Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte - vol. 8 - número 31 - septiembre 2008 - ISSN: 1577-0354
Tejero González, C.M.; Ibañez Cano, A. y Pérez
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CULTURA DE
PAZ Y NO VIOLENCIA. LA DEFENSA PERSONAL COMO PROPUESTA EDUCATIVA
CULTURE OF PEACE AND NON-VIOLENCE. SELF-DEFENSE AS A
PEDAGOGIC PROPOSAL
Tejero González, C. M.*; Ibañez Cano, A.** y Pérez
Alonso, A.***
*Universidad
Autónoma de Madrid y Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma de
Madrid. Profesor asociado de universidad y Profesor de Educación Física en IES.
carlos.tejero@uam.es (www.uam.es/carlos.tejero)
**Consejería
de Educación de la Comunidad Autónoma de Madrid. Profesor de Educación Física
en IES y experto en artes marciales.
***
Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma de Madrid. Profesor de
Educación Física en IES.
Clasificación de la UNESCO: 5899 Otras (Educación Física Escolar)
Recibido: 15 de febrero de 2008
Aceptado: 25 marzo de 2008
AGRADECIMIENTOS: A los profesores Dr.
RESUMEN
Este artículo resume una experiencia educativa en la
que participan tres profesores de educación física, cuatrocientos sesenta y
cinco alumnos de enseñanza secundaria y dos expertos invitados, a la vez que se
triangulan datos y reflexiones con el máximo rigor cualitativo. Como conclusión
principal, se sostiene que la defensa personal, contenido hasta ahora no
vinculado explícitamente al currículo escolar, merece un espacio dentro de la
asignatura de educación física en función de su valor pedagógico; en este
sentido y con el objeto de garantizar un proceso educativo edificante y basado
en un principio de no agresión, los autores sugieren que una unidad didáctica
de defensa personal debe fundamentarse sustancialmente en actividades de
escapes, derribos y luxaciones, evitando la enseñanza de golpeos.
PALABRAS
CLAVE: educación física, defensa personal, metodología cualitativa.
ABSTRACT
This paper
summarizes a pedagogic experience where three physical education teachers, four
hundred and sixty five secondary education students and two guest experts
contribute to it, and where data and opinions are contrasted with the most
qualitative rigor. As main conclusion, it’s supported that self-defense,
knowledge not explicitly linked to school curriculum, deserves to be included
in physical education subject according to its pedagogic value; in
this sense and in order to guarantee an edifying educational process based on a
not aggression axiom, the authors suggest that the self-defense teaching
has mainly to deal with escapes, knocks down and luxations, avoiding
the scrimmages showing.
KEYWORDS: physical
education, self-defense, qualitative methodology.
INTRODUCCIÓN
No siempre es fácil para una determinada comunidad
científica delimitar sus ámbitos de investigación, desarrollo y competencia; de
hecho, se puede afirmar sin miedo a equivocarnos que tal aspiración es un
indicador de buena ciencia, o si se prefiere, de ciencia madura y consolidada
con reconocimiento por el resto de disciplinas. En ello están las ciencias que
hemos quedado en denominar, más o menos en consenso bien avenido, de la actividad física y el deporte (Agencia
Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, s. f.), donde, junto con la gestión
deportiva, la salud, el entrenamiento y el ocio y la recreación, se ubica la educación
física. Es en este gran ámbito de la educación
física escolar, que adjetivamos con el apócope de gran no sólo con la intención de referirnos a su amplitud de
conocimientos sino también para explicitar el valor que para nosotros representa, en el que centraremos nuestro
estudio. Abordaremos un problema de
conocimiento que, si bien puede considerarse en cierto modo de naturaleza epistemológica, surge de la inquietud
por innovar y del deseo de mejorar la práctica docente, encontrando para
nuestras clases actividades atractivas y oportunas desde una perspectiva
educativa. La cuestión a la que nos referimos es la siguiente: ¿tiene la defensa personal suficiente valor
pedagógico como para ganarse un espacio dentro del currículo de educación
física?
Llegados a este punto, la respuesta
pasa necesariamente por dos cuestiones previas: analizar qué establece al
respecto la legislación educativa vigente y delimitar qué es y qué no es defensa personal.
