Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte- vol. 10 - número 37 - enero 2010 - ISSN: 1577-0354
Llana Belloch, S.; Pérez Soriano, P. y Lledó Figueres, E.
(2010). La epidemiología del fútbol: una revisión sistemática. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de
REVISIÓN
LA EPIDEMIOLOGÍA EN EL FÚTBOL: UNA REVISIÓN SISTEMÁTICA
THE EPIDEMIOLOGY ON SOCCER: A SYSTEMATIC REVIEW
Llana Belloch, S.1; Pérez Soriano, P.2
y Lledó Figueres, E.3
1Profesor titular. Departamento de Educación
Física y Deportiva. Universidad de Valencia salvador.llana@uv.es
2Profesor ayudante doctor. Departamento de Educación Física y Deportiva.
Universidad de Valencia pedro.pérez@uv.es
3Doctorando en Educación Física. Departamento
de Educación Física. Universidad Internacional Valenciana milio.lledo@gmail.com
Recibido 5 de febrero 2009
Aceptado 1 de junio 2009
Código UNESCO: 3213.15 Traumatología
Clasificación del Consejo de Europa: 11. Medicina del deporte
RESUMEN
El fútbol es uno de los deportes más populares en el
mundo. La mayoría de las lesiones se registran en las extremidades inferiores.
La información obtenida en las revisiones muestra una incidencia de lesiones de
2 a 9,4 por cada 1000 h de exposición. Predominan sobre todo los esguinces,
seguidos de las fracturas, las distensiones musculares, rotura de ligamentos,
afectaciones en el menisco y contusiones. Las lesiones de rodilla son las más
comunes, seguidas por las lesiones de tobillo. La frecuencia de lesiones es
mayor durante la competición que durante los entrenamientos. Respecto a los
mecanismos responsables de la lesión, así como la influencia de diversos factores
como el equipamiento, esta revisión sistemática muestra que la información
concerniente a éstos resulta incompleta y, en ocasiones, contradictoria. El
propósito de este estudio es analizar en la literatura la incidencia de las
lesiones en los futbolistas, los síntomas, así como identificar los factores de
riesgo.
PALABRAS CLAVE: fútbol, lesión, equipamiento,
superficie.
ABSTRACT
Soccer is one of the most popular sports in the world.
Most injuries are located in the lower extremities. The comparison of injury
data revealed an injury incidence of 2 to 9,4 per 1000 hours of exposure. Joint
sprains predominated, followed by fractures, muscle strains, ligament ruptures,
meniscal tears and contusions. Injuries to the knee were most prevalent,
followed by injuries to the ankle and thigh. More injuries occurred during
competition than in training. Among injury risk factors, this systematic review
show that information is incomplete and sometimes contradictory. The aim of
this study was to analyze the literature on the incidence of injuries and
symptoms in football players, as well as to identify injury risk factors.
KEYWORDS:
soccer, injury, equipment, playing surface.
1.
INTRODUCCIÓN
El fútbol es uno de los deportes más populares alrededor
del mundo como se demuestra por su incremento constante en el número de
practicantes y de espectadores. En el año 1984 presentaba más de 60 millones de
jugadores federados y 150 países asociados a la Internacional Federation of
Football Associations, FIFA. En la actualidad unifica a 208 asociaciones y
representa a 250 millones de jugadores federados, de los cuales 40 millones son
mujeres (Junge y Dvorak, 2000; Andersen et al, 2003; Eils et al, 2004).
Este deporte, básicamente se desarrolla en entornos
naturales, utilizando superficies como la hierba o la gravilla. Pero, como
todos los deportes que se practican al aire libre, está influenciado por las
condiciones climáticas. Es por ello, que en los últimos años, en un intento por
hacerlo menos dependiente de éstas condiciones y, de reducir costes de
mantenimiento, es cada vez más común encontrarse con campos de césped
artificial.
También es uno de los deportes que mayor riesgo de lesión
presenta. En Europa es responsable de entre un cuarto y la mitad de las
lesiones que se registran (Tscholl et al, 2007). Se caracteriza porque son
diversos los factores, de carácter extrínsecos e intrínsecos, que marcan la
etiología de estas lesiones. Los factores de riesgo intrínsecos se relacionan
con las características biológicas o psicosociales individuales (por ejemplo,
edad, lesiones anteriores, y rehabilitación inadecuada), y los factores de
riesgo extrínsecos se relacionan con la metodología de entrenamiento, el
equipamiento, la superficie de juego y variables relacionadas con el ambiente
como puedan ser las condiciones climáticas (Eils et al, 2004).
El objetivo del presente trabajo ha sido recopilar,
sintetizar e integrar todos los trabajos publicados sobre la epidemiología en
el fútbol. Con ello, se pretende establecer el estado actual de conocimiento
sobre el tema, lo que permitirá (1) una mejor comprensión de la problemática
existente y (2) un mejor planteamiento de líneas de investigación.
MATERIAL
Y MÉTODO
La localización de
artículos se realizó en las dos bases de datos informatizadas on-line más
importantes en el ámbito de las áreas de la Salud y de la Educación Física:
- PubMed
(http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed): es la base de datos de
la Librería Nacional de Medicina de los Estados Unidos de América y de los
Institutos Nacionales de Salud.
- SportsDiscus (http://www.sirc.ca/products/sportsdiscus.cfm): es la base de
datos del Sport Information Resource Centre (SIRC) realizada por la Coaching Association de Canadá.
Las palabras clave utilizadas para la búsqueda fueron: soccer, injury, equipment, playing surface. No fue aplicada limitación en el año de publicación.
En la tabla 1 se presentan todos los trabajos encontrados.
