Barbero-González, J.I. y Bores-Calle, N. (2014). Windsurf: manteniéndome a flote en el agua y en la vida / Windsurf: trying to stay afloat in water and in
life. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte vol. 14 (54) pp. 339-362. Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista54/artdequehablo467.htm
ORIGINAL
WINDSURF: MANTENIÉNDOME A FLOTE EN EL AGUA
Y EN LA VIDA
WINDSURF:
TRYING TO STAY AFLOAT IN WATER AND IN LIFE
Barbero-González, J.I.
y Bores-Calle, N.
Profesores Titulares de Universidad.
Universidad de Valladolid. España. jigna@mpc.uva.es
| nbores@mpc.uva.es
Código UNESCO / UNESCO code:
6306.99 Sociología de la Educación Física y del Deporte / Sport Sociology; 5899 Educación Física y Deportes / Physical Education and Sport
Clasificación Consejo de Europa /
Council of Europe classification: 16 Sociología del deporte / Sport Sociology
Recibido 1 de diciembre de 2011 Received December 1, 2011
Aceptado 24 de enero de 2013 Accepted January 24, 2013
RESUMEN
Desde una óptica
biográfico-narrativa, este artículo gira en torno a Moisés, un profesional del
campo de la Actividad Física Educativa, Recreativa y Deportiva (AFERD) que, a
pesar de sus limitadas habilidades natatorias, ha dedicado buena parte de su
vida al windsurf. Los objetivos se ciñen, primero, a reconstruir su trayectoria
vital en relación con la natación y el windsurf y, segundo, a interpretar su
biografía a partir del contexto y condicionantes sociales en que se desarrolla.
Metodológicamente hemos utilizado, entre otros, la entrevistas narrativa, la semi-estructurada y el relato autobiográfico por encargo.
Tras desglosar la biografía de Moisés se argumenta y concluye una mejor
comprensión a partir de ciertos conceptos (habitus, identidad deportiva y
espacio-cultura-estilo-de-vida distintivo) que permiten relacionar lo
‘personal’ con lo ‘social’. Moisés asume todo lo que aquí se dice y, además,
nos ha sugerido el título del artículo.
PALABRAS
CLAVE: Relatos
de vida, habitus, identidad deportiva, distinción,
natación, torpeza, windsurf.
ABSTRACT
From a biographical
narrative perspective, this paper focuses on Moses, a professional of the field
of Physical Activity in Education, Leisure and Sports (AFERD) who, despite his
very limited swimming skills, has devoted much of his life to windsurfing. The
two objectives are: first, the reconstruction of Moses’ biography in relation
to swimming and windsurfing and, second, the interpretation of such biography
taking into account its context and conditions of existence. Methods used,
among others, are: narrative interviews, semi-structured interviews and
assigned autobiographical essays. Having analysed Moses’ biography, it’s argued
that it is best understood by using some concepts (habitus, athletic identity and distinctive
space-culture-and-life-style) that allows us to relate the ‘personal’ to the
‘social’. Moses accepts our explanations and, furthermore, he suggests the
paper’s title.
KEY WORDS: Life stories, habitus,
athletic identity, distinction, swimming, clumsiness, windsurf.
1.-
INTRODUCCIÓN
Estadísticamente todo se explica; personalmente todo se
complica. (Pennac, 2007: 11)
Para situar al
lector, este escrito es un ejercicio de investigación
biográfico-narrativa en educación (Bolívar et al., 2001) en el que todos
sus protagonistas son docentes de Educación Física (EF).
Aunque este tipo de
estudios no son los más habituales en el campo de la AFERD en España, no puede
decirse que sea un terreno desconocido (véanse, Sillvennoinen,
1994; Devís y Sparkes,
2001; Sparkes y Smith, 2001; Brown, 2003; Pascual,
2003; Sparkes, 2003; Barbero, 2006; Sparkes y Devís, 2007; Martínez,
2005; Pulido, Bores y Moreno, 2009). La
literatura y el cine nos ha dejado también interesantes relatos (auto)biográficos (i.e., Delibes, 1992, Murakami,
2010).
Por nuestra parte, en
el marco de una investigación sobre narrativas (auto)biográficas,
nos hemos encontrado con algunas un tanto peculiares, caracterizadas por su
rareza, que hemos registrado bajo la categoría sublimación-y-compensación.
Aunque en la
tradición psicoanalítica dichos términos remiten a densos conceptos, para
nosotros es un mero epígrafe bajo el que agrupamos los relatos de personas que
afirman haber dedicado buena parte de sus esfuerzos a tareas que no se les
daban bien o para las que estaban poco dotadas. Además, a pesar de la
ascendencia psicológica del epígrafe, nuestro trabajo se enmarca más bien en el
espacio de la imaginación sociológica
(Wright Mills, 2000) que trata de interrelacionar biografía, historia y
contexto.
Desde esta óptica, el
presente escrito se centra en Moisés (pseudónimo elegido por el protagonista),
doctor en Ciencias de
2.- DE
LAS PREGUNTAS-PROBLEMA A LOS OBJETIVOS
Aunque suene a
tópico, iniciamos esta investigación (casi) totalmente ‘en blanco’, con
muy pocas ideas previas al respecto, dudando incluso si había algún asunto que
mereciera ser estudiado.
Retrospectivamente,
podemos decir que esta indagación es fruto, por un lado, de la mera curiosidad
ante una narrativa ‘rara’ y, por otro, de la disposición a colaborar de un
protagonista al que nos unen lazos que vienen de antiguo.
En esta tesitura, las
preguntas del primer momento eran amplias e indefinidas: ¿realmente no sabe
nadar?, ¿tiene miedo al agua?, ¿la
dedicación al windsurf ha sido una fiebre pasajera o duradera?, ¿qué le ha
llevado a dedicarse a lo que no sabe?, ¿es todo pura apariencia?, ¿cuáles han
sido sus experiencias en el medio acuático a lo largo de su vida?...
Este tipo de
interrogantes constituían el bagaje con el que afrontamos la primera entrevista
formal de la investigación. A poco de iniciar el proceso nos pareció que sí
había materia de estudio y fuimos perfilando unos objetivos más precisos de los
que, teniendo en cuenta los límites del presente escrito, hemos escogido estos
dos:
3.-
METODOLOGÍA
En una investigación
cualitativa, la necesidad de prestar atención a las consideraciones éticas
es muy importante porque se pueden
causar serios problemas al investigador y a quienes son investigados (Eisner, 1998: 256). Por ello, aunque nuestro
interlocutor no planteaba ninguna objeción si finalmente este u otros textos lo
hacían reconocible, para evitar la posibilidad de que al hacer público asuntos
privados resultase de algún modo perjudicado, hemos utilizado distintas
técnicas de ocultamiento que no desvelamos porque dejarían de cumplir su
función.
