Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte- vol. 9 - número 36 - diciembre 2009 - ISSN: 1577-0354
Nuviala Nuviala, A.; Grao Cruces, A.; Fernández Martínez, A.; Alda Schönemann, O.; Burges Abad, J.A.
y Jaume Pons, A. (2009). Autopercepción de la salud,
estilo de vida y actividad física organizada / Health
self-perception, lifestyle
and organized physical activity. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de
AUTOPERCEPCIÓN DE
HEALTH SELF-PERCEPTION, LIFESTYLE AND
ORGANIZED PHYSICAL ACTIVITY
Nuviala Nuviala, A.1; Grao Cruces, A.2; Fernández
Martínez, A.3; Alda
Schönemann, O.4; Burges
Abad, J.A.5 y Jaume
Pons, A.6
1
Dr. en Humanidades. Profesor Universidad Pablo de Olavide.
anuvnuv@upo.es
2
Alumno interno del Departamento de Deporte e Informática. Universidad Pablo de Olavide. albegc@hotmail.com
3
Dr. en Educación Física. Profesor Universidad Pablo de Olavide.
afermar1@upo.es
4
Lcdo. Educación Física. Consejería de Educación Gobierno de Aragón
5
Lcdo. Educación Física. Consejería de Educación Gobierno de Aragón
jaburges@hotmail.com
6
Lcda. Educación Física. Consejería de Educación Gobierno de Aragón
Código
UNESCO / UNESCO Code: 6302.02 Psicología social / Social Psychology
Clasificación del Consejo de Europa /
Council of Europe classification:
Recibido 8 de enero de 2009 Received January 8, 2009
Aceptado 27 de julio de 2009 Accepted July 27, 2009
RESUMEN
Para una eficaz puesta en práctica
de programas cuyo fin sea la creación de un estilo de vida saludable es necesario la evaluación de las creencias que el grupo tiene,
entre las que se encuentra la autopercepción de la
salud, indicador relacionado con el
estilo de vida. El objeto de este trabajo es establecer tipologías de estilo de
vida y conocer si presentan relación con la percepción de la salud, al tiempo
que relacionamos participación en actividades físicas, estilo de vida y
percepción de la salud. La población objeto de estudio ha sido 745
adolescentes. El análisis por conglomerados es la técnica utilizada para la agrupación. Los resultados demuestran la existencia de dos
grupos de estilo de vida. No existen diferencias en la percepción de la salud
entre ambos grupos y la realización de actividad física organizada no influye
ni en la adscripción a los grupos, ni en la salud autopercibida.
PALABRAS CLAVE: autopercepción de la salud, adolescentes, estilo de
vida, actividad física
ABSTRACT
For an
effective setting in practice of programs whose end is the creation of healthy
lifestyle is necessary the evaluation of the beliefs that the group has, among
which we find the health self-perception, indicator related to the lifestyle.
The purpose of this project is to establish lifestyle typologies and to know if
they are related to the health perception, so as relating participation in
physical activities, lifestyle and health perception. The population study
object has been 745 adolescents. The analysis for conglomerates is the
technique used for the grouping. The results show the existence of two
lifestyle groups. There are not differences in regard to the health perception
between both groups and the realization of organized physical activity does not
influence neither the adscription to the groups nor
the health self-perception.
Key words: health self-perception, adolescents, lifestyle, physical activity
INTRODUCCIÓN
Existe en la sociedad en general y en
especial entre las personas relacionadas con temas de salud, desde los
profesionales de la medicina hasta los educadores relacionados con estos temas,
una preocupación debida a la influencia que las sociedades desarrolladas tienen
en la salud, como resultado de una forma de vida que impone cambios en la alimentación,
en el trabajo, en los ritmos vitales, e incluso, en la propia respuesta de los
servicios asistenciales (Nuviala, Munguía, Fernández, García y Ruiz, 2009;
Palomo, Márquez-Calderón, Ortún y Benavides, 2006). El desarrollo socioeconómico ha aportado enormes mejoras
en la salud, pero también aporta nuevos riesgos sanitarios relacionados con el
medio ambiente, con las conductas y los estilos de vida.