Estudio |
Año |
Nº participantes |
Categoría |
Rango edad |
Género |
Duración |
Arnason et al |
1996 |
- |
Élite |
- |
M |
1 año |
McGrath y Ozanne |
1997 |
- |
- |
- |
M |
- |
Hawkins et al |
1999 |
108 |
Profesionales |
- |
M |
3 años |
Hawkins et al |
1999 |
30 |
Adolescentes |
- |
M |
3 años |
Junge et al |
2000 |
- |
Adolescentes
Francia |
14 – 18 |
M |
1 año |
Junge et al |
2000 |
- |
Adolescentes
Czech |
14 – 18 |
M |
1 año |
Chomiak et al |
2000 |
- |
- |
- |
M |
- |
Heidt et al |
2000 |
- |
- |
- |
F |
|
Morgan et al |
2001 |
237 |
Élite |
18 – 38 |
M |
63684h |
Lilley
et al |
2002 |
45 |
Adolescentes
|
17 de media |
F |
5 años |
Adamczyk et al |
2002 |
- |
- |
- |
- |
|
Andersen et al |
2003 |
- |
Profesionales |
- |
M |
21 partidos |
Villani et al |
2003 |
- |
- |
- |
- |
- |
Andersen et al |
2004 |
330 |
Profesionales |
- |
M |
1año (174 partidos) |
Andersen et al |
2004 |
- |
Profesionales |
- |
M |
313 partidos |
Ekstrand et al |
2004 |
65 |
Internacional |
- |
M |
1 año |
Ekstrand et al |
2004 |
201 |
Profesionales |
- |
M |
1 año |
Twizere |
2004 |
- |
Élite |
- |
M |
1 año |
Guiza et al |
2005 |
- |
Élite |
- |
F |
2 años |
Stumbo |
2005 |
78 |
Internacional |
Sub 17; Sub 20; Abs. |
F |
3 años |
Walden et al |
2005 |
266 |
Profesionales |
- |
M |
1 año |
Walden et al |
2005 |
- |
Profesionales
|
- |
M |
1 año |
Walden et al |
2005 |
- |
Profesionales
|
- |
M |
1 año |
Paús et al |
2006 |
86 |
Profesionales |
- |
M |
7 años |
Ekstrand et
al |
2006 |
290 |
Élite |
16 – 39 |
M |
1año |
Ekstrand et al |
2006 |
290 |
Élite |
16 – 37 |
M |
1año |
Hägglund |
2007 |
- |
Élite |
- |
M |
4 años |
Dick et al |
2007 |
- |
Élite/
amateurs |
- |
F |
1988-2003 |
Jacobson et al |
2007 |
269 |
Élite |
- |
F |
1 año |
Tegnander et al |
2007 |
181 |
Élite
y adolescentes |
17 – 34 |
F |
1 año |
Dvorak et al |
2007 |
- |
Internacional |
- |
M |
WC2006 |
Stefffen et
al |
2007 |
2020 |
Adolescentes |
< 16 |
F |
1 año |
Stefffen et al |
2007 |
2020 |
Adolescentes |
< 16 |
F |
1 año |
Tscholl et al |
2007 |
- |
- |
- |
F |
- |
Tabla 1. Descripción general de los estudios consultados.
2.
DEFINICIÓN DE LESIÓN
En el fútbol, no existe una definición de lesión
generalmente aceptada por todos para los estudios de carácter epidemiológico.
Entre los criterios más comunes para la definición de lesión se utilizan la
ausencia del entrenamiento o del juego (Chomiak y Dvorak, 2000), seguido por la
necesidad de tratamiento médico (Dvorak et al, 2000; Ekstrand, Walden,
Hägglund, 2004; Ekstrand, Timpka, Hägglund, 2006) y por el grado de daño
sufrido en los tejidos anatómicos y el tiempo que requiere el deportista para
volver a la práctica deportiva. Pudiendo oscilar éste, para ser considerado
lesión, desde un día (The National Athletic Injury Registration System [NAIRS]
citado en Dvorak et al, 2000; Ekstrand et al 2004; 2006) hasta una semana
(Junge et al., 2000). Estos criterios, sin embargo, pueden ser engañosos y
están abiertos a diversas interpretaciones. La ausencia del entrenamiento o del
juego depende no sólo de un componente subjetivo muy fuerte sino también de
otras variables como el calendario de partidos, la posibilidad de seguir uno u
otro tratamiento médico y, finalmente, factores tales como la importancia del
jugador y del partido (Dvorak y Junge, 2000). Asimismo, Dvorak et al. (2000)
consideran que deberían también tenerse en cuenta los factores socioeconómicos
o sociales adversos.
Por tanto, el hecho de que exista una gran controversia a
la hora de definir una lesión ha hecho que la FIFA, como el máximo órgano
federativo del mundo del fútbol, adopte la definición más amplia de lesión.
Así, la ventaja de incluir todas las quejas del jugador es que llega a ser
posible determinar el impacto del espectro completo de lesiones desde
contusiones suaves a lesiones más graves como fracturas (Giza, Mithöfer,
Farell, Zarins y Gill, 2005).
3.
INCIDENCIA DE LESIONES EN FÚTBOL
El grado de incidencia de lesiones en fútbol se define
como el número de nuevas lesiones que se producen durante un periodo concreto,
dividido por el total de jugadores expuestos a ese riesgo (van Mechelen, Hlobil
y Kemper 1992; Junge y Dvorak 2000).
Éste puede ser estimado de forma bastante precisa si se
tiene en cuenta el tiempo de exposición de los jugadores de fútbol (partidos y
entrenamientos). En concreto, el riesgo de lesión según el tiempo de exposición
se calcula dividiendo el número de lesiones producidas por el tiempo que todos
los jugadores utilizan en entrenamientos y partidos. (van Mechelen et al 1992;
Inklaar, 1994; .Junge y Dvorak, 2000).
Respecto a la forma de recopilar la información para
obtener el grado de incidencia, uno de los métodos más utilizados es el
cuestionario rellenado por el deportista, por entrenadores o por médicos. En él
se recoge información sobre la lesión, circunstancias y opinión personal de los
jugadores (Junge y Dvorak 2000; Chomiak, Junge, Peterson y Dvorak, 2000; Paús y
Torrengo 2006). Además, en algunas de estas investigaciones se incluye una
revisión médica semanal (Junge y Dvorak 2000; Junge, Dvorak y Chomiak 2000;
Paús y Torrengo 2006).
Pero, cuando se revisa la literatura publicada sobre las
lesiones sufridas por los jugadores de fútbol, se hace evidente la gran
diferencia existente sobre el grado de incidencia presentado en las diferentes
investigaciones (Inklaar 1994a, b; Chomiak et al 2000; Junge y Dvorak 2000;
Junge et al 2000). El motivo, según diversos autores (Dvorak y Junge, 2000;
Morgan y Oberlander, 2001), es el alto grado de subjetividad. De ahí que en
muchos estudios se incluya un seguimiento médico semanal (Junge y Dvorak, 2000;
Chomiak et al 2000; Junge et al 2000; Paús y Torrengo, 2006).
Cuando se analizan los datos extraídos de estas
investigaciones, es importante tener en cuenta las características de la
población de estudio, ya que es un factor que influye en los resultados
obtenidos en cada uno de los estudios (Dvorak et al, 2000); la categoría, aunque,
tal y como afirman Giza y Micheli (2005) resulta difícil controlar esta
variable ya que cada país y liga utiliza su terminología y clasificación; el
nivel técnico, Junge, Dvorak y Chomiak (2000), observaron que el número de
lesiones era mayor en aquellos jugadores que presentaban un menor nivel
técnico. También el nivel de condición física resulta determinante, teniendo
menor riesgo de lesión los deportistas con un estado de forma física más alto
(Reilly, Bangsbo, Franks, 2000 citados en Giza y Micheli, 2005). Además, se
debe tener en consideración que durante las competiciones se registra un mayor
número de lesiones que durante los entrenamientos (Morgan y Oberlander, 2001).