En virtud del lugar y momento en el
que se ha desarrollado nuestra actuación, el marco legislativo queda referido
necesariamente a
Al respecto de qué son y qué no son
las técnicas defensivas, nuestra posición es clara y decidida: la defensa
personal es por antonomasia lo contrario a un sistema violento de técnicas de
combate cuerpo a cuerpo que en todos los casos y sin excepción, se fundamenta
en principios como el respeto al prójimo, la disuasión de la agresión, e
impedir que se hiera sin herir. Además, conviene saber que la defensa personal
es un saber derivado de diferentes
artes marciales, como por ejemplo: jiu jitsu (Galán, 1998; Kirby, 2001), judo
(Milloy, 2000), aikido (Nagashima, 1978; Makijama, 1993), gung fu (Lee, 1992),
hapkido (Shaw, 1998), karate (Lorden, 2003) y taekwondo (Mitchell, 1996; Hornsey, 2002).
Lo que debe interpretarse como algo positivo en virtud de que la defensa
personal pretende recoger las mejores influencias de cada disciplina
(Gummerson, 1993). En cualquier caso, el análisis de los manuales u obras que
nos hablan de defensa personal desde una perspectiva holística e integradora
(Arpin, 1974; Fernández, 2002; Hoffer, 2004; Nalda, 1989; Petrov, 1977; Rahn,
1999; Sauvy, 1987), las visitas a los gimnasios que practican esta actividad y
el repaso de los contenidos propuestos por
Pese a lo anterior, nuestro
desconcierto surge al observar que si bien es cierto que el judo disfruta de un envidiable apoyo por
parte de la comunidad educativa (Castarnelas y Molina, 2002; Tamayo, 2003;
Thabot, 1999), no ocurre lo mismo con la defensa personal, donde por omisión no
se ha tenido en cuenta la plausible bondad
de ésta y su probable aportación al currículo escolar en general y al
currículo de la educación física en particular. Circunstancia que no se produce
como es de esperar cuando se trata de la formación académica de profesionales
vinculados a la seguridad; por ejemplo, policías (Benito y Georgiev, 2005;
Coque, 2005; Fernández y Tejedor, 1998; Hombre, 2006) y guardias civiles
(González y Veleiro, 2004).
Es por tanto nuestro objetivo
dilucidar si la defensa personal tiene suficiente valor educativo como para
elevarla al rango de contenido curricular de educación física escolar, o si por
el contrario no disfruta de los elementos pedagógicos necesarios para tal
inclusión.
METODOLOGÍA
Participantes
y contexto
La investigación que aquí exponemos se
llevó a cabo en el Instituto de Enseñanza Secundaria Duque de Rivas (Madrid,
España), centro escolar que a juicio de los autores, de acuerdo a su
experiencia, se ubica en un entorno social y cultural medio, donde la actuación
docente no está sometida a conductas de alta disrupción o conflictividad por
parte del alumnado. La muestra, formada por 465 participantes de ambos sexos en
similar porcentaje y con edades comprendidas entre los 13 y los 18 años, se
configuró con alumnos de enseñanza secundaria obligatoria (cinco grupos de segundo
curso, seis de tercero y cinco de cuarto) y alumnos del tercer ciclo de
secundaria (dos grupos de primero de bachillerato).
Principios
metodológicos
Con el objeto de armonizar por un lado
el avance de conocimiento y por otro la mejora de la práctica, y siendo
conscientes de que a este estudio le seguirán otros, decidimos abordar esta
experiencia educativa desde principios metodológicos cualitativos, cercanos a
la investigación-acción, asegurando el componente reflexivo necesario para pensar qué son las ciencias de la
actividad física y cuál debe ser el campo de competencia de la educación física
escolar. A la vez que enlazamos la reflexión con actuaciones prácticas en aras
de analizar el verdadero impacto psicopedagógico de la defensa personal en el
contexto escolar. Bajo esta convicción, orientamos nuestra actuación siguiendo la voz de otros autores
especialmente influyentes en este trabajo: Blández (1996, 1999), Carr y Kemmis
(1988), Delorme (1986), Elliot (1993, 2000), Fraile (2004), Hernández (2004),
Kemmis y McTaggart (1988), Latorre (2003) y Torres (1990).
