Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte-
vol. 10- número 39- septiembre 2010 -
ISSN: 1577-0354
Anglada Monzón, P.
(2010).
El patrón motor del arrastre: punto de partida. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de
ORIGINAL
EL PATRÓN
MOTOR DEL ARRASTRE: PUNTO DE PARTIDA
THE MOTOR PATTERN OF CRALLING: STARTING POINT
Anglada Monzón, P.
pablo.anglada@uam.es Lic. en Educación
Física y Dr. en Ciencias de la Educación. Profesor del Departamento de
Educación Física, Deporte y Motricidad Humana. Facultad de Formación del Profesorado
y Educación. Universidad Autónoma de
Madrid.
Código de
la UNESCO:
5801.06 Teoría y Métodos educativos. Evaluación de alumnos
Clasificación del
Consejo de Europa: 12.
Aprendizaje motor
Recibido 3 de junio de 2009
Aceptado 20 de noviembre de
2009
RESUMEN
El artículo expone un
estudio sobre el patrón rudimentario del arrastre. En él se incluye una
revisión bibliográfica y una investigación basada en un estudio de caso. Este
aporta la posibilidad de verificar y completar la descripción de las fases de
la adquisición del patrón y analizar sus posibles efectos. Se discuten los
motivos sobre la conveniencia de su ejercitación.
PALABRAS
CLAVE:
Patrón motriz rudimentario, arrastre, estimulación motriz, maduración
neurológica, desarrollo sensorial, lateralidad, desarrollo motor.
ABSTRAC
This study is about the rudimentary pattern of crawling. It includes a bibliography
review and a case study. Its purpose is to clarify and describe the phases of
pattern acquisition and analyze its possible effects. The possibilities of its
utilization are discussed.
KEY WORDS: Rudimentary
motor pattern, crawlling, motor stimulation, neurologic maturity, sensory
development, laterality, motor development
1.
INTRODUCCIÓN
Una de las primeras
necesidades del ser humano después de nacer, una vez satisfechas las más
básicas relacionadas con la supervivencia, es ir de un lugar a otro. Podríamos
decir que el ser humano nace con la necesidad de moverse, de cambiar de
posición, de desplazarse, porque esto contribuye igualmente a aumentar sus
posibilidades de supervivencia.
Para numerosos
autores, el arrastre es el eslabón inicial en cuanto a patrones motrices se
refiere. Sin embargo, éste queda casi olvidado para la pedagogía en general en un
mar de descripciones pormenorizadas en los estudios más exhaustivos de
desarrollo motor. Sin embargo, debido a la capacitación funcional que crea este
primer patrón de movimiento, va a ser el punto de partida que puede facilitar
posteriormente la adquisición de otros.
Por ello, parece necesario conocerlo mejor y estudiar la importancia que
este puede tener.
2.
REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA
El orden en el que se
produce lo más significativo del desarrollo motor según autores clásicos como Shirley
(1931), en el período de los primeros 18 meses de vida, de forma esquemática
incluye: i) control postural de la parte superior del tronco (eleva la cabeza y
el pecho), ii) control postural del tronco y piernas (se sienta), iii) realiza
esfuerzos activos de desplazamiento (avanza sobre el vientre) desplazamiento de
arrastre, iv) bipedestación, v) marcha con ayuda, y marcha. No obstante,
examinada esta clasificación, es significativa la omisión de Shirley de la
cuadrupedia o gateo. A su vez, Gesell y
Ames (1940) establecen una lista de 23
estadios que van desde el nacimiento a la marcha, agrupados en cuatro ciclos.
Estas fases ilustran las etapas lentas y progresivas de las transformaciones
posturales necesarias para la evolución del movimiento natural que según estos
autores aparecen en la mayoría de los niños.