Hay autores (Inklaar, 1994; Junge y Dvorak, 2000;
Hägglund 2007) que sitúan el rango de lesiones registradas en el fútbol entre
0,5 a 45 lesiones cada 1000H de práctica y competición. Como afirma Hägglund
(2007) las diferencias que se observan se deben al diseño de las
investigaciones, definición de lesión, nivel de los jugadores, etc.
En nuestra revisión (tablas 2 y 3) el rango obtenido se
sitúa en la línea de trabajos anteriores, oscilando de 2,3 a 7,6 cada 1000h de
entrenamiento y de 12,7 a 68,7 cada 1000h de competición. En cuanto al promedio
total las cifras obtenidas van de 1,1 a 9,4 cada 1000 h de exposición de los
jugadores.
En las siguientes tablas (2 y 3) se presentan los datos
agrupados según categorías:
Categoría |
Total estudios |
Promedio total
1000/h |
Promedio 1000/h
entrenamiento |
Promedio 1000/h
partido |
Senior M |
17 |
1,1 – 9,5 |
2,42 – 7,6 |
13 – 68,7 |
Senior F |
4 |
4,28 – 4,6 |
2,7 – 7 |
13,9 – 25,07 |
Adolescente M |
3 |
8,5 |
2,3 – 4,1 |
12,7 – 37,2 |
Adolescente F |
2 |
5 – 12,2 |
1,2 |
8,3 – 8,7 |
Profesional M |
9 |
1,1 – 9,5 |
3,4 – 6 |
24 – 41,8 |
Élite M |
4 |
6,2 |
2,42 – 5,9 |
13 – 35,3 |
Élite F |
3 |
4,6 |
2,7 – 7 |
13, 9 – 24 |
Internacional M |
2 |
7,9 |
3,2 |
26,7 – 68,7 |
Internacional F |
1 |
4,28 |
3,71 |
25,07 |
Tabla 2. Estudios revisados por
categorías.
Estudio |
Año |
Nº lesiones |
Promedio lesiones
total/ 1000h |
Lesión entrene/
1000h |
Lesión partido/1000h |
Arnason et al |
1996 |
- |
- |
5,9 |
34,8 |
Hawkins et al |
1999 |
578 |
8,5 |
3,4 |
25,9 |
Hawkins et al |
1999 |
166 |
8,5 |
4,1 |
37,2 |
Junge et al |
2000 |
58 |
- |
2,3 |
12,7 |
Junge et al |
2000 |
130 |
- |
2,6 |
14,8 |
Morgan et al |
2001 |
256 |
6,2 |
2,9 |
35,3 |
Lilley
et al |
2002 |
239 |
5,0 – 12,2 |
- |
- |
Adamczyk et al |
2002 |
- |
- |
1,5 – 7,6 |
12 - 35 |
Andersen et al |
2003 |
- |
- |
- |
29 |
Andersen et al |
2004 |
121 |
- |
- |
21,5 |
Andersen et al |
2004 |
- |
- |
- |
29,1 |
Ekstrand et al |
2004 |
- |
7,9 |
3,2 |
26,7 |
Ekstrand et al |
2004 |
- |
9,5 |
5,5 |
30,3 |
Stumbo |
2005 |
334 |
4,28 |
3,71 |
25,07 |
Walden et al |
2005 |
658 |
9,4 |
5,8 |
30,5 |
Walden et al |
2005 |
- |
1,1 |
4,9 |
24 |
Walden et al |
2005 |
- |
2 |
6 |
41,8 |
Paús et al |
2006 |
3119 |
9,1 |
- |
- |
Ekstrand et
al |
2006 |
483 |
- |
2,42 |
19,6 |
Ekstrand et al |
2006 |
292 |
- |
2,94 |
21,48 |
Jacobson et al |
2007 |
237 |
4,6 |
2,7 |
13,9 |
Tegnander et al |
2007 |
189 |
- |
3,1 |
23,6 |
Dvorak et al |
2007 |
145 |
- |
|
68,7 |
Stefffen et
al |
2007 |
119 |
- |
1,2 |
8,7 |
Stefffen et al |
2007 |
286 |
- |
1,2 |
8,3 |
Tabla 3. Grado de incidencia de lesiones.
4.
LOCALIZACIÓN DE LA LESIÓN EN EL FÚTBOL
Para poder localizar las lesiones en el cuerpo humano la
mayoría de autores (Hawkins y Fuller, 1999; Chomiack et al., 2000; Dvorak y
Junge, 2000; Lilley, Gass y Locke., 2002; Dick, Putukian, Agel, Evans y
Marshall, 2007) se centran en las siguientes regiones anatómicas: la cabeza, el
cuello, hombros, el tronco, y las extremidades superiores e inferiores (pie,
tobillo, pierna, rodilla y muslo) además de la cadera y la pelvis que se suelen
agrupar.
De acuerdo con los artículos revisados la localización de
las lesiones en el fútbol se asocia preferentemente con las extremidades
inferiores. Hecho que resulta lógico debido a las características del deporte
en cuestión. Una comparación sobre el porcentaje de lesiones registradas en los
miembros inferiores se puede observar en la tabla 4. La revisión de las
diferentes publicaciones indica que el porcentaje de lesiones registradas en el
tren inferior para jugadores del género masculino oscila entre un 63% y un 93%,
muy similar al presentado por McGrath y Ozanne (1997) en su revisión, en la que
establecían un porcentaje de un 75% a un 93%. Asimismo, en las mujeres el rango
va de un 70% a un 88%.
Autor |
Año |
Tipo |
Género |
Porcentaje |
McGrath y Ozanne |
1997 |
R |
M |
75 – 93% |
Hawkins y Fuller |
1999 |
P |
M |
86% |
Junge et al |
2000 |
P |
M |
74,2% |
Morgan et al |
2001 |
P |
M |
77% |
Lilley et al |
2002 |
R |
F |
85% |
Adamczyk et al |
2002 |
P |
- |
75,4 – 93% |
Adamczyk et al |
2002 |
R |
- |
64 – 86,8% |
Andersen et al |
2004 |
R |
M |
81,81% |
Stumbo |
2005 |
P |
F |
79% |
Paús y Torrengo |
2006 |
P |
M |
84,8% |
Hägglund * |
2007 |
R |
M |
70 – 93% |
Hägglund |
2007 |
R |
M |
60 – 82% |
Jacobson et al |
2007 |
P |
F |
82% |
Tegnander et al |
2007 |
P |
F |
81% |
Dick et al |
2007 |
R |
F |
70% |
Steffen et al * |
2007 |
P |
F |
81% |
Steffen et al |
2007 |
P |
F |
85,3% |
Tscholl et al |
2007 |
P |
F |
60% |
*
césped artificial |
Tabla 4. Porcentaje lesiones localizadas en el tren
inferior.