En el mismo sentido,
hemos contado con el consentimiento relativamente informado de Moisés puesto
que, como también explica Eisner (1988: 249), más
allá de los temas generales, los investigadores no podemos informar al
principio de gran cosa ya que no sabemos de antemano lo que va a surgir de la
indagación ni cuáles pueden ser los efectos de su publicación.
Durante unos 18 meses, dejando a un lado conversaciones informales, las técnicas de investigación que hemos utilizado
han sido:
a) En relación con nuestro
protagonista:
- El primer encuentro formal consistió
en una entrevista narrativa de dos
horas de duración donde, tras una breve puesta en situación
(recordatorio del tema general de la investigación y del plan de la reunión),
formulamos la pregunta generadora:
¿puedes contarnos tu trayectoria vital en relación con el ‘agua’ (natación, vela,
windsurf, ríos, piscinas, pantanos, mar…)? La reunión transcurrió de
acuerdo con las pautas básicas de este método (ver, por ejemplo, Apple, 2005; Flick, 2007: 111-118): nuestro interlocutor desarrolló su cuento con gran autonomía,
siguiendo un orden cronológico, y apoyándose de cuando en cuando en algún
chascarrillo. Durante esta entrevista narrativa, que no es un diálogo informal
ni una encuesta abierta, los investigadores intervinimos mínimamente al final
para aclarar ciertas cuestiones.
- En la segunda reunión llevamos a
cabo una entrevista semiestructurada
de otras dos horas de duración. A
diferencia de la anterior, intentamos que ésta fuese, como dice Valles
(2002: 54), un interrogatorio cualificado aunque, obviamente, nada coactivo. Los
ítems del cuestionario provenían del análisis de contenido de la
entrevista narrativa.
- Cinco relatos autobiográficos en
torno a temas propuestos por los investigadores a partir de las lagunas
detectadas en la información recogida. Moisés los tituló así: «Tengo una fuerte identidad deportiva»,
«Siempre he odiado meterme en la piscina», «No hay (ha habido) empeño por
compensar carencia alguna. Todo ha sido por casualidad (por un cúmulo de
casualidades)», «De pueblo, de secano y windsurfista». Su extensión varió
entre las 1000 palabras del más corto y las 3000 del más largo. Como es sabido,
la utilización como fuente de información del relato biográfico por encargo,
por concurso e, incluso, remunerado viene de lejos. A modo de ilustración, para
realizar «The
London survey of the poor» de 1936, dice Plummer
(1989: 107), se pidió a las amas de casa que escribieran sus experiencias;
igualmente, desde la entrada en escena del método biográfico (ver, por ejemplo,
Pujadas, 1992), con el estudio sobre campesinado
polaco de Thomas y Znanieki son muchos los
miembros de la Escuela de Chicago que utilizaron esta técnica.
- Envío de tres borradores de la
reconstrucción de su trayectoria vital que Moisés siempre nos devolvió con
algún comentario.
- Finalmente, una entrevista abierta a
partir del penúltimo borrador de este escrito.
b) Con otros informantes:
- Una entrevista semi-estructurada con Martín, compañero de aventuras de Moisés dentro y
fuera del windsurf. Su guión buscaba triangular (Denzin, 1970: 297-313) los puntos nucleares de la
información recogiendo datos a partir de voces
diferentes (Pérez, 1994: 81).
- Envío por correo electrónico del
borrador del escrito a cuatro amigos de Moisés, a quien conocen muy bien. Sus
comentarios fueron debatidos telefónicamente.
Concluimos este
proceso en el momento en que consideramos que habíamos alcanzado un grado de saturación teórica tal que ya se nos había dicho todo lo que se nos podía
decir.
En fin, la escritura
de este texto no ha constituido ‘la tarea final’ sino que ha ido paralela al
proceso de investigación, como un método
más de descubrimiento y de análisis (Richardson, 2000: 923)
4.-
MEDIA VIDA HACIENDO WINDSURF
En este apartado
desglosamos (objetivo a.) la trayectoria vital de Moisés en torno al windsurf,
la natación y la piscina.
4.1.-
PRESENTACIÓN DE NUESTRO PROTAGONISTA
Ayer por la tarde mi mujer estaba convenciendo a mi hijo
pequeño para ir a pasar la tarde a la piscina. Estábamos todos tranquilos en
casa y no quería ir. Llamaron a un amigo de clase… y se fueron todos, también
mi hija mayor… Mientras se preparaban, iban diciendo: “Nos vamos a la piscina,
¿alguien más quiere venir?” Saben que no voy a ir, pero la broma la hacen. (14/XI/2010)
Hace mucho tiempo que
conocemos a Moisés. En distintas ocasiones, aprovechando las charlas nocturnas
en los congresos del área de conocimiento, ya habíamos bromeado sobre el
contraste entre algunas de sus ocupaciones y sus aptitudes para ellas.
Moisés nació a
mediados de los sesenta (siglo XX) en un pueblo del centro-sur de España en el
seno de una familia numerosa cuyos ajustados medios de vida provenían de la
agricultura y de la ganadería.
Recién cumplidos los
11 años, sus padres le enviaron a un internado religioso de la capital de
provincia. En esta pequeña ciudad permaneció hasta finalizar COU, cursando la
segunda etapa de EGB y BUP en distintos centros, regidos todos por órdenes
religiosas.
En su entorno rural
de origen no había ningún río; en la capital se inauguró la primera piscina cubierta
cuando se encontraba en COU.
Con 17 años, en el
último año de su formación preuniversitaria, tomó la decisión de estudiar la
carrera de EF e inició una compleja relación con el medio acuático: no sabía nadar y la primera prueba de
acceso a los INEFs, normalmente de carácter
eliminatorio, consistía precisamente en mostrar un mínimo dominio de ciertas
habilidades natatorias.
4.2.-
UNA IDENTIDAD DEPORTIVA
Moisés afirma hoy
(1/XI/2010) que, a pesar de sus esfuerzos de los últimos años en la dirección opuesta –como el adulto arrepentido que trata de
borrar los tatuajes de su juventud– es portador
de una identidad deportiva muy fuerte. Retornando a dicha época, el hecho
de que a los 17 años optase por la carrera de EF sugiere que nuestro
protagonista ‘era’ ya un deportista.
La explicación
académica del concepto de identidad
deportiva (Sparkes, Brown y Partington,
2010; Devís y Sparkes,
2001) la expresa coloquialmente Moisés: no
he sido nada ni nadie en el mundo del
deporte, mis éxitos no han sobrepasado los límites provinciales…, pero me gustaba hacer deporte y vivía rodeado de una aureola de prestigio
deportivo; los demás (familiares, amigos, conocidos, profesores…) me veían como una persona deportista (1/XI/2010).