El estilo de vida poco saludable y
sedentario, resultado de ese conjunto de factores aludidos anteriormente y de
otros más, es considerado, por sus repercusiones sobre la salud, la epidemia
del siglo XXI, siendo actualmente centro de atención internacional de las
políticas sanitarias y educativas (Hernández, Velázquez, Martínez, Garoz, López
y López, 2008), puesto que constituye una de las principales causas de muerte y
disminución de la calidad de vida en todo el mundo desarrollado (U.S. Departament of Health and Human Services, 1996).
Esta preocupación se extiende hasta
los más jóvenes, ya que los hábitos adoptados durante los últimos años y el
estilo de vida han provocado una evolución negativa de los mismos (Moreno, Muñoz-Tinoco, Pérez y Sánchez-Queija,
2004), materializándose en un incremento importante del sedentarismo en
la población (Levin, Ainsworth,
Kwok, Addy, y Popkin,1999; Kann, Kinchen, Williams, Ross, Lowry, Grunbaum, y Kolbe, 2000; Trost, Pate, Sallis, Freedson, Taylor,
Dowda y Sirard, 2002). Son
las niñas y especialmente las adolescentes, quienes realizan menor cantidad de
actividad física, si las comparamos con los niños en todos los grupos de edad (Caspersen, Periera. y Curran.;
2000; Kimm, Glynn, Kriska, Barton, Kronsberg, Daniels, Crawford, Sabry, y Liu, 2002).
Pero
las consecuencias de este estilo de vida van más
allá. Así, Pastor, Balaguer y García-Merita (2006), en un estudio
realizado con adolescentes de entre 15 y 18 años, concluyeron que la
realización de actividad físico-deportiva ejerce una influencia indirecta sobre
las conductas de salud. La inactividad física se
asocia con hábitos de consumo de sustancias perjudiciales para la salud como
son el tabaco (Carrasco, 2004; McGinnis y Foege, 1993; Moreno y cols., 2004) y el alcohol, problema
muy preocupante en la juventud española (Espada, Pereira y
García-Fernández, 2008). Al igual que ocurre con la
actividad física, son las niñas las que consumen en mayor medida este tipo de
sustancias (Espada, Pereira y García-Fernández,
2008; Moreno y cols., 2004; Rodrigo, Márquez, Batista-Foguet, García, Rodríguez, Martín y Martínez, 2006), y conforme se hacen mayores, su uso se
incrementa (Batista-Foguet, Mendoza, Pérez-Perdigón y
Rius, 2000).
Además, la práctica
regular de actividad física se ha relacionado con la lucha contra la
drogodependencia (Moreno y cols., 2004; Rodríguez-Huerta, 1999), por lo que no
es de extrañar que el Parlamento Europeo (Schmitt, 2007) haya instado a
promocionar este tipo de práctica.
Como puede deducirse de todo lo
anterior, el estilo de vida influye en la salud teniendo una influencia directa
en la morbilidad e incluso en la mortalidad (Kujala, Kaprio, Sarna y Koskenvuo, 1998; Wei, Kampert, Barlow, Nichaman, Gibbons, Paffenbarger y Blair, 1999). Un estilo de vida activo,
saludable, contribuye a un funcionamiento más eficiente de diversos sistemas
corporales, al mantenimiento de peso, a una reducción de enfermedades degenerativas, a una reducción de la mortalidad y a un incremento en la mejora global de calidad de
la vida (Bouchard, Shephard y
Stephens, 1994; Sallis y Owen, 1999). Un
estilo de vida activo durante la adolescencia tiene beneficios para la salud
coetánea y futura (Riddoch, 1998; Sallis,
1994; Sallis y Owen, 1999). Pero no solamente tiene
efectos directos en ella, sino que además, los
adolescentes activos perciben un mejor estado de salud (Arruza, Arribas,
Gil De Montes, Irazusta, Romero y Cecchini, 2008; Balaguer, Castillo, Moreno, Pastor, Blasco y Alberca, 1997;
Castillo y Balaguer, 1998; Vilhjalmsson, 1994; Vilhjalmsson y Thorlindsson,
1998). Es por ello que la infancia y la adolescencia se convierten en
los mejores momentos para desarrollar y crear un estilo de vida saludable al
tratarse de un periodo en el cual comienzan a consolidarse determinados
patrones de comportamiento. Durante esta etapa, el estilo y los hábitos de
vida, entendidos como aquellas respuestas automáticas a las diversas
situaciones (Carpi, Zurriaga, González, Marzo y Buunk, 2007), se están formando (Vingilis,
Wade y Seeley, 2002). No se
trata, por tanto, de un período en el cual se producen, exclusivamente, cambios
físicos y psicológicos (Pesa, Syre y Jones, 2000), sino
que también es un período crítico en la construcción de un estilo de vida
saludable que se extenderá a la edad adulta (Currie
et al., 2004; Gil, Moreno, Vinaccia, Contreras,
Fernández, Londoño, Salas y Medellín, 2004; Kelder,
Perry, Klepp y Lytle, 1994;
Vingilis, Wade y Seeley, 2002).