Según Hawkins y Fuller (1999) la gran mayoría de las
lesiones se asocian con la parte dominante del cuerpo (52,3%) frente a la no
dominante (38,7%). En cuanto a su localización exacta en cada una de las
regiones corporales los estudios muestran diversos resultados que han sido
recopilados en la tabla 5 para facilitar su posterior análisis.
Autor |
Año |
Género |
Pie (%) |
Tobillo (%) |
Pierna (%) |
Rodilla (%) |
Muslo (%) |
Cadera (%) |
Hawkins et al |
1999 |
M |
- |
17 |
13 |
14 |
23 |
- |
Heidt et al |
2000a |
F |
- |
28,6 |
- |
42,9 |
- |
- |
Heidt et al |
2000b |
F |
- |
28,6 |
- |
31,9 |
- |
- |
Chomiak et al |
2000 |
M |
- |
19 |
- |
30 |
- |
- |
Junge et al* |
2000 |
M |
- |
29,8 |
7 |
24,6 |
14 |
|
Junge et al |
2000 |
M |
- |
20,8 |
5,4 |
20,8 |
16,9 |
- |
Morgan et al |
2001 |
M |
- |
18 |
- |
21 |
- |
- |
Lilley et al |
2002 |
F |
10 |
24 |
24 |
12 |
7 |
4 |
Andersen et al |
2003 |
M |
18,75 |
25 |
6,25 |
18,75 |
6,25 |
- |
Andersen et al |
2004 |
M |
5,78 |
14,87 |
12,39 |
15,7 |
21,61 |
1,65 |
Junge et al |
2004 |
M |
- |
13 |
6 |
23 |
|
|
Junge et al |
2004 |
F |
- |
8 |
8 |
25 |
|
|
Junge et al |
2004 |
M |
- |
- |
- |
17 |
- |
|
Junge et al |
2004 |
M |
- |
12,1 |
23,3 |
10,3 |
13,8 |
- |
Junge et al |
2004 |
F |
- |
22 |
9 |
- |
- |
- |
Junge et al |
2004 |
M |
- |
21 |
15 |
15 |
- |
- |
Junge et al |
2004 |
M |
8,2 |
14,6 |
17 |
12,9 |
17,5 |
6,4 |
Price et al |
2004 |
M |
8 |
19 |
10 |
18 |
19 |
12 |
Twizere |
2004 |
M |
- |
38,5 |
- |
26,7 |
- |
- |
Twizere |
2004 |
M |
- |
41,6 |
- |
29,9 |
- |
- |
Twizere |
2004 |
M |
- |
35,3 |
- |
23,5 |
- |
- |
Waldén et al |
2005 |
M |
5,5 |
14 |
11 |
20 |
23 |
12 |
Stumbo |
2005 |
F |
1,8 |
13,5 |
9,3 |
29,9 |
23,7 |
- |
Guiza et al |
2005 |
F |
9,3 |
9,3 |
- |
31,8 |
- |
- |
Ekstrand et al* |
2006 |
M |
- |
24,12 |
- |
12,06 |
- |
- |
Ekstrand et al |
2006 |
M |
- |
14,19 |
- |
14,19 |
- |
- |
Paús et al |
2006 |
M |
5,4 |
8,1 |
13,8 |
9,6 |
43,9 |
3,8 |
Tegnander et al |
2007 |
F |
6,8 |
23,8 |
7,4 |
16,4 |
17,4 |
8,9 |
Dick et al |
2007 |
F |
- |
15,3 |
5,4 |
9,3 |
21,3 |
7,6 |
Dick et al |
2007 |
F |
2,7 |
19,4 |
5,9 |
17,6 |
10,7 |
3,2 |
Hägglund |
2007 |
M |
- |
9-13 |
- |
15-21 |
22-23 |
15-19 |
Steffen et al* |
2007 |
F |
- |
44 |
- |
17 |
17 |
4 |
Steffen et al |
2007 |
F |
- |
54 |
- |
26 |
10 |
1 |
Tabla 5. Localización de las lesiones por regiones
anatómicas del tren inferior.
Por lo que respecta a la distribución de las lesiones
musculoesqueléticas en dichas extremidades las regiones más afectadas son la
rodilla y el tobillo, así como los músculos del muslo y la pantorrilla,
coincidiendo así con lo afirmado por diversos autores (Junge et al 2000; Lilley
et al 2002). Si se comparan hombres y mujeres, Hägglund (2007) afirma que la
localización de las lesiones varía.
4.2.
LOCALIZACIÓN DE LESIONES EN EL RESTO DEL
CUERPO
En la tabla 6 se presenta un resumen de todos los
trabajos publicados sobre localización de lesiones en fútbol. Cabe destacar que
las lesiones que afectan al miembro superior, tronco y cabeza representan entre
un 2,9% y un 11,4% del total.
Autor |
Año |
Temporada |
Duración |
Categoría |
Género |
Tronco (%) |
Miembros
superiores(%) |
Cabeza (%) |
Enkstrand et al |
1983 |
- |
1año |
Amateurs |
M |
- |
- |
1,95 |
Hawkins et al |
1999 |
1994-97 |
- |
Élite |
M |
7,6 |
2,8 |
2,4 |
Lilley et al |
2002 |
1993-98 |
- |
Élite |
F |
4 |
5 |
4 |
Andersen et al |
2003 |
1994-98 |
- |
Internacionales |
M |
- |
6,25 |
18 |
Andersen et al |
2004 |
2000 |
- |
Élite |
M |
8,2 |
0,8 |
9,09 |
Junge et al |
2004 |
World Cup 2002 |
- |
Élite
y adolescentes |
M |
3,5 |
4,7 |
14,6 |
Junge et al |
2004 |
Olimpyc 2000 |
- |
Élite
y adolescentes |
M |
9,5 |
2,6 |
20,7 |
Price et al |
2004 |
1999-2001 |
- |
Adolescentes |
M |
3 |
5 |
1 |
Twizere |
2004 |
2003 |
- |
Élite
(1st + 2nd division) |
M |
9,1 |
11,4 |
5,9 |
Waldén et al |
2005 |
2001-02 UEFA
ChampionsLeague |
- |
Élite |
M |
|
6 |
3 |
Stumbo |
2005 |
- |
2 años 7 meses |
Internacionales
Sub 17, 20 y absoluta |
F |
8,4 |
9 |
3,6 |
Guiza et al |
2005 |
2001-03 |
- |
Élite |
F |
- |
- |
10,4 |
Paús et al |
2006 |
1991- 2002 |
- |
Élite |
M |
5,7 |
8,3 |
0,9 |
Tegnander et al |
2007 |
2001 |
- |
Élite |
F |
7,9 |
4,76 |
6,34 |
Dick et al |
2007 |
1988 – 2003
(entrenamientos) |
- |
Elite/
amateurs |
F |
1,6 |
4,2 |
3,9 |
Dick et al |
2007 |
1988 – 2003
(partidos) |
- |
Elite/
amateurs |
F |
1,3 |
6,3 |
13,8 |
Hägglund |
2007 |
2001 – 05 |
- |
Élite |
M |
7-9 |
2-4 |
1-3 |
Tabla 6. Localización de las lesiones por regiones
anatómicas del miembro superior.