Entre los 11 y 17
años vivió, ya se ha dicho, internado en distintos colegios religiosos donde,
como era tradicional, se podía (u obligaba a) practicar algún deporte. Como
jugaba mal al fútbol, acabó de portero y, afirma Moisés (15/X/2010), un día, por casualidad, hice dos paradas
y, a partir de ahí, los capitanes me empezaron a elegir para el equipo y tú aceptas porque quieres jugar y ser alguien.
Se inicia así una
trayectoria en la que, a pesar de ser un
mal portero, fue ascendiendo de un equipo a otro (sus cambios de internado
están relacionados con las facilidades que le daban para jugar en clubes
federados externos) hasta que, con 17 años, alcanzó su cima cuando fichó por un
equipo local de tercera división.
En esta época
practicó también balonmano, kárate, yudo... En este último, asegura, disfrutó
muchísimo, llegando a ser campeón regional porque, sin ser técnicamente bueno, era un buen competidor.
Estas reiteraciones
en torno a sus escasas cualidades nos llevan a preguntarle: ¿has sido bueno en algo?
Nunca… Lo mío… siempre he sido un tío peleón, porque
técnicamente…, tampoco me han enseñado nunca… En yudo era técnicamente
horroroso, un peleas, rudo y peleón… En kárate… lo mismo, un peleas… Creo que
se marchaban acojonaos los contrarios… Me pasa en la vida… (15/X/2010)
En fin, a sus 17
años, Moisés mostraba una predisposición muy favorable hacia el deporte, y la
aureola y cultura deportivas que iluminaban su personalidad le indujeron a
tomar la decisión, lógica de acuerdo con su trayectoria, de estudiar la carrera
de EF. Dicha decisión, nos comenta al leer el borrador de ese texto,
retroalimentó su identidad deportiva:
Efectivamente esta aureola de deportista me animó a
realizar estos estudios, pero el hecho de decir que iba a hacer estos estudios
me daba una nueva aureola de prestigio como deportista. Lo que la gente tenía
en la cabeza (incluido yo) es que para hacer INEF había que ser un poco Rambo y siempre que lo comentabas te decían que el fulanito
que era una máquina no había pasado y fulanito que era campeón de no sé qué
también se había quedado fuera. En definitiva, intentarlo y decir que lo ibas a
intentar ya te daba un prestigio de máquina deportiva. Aprobarlo debía ser la
leche, pensaba yo.
4.3.-
LA OBLIGACIÓN DE APRENDER A NADAR
Al concluir el Bachillerato,
los internos del colegio religioso debían optar entre ser postulantes o ‘marchantes’.
Moisés no tiene vocación religiosa y se instala en un piso con otros cinco
amigos. Entre sus ocupaciones, además de estudiar COU, es portero suplente (no
jugó un solo partido en toda la temporada) de un equipo de fútbol de tercera
división del que recibe una pequeña remuneración.
COU es un año de
decisiones trascendentes y poco a poco se va fraguando en Moisés la decisión de
encaminarse hacia los estudios universitarios de EF, donde, para acceder, ha de
superar un examen de dominio, más bien deportivo, del medio acuático.
Como no sabe nadar,
se inscribe en los cursos de la flamante primera piscina cubierta de la
capital. Allí van tres de los compañeros de piso y todos progresan menos él,
precisamente el que más lo necesita y el
que animó a los otros a ir.
Concluye el primer
curso de natación, se inscribe en el segundo y sigue tragando agua inútilmente mientras observa que las señoras mayores y las chicas, nada
deportistas, aprenden con una facilidad pasmosa. Su progreso es muy
limitado y la experiencia no le resulta muy placentera:
La verdad es que tengo recuerdos amargos de mis inicios
en la piscina intentando aprender a nadar. Afirmo rotundamente que nunca
hubiera hecho tantos esfuerzos si no hubiera sido por la obligatoriedad de
aprender a nadar para las pruebas físicas de la entrada al INEF. En el primer
curso que hice… hubiera abandonado el primer día y, por supuesto, nunca me
hubiera apuntado al segundo...
Se juntaba mi torpeza o dificultad para flotar,
desplazarme y respirar, lo frío que me quedaba, la sensación de cansancio
inútil, lo mareado o desubicado que quedaba el resto del día después de entrar
en la piscina, la sensación de ineptitud, las bromas de los monitores… y otras
sensaciones desagradables que no han hecho del agua una actividad atractiva
para mí. (14/XI/2010)
Para acceder a un
INEF, los candidatos habían de mostrar que poseían determinados ‘capitales’. En
esta época, de todo el bagaje cultural de Moisés, el capital más decisivo
resultó ser su torpeza en el dominio del medio acuático.
4.4.-
LAS PRUEBAS DE ACCESO AL INEF
Moisés necesitó siete
años para conseguir una plaza en un INEF. Durante ese tiempo, estos centros se
multiplicaron y nuestro protagonista viajó por toda España hasta que, por fin,
se vio en la lista de admitidos de uno de ellos, situado en una ciudad costera.
Creo que éste es un apartado fundamental de mi vida.
Siete años haciendo prácticamente vida de deportista de alto rendimiento, pero
para preparar las pruebas. Sabía que la natación era la clave, pero sólo iba en
verano a la piscina, y pocos días. Era un suplicio… hasta en el propio verano…:
después de entrenar 3 ó 4 horas por la mañana con 30
y muchos grados, me costaba entrar en el agua. (8/4/2011)
Las pruebas de acceso
al INEF tienen, al menos, dos lecturas. La aséptico–descriptiva diría que
constan de n pruebas que miden
determinadas capacidades físicas y algunas habilidades específicas de carácter
deportivo. Si se superan, cada una se puntúa de acuerdo con un baremo
preestablecido que traslada las marcas obtenidas a una escala de cero a diez.
La media de todas ellas se combina o no, según los casos, con la nota de
selectividad para establecer el orden definitivo de los alumnos aspirantes.
Otra lectura más
simbólica diría que las pruebas de acceso están ahí para hacer pública la
siguiente advertencia: “Recinto exclusivo
para deportistas”. En otras palabras, su poder selectivo no reside tanto en
el orden que establece entre las personas con identidad deportiva que las
realizan sino en la capacidad de reducir, a priori, el número de pretendientes.
Las pruebas de acceso
fueron durante mucho tiempo el obstáculo principal de la carrera y a menudo se consideraba
que, “una vez dentro, lo más difícil estaba hecho”.
Moisés usa las dos
manos para contar sus intentos. Salvo en natación, siempre iba muy bien
preparado, con la excepción de la última vez, precisamente cuando las superó.