Esta evolución
muestra las fluctuaciones de las dominancias flexión-extensión, así como la
integración de movimientos unilaterales, bilaterales (dos a la vez), y cruzados
(alternativos) en los movimientos más complejos. Esta terminología tiene gran
relevancia desde el punto de vista de la motricidad al estudiar el movimiento
humano en esta etapa del desarrollo. A los movimientos descritos por Gessell (1940)
hay que añadir el movimiento homolateral citado por Ferre (2005), en el que el
movimiento de brazo y pierna del mismo lado izquierdo o derecho se producen al
mismo tiempo. En la Tabla 1, se recogen estos términos para precisar las
diferencias en la coordinación de movimientos.
Tabla 1. Tipos de movimiento
que se producen en la motricidad rudimentaria:
Movimiento
unilateral |
Movimiento aislado
de un segmento corporal |
Movimiento ó patrón
bilateral |
Movimiento de
flexión y extensión de los dos brazos y a continuación de las dos piernas |
Movimiento ó patrón
homolateral (“amblar*”) |
Movimiento
simultaneo y coordinado de brazo y pierna del mismo lado izquierdo o derecho |
Movimiento ó patrón
cruzado ó contralateral |
Movimiento
simultaneo de brazo y pierna contraria |
(*Nota.
Diccionario Real Academia de la Lengua: Movimiento simultaneo de brazo y pierna
del mismo lado del cuerpo. Las jirafas amblan).
De manera muy
resumida, para Gessell y Ames (1940) en el primer ciclo y estadios de 1 al 10 (
Por su parte, Pikler
(1969, 1984), citado por Ruiz (2004), hace un análisis comparativo de siete
autores respecto a los principales etapas y datos de desarrollo motor. De ellos, los que hacen referencia al arrastre
son: Pikler, Aksarina, Illingworts y Schmidt-Kolmer. Señalan que el arrastre se
produce como término medio en el siguiente momento de después de nacer. Para Pikler
esto sucede a las 39 semanas, Aksarina, a las 26 semanas, para Illingworts a
las 40 semanas, y para Schmidt-Kolmer a las 28 semanas. Las diferencias entre
unos y otros son considerables. La media temporal en la adquisición del
arrastre de todos los autores revisados es de 33 semanas, es decir, en torno al
octavo mes después del nacimiento. Autores posteriores como Doman (1988)
señalan que el niño medio puede arrastrarse a los 2,5 meses si se le
proporciona el entorno adecuado y el tiempo de ejercitación suficiente.
McGraw (1943) estudió
minuciosamente el movimiento de rodar. Esta autora lo considera el primer
movimiento voluntario del ser humano. En el momento que la cabeza gira, lo hace
el resto del cuerpo. Estableció diferentes fases en las que podían observarse
los esfuerzos del niño para cambiar de posición. Explica cómo el niño en el
seno materno es capaz de pasar de la posición supina a la prona con facilidad
en el medio acuático y después de nacer se esfuerza en realizar el mismo
movimiento para lo que debe adquirir una fuerza muy superior para vencer la
fuerza de
Getman (1965), citado
por Fonseca (2005), engloba varios sistemas de locomoción que representan la
respuesta del niño a la gravedad en el segundo estadio de aprendizaje: la
reptación y cuadrupedia, marcha, carrera
y salto.
Burnett y Johnson
(1971), citados por Wikstrom (1990), estudian el proceso de desarrollo motor
rudimentario e indican unos promedios para cada una de las etapas: Arrastrarse,
a los 7 meses, gatear, a los 8,5 meses, andar con ayuda, a los 10 meses, y
andar sin ayuda a los 12,5 meses.
Gallahue, Werner, y Luedke
(1975) en su estudio sobre los distintos patrones motrices ya denominan patrones
motrices rudimentarios a los movimientos que realiza el niño en los primeros
dos años de vida, siendo estos autores los primeros en utilizar esta denominación.