Para Gil y cols. (2004) un paso
necesario para una eficaz puesta en práctica de programas de intervención
social cuyo fin es la creación de un estilo de vida saludable, es la evaluación
de conocimientos y creencias que el grupo, al que va dirigido el programa,
tiene al respecto. Por ello, cualquier programa que queramos desarrollar cuyo
objeto sea la consolidación de un estilo de vida de los adolescentes, necesita
de una investigación que relacione las diversas variables que conforman el
programa con la percepción de la salud.
La autopercepción de la salud no proporciona información
exacta de la misma, pero sí nos la proporciona de forma indirecta. Es un
indicador usado habitualmente en los estudios del grado de salud entre la
población adolescente (Vingilis, Wade
y Seeley, 2002; Wade, Pevalin y Vingilis, 2000; Wade y Vingilis, 1999) y la
adulta (Kennedy, Kawachi, Glass
y Prothrow-Stith, 1998), con un alto grado de
correlación con los resultados sanitarios objetivos en poblaciones adultas (Benyamini, Idler, Leventhal y Leventhal, 2000; Idler y Benyamini, 1997).
Durante la adolescencia los
problemas físicos son casi inexistentes (Piko, 2007).
Diversos factores psicosociales, ingresos económicos, resultados académicos,
relaciones con los progenitores, autoestima y sexo se han relacionado con la
percepción del estado de salud entre los adolescentes (Piko,
2000; Thorlindson, Vilhjalmsson
y Valgeirsson, 1990; Vingilis,
Wade y Adlaf, 1998; Vingilis, Wade y Seeley, 2002; Wade y Vingilis, 1999). De la misma forma, los hábitos propios de
un estilo de vida saludable, correcta alimentación, el no consumo de tabaco,
alcohol y drogas y la realización de actividad física, han sido relacionados
con la salud autopercibida entre adolescentes
(Johnson y Richter, 2002; Milligan, Burke, Beilin, Richards, Dunbar, Spencer, Balde
y Gracey, 1997).
A la luz de los datos anteriores,
los objetivos de este trabajo, realizado con niños y niñas de Educación
Secundaria Obligatoria y Bachillerato, de tres centros escolares públicos
rurales de Aragón de tres comarcas diferentes, son:
establecer tipologías de estilo de vida,
relacionar tipología de estilo de vida y percepción de la salud y situar a los
practicantes de actividades físicas organizadas en los diferentes grupos que se
creen con el análisis de conglomerados
MATERIAL Y MÉTODOS
Participantes
Los participantes en este estudio han
sido todos los alumnos que asistieron a clase el día que se administró el cuestionario,
sin hacerse selección ninguna entre los diferentes grupos/clase de los centros
formando parte del estudio todos ellos, siendo los encuestados un total de 745
alumnos, de los cuales el 55,7% niñas y el 44,3% niños, matriculados en primer
ciclo de Educación Secundaria (34,4%), segundo ciclo de Educación Secundaria
Obligatoria (40,6%) y Bachillerato (25%), que viven en tres comarcas aragonesas
diferentes: Bajo Aragón-Caspe (31,0%), Borja (24,2%) y Comarca del Aranda
(44,8%).