En la primera oportunidad, en la que, junto a otros compañeros, había
contratado a un profesor para que les diseñase un plan de entrenamiento,
devolvió en la piscina y tuvieron que sacarlo del agua. Y así, un año tras
otro, cada vez haciéndolo mejor, sin ningún nulo, pero siempre con un cero en
natación. (15/10/2010)
Finalmente, la diosa Fortuna le echó una mano. Tenía casi
urdida con un amigo su sustitución en la piscina, pero no fue necesario llegar
a tanto. Con carácter experimental, el INEF al que se presentaba modificó ese
año el baremo de la prueba de dominio del medio acuático reduciendo su
puntuación a “Apto” o “No Apto”. En esta tesitura, Moisés no tenía que competir
con nadie ni preocuparse de su marca; lo único que debía hacer era no ahogarse y llegar al final dentro del
holgado margen de tiempo establecido.
No sin esfuerzo
obtuvo el Apto y, tras superar con facilidad el resto de las pruebas, pensó,
como decíamos arriba, ya está todo hecho.
4.5.-
WINDSURF EN EL PANTANO, LOS INICIOS
Su primer e intensivo
contacto con el windsurf tuvo lugar un verano de mediados de los 80, durante
los 7 años de intentos fallidos de acceso al INEF, cuando se ganaba la vida
trabajando como monitor del único gimnasio privado de una importante población
de la provincia, enclavada a poca distancia de un pantano.
En esta época, dice
Moisés (20/04/2011), ser windsurfista,
máxime en el interior, era una aventura sólo al alcance de unos cuantos ricos y
un poco esnobs, entre ellos, los hacendados de la comarca y algunos
representantes en la zona de las empresas de distribución de bienes y
servicios, varones adultos aunque jóvenes, con los medios económicos para
comprar los grandes tablones y velas de entonces, cuyo precio podía rondar el
medio millón de pesetas, y el coche para transportarlos desde las capitales de
provincia cercanas. Estas personas, no más de una docena, habían realizado sus
cursos de iniciación en Tarifa y venían al pantano a aprovechar el viento
vespertino que se generaba por la diferencia de temperatura entre el interior y
la costa.
Uno de éstos, soltero-mayor-y-rico, alumno del
gimnasio donde Moisés ejercía de monitor y,
recién dejado por su novia, le utilizó para ocupar su tiempo libre dándole clases de windsurf y prestándole
todo el instrumental.
Moisés evoca hoy
(20/04/2011) esta iniciación al windsurf como una actividad perfecta para él: primero, practicar una actividad
acuática nueva (que, por tanto, era lógico que ‘no dominase’) y distintiva, que
se realizaba con chaleco salvavidas y donde, además, no era preciso demostrar
saber nadar, le permitía reafirmar la identidad deportiva que la voz pública
local le asignaba; segundo, Moisés estaba
entonces físicamente como un roble, por
lo que podía subir y bajar a la tabla
cientos de veces, y aguantar todo el viento del mundo; y, tercero, aprendía
mucho más rápidamente que los demás, personas que, al fin y al cabo, no eran
deportistas ni monitores de gimnasio ni aspirantes de INEF.
Por precaución,
Moisés tendía a practicar con la brisa de mediodía, evitando el viento fuerte
de la tarde. Un día que no vino su amigo soltero-mayor-y-rico,
Moisés tomó los aparejos, se introdujo en el agua y, poco a poco, cayéndose y
volviéndose a montar sobre el artilugio, se fue alejando de la orilla hasta
que, a altas horas de la noche y tiritando de frío, alcanzó el lado opuesto del
pantano, donde finalmente también acabó llegando la guardia civil y una
ambulancia que, al parecer, llevaban tiempo buscándole.
¡Menos mal que tenía la precaución de llevar chaleco! Ese
día, de lo contario, ¡me hubiera ahogado 16 veces mínimo!, aunque creo que uno
sólo puede ahogarse una vez. (20/04/2011)
Al acabar aquel
verano Moisés se olvidó de las tablas y las velas hasta el punto de que no
recuerda haber hecho nunca un comentario
a nadie de que supiera hacer windsurf. Durante el invierno siguió
reafirmando su identidad deportiva con el INEF en la cabeza: su amigo soltero-mayor-y-rico le enseñó a esquiar
en las montañas cuyas cuencas vierten sus aguas al embalse que se vislumbra a
lo lejos.
4.6.- SE
CONVIERTE EN MONITOR DE WINDSURF Y VUELVE AL PANTANO
Años más tarde, a
punto de finalizar 2º de carrera y poco antes de las vacaciones de verano, dos
compañeros de su promoción decidieron no realizar un curso de windsurf que ya
habían abonado. Por la mitad del precio inicial, Moisés y otro amigo se
ofrecieron a sustituirlos.
El curso lo dirigía
un Licenciado en EF, egresado del INEF y funcionario de
- … ¡Hostia!, no nos iréis a mandar hacer a nosotros (del
INEF)…
- ¡Hombre!, a vosotros no…
Así empezó un curso
en el que nunca se quitó el chaleco
salvavidas; en el que tuvo la suerte del
campeón (una vez se me alejó la tabla,
pasaba por allí el director en su zódiac y, como si
tal cosa, le dije: ‘anda, acércame’);
en el que su condición física, su identidad deportiva, su edad (mayor que la de
los asistentes y monitores) y su procedencia (INEF) le permitieron gozar de un
cierto estatus diferencial; en el que, concluida la quincena, el jefe, su
pareja de mus de todos los días, le ofreció un puesto monitor para el turno
siguiente. Así lo recuerda Moisés:
Estaba en la gloria. Había aprendido a manejar aquellos
tablones enormes que una vez que cogías un poco el truco era imposible caerse.
¡Qué más quería un tipo como yo: una actividad acuática en la que no había que
tocar el agua!
(20/04/2011)
En el segundo turno,
Moisés se encontró con Oscar, un alumno del INEF de una promoción anterior con
el que pronto hizo buenas migas. Oscar, al contario que Moisés, no era torpe y se
especializó en vela ligera. Al verano siguiente, los tres “Inefos” repitieron como monitores, uno
de windsurf, otro de barcos de vela y el tercero de piragua. Y Moisés seguía en
la gloria: actividad física, naturaleza, mejorando (relativamente) su dominio
de las tablas y ganando un poco de dinero
de cara al último curso de la carrera.
Parece que buena
parte de sus ilusiones y proyectos de fin de carrera tenían que ver con el
windsurf: lo primero que hicimos,
habla en plural, fue comprarnos una tabla
moderna… y volver al pantano.
Sucedió que un
profesor del INEF estaba realizando un proyecto de investigación cuyo trabajo
de campo lo llevaban a cabo, a cambio de un estipendio, alumnos de último año o
recién egresados. Moisés era uno de ellos y consiguió que le adjudicasen la
comarca próxima al embalse donde, con esa tabla, pasó el verano en una tienda de campaña. Los fines de semana se
acercaban Sara (hoy su mujer), Oscar, algunos amigos y compañeros de estudios y
los radicales de la capital (a éstos
nos referiremos más adelante).
