1577-0354