Procedimiento
Se pidió a estudiantes de
los tres centros, con edades comprendidas entre
El
instrumento cuenta con las propiedades psicométricas necesarias para el desarrollo
de este tipo de trabajos. La validez de contenido fue conseguida siguiendo las
orientaciones metodológicas propuestas por Martínez (1995). En primer lugar se
definieron las dimensiones y variables, tras una revisión bibliográfica, y se
seleccionaron los indicadores
en función de su relevancia en cuanto al contenido y de su viabilidad de aplicación.
Posteriormente, se realizó la selección de personas externas que colaboraron en
la redacción de las preguntas, las cuales tenían experiencia en el campo
científico y práctico del tema a investigar. Este grupo realizó una serie de
objeciones y comentarios materializados en una escala que valorase la
“idoneidad-congruencia” de los ítems. Finalmente se elaboró el cuestionario definitivo con los indicadores que
mayor aceptación tuvieron por parte del grupo de expertos. El resultado final
fue una escala tipo Likert de 5 puntos, desde “muy en desacuerdo” (1) a “muy de
acuerdo” (5), compuesta por 29 ítems agrupados en cuatro dimensiones:
técnicos deportivos, recursos materiales, actividades e imagen de la
organización.
La
fiabilidad del instrumento fue determinada mediante el método test-retest, para lo cual se empleó el coeficiente de
correlación de Pearson. Este método consiste en la
aplicación del test al mismo grupo de sujetos (24) en dos ocasiones distintas,
en este caso de una localidad que no participaba en la investigación, dejando
transcurrir un intervalo de tiempo entre ambas administraciones, y se calcula
la correlación entre las dos series de puntuaciones. En el presente estudio se
determinó la fiabilidad de los ítems relacionados con la ocupación del tiempo
libre y el consumo de sustancias nocivas.
Correlación
test-retest |
||
Tiempo
diario dedicado a tareas escolares |
0,92** |
|
Tiempo
diario dedicado a ver televisión |
0,94** |
|
Tiempo
diario dedicado a ordenador |
0,89** |
|
Tiempo
diario dedicado a realizar A.F. |
0,93** |
|
Consumo
de alcohol |
0,96** |
|
Consumo
de tabaco |
0,95** |
|
Consumo
de drogas |
0,99** |
**
Las correlaciones son significativas al nivel 0,01 (bilateral).
Tabla 1. Correlaciones test-retest
de los ítems.
Durante la
administración del instrumento, que fue
respondido de forma anónima con la presencia del encuestador, siendo la
duración del mismo de unos quince minutos, un miembro
del equipo investigador estuvo presente para dar las instrucciones
preparatorias y llevarlas paso a paso en la administración del mismo. Durante
el tiempo que duro la administración del cuestionario, el investigador y el
profesor responsable del grupo circularon por el aula ayudando a los
estudiantes a que entendieran las instrucciones y responder correctamente.
Análisis de datos
Una vez efectuado el trabajo de campo
y el procesamiento de los datos, procedimos al análisis de los resultados. La
interpretación de los datos la hemos realizado mediante la aplicación de
diversas técnicas de análisis cuantitativo precisas para esta investigación
mediante el paquete informático SPSS 16.0. Con el fin de facilitar la interpretación
y presentación de los datos, hemos agrupado las respuestas en tres grupos
homogéneos. Así, cuando estudiamos el tiempo dedicado a actividades diarias de
tiempo libre las hemos reagrupado en “menos de una hora”, “entre una y dos
horas” y “más de dos horas”. Cuando investigamos sobre el consumo de diversas
sustancias tenemos tres categorías: “habitualmente”, “esporádicamente” y
“nunca”. Finalmente las posibles respuestas en relación a la percepción de la
salud son “buena”, “normal” y “mala”.
Hemos
recurrido al análisis descriptivo en el que los estadísticos hallados han sido
frecuencias y porcentajes. Tras el análisis descriptivo, hemos continuado con
el análisis por conglomerados en dos fases. Esta técnica estadística es una
herramienta de exploración diseñada para descubrir las agrupaciones naturales
de un conjunto de datos que, de otra manera, no sería posible detectar. Como
resultado del análisis aparecerán diferentes grupos, que en nuestro caso el
propio programa determina automáticamente relacionando los tiempos dedicados a
las diferentes actividades.