Esta motricidad rudimentaria está situada sobre los reflejos y previa a la
motricidad que McClenaghan y Gallahue (1985, 23) denominan movimientos
elementales. Es oportuno repasar su conocida cronología del desarrollo motor
para enmarcar el patrón del arrastre. Literálmente esta adquisición progresiva
de los patrones motores en niños pequeños incluye los siguientes estadios,
presentando cada uno de ellos mayor dificultad respecto al anterior.
-
Movimientos Reflejos
-
Movimientos rudimentarios
-
Movimientos elementales.
Estadio inicial, elemental y maduro
-
Generalizado
-
Específico
-
Especializado
Mc Clenaghan y Gallahue
(1985, p.21), establecen que “el niño ya en las primeras semanas realiza
movimientos que se van haciendo más complejos en la medida en que aprende a
combinar una serie de acciones individuales de su cuerpo en un acto coordinado
o intencional, o patrón de movimiento. Estos con la práctica son perfeccionados
y utilizados para realizar habilidades más complejas”. Para Mc Clenaghan y Gallahue (1985, p.36)
“los reflejos tempranos son inhibidos gradualmente a medida que el niño
desarrolla control voluntario sobre los modos rudimentarios de locomoción. Los primeros intentos de locomoción
intencional consisten en una actitud aislada de extender los brazos en un
patrón de reptación”.
Doman, Doman y Hagy
(1988) establecen una cronología del desarrollo motor en relación con el nivel
de madurez neurológica del niño. En primer lugar, señalan las funciones que se
realizan a través del bulbo raquídeo y médula espinal que, en lo referente a la
motricidad, corresponde con movimientos esporádicos de las extremidades y se
realizan al mes del nacimiento. La segunda etapa corresponde con las funciones
de la protuberancia anular y permite el arrastre boca abajo culminando en
patrón cruzado a los 2,5 meses. A continuación, interviene el cerebro medio que
permite al niño, en relación con la motricidad, gatear al séptimo mes. Doman, Doman y Hagy (1988, p.55) señalan que “el
propósito en este período es promover el crecimiento del cerebro en la médula y
bulbo raquídeo hasta el momento en que el siguiente nivel más alto del cerebro,
la protuberancia anular, puede hacerse cargo de su función: arrastrarse”.
Posteriormente, citan la marcha rudimentaria a través de la corteza inicial a
los 12 meses. Seguido de la marcha madura mediante la corteza temprana a los 18
meses. Y finalmente, caminar y correr en patrón cruzado completo mediante la
corteza primitiva a los 36 meses. Por
otro lado, consideran que la motricidad está relacionada con otras cinco
importantes competencias del cortex cerebral humano: la escritura; el habla; la
lectura; el tacto (sentir y comprender) y la audición (oír y comprender).
Rigal (1987) en su
descripción detallada del desarrollo basada en los trabajos de Bayley (1936),
Espenschade (1980), Gesell y otros (1950), e Illingwort (1978), comienza en el
nacimiento con el aumento del tono axial al que sigue la posición de levantar
el tronco, rodar de ventral a dorsal (4 meses), sentarse solo, la reptación o
arrastre (9 meses), la cuadrupedia o gateo (10 meses), y a continuación, la
bipedestación y la marcha.
Para Ruiz Pérez (2004)
el recorrido en la motricidad rudimentaria incluye las siguientes etapas: rodar
(entre el 1º y 5º mes), sentarse (entre el 6º y el 9º mes), reptar (entre el 4º
y el 12º mes), gateo (entre el 7º y 9º mes), de pie (hacia el 9º mes), y marcha
(entre el 9º y 15º mes).
Es necesario señalar
que para hacer esta revisión bibliográfica se han realizado búsquedas en el
metabuscador e-biblos y las bases de datos Eric y Sportdiscus para encontrar
documentos posteriores a los comentados. Hemos comprobado que aparecen
publicaciones, pero no relacionados en el proceso de evolución del patrón del
arrastre ni en su beneficios en bebés sin alteraciones de ningún tipo. Algunas investigaciones cercanas hacen
referencia al patrón de arrastre y niños que presentan diferentes
discapacidades.