Fue como una lotería. La verdad es que fueron momentos de
ilusión. Me pasaba gran parte del día sentado en una roca del pantano esperando
que saliera el viento norte (que es frío) para meterme en el agua, pero no era
capaz de entrar en todo el día ni siquiera a refrescarme. (20/04/2011)
4.7.-
TODO GIRA ALREDEDOR DEL WINDSURF
Acabado el verano,
con su título de Licenciado en EF bajo el brazo, consigue una plaza de profesor
interino de Secundaria en un pueblo costero donde prolonga su vida de
estudiante, ahora con dinero y tabla encima del coche:
Lo primero que hice fue buscar una tienda de windsurf,
hacerme amigo del dueño y de algunos windsurfistas. Me pasaba el día en la tienda
hablando con la gente y contando historias. Cuando había condiciones me iba a
navegar con ellos. Casi siempre llevaba la tabla encima del coche y al volver
del instituto siempre me pasaba por todas las playas posibles buscando el
viento.
(20/04/2011)
El bienestar
económico permite la sofisticación y el paladar de Moisés empieza a saber de
sutilezas: como en la mesa, cierto tipo de olas se saborean mejor con
determinadas tablas y velas. Aprovecha los fines de semana, los puentes y las
vacaciones para viajar por la península Ibérica a los sitios donde todo
windsurfista debe ir y, afirma, descubre
lugares paradisíacos.
El curso académico
está llegando a su fin, el periodo de profesor interino concluye y, ante la
proximidad del estío, Moisés y Oscar hacen provisiones de velas y tablas con el
fin de montar una escuela de windsurf donde siempre estuvo el principio, en el
pantano. Para trasladar los artilugios necesitan un vehículo grande, y Moisés
cambia su coche nuevo por una furgoneta vieja. Durante el verano, Moisés aprobó
las oposiciones de Secundaria y ganó algún dinero con la escuela. Dinero que
invirtió en la ruta que realizó en septiembre, antes del inicio del nuevo
curso, y que iba a terminar en Tarifa,
Lo principal que saqué del accidente y de su rescate es
que la tabla es un seguro de vida. Mientras la tengas al lado no hay problema.
Siempre flota y te puedes agarrar a ella. (30/04/2011)
Durante la convalecencia todo eran planes para navegar. Sara, hoy su mujer,
profesora también de EF en Secundaria, avivaba la llama desde su destino en una
ciudad costera y, a la primavera siguiente, siete meses después de la lesión,
utilizando una tobillera especial, Moisés volvía al mar e iniciaba un periodo
de ferviente dedicación en los que, evitando nadar o meterse al agua en los
tiempos de espera del viento, ha navegado en condiciones para él extremas, por
lugares cada vez más peligrosos, procurando que no se le escapase la tabla:
Y por ahí he pasado ratos muy malos… yo he soñado muchas
veces que se me va la tabla y no la pillo… soy incapaz de nadar deprisa, de
aguantar… (20/04/2011)
En estos años, Moisés
obtiene una plaza como profesor universitario y corrige muchos de los trabajos
de sus alumnos en la mesa de la furgoneta mientras espera la llegada del
viento. Sumido en la vorágine windsurfista, un día de ventisca y nieve de
finales de los años noventa, Moisés y Martín se dirigen al pantano con la idea
de dar una vuelta y salir antes de morir.
En la furgo
se iban diciendo:
¡Navegar nevando, somos unos radicales! (5/V/2011)
4.8.-
PAULATINO ALEJAMIENTO
Una década más tarde,
Moisés ha abandonado el club que pusieron en marcha en el pantano donde
llegaron a organizar pruebas de carácter nacional, hace años que no se sube a
una tabla y ni siquiera sabe qué ha sido del mástil.
Sus dos hijos, que
tomaron los primeros biberones en la furgoneta mientras sus padres esperaban la
llegada del viento, son ahora preadolescentes y practican otros deportes –a los
que también ha empezado a dedicarse (como entrenador o directivo) su padre–.
Dice que Sara lo dejó
antes que él; que los niños…; que ya no se siente muy bien en ese ambiente,
salvo con un grupo reducido de amigos; que ha perdido la ilusión; que planifican
el verano evitando los lugares de windsurf; y, en fin, que el alejamiento ha
sido una liberación:
Lo cierto es que ya no me considero windsurfista y,
aunque constantemente me van reclamando a las filas, me siento muy a gusto sin
depender de esa actividad para organizar las tardes, los fines de semana y las
vacaciones.
Es como una especie de liberación que ha dado paso a
otras actividades, también deportivas, que antes no podíamos hacer. (5/V/2011)
4.9.-
SU LEJANA-PROXIMIDAD DE LA PISCINA
Cuando Moisés se
inscribió en su primer curso de natación, inició una complicada relación con la
piscina que se ha mantenido a lo largo del tiempo.
Sus limitados
progresos en el agua, el malestar físico (dolor de oídos, frío) y los
reiterados fracasos en las pruebas de acceso convirtieron la piscina en un
espacio de tortura y vergüenza a evitar. Se forjó así un rechazo que todavía
persiste.
La concepción
recreativa del profesor de natación del INEF le permitió superar la asignatura
con relativa facilidad, sin recuerdos desagradables y sin necesidad de recurrir
a complicadas estrategias de evitación.
Sus reflejos y natural queja al director del campamento
de windsurf (¿a nosotros, del Inef, nos vas a hacer nadar…?), le salvaron del público
ridículo. Los campamentos de windsurf le sirvieron para convalidar (es decir,
evitar) una parte de los contenidos de otras asignaturas del INEF relacionadas
también con el agua.
Cuando Moisés se
convirtió en profesor-experto-y-padre, no se alejó de la piscina sino que, en contra
de lo esperado, se acercó mucho más aunque, podríamos decir, sin llegar a
tocarla: él, que no se mete ni en el yacusi, ha sido ‘monitor’ de
actividades acuáticas para ancianos; ha desarrollado cursos de verano; ha
acompañado a la piscina a sus hijos, nadadores los dos, pagando la entrada como
un practicante más para quedarse observándolos desde la grada; se ha casado con
Sara, quien hizo la maestría de la carrera en natación; finalmente, lleva un
tiempo grabando en vídeo las clases de natación de unos niños discapacitados
para estudiar cómo aprenden.
En todas estas
actividades próximas a la piscina se topa a menudo con amigos y conocidos de
sus primeros cursos de natación, entre ellos sus antiguos monitores, quienes,
mediante bromas (¡no nos vacíes la
piscina!), refuerzan la unión entre presente y pasado.
4.10.-
SÍNTESIS: SEGÚN MOISÉS, TODO HA SIDO UN
CÚMULO DE «CASUALIDADES»
El azar, dice nuestro
protagonista, es el responsable de la carencia
de porteros en sus años jóvenes. Interno en distintos colegios religiosos y
pésimo jugador de fútbol, se puso un día bajo los palos y, tras realizar por
casualidad dos paradas, inició una carrera en la que, siempre de suplente
–porque era malo–, llegó a jugar contra una selección alemana y a fichar por un
equipo con pretensiones de ascenso a Segunda División.