Temporalización
En una primera fase que se extendió
desde diciembre de 2006 a marzo de 2007 y previa actualización y profundización
de nuestros conocimientos sobre técnicas defensivas, los autores de este
trabajo —profesores de educación física en IES—, elaboramos una unidad
didáctica de defensa personal adaptada a las clases de educación física para la
etapa de enseñanza secundaria. Unidad didáctica diseñada con nueve sesiones de
clase y con actividades de enseñanza referidas a contenidos exclusivos de
defensa personal. Posteriormente, desde abril a junio de 2007, analizamos las
diferentes sesiones de la unidad didáctica. Para ello y de acuerdo a un plan de
actuación docente y a un calendario de reuniones semanales, impartimos defensa
personal en nuestras clases de educación física a la vez que reflexionamos
individual, conjunta y sistemáticamente sobre los aspectos técnicos y
educativos de la defensa personal. Una vez finalizado el curso y durante el
verano de 2007, se analizó la información recogida, se discutieron las
conclusiones y se elaboró el primer borrador del presente informe. En síntesis,
esta experiencia innovadora se desplegó a lo largo del curso escolar 2006/2007.
Recogida de información
En aras de asegurar la máxima
credibilidad, transferibilidad, dependencia y confirmabilidad (Guba, 1989),
diseñamos una recogida de datos definida por dos actuaciones: (1) la de obtener
información procedente de todos los agentes implicados en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, y (2) la de triangular la información con el máximo
rigor y neutralidad. Con estos propósitos, recopilamos información desde
diferentes perspectivas: la de los profesores, la de los alumnos y la de
expertos ajenos a los fines de este trabajo a quienes se solicitó colaboración
e invitó a participar.
En cuanto a los profesores, se levantó
acta de cada una de las reuniones grupales y se elaboró un diario individual en
el que, orientados por Del Villar (1994), reflexionamos sobre diferentes
cuestiones: sentimientos y sensaciones del profesor, actividades de enseñanza y
metodología, dinámica e incidentes del desarrollo de las clases, propuestas de
mejora, etc.
También se diseñaron dos
procedimientos, complementarios entre sí, para conocer el sentir de los alumnos. Por un lado, podían presentar un diario de
las clases, de carácter voluntario, para lo que se les instruyó de acuerdo a
Sicilia (1999), y, por otro, se les encuestó al final de la unidad didáctica
con un cuestionario abierto y anónimo, bajo el protocolo de máxima sinceridad,
independencia y confidencialidad de las respuestas. Dicho cuestionario recogía
información a partir de las siguientes preguntas: (1) ¿Crees que es educativo o
positivo dar defensa personal en educación física (por ejemplo, que ayuda a ser
menos violento, que mejora tu capacidad de esfuerzo y autodisciplina, que
favorece el respeto a los demás, etc.)?, ¿por qué?; (2) ¿Recomiendas que se
imparta defensa personal en otros institutos o en futuros cursos?, ¿por qué?;
(3) ¿Qué es lo que más te ha gustado o crees que es lo mejor de las clases de
defensa personal?, ¿por qué?; (4) ¿Qué es lo que menos te ha gustado o crees
que es lo peor de las clases de defensa personal?, ¿por qué?.
Asimismo, se recogió información de
dos expertos que hicieron de jueces externos, ambos con una experiencia de más
cinco lustros cada uno impartiendo clases de educación física escolar, además
de catedráticos y jefes de departamento de enseñanza secundaria por la especialidad
de educación física; expertos a los que se les solicitó, una vez que observaron
al menos una de las sesiones de la unidad didáctica, su juicio crítico acerca
de la idoneidad de la defensa personal como contenido de educación física.
Valoración que expresaron mediante informe escrito, sin restricciones de
extensión ni contenido, si bien previamente les informamos sobre los
indicadores pedagógicos que más nos interesaban: la aportación de la defensa
personal al desarrollo integral, físico, psicológico y actitudinal del alumno;
la utilidad práctica de la defensa personal; la contribución motivadora, lúdica
e innovadora del contenido; el valor de estas clases como intervención
coeducativa y/o de integración de alumnos con necesidades educativas específicas;
y los riesgos o puntos débiles de la puesta en práctica de una unidad didáctica
de defensa personal en educación física.
Finalmente, toda la información (tres
diarios de profesores, siete actas de reunión del equipo de profesores, ochenta
y seis diarios de alumnos, cuatrocientos sesenta y cinco cuestionarios de
alumnos, y dos informes escritos de expertos), se analizó manualmente después
de sopesar la posibilidad de utilizar los paquetes informáticos aquad o nudist, para lo que elaboramos categorías, seleccionamos unidades
de contenido (Bardin, 1986) y triangulamos los datos provenientes de los
distintos agentes —alumnado, expertos y profesores— con la máxima neutralidad.