2.1 Consideraciones de diversos autores sobre los efectos
del patrón motor del arraste
Sobre los beneficios
de su ejercitación, nos limitamos a señalar cómo el patrón requiere niveles de
coordinación considerables y los efectos neurológicos que para diversos autores
tiene este patrón de movimiento. A este respecto, si se observa a niños con
inmadurez en su desarrollo muestran dificultad para realizar sus patrones
motrices rudimentarios (Ramos, 2008). El patrón cruzado parece requerir, a
nivel cortical, ejercitar la alternancia cerebral, es decir, ser capaz de dar
órdenes alternativas desde los dos hemisferios. Esta adquisición dejaría una
huella a nivel cortical que predispondría al niño a realizar ejercicios
cíclicos similares que requieran coordinar movimientos posteriores del lado
izquierdo y derecho del cuerpo, en menor
tiempo y con mayor habilidad. En la que hemos denominado segunda fase del
arrastre, para Ferre (2006), se pondrían en marcha las áreas responsables de la
fusión visual y auditiva para unificarse por ser estímulos bilaterales de la
misma categoría. Ferre también, explica cómo se desarrollaría la percepción
tridimensional del espacio que juega un papel fundamental en el desarrollo
humano. Por otro lado, la fijación de un objetivo visual, necesario para que el
niño pueda desplazarse en el espacio, requeriría fijar la visión en un punto a
unos centímetros de
En cuanto a la
tercera fase de madurez del patrón de arrastre, al
empezar a permeabilizar las vías de control motriz cruzado, la llamada vía
piramidal, que conecta la corteza cerebral con las estructuras inferiores cada
vez más activas. Ferre (2006) explica
cómo empiezaría a ponerse en marcha la función del cuerpo calloso. Es un
momento a considerar en el proceso de desarrollo humano por todas las
consecuencias funcionales que comportaría, ya que se prepara la coordinación
dinámica general de todos los patrones y movimientos que aprenderá a hacer
después: andar, correr, pedalear, saltar, etc. También cambiaría el programa de
análisis perceptivo porque iniciaría la puesta en marcha de la percepción
visual, auditiva y táctil tridimensional. Asimismo, consolidaría la conexión
definitiva del Sistema Nervioso Central con el núcleo medular alto, que
controla los brazos, y el núcleo medular bajo, que controla las piernas. Al
mismo tiempo, su automatización permitería la mejora de la velocidad y amplitud
del movimiento, lo cual aumentaría la actividad electromiográfica cortical como
describen Brown y Cooke (1981), citados por Rigal (2006).
Getman (1965)
considera que ignorar estos movimientos en el niño será siempre desastroso en
términos de desarrollo emocional y cognitivo. Para Fonseca (2007, p.411), “la
carencia del aprendizaje y estimulación motriz como unidad y totalidad
funcional del ser humano y por su relación con los demás ámbitos de desarrollo
es el origen de verdaderas “epidemias escolares” como dislexias,
disortografías, discalculias, etc”. Fonseca (2005) también señala que estos
aprendizajes motores rudimentarios son determinantes en la madurez neurológica
de áreas básicas: “muchos adultos y profesores piensan que por el simple hecho
de haberlos adquirido, las dan por debidamente desarrolladas y neurológicamente
integradas. … desafortunadamente muchos niños desde que nacen hasta que son
escolarizados no tienen oportunidades ni pasan por entornos ecológicamente
favorables que impiden el desenvolvimiento motor armonioso (pp.411-412)”.
3. OBJETIVOS
Los objetivos del
estudio son:
1.- Recoger y revisar
los estudios de desarrollo motor que hacen referencia al patrón del arrastre
tanto en el aspecto descriptivo como sobre sus efectos.
2.- Describir las
distintas fases de adquisición del patrón del arrastre a través de un estudio
de caso.