En este espacio
futbolístico, continúa, el azar hizo que oyera hablar del INEF y conociera a
algún jugador que estaba preparando las pruebas de acceso. Casual fue también que,
durante los siete años de intentos fallidos, un verano conociese en el gimnasio
a su alumno-amigo soltero-mayor-y-rico que
le introdujo en el windsurf. Y, no me
digáis que no es casualidad, escribe (23/XI/2010),
…que a alguien se le iluminara la mente y eliminasen la
puntuación de la prueba de natación en el INEF… Eso sí es una casualidad.
Alguien lo preparó todo para mí.
Como azaroso fue que,
ya en el INEF, dos compañeros de promoción decidieran no asistir a un curso de
windsurf ya abonado y se lo revendiesen a mitad de precio y que, una vez allí,
hiciese buenas migas con el director del curso, quien posteriormente le propuso
seguir como monitor.
Al azar se debe
también que terminase la carrera en junio y que, gracias a una conversación
casual, se apuntase en la lista de
interinos de Secundaría para el siguiente curso y acabase en un instituto
situado en una zona costera donde, otra casualidad, al estar implantándose
También creo que aprobé por un cúmulo de casualidades. No
tuve suerte en los temas... No tenía temario ni había estudiado. Fui con un
temario prestado a la oposición. Era la famosa encerrona. No me sabía ninguno
de los tres temas que saqué en las bolas y elegí uno “difuso”. Debía ser algo
así como “Actividad física, ocio y tiempo libre” y me dije: “Malo será que no
sepa decir nada de esto después de dos asignaturas con este nombre en la
carrera”. Me fui a la sala donde preparabas el tema durante dos horas y cuando
abrí el temario me di cuenta de que eran todo definiciones y clasificaciones...
Llevaba unos 20 minutos desesperado sin saber si irme, intentarlo, suicidarme…
cuando apareció el presidente del tribunal a decirme que qué tal lo llevaba… y
me comentó que el anterior se había ido a los 15 minutos. Yo era el último de
la mañana y que si acababa antes se lo dijera que así se iban antes. Fue un
fogonazo. Le dije: “Ya lo tengo. Ahora mismo lo hago si quiere”. (…) Te dejaban
un guión. Yo rompí lo que había hecho y puse en medio
folio:
1.- Introducción. 2.- Desarrollo. 3.- Conclusiones
Ese papel lo revisaba el tribunal. Lo miraron, se miraron
y empecé a hablar. No sé exactamente de qué, pero hablé mucho y con mucha
seguridad, pero con humildad.
(¿De qué hablé?
Gracias a los cursos recibidos,) llegué a
tener un aceptable bagaje de
conocimientos de la reforma, principalmente de su nomenclatura…
Al mes de aprobar la oposición, di un curso para
profesores en mi ciudad de destino y un tipo… me preguntó si le conocía. Yo, ni
puta idea… Me dijo que era el presidente de mi tribunal… En un aparte me
comentó mi caso como una curiosidad que no podía reprimirse. Me comentó que los
otros miembros le escribían notitas durante mi exposición… Me las trajo por la
tarde y eran…: “¿De qué cojones habla este tío?” Me contó que mi caso se
debatía casi todos los días... Al final de cada mañana se preguntaban que qué
hacían con el tipejo ése al que no entendieron nada. Se decían que si era
verdad lo que había contado era la hostia y que, si era mentira, también era la
hostia… Por tanto, merecía la pena que entrara en la profesión por la puerta
grande…
(23/XI/2010)
Casualidad ve Moisés
en el hecho de que, tras aprobar la oposición, su primer centro de destino
fuese la ciudad más próxima a su pantano del alma donde, más a más, estuvo
interina varios años quien hoy es su mujer.
La fortuna tuvo
igualmente mucho que ver en la obtención de su plaza de profesor universitario,
tanto en el momento en el que surgió la oportunidad como en el hecho de que
otras personas no optasen por ella.
En fin, si hay una
cosa que Moisés no atribuye a la casualidad, ésa es su supervivencia en el mar
cada vez que las olas lo lanzaron al agua. Aquí el discurso incide en agarrarse a la tabla y aguantar, en
acercarse poco a poco a la orilla, aunque sea a una distancia considerable del
punto de origen.
5.-
BIOGRAFÍA Y CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO
En este apartado,
para detectar (objetivo b) si la explicación ‘personal’ y un tanto mágica de los
motivos que llevan a nuestro inútil nadador a dedicarse al windsurf y arriesgar
su vida en el agua tienen una causalidad social, vamos a considerar sus
condiciones materiales y culturales de existencia.
5.1.-
CONTEXTO FAMILIAR
Recurriendo a Boltansky (1975) y a Bourdieu (1988: 170), creemos que la forma de ser de Moisés, sus
predisposiciones, gustos e inversiones son consecuencia del habitus, es decir, de una
estructura interna, estructurada a lo largo del proceso de
socialización/subjetivación en el marco vital familiar y social, que orienta o
delimita las condiciones de posibilidad de la acción de los sujetos.
Desde esta óptica, no
podemos menospreciar la influencia del contexto en el que Moisés vivió sus
primeros años: una familia muy numerosa con escasos recursos económicos,
asentada en un pequeño núcleo rural interior, en la que el objetivo principal
de los padres, que habían sufrido la escasez de los tiempos más duros del
franquismo, era legar a sus hijos un futuro mejor que el suyo.
Para salir adelante,
los padres inculcaron a sus hijos una ética del trabajo y del esfuerzo, que
implicaba, por ejemplo, que los hijos tenían que trabajar durante sus
vacaciones estudiantiles de verano, a no ser que tuviesen una alternativa de
peso (por ejemplo, un curso, mejor si es remunerado, importante para tu
formación).
Otra vía era enviar a
los hijos e hijas a colegios religiosos (estamos todavía en la época en que las
provincias pobres del interior de España compiten entre sí mediante los
termómetros de vocaciones) en los que, además de asegurarse una formación
fiable y barata, existía la posibilidad de que continuasen hasta tomar los
hábitos. Éste ha sido el camino seguido por alguno de los hermanos de Moisés,
incluso en iglesias consideradas más estrictas que la católica.
Por tanto, el
espíritu de esfuerzo y constancia que refleja la trayectoria vital de Moisés
hunde sus raíces en el nicho familiar. Como las hunde su gusto por la
naturaleza (sus diez primeros años de vida en un pueblo de baja montaña, donde tanto
las actividades lúdicas como las productivas, agricultura y ganadería,
conllevan un gran contacto con la naturaleza) y su inexperiencia en el medio
acuático (la ausencia de río hace del baño un evento extraordinario).