El tipo de lesión más común en la cabeza es una contusión
producida por la colisión con otro jugador. Es interesante señalar que no se
registran lesiones por cabecear la pelota (Chomiack et al 2000; Dvorak y Junge,
2000; Adamczyk y Luboiñski, 2002; Andersen et al, 2004). En este sentido Jordan
et al (citados en Dvorak y Junge, 2000) realizaron una investigación en las que
compararon jugadores de fútbol con atletas de pista. Se les sometió a
diferentes baterías de pruebas neurofisiológicas para valorar la función
cognitiva y se llevó a cabo un escáner MRI. Tanto en el análisis de los
cuestionarios como en el escáner no hallaron diferencias significativas entre
ambos grupos.
En cuanto al tronco (Chomiack et al 2000) las lesiones
suelen ir acompañadas por un problema intrínseco (como puede ser una
espondilolisis, una escoliosis o la enfermedad de Scheuermann), que se ve
agravado por la propia actividad o por el contacto con algún jugador. Por
último, indicar que en el caso de los miembros superiores, McGrath y Ozanne
(1997) afirman que el porcentaje de lesiones es mayor en categorías inferiores.
5.
NATURALEZA DE LA LESIÓN Y GRADO DE
AFECTACIÓN DE LAS LESIONES EN FÚTBOL
A la hora de hacer una valoración del grado de afectación
de las lesiones son seis los factores que se suelen tener en cuenta (van
Mechelen et al 1992; Adamczyk y Luboiñski, 2002): naturaleza de la lesión,
naturaleza y duración del tratamiento, tiempo que se pierde de práctica
deportiva, tiempo que se pierde de trabajo, existencia de daños permanentes y
coste de la lesión.
La clasificación de las lesiones más utilizada por los
investigadores es aquella que las agrupa según el número de días que el
deportista se pierde de entrenamiento o de partidos, catalogando las lesiones
en tres categorías. Como se ve en la tabla 7 la mayoría de autores catalogan
las lesiones a partir de que el jugador se pierda al menos un entrenamiento o
partido, pero hay otros, que aunque también las dividen en tres categorías, el
periodo mínimo de afectación debe prolongarse al menos una semana.
Autor |
Año |
Clasificación |
Periodo
de duración/ días |
Inklaar Andersen et al Tegnander Steffesen et al |
1994 2003, 2004 2007 2007 |
Leves |
1 – 7 |
Moderadas |
8 – 21 |
||
Graves |
> 21 |
||
Lilley |
2002 |
Leves |
1 – 6 |
Moderadas |
7 – 21 |
||
Graves |
> 21 |
||
Morgan et al Jacobson |
2001 2007 |
Leves |
1 – 7 |
Moderadas |
8 – 29 |
||
Graves |
> 29 |
||
Junge et al |
2000 |
Suaves |
7 - 14 |
Moderadas |
15 – 28 |
||
Severas |
> 29 |
||
Ekstrand et al Price et al |
2006 2004 |
Ligeras |
1 – 3 |
Leves |
4 – 7 |
||
Moderadas |
8 – 28 |
||
Severas |
> 28 |
||
Paús et al |
2006 |
Leves |
1 – 7 |
Moderadas |
8 – 21 |
||
Graves |
22 – 56 |
||
Severas |
> 56 |
||
Twizere Waldén |
2004 2005 |
Leves |
2-3 |
Moderadas |
4 - 7 |
||
Graves |
8 – 28 |
||
Severas |
> 28 |
Tabla 7. Catalogación de las lesiones.
El tiempo perdido de práctica deportiva por parte del
deportista es un indicador efectivo de la importancia que ha revestido la
lesión, pero tiene el inconveniente de que tiene un cierto componente
subjetivo, pues depende de que persona (médico, fisioterapeuta, entrenador,
deportista, etc.) que toma la decisión de que el deportista se reincorpore a
los entrenamientos normales. Además, la presión mediatica hace que no siempre
los deportistas cumplen los periodos de recuperación que serían adecuados para
la gravedad de la lesión que sufren (Adamczyk y Luboiñski, 2002).
En la mayoría de trabajos (Arnason et al, 1996; Chomiack
et al, 2000; Junge, 2004) las lesiones se dividen en los siguientes tipos
(tabla 8): esguinces (elongación de ligamentos más allá del denominado límite
elástico), distensiones músculo- tendinosas, contusiones, tendinitis (en la que
se incluye la bursitis) y fracturas óseas. Las lesiones agrupadas como “otras”
incluyen abrasiones de la piel, conmociones, etc.