Tras la agrupación de los
adolescentes, realizamos la prueba de chi-cuadrado (χ2) de Pearson, con el fin de
establecer diferencias de proporciones entre los conglomerados y las variables:
sexo, ciclo educativo, adscripción a actividades físicas organizadas y
percepción de la salud. Diremos que cuando el p-value
es mayor que 0.05 significa que existe una independencia entre las variables,
es decir, no hay asociación entre ambas. Por el contrario, si es menor,
entonces se puede afirmar que existe asociación
RESULTADOS
Comenzaremos analizando el tiempo que
los adolescentes dedican a realizar actividades pasivas del tiempo libre. Un
53,7% dedica menos de una hora diaria a jugar o trabajar con el ordenador o
videoconsola y solamente un 7,9% destina más de dos horas diarias.
Por lo que se refiere al tiempo
dedicado a ver televisión, el valor modal es entre una y dos horas, respuesta
efectuada por un 50,8%. Un 20,1% declara ver televisión menos de una hora
diaria, y el 27, 8% restante ve televisión más de dos horas diarias.
Al tiempo libre inactivo, hay que
sumarle el tiempo dedicado a las tareas escolares. La respuesta más frecuente
entre los adolescentes es la utilización de una hora a dos horas diarias a las
actividades académicas. Casi una cuarta parte ha manifestado dedicar menos de
una hora a este tipo de tareas.
Solamente el 32,1% declara haber dedicado menos de una hora a la
práctica de actividad física en su tiempo libre. Casi la mitad de los
adolescentes objeto del estudio ha manifestado realizar entre una y dos horas
de práctica deportiva.
Si
analizamos el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas observamos que el 72,1%
afirma no consumir alcohol y solamente dice hacerlo el 2,6%. No fumadores
encontramos un 68,2 % y fumadores habituales son el 21,5%. Finalmente, un 4,1%
de los adolescentes manifiesta consumir algún tipo de droga habitualmente, un
8,6% esporádicamente y el 87,3% restante dice no haberlo hecho nunca.
Al realizar el análisis por
conglomerados obtenemos dos grupos. El primero se caracteriza por dedicar menos
tiempo a las tareas escolares, por encontrarse en ese grupo los adolescentes
que más tiempo dedican a jugar o navegar con el ordenador y los que más tiempo
pasan realizando actividades físico deportivas de
tiempo libre. En este grupo se encuentran los fumadores, los consumidores de
alcohol y drogas.
En el segundo grupo se encuentran
adolescentes que dedican más tiempo a la realización de actividades escolares y
los que menos tiempo pasan con el ordenador o videoconsola. En este grupo el
tiempo dedicado a la actividad física es menor que el grupo anterior.
Finalmente podemos apreciar que en este grupo el consumo del alcohol, tabaco y
otras sustancias es menor que en el grupo anterior (tabla 2).
Dimensiones
de ocupación del tiempo libre |
Grupos
resultantes del análisis de conglomerados |
||
1 |
2 |
||
Tiempo
diario dedicado a
tareas escolares |
Menos de una hora |
70,1% |
29,9% |
Entre una y dos horas |
38,8% |
61,2% |
|
Más de dos horas |
23,0% |
77,0% |
|
Tiempo
diario dedicado a ver
televisión |
Menos de una hora |
40,7% |
59,3% |
Entre una y dos horas |
41,2% |
58,8% |
|
Más de dos horas |
47,6% |
52,4% |
|
Tiempo
diario dedicado a
ordenador |
Menos de una hora |
43,0% |
57,0% |
Entre una y dos horas |
36,1% |
63,9% |
|
Más de dos horas |
79,2% |
20,8% |
|
Tiempo
diario dedicado a
realizar A.F. |
Menos de una hora |
45,2% |
54,8% |
Entre una y dos horas |
35,5% |
64,5% |
|
Más de dos horas |
54,6% |
45,4% |
|
Consumo
de alcohol |
Habitualmente |
100% |
0% |
Esporádicamente |
86,9% |
13,1% |
|
Nunca |
24,7% |
75,3% |
|
Consumo
de tabaco |
Habitualmente |
100% |
0% |
Esporádicamente |
100% |
0% |
|
Nunca |
17,1% |
82,9% |
|
Consumo
de drogas |
Habitualmente |
100% |
0% |
Esporádicamente |
100% |
0% |
|
Nunca |
35,1% |
64,9% |
|
Total (n=745) |
42,9% |
57,1% |
Tabla 2. Diferencias en el estilo de vida entre los dos
conglomerados resultantes. Porcentaje
Como
puede apreciarse en la tabla 3, encontramos mayor percepción de la salud en el
conglomerado 2. No hay diferencias significativas en la realización de
actividades físicas organizadas y la pertenencia a alguno de los grupos.