REFLEXIÓN Y EVALUACIÓN
A pesar de que tanto los profesores como los alumnos y
los expertos informamos de nuestras reflexiones por separado y con
independencia unos de otros, es de reseñar el gran paralelismo de opiniones,
siendo varios los argumentos coincidentes que pasamos a analizar.
Sobre
la inclusión de la defensa personal en el currículo de educación física
A juicio de todos y bajo el argumento
de que las técnicas defensivas tienen, en virtud de su propia idiosincrasia,
suficiente valor pedagógico, es unánime la opinión de que la defensa personal
puede formar parte del currículo de educación física. Veamos algunas
reflexiones al respecto:
Profesor
1 (diario —sesión de clase de repaso—). “…al hacer el repaso de técnicas de
cara a la preparación del examen, se ha despertado el debate sobre la
legitimidad del uso de la violencia en defensa propia. Me ha parecido un
intercambio de opiniones interesante y pedagógico: he visto claro que la
defensa personal tiene algo que aportar a la educación física”
Experto
2 (informe escrito). “Si los contenidos de defensa personal garantizan, de
alguna manera, la reflexión sobre las situaciones de violencia en la sociedad y
en las aulas, si aporta conocimientos sobre la realidad y aprendizajes de
índole práctico que ayuden a conducir situaciones de violencia, si los
alumnos/as comprenden que lo más importante es repeler la agresión sin agredir
a la persona o personas que te están provocando, estoy absolutamente convencido
de que el contenido de defensa personal tiene un espacio dentro del currículo
de educación física”.
Alumna
de 3º de
En este sentido, la inmensa mayoría de
los alumnos, al ser preguntados por si recomiendan que se imparta defensa
personal en otros centros educativos o en futuros cursos, se pronuncian de
forma favorable. Por ejemplo:
Alumno
de 4º de
Sobre
el carácter innovador de la defensa
personal
Otro denominador común es la
coincidencia de opiniones respecto a que la defensa personal es un contenido
innovador, consecuentemente atractivo para alumnos y profesores. Algunos
ejemplos son los siguientes:
Profesor
2 (diario —primera sesión de clase—). “Tenía incertidumbre en cómo iban a
aceptar los alumnos el contenido y si los planteamientos iniciales, en cuanto
objetivos y metodología, serían los adecuados. De primeras parece que es
motivante y que a los alumnos tras la explicación de la unidad, ésta les ha
gustado”.
Experto
1 (informe escrito). “La propuesta de la defensa personal como contenido dentro
del currículo de educación física en Secundaria y Bachillerato me parece una
aportación interesante, primero, porque todo lo que sea innovar y plantear
nuevas formas de aplicación de actividades físicas siempre supone un aliciente
tanto para el alumnado como para el profesorado y también porque la tendencia
en Educación Física debe ser la de ampliar perspectivas, conseguir desarrollar
actividades menos conocidas, que generen una mayor implicación en las mismas de
nuestro alumnado”.
Isabel,
alumna de 2º de
Sobre
la utilidad de la defensa personal
Por otro lado y de forma mayoritaria,
es común el reconocimiento explícito de la utilidad práctica de las técnicas
defensivas, bajo el argumento de que la persona formada en autoprotección
adquiere seguridad y confianza, lo que le permite actuar con mayor tranquilidad
y conocimiento en el caso de verse involucrado en un conflicto, favoreciendo
así la no violencia:
Profesor
1 (diario —sesión de clase de golpeos de liberación—). “Me ha llamado la
atención que la mayoría de los alumnos no se había preguntado nunca cómo se da
o cómo se esquiva un puñetazo, y lo mismo con una patada. En este sentido, esta
clase, como otras anteriores, me parece que aporta contenidos que familiarizan
al alumno con situaciones de conflicto no habituales, lo que puede ser práctico
para los alumnos en el futuro si desafortunadamente alguno de ellos tiene que
vivir un episodio de agresión”.
Experto
2 (informe escrito). “Quién está preparado para afrontar la violencia?, ¿quién
sabe cómo actuar?, ¿quién se siente seguro?, ¿qué tácticas podemos emplear?,
¿cómo garantizamos nuestra seguridad?, ¿cómo podemos evitar la violencia? Si
hemos reflexionado sobre estas cuestiones, estaremos más preparados para
reaccionar con tranquilidad, sin nerviosismo y evitando el enfrentamiento. Si
sabemos qué hacer, nos encontraremos más seguros.”