Autor |
Año |
Categoría |
G |
Esguince % |
Distensión % |
Contusión % |
Tendinitis % |
Fracturas % |
Otras % |
Arnason et al |
1996 |
Élite |
M |
22 |
29 |
20 |
- |
- |
29 |
Hawkins et al |
1999 |
Élite |
M |
20 |
41 |
20 |
- |
4 |
- |
Chomiack et al |
2000 |
Élite
y amateur |
M |
42 |
15 |
8 |
- |
16 |
19 |
Lilley et al |
2002 |
Élite |
F |
31 |
35 |
- |
- |
- |
34 |
Andersen et al |
2003 |
Internacionales |
M |
31,25 |
- |
25 |
- |
25 |
18,75 |
Villani et al |
2003 |
|
|
10,4 |
40,2 |
- |
1,6 |
1,3 |
- |
Junge et al
(Mundial 1998) |
2004 |
Élite
y adolescentes |
M |
12 |
23 |
41 |
- |
4 |
- |
Junge et al
(Mundial 1999) |
2004 |
Élite
y adolescentes |
F |
12 |
12 |
35 |
- |
8 |
- |
Junge et al (Confederación 1999) |
2004 |
Élite
y adolescentes |
M |
20 |
20 |
50 |
- |
10 |
- |
Junge et al
(O.G. 2000) |
2004 |
Élite
y adolescentes |
M |
11 |
3 |
65 |
- |
1 |
- |
Junge et al
(O.G. 2000) |
2004 |
Élite
y adolescentes |
F |
25 |
25 |
44 |
- |
- |
- |
Junge et al
(Confederación 2001) |
2004 |
Élite
y adolescentes |
M |
15 |
15 |
45 |
- |
3 |
- |
Junge et al
(Mundial 2002) |
2004b |
Élite |
M |
14,04 |
14,62 |
49,12 |
2,92 |
1,75 |
- |
Price et al |
2004 |
Adolescentes |
M |
20 |
31 |
- |
- |
- |
- |
Twizere |
2004 |
Élite |
M |
26 |
8 |
21 |
4 |
13 |
|
Stumbo |
2005 |
Adolescentes
y profesionales |
F |
10,8 |
29 |
- |
12,6 |
1,8 |
- |
Giza et al |
2005 |
Élite |
F |
19,1 |
30,7 |
16,2 |
- |
11,6 |
- |
Walden et al |
2005 |
Élite |
M |
21 |
26 |
16 |
- |
2 |
- |
Ekstrand* |
2006 |
Élite |
M |
37,21 |
22,18 |
- |
- |
- |
- |
Ekstrand** |
2006 |
Élite |
M |
22,71 |
30,84 |
- |
- |
- |
- |
Dick et al (partido) |
2007 |
Élite/
amateurs |
F |
18,3 |
- |
8,6 |
- |
- |
- |
Dick et a (entrenamiento)l |
2007 |
Élite/
amateurs |
F |
15,3 |
7,6 |
2,2 |
- |
- |
- |
Hägglund |
2007 |
Élite
2001 |
M |
14 |
35 |
16 |
10 |
3 |
22 |
Hägglund |
2007 |
Élite
2002 |
M |
13 |
34 |
15 |
9 |
3 |
26 |
Hägglund |
2007 |
Élite
2001 |
M |
18 |
33 |
18 |
11 |
3 |
17 |
Hägglund |
2007 |
Élite
daneses |
M |
19 |
34 |
15 |
12 |
2 |
18 |
Hägglund |
2007 |
Élite
suizas |
F |
22 |
28 |
11 |
3 |
3 |
33 |
Tegnander |
2007 |
Élite |
F |
31,21 |
35,97 |
7,4 |
- |
5,29 |
- |
* artificial; ** natural; *** citado en
Wong y Hong (2007) |
Tabla 8. Porcentaje de lesiones según su tipo.
Es preciso tener en cuenta que el grado de incidencia de
cada uno de los tipos de lesión varía con la edad (Chomiack et al, 2000; Giza y
Micheli, 2005). En sujetos jóvenes, entre 14 y 16 años, las lesiones suelen
tener una naturaleza menos severa, siendo frecuentes los problemas en la
columna, esguinces y contusiones, sobre todo estos últimos, mientras que las
distensiones musculares o las roturas de ligamentos o menisco suelen ser más
extrañas. Entre los 16 y los 18 años, aumentan ligeramente los esguinces y las
fracturas. Entre los 18 y los 25 años las distensiones y los esguinces son los tipos
de lesión que más se registran, seguidos de cerca por las roturas de
ligamentos. A partir de los 25 años se incrementan las roturas de ligamentos,
sobre todo los de la articulación de la rodilla, y los problemas de menisco,
así como las distensiones musculares, pero se reducen el número de esguinces,
fracturas y contusiones. Aún así, las lesiones más comunes en todas las edades
son los esguinces y las distensiones.
Como se puede observar en la tabla 9 la falta de
unificación de criterios dificulta la comparación entre estudios, ya que cada
investigador utiliza una terminología y le asigna una duración diferente.
(Dvorak y Junge, 2000).
Calificación |
Días |
H (%) |
M (%) |
Suaves – leves (Inklaar, 1994;Lilley, 2002; Morgan et al., 2001; Paus et al, 2006;Jacobson,
2007) |
1 a 6 |
12,5 – 62 |
25 – 61 |
Suaves – leves (Twizere, 2004 ; Ekstrand et al, 2006) |
2 a 3 |
12,5 – 36 |
25 |
Suaves
– moderadas
(Twizere, 2004 ; Walden, 2005) |
4 a 7 |
35 |
28 |
Suaves
– moderadas
(Junge et al, 2000) |
1 a 14 |
12,5 – 62 |
25 - 61 |
Moderadas
– graves
(Walden, 2005; Ekstrand et al, 2006, Price et al., 2004) |
4 a 28 |
18,75 – 38 |
28,17 – 36 |
Moderadas
– graves
(Junge et al, 2000; Jacobson, 2007) |
7 a 30 |
18,75 – 38 |
28,17 – 36 |
Graves – severas (Twizere, 2004; Price et al, 2004; Walden, 2005) |
a partir de 28 |
9 – 43,75 |
12 – 19 |
Graves – severa (Junge et al, 2000 ; Morgan et al., 2001; Jacobson, 2007) |
a partir de 29 |
11 – 43,75 |
17,12 - 19 |
Graves – severas
(Paus et al, 2006) |
a partir de 30 |
11 – 43,75 |
17,12 - 19 |
Tabla 9. Comparación del grado de afectación de las
lesiones según su duración entre géneros.
En líneas generales, se puede afirmar que el riesgo de
sufrir una lesión que conlleve un periodo de recuperación inferior a una semana
sería de un 12,5 a 62% de probabilidad. Generalmente se trata de esguinces y
distensiones músculo-tendinosas. Para las de duración inferior a cuatro
semanas, la probabilidad se sitúa entre 18,75 y 38%. Por último, para las
lesiones superiores a las cuatro semanas el rango de probabilidad se situaría
entre un 9 y un 43,75%. Estas cifras son bastante similares a las obtenidas en
otras revisiones (McGrath y Ozanne, 1997; Morgan, 2001). Es de destacar que,
según estos autores, la posición que ocupa el jugador en el terreno de juego no
afecta al tipo de lesión.
En cuanto a hombres y mujeres las cifras son similares,
excepto el riesgo de sufrir lesiones que impliquen un periodo de recuperación
superior a las cuatro semanas, que es menor en mujeres.
6.
MECANISMO DE LA LESIÓN EN FÚTBOL
Como se muestra en la tabla 10, no existe consenso respeto
al mecanismo más común por el que un jugador sufre una lesión. Así, Tscholl et
al (2007) indica que las lesiones por contacto representan hasta el 86% del
total, mientras que Paús et al (2006) indica que el 80% se producen sin
contacto.