5.2.-
IDENTIDAD DEPORTIVA
Al valorar los
sucesivos intentos de acceso al INEF, Moisés afirma:
Era duro, pero no me planteaba otra cosa diferente. No
veía otra alternativa posible.
Este comentario
refleja el aludido etos de lucha ante la adversidad y
agrega un nuevo ingrediente, su identidad
deportiva que no le permitía vislumbrar otras opciones.
Obviamente, no
entendemos la identidad (deportiva) como un yo
estable y transcendente ajeno a la realidad social del sujeto sino, más bien al
contrario, como la manifestación contextualiza de un yo construido a lo largo del tiempo. A este respecto, aunque el habitus
constituye un buen soporte teórico para la comprensión del proceso de formación
y sentido de la identidad deportiva, muchas de las explicaciones de Moisés
conducen hacia el interaccionismo
simbólico, en el que, como diría Goffman (1959),
las relaciones con el grupo condicionan el modo en que un sujeto tiende a
verse, comportarse y valorarse.
Retornemos a los inicios
e imaginémonos al niño que llega a un colegio religioso donde no conoce a
nadie, donde es obligatorio llenar con
deporte el tiempo libre y, donde tras ganarse un puesto de portero de
fútbol,
…a los 15 días estaba integrado en la clase con los demás
y tenía mis amigos como todo el mundo. (23/XI/2010)
Durante seis años, su
tránsito por tres internados religiosos estuvo relacionado con las facilidades
que ofrecían los centros para entrenar y jugar al fútbol con equipos ‘externos’
necesitados de guardametas, fuesen clubes federados o equipos de aficionados
adultos o (semi)profesionales liderados por personas
cuyo crédito moral bastaba para que el colegio religioso autorizase las salidas
del interno.
El fútbol fue, sin
lugar a dudas, la ocupación ‘voluntaria’
a la que dedicó más tiempo y energías. Pero el fútbol, como cualquier otro
deporte, no se reduce a la mera práctica motriz; es un espacio social
específico caracterizado por una cierta homogeneidad discursiva que cristaliza
en particulares narrativas de la forma de ser y de ver el presente y el futuro. Y Moisés, parafraseando a Goffman (1959), se vio a sí mismo investido con la aureola
de deportista:
…entre los familiares, amigos, compañeros de clase,
profesores…, una de las cosas que hace de mí una persona con identidad
deportiva es que los demás me ven como una persona deportista. (1/XI/2010)
Al narrar su futuro, nuestro sujeto de 17
años no alcanzaba a ver otra posibilidad que el INEF e inició un periodo de
siete años de dura lucha en los que el entrenamiento para las pruebas de
acceso, la práctica de distintos deportes (natación, judo, kárate, windsurf,
esquí) y su trabajo como monitor en el
primer gimnasio de la provincia reafirmaron su identidad deportiva,
marcándole un camino que no podía abandonar: durante esos años se matriculó en
una diplomatura universitaria y no concluyó el tercer y último curso por si, al
terminar, le entraba la tentación de dedicarse a otra cosa.
Algunos de sus
compañeros de windsurf, describen a Moisés como una persona muy competitiva (Martin, 15/IV/2011). Este rasgo no es
sino el etos de esfuerzo y constancia ante la
adversidad que ha sido reconstruido por el dispositivo deportivo donde, como es
sabido, se lleva muy mal perder incluso
cuando se juega a las canicas.
En cierta medida, el
Moisés windsurfista que hemos descrito parece actuar como un competitivo «superman» que no
se arredra ante el riesgo que conlleva el particular dominio (deportivo) de la
naturaleza que implica el windsurf. En torno a la lucha con las olas, síntesis
del agua y del viento, las subculturas del surf–windsurf–y–kitesurf
crearon un imaginario de realización personal, libertad y rebeldía:
Pero lo que más me
gustaba, lo que realmente me enganchó al windsurf era la sensación que
proporciona la combinación de los distintos elementos: agua, viento y
velocidad. Era la libertad en estado puro, como si fueras una parte del
engranaje que hacía funcionar la máquina, la comunión total con la naturaleza. (Auger, 2003)
No es éste el lugar para
analizar la función económica que, en la producción de bienes y servicios de
este delimitado espacio social, desempeña dicha filosofía. Sin embargo, sí es
útil para comprender el carácter distintivo
que tenía el windsurf en España, más aún en
5.3.-
LAS CONDICIONES PARA EL DESPLIEGUE DE UN DISTINTIVO ESTILO DE VIDA
Según Moisés, cuando
él se inicia en el windsurf, era una práctica muy minoritaria que realizaban
fundamentalmente algunos vástagos de familias bien y otros tantos jóvenes–adultos–solteros–y–ricos. Entre
estos últimos se encuentra su alumno del gimnasio, quien también le enseñó a
esquiar; entre los primeros, cabe recordar a los radicales que acudían los fines de semana al pantano.
Los radicales eran la avanzadilla militante de un nuevo
deporte-estilo-de-vida-identidad-y-subcultura. La denominación no es neutral;
muchas son las connotaciones del calificativo ‘radical’ aplicado al windsurf: técnicas arriesgadas, material
avanzado, dedicación exclusiva, forma de ser y estilo de vida. Los tres amigos
radicales de Moisés eran niños bien
de la capital. Dos de ellos, al concluir sus carreras de ingeniería
informática, se presentaron a las oposiciones de secundaría en Andalucía para
tener las olas de Tarifa a tiro de piedra. Las sacaron y allí siguen. El
tercero, economista, heredó la empresa de su padre, abandonó el windsurf y se
convirtió, dicen los otros, en un pringao.
Estamos en una época
en la que el windsurf, que fue aceptado en el club de los deportes olímpicos en
1984, todavía no se ha democratizado.
Veinte años más tarde, Parals (2003) explica las dos
claves para una democratización que se
acerca: el diseño de las tablas más cortas y con más manga que, al permitir
una navegación más relajada,
facilitan la práctica de las personas corrientes; y el precio, más asequible, de unos 1.000 euros. Teniendo en
cuenta que algunas personas están validando cuestionarios para conocer el
interés hacia el windsurf de los escolares de Primaria y Secundaria (Blasco,
López y Mengual, 2010), podríamos pensar que,
efectivamente, esta práctica deportiva se ha democratizado en las dos últimas décadas.