Finalmente podemos ver que en el grupo 2 hay más niños y más alumnos de 1º
ciclo de
Variables
|
Grupos
resultantes del análisis de conglomerados |
χ 2 |
p |
||
1 |
2 |
||||
Sexo |
Niño |
51,2% |
48,8% |
15,201 |
,000 |
Niña |
36,1% |
63,9% |
|||
Ciclo |
1 ciclo ESO |
33,6% |
66,4% |
14,529 |
,001 |
2 ciclo ESO |
50,6% |
49,4% |
|||
Bachillerato |
43,2% |
56,8% |
|||
AF organizada |
Realizo AF organizada |
41,8% |
58,2% |
,737 |
,391 |
No realizo AF organizada |
45,3% |
54,7% |
|||
Percepción de la salud |
Mala |
100,0% |
|
31,752 |
,000 |
Normal |
74,5% |
25,5% |
|||
Buena |
39,2% |
60,8% |
|||
Total (n=745) |
42,9% |
57,1% |
|
Tabla 3.
Tabla
de contingencia pertenencia a un conglomerado en función del sexo, ciclo
educativo, realización de actividad física organizada y percepción de la salud.
Prueba de contraste χ2 y p-valor.
DISCUSIÓN
El estilo y los hábitos de vida,
entendidos como aquellas respuestas automáticas a las diversas situaciones se
forman a lo largo de la infancia y adolescencia. Ahí radica la importancia por
conocerlos en este momento, al tratarse de un periodo en el cual comienzan a
consolidarse. Un paso necesario para una eficaz puesta en práctica de programas
de intervención cuyo fin sea la creación de un estilo de vida saludable, es la
evaluación de conocimientos y creencias que el grupo, al que va dirigido el
programa, tiene al respecto. La propia percepción de la salud es un indicador
usado habitualmente en los estudios del grado de salud, el cual está
relacionado con el estilo de vida. Por esta razón el objeto de este trabajo es
establecer tipologías de estilo de vida y conocer si existe relación entre
ellas y la percepción de la salud que tienen los adolescentes, al tiempo que
determinamos si los participantes en actividades físicas organizadas
desarrollan un estilo de vida más saludable y si su percepción por la salud es
mejor que los no participantes en estas actividades de tiempo libre.
Los adolescentes objeto de nuestro
estudio podemos calificarlos de consumidores medio-bajos de televisión,
siguiendo las líneas directivas del American Academy
of Pediatrics (2001). El tiempo dedicado a esta
actividad es inferior que el extraído en el estudio de Moreno
y cols. (2004). La dedicación a las tareas escolares es ligeramente inferior
que la publicada en el estudio de los autores anteriormente citados y sin
embargo el tiempo dedicado al ordenador y/o videoconsola es prácticamente igual
que el del mencionado trabajo.
Entre los datos más llamativos y positivos a nuestro juicio, está
que solamente el 32,1% declara haber dedicado menos de una hora a la práctica
de actividad física en su tiempo libre, resultado mucho más favorable que el
aportado por Nuviala,
Munguía, Fernández, García y Ruiz (2009). Este resultado puede considerarse
como posible si observamos que los tiempos dedicados a otras actividades son
medio-bajos.
El consumo de sustancias
nocivas para la salud presenta resultados muy similares al del resto de los
adolescentes españoles (Moreno y cols., 2004), podemos destacar que los
adolescentes aragoneses de este estudio afirman ser algo más fumadores y que el
consumo de drogas es sensiblemente más alto. Adolescentes aragoneses objeto de
este estudio que declaran no haber tomado nunca drogas tenemos un 87,3% por
algo más de un noventa por ciento de adolescentes en el trabajo publicado por
el Ministerio de Sanidad y Consumo.