AUTORES |
AÑO |
CATEGORÍA |
G |
CONTACTO |
SIN
CONTACTO |
Zemper** |
1989 |
- |
- |
80% |
20% |
Kibler*** |
1993 |
- |
- |
67% |
33% |
Hawkins et al |
1999 |
Élite |
M |
41% |
59% |
Chomiak et al |
2000 |
Élite / amateur |
M |
46% |
54% |
Heidt et al |
2000 |
Adolescentes |
F |
36,37% |
62,63% |
Dvorak et al * |
2002 |
Élite / amateurs |
M |
73% |
27% |
Junge et al |
2004 |
Élite / adolescentes |
M |
73% |
27% |
Price et al |
2004 |
Élite |
M |
66% |
34% |
Twizere |
2004 |
Élite |
M |
48,3% |
33% |
Giza et al |
2005 |
Élite |
F |
28% |
72% |
Paús et al |
2006 |
Élite |
M |
20% |
80% |
Dick et al (entrenamiento) |
2007 |
Élite/ amateurs |
F |
40% |
56% |
Dick et al (entrenamiento) |
2007 |
Élite/ amateurs |
F |
75% |
23,3% |
Dvorak et al |
2007 |
Élite |
M |
73% |
27% |
Hägglund |
2007 |
Élite |
M |
35% |
65% |
Hägglund |
2007 |
Élite |
F |
26% |
74% |
Junge et al |
2007 |
Élite /adolescentes |
M/ F |
37% |
57% |
Steffen et al |
2007 |
Adolescentes |
- |
66% |
34% |
Tscholl et al |
2007 |
Élite |
F |
86% |
14% |
* citado en Adamczyk y Luboiñski, 2002; **
citado en Gorse et al 1997; ***citado en McGrath y Ozanne, 1997 |
Tabla 10. Resumen de los mecanismos de la lesión.
El mecanismo más común de lesión por contacto es cuando
un jugador intenta chutar la pelota, impactando en ese instante con un
contrario que intentaba evitar la acción mediante una entrada. Muchas de estas
lesiones se asocian con una violación del reglamento y se producen sobre todo
en competición (McGrath y Ozanne, 1997; Hawkins et al 1999; Chomiack et al,
2000, Junge et al, 2004).
Las lesiones sin contacto son más comunes en los
entrenamientos que en la competición (Hawkins et al, 1999) y, es durante la
carrera cuando mayor índice de lesiones se registra. Los motivos se relacionan
con la fatiga, tanto nerviosa como muscular (Price et al 2004). De ahí que se
afirme que muchas de las lesiones que se producen sin contacto pueden ser
evitadas con un acondicionamiento físico correcto, estiramientos y un buen
trabajo de técnica (Gorse, Mickey, Bierhals, 1997).
7.
SUPERFICIE Y CALZADO UTILIZADO EN
FÚTBOL Y SU RELACIÓN CON LAS LESIONES
Conocer los factores de riesgo de las lesiones en el
fútbol es importante para poder desarrollar medidas preventivas. Las lesiones
deportivas son el resultado de la interacción de factores intrínsecos y
extrínsecos. Entre los primeros se incluyen la edad, sexo, peso, niveles de
fuerza, etc. Los extrínsecos hacen referencia a la metodología de
entrenamiento, las condiciones climáticas, las superficie de juego y el
equipamiento (Twizere, 2004).
Dentro de los factores extrínsecos, las botas son un
elemento fundamental. Sus funciones son variadas: proporcionan adherencia a la
superficie de juego, protección al pie, deben ser confortables, ajustarse correctamente
al pie y facilitan el control de la pelota (Lees y Nolan, 1998). Sin embargo,
también son uno de los principales factores que influye en las lesiones
producidas sin contacto o de etiología desconocida (Inklaar, 1994; McGrath y
Ozanne, 1997; Junge et al 2000b; Dvorak et al 2000; Dvorak y Junge, 2000;
Hägglund, 2007), y las principales responsables de fracturas de huesos del pie
por estrés (Queen et al, 2007).
El agarre (fricción) es una de las características que resulta más determinante a la hora de seleccionar las botas (Dvorak y Junge, 2000). Así un alto coeficiente de fricción a la traslación se relaciona con altos índices de lesiones. En concreto, dos tercios de las lesiones producidas sin contacto podría deberse a una fricción excesiva entre el calzado y la superficie (Queen et al, 2007).
Respecto al número de tacos, cuanto menor sea, mayor
grado de abducción registrará la articulación y a
menor grosor, mayor eversión (Sang-Kyoon et al, 2005). En cuanto a las
presiones, normalmente, presentan picos mayores en la parte media o intermedia
del pie que en la lateral durante la carrera y los cambios de dirección. En
concreto se localizan bajo el hallux, el segundo dedo del pie, la parte
delantera intermedia, el arco intermedio, el talón intermedio y el talón
lateral, siendo menores debajo de la parte delantera lateral y del arco lateral
(Eils et al, 2004; Wong et al, 2007). En este sentido, el grado de presión
plantar que ejerce una determinada distribución de los tacos determina el
potencial que tiene esa bota de producir lesiones por estrés. Así pues, las
zapatillas de multitacos diseñadas para superficies sintéticas son las que
presentan menores presiones plantares debido, sobre todo, a la inclusión de una
mediasuela, así como el menor tamaño de los tacos (Queen et al, 2007). También,
debe tenerse en cuenta que las presiones plantares son diferentes según se
midan en la pierna preferente o en la otra, siendo mayores en las primeras
(Wong et al, 2007). Por último comentar que Kalia (2007) no encontró
diferencias significativas entre los diferentes modelos de tacos (cónico o
elíptico). Es más, según Queen et al (2007) es más importante el material del
que están hechos los tacos que la forma de éstos.
A nivel de tracción, cuanto mayor sea este nivel, mayor
será el rendimiento. Según Queen et al (2007), las botas de fútbol, en general,
deben tener como mínimo 14 tacos con un diámetro mínimo de 12,5 mm y una
longitud máxima de 9,5 mm. Así, algunos proponen la necesidad de reducir la
fricción individual de cada taco y aumentar el número para mejorar el
rendimiento en este aspecto (Queen et al, 2007).
En cuanto a la amortiguación, diversos estudios (Monte et
al, 1993 citado en McGrath y Ozanne, 1997; Inklaar, 1994) afirman que cerca del
97% de los jugadores presentan deformidades en los huesos de los pies debido a
micro y macro traumas producidas por impactos continuados. Para aumentar la
amortiguación, hay que aumentar el grosor de la entresuela (Cross, 1993 citado
en McGrath y Ozanne, 1997), pero esto tiene el inconveniente de aumentar la
inestabilidad lateral (Wong et al (2007).