El incremento del
número de practicantes conlleva disparidad de vinculaciones y grados de
compromiso. A este respecto, Moisés formó parte durante varios años del núcleo duro de propagandistas que,
mediante su equipamiento, consumo y costumbres, difundieron la identidad (sub)cultural que
personificaban (Wheaton, 2000). Tan pronto como dispuso de algún dinero, nuestro
protagonista se compró y preparó una furgoneta y, como los radicales que se
fueron a vivir cerca de Tarifa, se recorrió con otros amigos y sus furgonetas
las playas de la península Ibérica y del norte de Marruecos a la búsqueda del
viento que moviese las olas, pasando las horas sentado en las rocas con el ceño
fruncido ante la quietud de las nubes, pendiente del parte meteorológico,
trasladándose el mismo día de un sitio a otro... Como explica la mencionada
autora,
…en mis investigaciones sobre windsurf… los participantes
describían la actividad “como un estilo de vida” más que como un deporte. Era
obvio que dicho particular “estilo de vida” desempeñaba un papel central en el
significado y experiencia del windsurf. Los participantes buscaban un estilo de
vida distintivo, a menudo alternativo, que les proporcionaba una particular y
exclusiva “identidad” social. (Wheaton, 2004: 4)
El windsurf es la
encarnación de un estilo de vida distintivo que requiere, al menos, de dos
capitales: el económico que, afirman Dant y Wheaton (2007), todavía excluye a
aquellos sin un sueldo razonable y, quizás más importante, el físico-corporal, que al diluirse la
separación entre marinero y nave ha de guardar cierta proporción con el riesgo
que se asume.
Moisés, una persona
de extracción social humilde, luchadora, con una fuerte identidad deportiva y
amante de la naturaleza, encontró en el windsurf un estilo de vida distintivo
en la que se glorifica el dominio de los elementos (olas y viento) y los
capitales físicos de juventud, fortaleza y riesgo. Como él mismo explica,
…me gustaba la vida que había alrededor de ello…, incluso
puede haber habido momentos que hasta me ha gustado entrar en el agua…, pero
había motivaciones externas, de prestigio, de distinción… Podríamos decir que he hecho windsurf a pesar del agua. (8/4/11)
Dentro de dichas
motivaciones de prestigio y distinción hay que contabilizar el valor añadido
que proporcionaba el club de windsurf creado en torno al pantano, en el que
estaban involucrados algunos de los hacendados de la comarca, y donde Moisés
desempañaba un papel estelar.
5.4.-
LAS CAUSAS DE UN ABANDONO PAULATINO
Moisés dice ‘abandono paulatino’ para indicar que no sabe (no quiere saber) cómo ha sido
ni por qué. El resultado es que ahora se siente ‘liberado’. Un modo un tanto paradójico de calificar su estado de
ánimo, cuando su implicación en el windsurf fue totalmente voluntaria y jamás
antes aludió a ningún tipo de coerción u obligación.
Para tratar de
entender dicho alejamiento y el individual sentimiento de liberación debemos
mirar también a sus condicionamientos sociales.
El detonante, indican
distintas fuentes, fue un conflicto en el club. En el proceso, Moisés se alejó
de unas personas y continúa manteniendo una estrecha relación con otras. Podría
pensarse que estos desplazamientos obedecieron en última instancia al concreto
motivo del conflicto. Sin embargo, creemos que no es así: mientras que el nexo
de unión con unos se circunscribía al windsurf, los lazos con los otros eran
diferentes (trayectorias comunes previas, compañeros de estudios, profesores,
comprensión del fenómeno deportivo…). En otras palabras, Moisés se ha
distanciado de quienes se relacionó porque coincidió
con ellos en una isla desierta y no le quedó otro remedio.
El atractivo de la
isla desierta era el carácter distintivo de su práctica-identidad-subcultura.
Sin embargo, a estas alturas de la vida, Moisés no tiene gran necesidad de
dicha asignación porque goza de otras fuentes de estatus y tiene otras
prioridades.
Además, el windsurf
es un deporte muy exigente en los ámbitos físico y técnico. Al alejarse del
club y del pantano, Moisés dejó de entrenar y sus ‘capitales físico y técnico’ disminuyeron, haciendo más difícil un
retorno cada vez más esporádico.
Finalmente, en el
contexto familiar, sus hijos practican deportes ajenos al windsurf y participan
en competiciones de relativo nivel dentro de su categoría. Esto no sería
posible sin la dedicación de los padres, y Moisés continúa reforzando y
reconstruyendo su identidad deportiva implicándose a fondo en las ocupaciones y
carreras deportivas de sus hijos.
Desde esta óptica, el
abandono del windsurf, si no cambian las circunstancias, es irreversible.
6.-
CONCLUSIONES
Mientras redactábamos
el apartado de su trayectoria vital en torno al windsurf, remitimos a Moisés
tres borradores parciales que siempre nos devolvió con algún tipo de
matización.
Al contrario, el
apartado dedicado a la contextualización socio-histórica de su biografía sólo
se lo mostramos al final, con el borrador definitivo de este artículo.
Dudábamos si asumiría las causalidades sociales expuestas y si daría por buena
nuestra argumentación a partir de los conceptos de habitus, identidad deportiva y espacio-cultura-estilo-de-vida distintivo.
A este respecto, en
la entrevista final, insistió en estos puntos:
Primero, el escrito
le pareció bien tanto en lo global como en el detalle asumiendo, en los
términos expresados, que su ‘individual y
casual’ trayectoria está orientada por una lógica forjada en el contexto
económico-social-y-cultural en que ha vivido.
Segundo, Moisés puso
sobre el tapete un asunto que para él tenía especial interés y que nosotros no
hemos abordado. (Lo cual, dicho sea entre paréntesis, ilustra la apertura y
ausencia de ideas previas con que se inició este trabajo y la disparidad entre
los intereses de los participantes en un estudio de estas características.)
Moisés pensaba que la investigación iba a centrarse en el modo en que su
torpeza y sufrimientos, su condición de sujeto
frágil (Varela y Álvarez-Uría, 1989) en el medio acuático, su desposesión
de un capital tan significativo en el campo de
Esta preocupación
–que acordamos desarrollar en un trabajo futuro– remite a uno de los puntos
nucleares del campo de la AFERD y la formulamos así: los profesionales de
Tercero, Moisés
considera que su relación con el windsurf es en buena medida una alegoría de su
vida, en la que se ve jugando con la idea de ser diferente e innovador
sin olvidar guardar bien la ropa,
esto es, afronta olas difíciles pero siempre con chaleco y dejando pasar las más grandes para no
arriesgar el pellejo más de lo necesario. Y añade, Sara y yo éramos una familia
radical (nos casamos sin ceremonias ni celebraciones, criamos a nuestros
hijos de forma un tanto atípica: en la
furgoneta, ajenos a los tópicos de la crianza…), pero también fuimos los primeros en formar una familia.
Además, durante ese tiempo, nunca perdió de vista la otra realidad, donde
consiguió una plaza de profesor universitario o realizó su tesis doctoral. De alguna manera, concluye, éramos los tradicionales entre los
radicales y los radicales entre los tradicionales.
Por último, al hablar
del posible título, le propusimos: “De
qué hablo cuando hablo de nadar” –inspirado en Murakami
(2010)–. Él nos respondió: “de mantenerme
a flote en la vida y en el agua”.
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