El método utilizado
es el estudio de caso referente a la observación longitudinal de un sujeto desde
su nacimiento hasta los 9 meses. El
estudio de caso ha sido ampliamente utilizado en investigaciones en pedagogía y
psicología (Buscá 2006; Dowda, Sallis, Rosengard, y MacKenzie, 2005; Lorente,
2006).
Siguiendo la
clasificación de los tipos de estudio de casos de Stake (1995) el presente estudio
es de tipo instrumental. El cual se
define en razón del interés por conocer y comprender un problema más amplio a
través del conocimiento de un caso particular.
Señala Stake, citado por LACE (1999, p.5) que “el investigador de caso
está obligado a comprender el caso en lo que tiene de único y particular. Es
necesario señalar que sean cuales fuera las condiciones de la investigación,
todo estudio de caso seleccionado y definido no deja de ser una invención, un
hábitat no natural creado en última instancia por el observador”. Por lo tanto,
se hace necesario que el investigador justifique su caso y asegurar que su
invención y su selección son pertinentes y apropiadas para comprender ese
problema.
4.1 Diseño del estudio
El caso utilizado
para el estudio se basa en la observación participante de los aspectos
relacionados con el desarrollo motor y en particular del patrón motriz del
arrastre de un niño desde su nacimiento hasta los nueve meses. La recogida de
datos se extendió durante este período de tiempo.
4.2 Descripción del
caso
La pertinencia del sujeto seleccionado
para el estudio se basa en que este está sano y se puede tener amplio acceso a
la recogida de datos. Los datos más relevantes a considerar son que en el
momento del nacimiento mostró signos de salud normales según el test de Apgar.
Esto incluye ritmo cardiaco, respiración, tono muscular, respuesta ante
estímulos (irritabilidad refleja) y color. Realizada la revisión pediátrica
habitual, no presenta al nacer ningún motivo conocido que le diferencie de
cualquier otro niño sano nacido en la misma fecha de septiembre de 2005. Todo ello, nos indica que el sujeto es
pertinente y apropiado para estudiar el patrón rudimentario del arrastre.
4.2.1
Instrumentos de
medición
Los datos recogidos
se basaron en una observación participante de tipo variable. El observador realizó
el doble papel de investigador y mediador del desarrollo del niño. Tuvo
momentos de gran implicación en las situaciones estudiadas y en otras apenas
Para
las observaciones se utilizó una hoja de registro a modo de diario de campo con
los apartados que aparecen en la Tabla 2. Además se utilizó una cámara de video
para recoger imágenes del patrón motriz
del arrastre y registrar la evolución del movimiento realizado para su
posterior análisis y estudio. Estos se
estudiaron utilizando el programa real player para reproducción de videos
digitales.
Tabla 2. Hoja de registro para recogida de datos.
Fecha:
Descripción del
movimiento:
Mov. Piernas:
Mov.
Brazos:
Pos.
Cabeza:
Tipo de movimiento
Unilateral
Bilateral
Homolateral
Contralateral
Tiempo de actividad:
Descripción actividad:
Observaciones:
5. ANALISIS DE LOS RESULTADOS: DESCRIPCIÓN Y CARACTERÍSTICAS
DEL ARRASTRE
En el diario de campo
se recogieron 72 hojas de registro procedentes de un período de nueve meses. A
razón de dos hojas de registro a
Descripción del
patrón motor de arrastre:
1º. Fase Inicial. Se
produce un leve desplazamiento en posición de decúbito prono. Este puede ser
adelante, girando sobre el ombligo o hacia atrás.
·
Levanta
la cabeza ligeramente.
·
Produce
movimientos unilaterales y bilaterales de brazos y piernas.
·
Produce
un esporádico empuje de piernas y tracción de brazos que permiten un pequeño
desplazamiento.
·
Produce
un movimiento de balanceo antero-posterior.
·
Puede
producir un movimiento de rotación sobre el estómago.