Respecto a la superficie de juego, debe ser considerada a
la hora de seleccionar el calzado apropiado. Las fuerzas y los momentos que
actúan en el cuerpo son modificados según la superficie, el tipo de calzado
utilizado y las condiciones ambientales que pueden hacer que se modifique el
contacto calzado/superficie.
Se debe tener en cuenta que un jugador de fútbol recorre
a lo largo de un partido unos 10,8 km de media (Bangsbo, 2002). De éstos, entre
un 19% y un 52,94% son esfuerzos realizados a intensidades máximas y
submáximas. Registrando entre 30 y 185 esfuerzos máximos de diferente duración
(Lago, 2003). Pudiéndose observar hasta 1100 cambios de actividad (Bangsbo,
2002) como son aceleraciones, paradas, cambios de dirección, etc. Esto supone
que el futbolista debe soportar cargas mecánicas, de dos a tres veces
superiores a su propio peso corporal, de forma repetida. Por tanto, las
características de la superficie es un factor fundamental a tener en cuenta
cuando se hace una revisión epidemiológica en el fútbol (McGrath y Ozanne,
1997).
En relación con lo expuesto en el párrafo anterior,
diversos autores (McGrath y Ozanne, 1997; Junge et al 2000, Twizere, 2004)
consideran como un factor fundamental el control de la fricción, ya que cuanto
más alta sea ésta, más favorecidas se verán las aceleraciones, los cambios de
dirección, las paradas, etc., pero también serán mayores los niveles de fuerza
que deberán soportar tanto las articulaciones del tobillo como la rodilla, y si
la fricción es baja, se producirán excesivos resbalones, afectando al
rendimiento del futbolista.
Orchard et al (2005) observaron que el tipo de césped
utilizado (Bermuda, Ballica, Kikuyo o una mezcla de Ballica y Poa anual o
espiguilla) era un factor a tener en cuenta como desencadenante de lesiones del
ligamento cruzado anterior (ACL). En concreto el tipo Bermuda presenta un mayor
riesgo de lesión del ACL, mientras que el Ballica es el que presenta el menor porcentaje.
Existen evidencias de que disputar partidos a lo largo de
la temporada en superficies de diferente naturaleza aumenta el riesgo de lesión
(Steffen et al, 2007). En esta línea se encuentran diversos estudios (Ekstrand
et al 2006; Steffen et al, 2007) que comparan el grado de incidencia de lesión
entre campos con césped natural y artificial. De acuerdo con los datos
presentados en la tabla se obtiene un rango de lesiones en césped artificial
que oscila en los partidos de 0,4 a 30/ 1000h y, en los entrenamientos va de
1,2 a 2,42/ 1000h. Mientras que en campos de césped natural las cifras
oscilarían de 1,5 a 8/1000h en los entrenamientos y de 13 a 69,7h/1000h en los
partidos.
En el caso de los campos de césped artificial, en la
actualidad se ha elaborado la tercera generación, que se caracteriza por fibras
aún más largas (50 – 60 mm) y porque se ha incluido el caucho, de forma que el
comportamiento mecánico es muy parecido al que se aprecia en los campos de
césped natural (Ekstrand et al, 2006). Sin embargo, no existen trabajos
concluyentes sobre su efecto sobre la epidemiología de los futbolistas.
8.
CONCLUSIONES
El método más utilizado para recoger la información es
mediante cuestionario suministrado a futbolistas, pero como demostraron en su
investigación Junge y Dvorak (2000), en ocasiones la gravedad de lesión
percibida por los futbolistas suele diferir del diagnóstico del médico. Es por
ello que estos autores recomiendan que en estudios de carácter prospectivo, en
los que se utiliza el cuestionario como herramienta de recogida de datos, un
médico realice un seguimiento semanal a los futbolistas. También, las
diferentes concepciones sobre lesión así como la valoración de su gravedad,
interfieren en la interpretación de los datos. Siendo por tanto necesario
establecer un consenso.
Los futbolistas son de los deportistas que presentan
mayor índice de lesiones. Este índice aumenta durante los partidos de
competición, especialmente, en situaciones que implican un duelo entre
jugadores y en las que se produce una entrada o contacto entre ambos. La
mayoría de ellas se localiza en las extremidades inferiores, siendo las
regiones más afectadas en hombre, el tobillo, el muslo y la rodilla y, en
mujeres, el tobillo, la rodilla y el muslo. Por lo general, las lesiones del
tronco, miembros superiores y cabeza tienen poca incidencia tanto en cantidad
como en gravedad y, generalmente, son consecuencia del “juego sucio”.
En cuanto a los tipos más comunes de lesión, destacan las
contusiones, los esguinces y las distensiones músculo-tendinosas, tanto en
hombres como en mujeres. Por lo que respecta a la clasificación, los
investigadores se decantan por agruparlas según el número de días que el
deportista se pierde de entrenamiento o de partidos, catalogando las lesiones
en tres categorías: leves, moderadas, graves. Lo más frecuente, tanto en
adolescentes como en adultos, es que las lesiones obliguen a ausentarse de la
práctica menos de una semana. Por otro lado, parece existir consenso en que con
la edad aumenta la incidencia de las lesiones graves o severas, así como los
problemas musculares, mientras que los jóvenes sufren más esguinces y
contusiones, así como problemas de columna.
Los factores responsables de causar lesiones se agrupan
en intrínsecos (dependen del jugador: peso, tipo de pie, nutrición, etc.) y
extrínsecos (dependen del entorno y del equipamiento deportivo). Dentro de
éstos últimos, el calzado y el tipo de superficie son los más importantes.
Los criterios que debe cumplir el calzado están
consensuados: debe proporcionar suficiente agarre para poder realizar las
acciones técnicas correctamente, pero no excesivo, pues una fricción excesiva
está muy relacionada con lesiones en miembros inferiores, especialmente, de
rodilla. Además, debe amortiguar los impactos, pero sin que la entresuela sea
muy elevada, pues esto aumentaría la inestabilidad lateral. Sin embargo, llevar
a la práctica estos criterios no resulta tan sencillo, tanto es así que ni la
FIFA ni la UEFA han sido capaces de establecer unas consideraciones mínimas.
Respecto a la superficie de juego, el tipo de césped
parece influir tanto en el rendimiento como en el índice de lesiones de los
jugadores y, contrariamente a lo que muchos jugadores piensan, el césped
artificial no presenta mayores índices de lesiones que los de césped natural.
9.
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