La autopercepción
de la salud presenta unos valores muy positivos, puesto que la gran mayoría
cree tener una buena salud, resultado
mucho más positivo que el obtenido por Erginoz, Alikasifoglu, Ercan, Uysal, Ercan,
Kaymak e Ilter (2004) entre
adolescentes turcos y similar al aportado por Moreno y cols. (2004).
Los
resultados obtenidos al realizar el análisis de conglomerados sobre el estilo
de vida de los adolescentes objeto de esta investigación, permiten afirmar que
existen dos grupos.
El grupo1 está formado por los adolescentes que más consumen sustancias
perjudiciales para la salud y que destacan por dedicar el mayor tiempo a las
actividades físicas, mientras que el conglomerado 2 está constituido por
jóvenes que dedican entre una y dos horas a la práctica física y se declaran
como no consumidores de alcohol, tabaco y drogas (tabla 4).
Conglomerado |
1 |
2 |
Ocupación tiempo libre |
||
Tiempo tv |
|
|
Tiempo ordenador |
Más
cantidad de tiempo |
|
Tiempo tareas escolares |
Menor
cantidad de tiempo |
Más
cantidad de tiempo |
A.F. diaria |
Adolescentes
que más tiempo dedican |
Mayor
número de adolescentes que dedican entre 1 y 2 horas diarias |
Consumo de sustancias |
||
Alcohol |
Mayor
consumo de alcohol |
Menor
consumo de alcohol |
Tabaco |
Consumidores
de tabaco |
No
tabaco |
Drogas |
Consumidores
de drogas |
No
droga |
Sociodemográficas |
||
Sexo |
|
Más
niñas |
Ciclo educativo |
2
ciclo ESO |
1
ciclo ESO y Bachillerato |
Percepción salud |
Peor
percepción de la salud |
Mejor
percepción de la salud |
A.F. organizada |
|
|
Tabla 4. Características principales de los integrantes de
los diferentes conglomerados resultantes del análisis
Uno de los objetivos
principales de este estudio era establecer tipologías de estilo de vida y
asociarlas con la percepción de la salud. Como se puede observar en la tabla
anterior el grupo 2 destaca por una mejor percepción de su salud. Entre las
características de este grupo están el no consumo de alcohol, tabaco y drogas,
hábitos que han sido
relacionados con la salud autopercibida entre
adolescentes (Johnson y Richter, 2002; Milligan, Burke, Beilin, Richards, Dunbar, Spencer, Balde
y Gracey, 1997). Dentro de este grupo encontramos que
una gran cantidad de ellos realiza entre una y dos horas de actividad física,
cantidad necesaria para mantener o mejorar la salud según lo
criterios marcados por American College of Sports Medicine (1988) y seguidas por Andersen, Harro, Sardinha,
Froberg
y cols. (2006), por lo que no es de extrañar que tengan una buena valoración de
su salud, resultado que confirma los obtenidos en diversas investigaciones
(Castillo y Balaguer, 1998; Pastor, Balaguer, Pons y García-Merita, 2003; Vilhjalmsson, 1994; Vilhjalmsson
y Thorlindsson, 1998).
La percepción que los adolescentes tienen del estado de
salud está relacionada con diversos factores psicosociales, así como de los
resultados académicos (Piko, 2000; Thorlindson, Vilhjalmsson y Valgeirsson, 1990; Vingilis, Wade y Adlaf, 1998; Vingilis, Wade y Seeley, 2002; Wade y Vingilis, 1999). El resultado que nosotros hemos obtenido
se encuentra en esta línea puesto que como puede apreciarse el grupo 2 está
formado también por alumnos de Bachillerato, es decir, de mayor edad, pero que
presentan mejores calificaciones escolares lo cual explicaría este resultado.
Centrándonos en el grupo 1 y
atendiendo a las aportaciones hechas por Sallis
(1994) entre la que se encuentra que la actividad física y los juegos de
ordenador son incompatibles, observamos que esa premisa no se cumple en nuestra
población y podemos situarnos al lado de Gorley (2003) y Samdal,
Tynjala, Roberts, Sallis, Villberg y Wold (2007), puesto
que observamos que los resultados obtenidos nos permiten afirmar que existe una baja asociación entre el uso pasivo del tiempo
libre y la cantidad de práctica física realizada.