Sandra,
alumna de 3º de
Ahora bien, a pesar de que la mayoría
de los alumnos se pronuncian a favor de la aportación práctica de la defensa
personal, una pequeña parte también matiza que es necesario más tiempo que el
que habitualmente se emplea en una unidad didáctica, por ejemplo:
Carlos,
alumno de 4º de
Otras
aportaciones de la defensa personal
También se postula que la defensa
personal facilita el buen desarrollo psicológico, especialmente la autoestima,
y que favorece la educación integral del alumno. Veámoslo en forma de
reflexiones:
Experto
1 (informe escrito). “(La defensa personal) trabajada como disuasión de la agresión
y como factor de eliminación de riesgos físicos en una posible situación
conflictiva, merece nuestra atención porque puede permitir la mejora de valores
que, en estas edades, suele estar por debajo de lo estimado, como son la
autoestima y la asertividad,… Una mayor autoestima, permite ser capaz de decir
‘no’ a lo que implique actuar de manera diferente al resto, y debe ser una de
las prioridades del desarrollo integral de nuestros alumnos y alumnas”.
Alumno
de 4 de
Además, se aprecian otras aportaciones
de la defensa personal desde distintas perspectivas, como por ejemplo el desarrollo
de las capacidades físicas y atencionales:
Experto
1 (informe escrito): “La defensa personal…, exige atención y concentración para
realizarlas adecuadamente y consigue una mejora de cualidades físicas centradas
fundamentalmente en la flexibilidad, la velocidad de reacción, el equilibrio y
la coordinación”.
En relación a esta última cuestión,
algunos alumnos coinciden y valoran que este tipo de técnicas permiten aprender
a utilizar la fuerza ejercida por un contrario para valerte de ella. Por ejemplo:
Paula,
alumna de 1º de Bachillerato (diario): “Yo creo que (la defensa personal) está
siendo muy útil, ya que en cualquier momento te puedes encontrar con una
situación de éstas y no es necesario tener fuerza, simplemente, aprovechar la
del contrario. Lo que más me ha gustado es cómo con un simple movimiento puedes
escapar de alguien mucho más grande y fuerte sin necesidad de tener tanta
fuerza”.
Sobre
cuestiones menos positivas
Uno de los inconvenientes de impartir
defensa personal en educación física es que paradójicamente las técnicas
defensivas dotan a la persona de cierta capacidad ofensiva, lo que en manos de
alumnos mal concienciados puede acompañarse de consecuencias desafortunadas.
Por ello, expertos y profesores subrayamos la importancia que tiene la
actuación del docente, quien debe presentar este contenido siempre y en todos
los casos bajo un discurso de no agresión:
Profesores
(acta de la primera reunión). “Como equipo investigador llegamos a las
siguientes conclusiones: el calendario de reuniones,…, e investigar mediante la
acción la unidad didáctica de defensa personal, acordando que en todas las
sesiones se insistirá en que dentro de la defensa personal no tiene cabida la
agresión gratuita, que gran parte de las técnicas están encaminadas a la huida
y no al enfrentamiento con el enemigo, y que el fin último de las clases es
aprender a mitigar la violencia. Estos son los principios que deben orientar
las clases de defensa personal”.
Experto
1 (informe escrito). “La defensa personal presenta la posibilidad de conocer
técnicas de combate para NO utilizarlas como tal. Esto, que puede parecer un
contrasentido, debe hacernos pensar en que según sea la presentación de
actividades, según el enfoque con el que se muestren al alumnado, podremos
obtener unos resultados que o bien haga que lo aprecien como forma violenta de
solución de conflictos, o bien como elemento disuasor que impida la continuidad
de los mismos. Esto nos indica la importancia que tiene el profesorado en la
transmisión de la información porque en función de cómo lo haga, obtendremos
unos resultados u otros”.
Relacionado con este asunto, tanto
desde la perspectiva del profesor como del alumno se insiste en la necesidad de
utilizar las técnicas más defensivas y menos violentas, a la vez que se
coincide en que los contenidos menos educativos son los golpeos:
Profesor
3 (diario —sesión de golpeos de liberación—). “La sesión trata sobre golpeos de
puño y patada y las esquivas a utilizar…, me preocupa que estemos enseñando
algunos golpeos que puedan resultar peligrosos”.