2º. Fase de Desarrollo. Se produce con
dificultad un desplazamiento rectilíneo en posición de decúbito prono.
·
La
cabeza se eleva considerablemente y con facilidad.
·
Se
produce ligera tracción del brazo y empuje de la pierna del mismo lado en
patrón homolateral.
·
El
empuje de brazo y pierna aumenta, pero se produce un avance lento y costoso.
·
Hay
un incremento del tono muscular en todo el aparato locomotor.
3º. Fase Madura. Se produce un
desplazamiento rectilíneo y coordinado en posición de decúbito prono.
·
Cabeza
y hombros están bien levantados del suelo.
·
Realiza
un movimiento contralateral de brazo izquierdo y pierna derecha y viceversa.
·
Se
produce un avance considerable y progresivamente más fluido.
·
La
mirada se dirige a una distancia de más de un metro.
La
primera fase inicial ocupó los tres primeros meses y medio de vida. La segunda
fase de desarrollo, se desarrolló durante la tercera y cuarta semana del cuarto
mes. Y la tercera fase, a partir del quinto mes. A partir de este momento, el
sujeto fue realizando el patrón del arrastre de manera cada vez más fluida hasta
el noveno mes, en el que se inició el gateo. No era un objetivo de nuestro
estudio analizar cuándo se produce el patrón de arrastre, por considerar que la aparición del mismo está
directamente relacionado con las posibilidades de práctica y del entorno.
6. DISCUSIÓN
El grado de adecuación de los movimientos a
las fases descritas debe ser entendido como una referencia, para la valoración del movimiento de modo
análogo a los niveles de desarrollo de los patrones motrices básicos como la
carrera, el salto, etc. descritos en la bibliografía especializada. Identificar si un niño está en una u otra, no
implica una coincidencia del cien por cien con la descripción realizada que
puede ser utilizada por el evaluador según su criterio.
Las pautas de
valoración de las fases del patrón motor del arrastre descritas, podrían no
confirmarse con una muestra mayor, pero esto no le quita la posibilidad de utilizarse como elementos
descriptivos del movimiento que realiza un bebe y ser comparadas con el que
realiza unas semanas o meses después. Las
características de los movimientos descritos, pueden ayudar a situar en que momento
de desarrollo del patrón se encuentra un bebé.
A pesar de que
diversos autores hablan de la relación entre falta de estimulación motriz en
edades tempranas y problemas de aprendizaje o falta de capacidad funcional, y
muchas experiencias parecen señalarlo, es necesario ser muy cautos a la hora de
establecer esta relación y revisar con detalle las fuentes originales de tales
estudios.
7. CONCLUSIONES
De la revisión
bibliográfica se desprende que hasta el presente, no existe ningún estudio que
haga una descripción clara y detallada de la adquisición del patrón rudimentario
del arrastre por fases. Se han expuesto, claramente a través del estudio realizado,
tres fases para la adquisición de este patrón (i.e., inicial, de desarrollo y
madura) que permiten un mejor conocimiento y valoración del mismo. La
descripción de las fases del arrastre permite identificar su desarrollo
pudiendo ser útil para padres, profesores y especialistas.
El período crítico o
sensible de adquisición del patrón se produce durante el primer año de vida y
diversos autores recomiendan su práctica. Parece oportuno estudiarla más a
fondo en aras de un mejor desarrollo infantil.
Si bien entendemos
que es necesario realizar más estudios de investigación sobre motricidad
rudimentaria, los resultados parecen indicar que podría haber una relación entre
el arrastre y la eficiencia del sistema nervioso central. Algunos autores
(Doman, Ferre, Fonseca) señalan los beneficios y datos del arrastre para la
madurez funcional y del sistema nervioso así como de sus relaciones con otros
importantes funciones humanas. Por eso, parece razonable que el desarrollo del
arrastre se considere en la estimulación motriz
de los bebes.
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