El resultado más paradójico del
trabajo se da en el grupo 1. En este conglomerado se agrupan los consumidores
de sustancias nocivas para la salud (alcohol, tabaco y droga) y al tiempo que
se encentran en este grupo una gran cantidad de adolescentes que afirman
dedicar más de dos horas a la práctica físico deportiva. Sin embargo este
resultado no es nuevo, ya había sido apuntado por Bovard
(2008) y Piko (2000), para quienes los adolescentes
que se involucran más en el ejercicio o en las actividades potencialmente
deportivas peligrosas, son también
probablemente más propensos, en otras esferas de su vida, a asumir riesgos como
son el consumo de drogas ilícitas o la bebida.
Otro de los objetivos importantes de
este estudio era asociar la práctica de actividad física organizada con el
estilo de vida y la percepción de la salud. Con la técnica utilizada, análisis
por conglomerados, no podemos obtener ninguna conclusión. El problema no radica
en la técnica puesto que aplicando la
prueba de chi-cuadrado (χ2) de Pearson, no aparecen
diferencias significativas entre participantes y no participantes en
actividades física organizadas. Este resultado es debido al comportamiento de
estos jóvenes.
A
pesar de ese dato debemos seguir insistiendo en la necesidad promocionar
actividades físicas organizadas entre los adolescentes puesto que sí existe
relación entre la cantidad de actividad física realizada y la adscripción a
actividades físicas organizadas (p=.000), tal y como Aarnio (2003) y Nuviala,
Munguía, Fernández, García y Ruiz (2009) concluyeron,
lo que sin duda se convierte en un estilo de vida más activo y saludable, sin
olvidar que hay un consenso general en relación a que la actividad física
durante niñez es beneficiosa para el desarrollo físico, social, y emocional (Boreham y Riddoch, 2001; Nuviala,
Ruiz, y García, 2003). Por todo ello,
nosotros al igual que Winters, Petosa
y Charlton (2003) vemos la importancia y necesidad de promocionar la actividad
física durante la adolescencia.
Las estrategias de promoción de la
actividad física dirigidas a conseguir un estilo de vida saludable apuntaban,
en un primer momento, a medidas de tipo individual, sin embargo en este momento las políticas de salud pública y sus
intervenciones, tienen la intención de modificar condiciones sociales y
ambientales para facilitar la adopción de un estilo de vida saludable (McKinlay y Marceau,
2000). Existe un vacío en este tema, puesto que la relación estilo de
vida y condiciones sociales y ambientales, no ha sido suficientemente
estudiadas (Aarnio, Winter, Kujala
y Kaprio, 2002) y necesitan de estudios más próximos
a cada contexto por las peculiaridades del grupo de jóvenes para adecuar las
estrategias de promoción al grupo.
CONCLUSIONES
Los sujetos objeto de este estudio,
adolescentes que viven en el medio rural, presentan una ocupación del tiempo
libre más activa que el resto de los sujetos españoles de su edad. Su percepción de la salud es excelente a
pesar de ser más consumidores de sustancia nocivas.
Tras el análisis de conglomerados
hemos podido observar que existen dos grupos. Un primer grupo en el que la
cantidad de tiempo dedicado a utilizar el ordenador o videoconsola y la
actividad física realizada son importantes. Este grupo es más propenso al
consumo de sustancias perjudiciales para la salud. Un segundo grupo que realiza
suficiente actividad física para mantener y mejor su salud, que dedica más
tiempo a las tareas escolares y que no consume ninguna sustancia nociva para la
salud.
No hemos encontrado diferencias en
la percepción de la salud entre ambos grupos y la realización de actividad
física organizada no influye ni en la adscripción a alguno de los grupos, ni en
la salud autopercibida.
Por todo ello pensamos que el estilo
de vida y la percepción de la salud es la resultante de un conjunto de factores
individuales y sociales. Pensamos que las medidas a adoptar para crear un
estilo de vida activo y saludable pasan por el establecimiento de planes
globales que unan actividades de diverso tipo e involucren a diversos agentes
sociales. Las medidas parciales, programas deportivos por ejemplo, tendrán
resultados limitados.
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Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte- vol. 9 - número 36 - diciembre 2009 - ISSN: 1577-0354