Celia,
alumna de 2º de
Por otro lado, desde la experiencia
del profesor experto, también se indica la inconveniencia de no poder evaluar
el aprendizaje en un contexto real, ya que carecería de toda ética el generar
una situación de conflicto verídico:
Experto
2 (informe escrito). “… y por último ¿cómo evaluaremos los resultados?, ya que
cualquier situación que pretendamos imitar nunca será igual a la realidad.”
Finalmente y como cabe esperar, algunos alumnos,
ciertamente los menos y siendo una parte muy minoritaria, manifiestan que desde
su punto de vista la defensa personal no tiene nada que aportar. Un ejemplo es
el siguiente:
Alumna
de 4º de
PROSPECTIVA
A tenor de la buena aceptación por parte de la
comunidad educativa de algunas artes marciales, como por ejemplo el judo (Castarnelas
y Molina, 2002; Tamayo, 2003; Thabot, 1999), iniciamos este trabajo con la
intención de encontrar nuevos contenidos que nos ayuden a mejorar nuestra
práctica docente. En concreto, nos planteábamos si la defensa personal puede
tener o no un espacio dentro del currículo escolar de educación física. Después
de reflexionar dicho asunto durante un curso escolar, sostenemos que
efectivamente la defensa personal puede ser un contenido más dentro del área de
educación física, un contenido que a nuestro juicio no es ni mejor ni peor que
otros, pero que sí es diferente en función de su naturaleza: configuración de
técnicas defensivas basadas en principios de no agresión, autodisciplina y
cultura de la paz.
Son varias las razones que desde la
reflexión sistemática argumentamos profesores, jueces expertos y alumnado. En
opinión de todos, la defensa personal facilita el debate pedagógico de qué es
la violencia y cómo afrontarla, lo que se valora positivamente ya que permite
enseñar/aprender que la violencia es, en sí misma, la pérdida de toda razón y
dignidad de la persona que la ejerce, amén de que la violencia nunca debe
resolverse con más violencia. Debate que, desde nuestro punto de vista, es
oportuno y de vital importancia en la sociedad y escuela actual. Otro aspecto
que destacamos de la defensa personal es su utilidad práctica, es decir,
entendemos que es un contenido que, en el hipotético y desafortunado caso de
vivir un episodio de agresión, puede ser de utilidad no sólo por el aprendizaje
técnico que se adquiere sino también por la insistencia de las técnicas de
autodefensa en actuar con la mayor tranquilidad y calma posible, y siempre con
el objetivo de impedir que se hiera sin herir. Tampoco nos pasa desapercibido
que la defensa personal desarrolla la capacidad física del alumnado,
especialmente la velocidad de reacción, la flexibilidad, el equilibrio y la
coordinación, así como la capacidad de concentración y atención. Al mismo
tiempo, amparamos otros valores de la defensa personal: su carácter innovador,
lo que la hace consecuentemente atractiva para los alumnos, y la potencialidad
de este contenido en favor de la mejora de la autoestima y la empatía de
quienes lo practican. Visión última también compartida por Weitlauf, Cervone,
Smith y Wright (2001).
Por ello, consideramos adecuado la
implantación para el futuro de la defensa personal en el currículo de educación
física y subrayamos la aportación de la misma en la edificación de la
competencia social y ciudadana del alumnado. Concluimos en consecuencia que las
técnicas defensivas son pedagógicamente válidas tanto en enseñanza primaria
como en secundaria, al hilo de lo cual recomendamos su inclusión en los bloques
de contenidos Juegos y actividades
deportivas y Juegos y deporte, de
la asignatura de educación física de primaria y secundaria, respectivamente.
Asimismo, consideramos especialmente importante la actuación del profesor a la
hora de diseñar una unidad didáctica de defensa personal, quien a nuestro
juicio está obligado a presentar las actividades, siempre y en todos los casos,
bajo un discurso de no agresión y a fundamentar las sesiones de clase en
técnicas de escapes, luxaciones y derribos, evitando la enseñanza de golpeos.
Finalmente, queda manifestar que somos
conscientes de que ésta es una experiencia inicial y marcadamente exploratoria,
si bien tiene el acierto de afrontar un contenido hasta ahora no vinculado a la
educación física escolar y que aporta unos resultados, cuanto menos,
esperanzadores y de ampliación de horizonte. Lo que a nuestro juicio es razón
suficiente para establecer una línea de investigación sobre este particular en
el futuro más inmediato. Es lo que haremos y animamos a hacer.
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