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Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte-
vol. 11 -número 43 - septiembre 2011 - ISSN: 1577-0354
Paredes Hernández, V.; Martos Varela,
S. y Romero Moraleda, B. (2011). Propuesta de
readaptación para la rotura del ligamento cruzado anterior en fútbol. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte vol.
11 (43) pp. 573-591. Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista43/artprotocolo226.htm
ORIGINAL
PROPUESTA DE READAPTACIÓN PARA
PROPOSAL FOR FUNCTIONAL RECOVERY FROM RUPTURED ANTERIOR
CRUCIATE LIGAMENT IN SOCCER
Paredes Hernández, V.1;
Martos Varela, S.2 y Romero Moraleda, B.2
1Doctor en
Ciencias de
2Licenciado en
Ciencias de
Código Unesco: 5899 Educación Física y Deporte; 3299 Medicina del
deporte.
Clasificación Consejo de Europa: 14. Fisioterapia y rehabilitación; 11. Medicina del
deporte.
Recibido 12 de enero de 2010
Aceptado 23 de febrero de 2010
RESUMEN
Presentamos una propuesta
de readaptación utilizado para deportistas profesionales, durante el proceso de
recuperación de una rotura de ligamento cruzado anterior. Nos centramos en la
función del preparador físico trabajando en un equipo multidisciplinar. Hemos
dividido la recuperación en cuatro fases con diferentes niveles en cada una (I:
tratamiento médico; II: rehabilitación + readaptación; III: readaptación; IV:
vuelta al grupo). Utilizamos unos ejercicios y tareas apropiadas para que el
jugador restablezca su condición física, ayude a controlar la evolución de la
lesión y mejorar su competencia deportiva para incorporarse eficazmente y, lo
antes posible, al entrenamiento de grupo y la vuelta a la competición. Conseguimos
sistematizar un protocolo de readaptación para la rotura de ligamento cruzado
anterior en fútbol.
PALABRAS CLAVE: Lesión, Readaptación, Ligamento cruzado anterior (LCA),
fútbol.
ABSTRACT
Below we propose a proposal for
functional recovery which is applied to professional sportsmen and women in
their process of recovery from ruptured anterior cruciate ligament. It will
focus on the role of the personal trainer working with a multidisciplinary team. The process of
recovery has been divided into four phases and each phase is subdivided into
different levels or stages. (
KEY WORDS: Rupture (Injury), Functional
recovery, anterior cruciate ligament (ACL), football (soccer).
INTRODUCCIÓN
Como actuales
profesionales de la preparación física y readaptación en fútbol, vemos que cada
día existen un mayor número de lesiones que pueden llegar a condicionar de
manera determinante el rendimiento de un equipo, y además en los momentos más
inesperados e importantes. Hemos detectado en muchas ocasiones la inexistencia
de métodos homogéneos, sistematizados y regulados en el momento de la aparición
de lesiones, tanto comunes como otras lesiones más atípicas.
Presentamos un
protocolo utilizado para una muestra representativa (deportistas profesionales)
y en un contexto de práctica realista (procesos de entrenamiento-competición) (Casáis, 2008).
Vamos a centrarnos en
una de las lesiones más problemáticas, que cada vez aparece con más frecuencia
en fútbol: la rotura de ligamento cruzado anterior. Hay seis lesiones de
ligamento cruzado anterior por cada 100 jugadores de fútbol en un periodo de
cinco años (Drobnic,
González, & Martínez, 2004). El 67% de los casos son causados por
mecanismos indirectos, como sucede en los casos que presentamos en nuestro
estudio. Esta lesión puede significar para algunos deportistas el fin de su
carrera, o producir secuelas que pueden permanecer el resto de su vida
deportiva o, por otro lado, el deterioro parcial de la práctica deportiva y su
consecuencia en la forma física para su rendimiento.
Uno de los
principales problemas en relación con el retorno a las actividades deportivas y
el ejercicio físico tras la lesión del ligamento cruzado anterior, es la
incidencia de recaídas o re lesión del ligamento y/o estructuras adyacentes
(menisco, cartílago u otros ligamentos) (Ramos, F.J., Segovia
Martínez, Martínez Melen, & Legido Arce, 2008).
Respecto a estudios
sobre el ligamento cruzado anterior, aparecen numerosas publicaciones.
Destacamos un artículo donde varios autores (Beard,
Dodd, Trundle, &
Simpson, 1994; Fink, Hoser, Hackl,
Navarro, & Benedetto, 2001; Ramos et al., 2008) evalúan y comparan
el resultado a largo plazo del tratamiento quirúrgico y conservador del
ligamento cruzado anterior para definir su relación con la actividad deportiva.
Encontramos como ejercicios físicos destacados el fortalecimiento de los isquiotibiales,
bicicleta y natación. Otros autores citan la carrera como método de recuperación
(Parron
et al., 2006; Shelbourne, 2005), y explican que se ha de conseguir la
movilidad completa de la rodilla sobre la quinta o sexta semana, indicando que
la vuelta a los deportes de alto riesgo debería realizarse entre los seis y los
nueve meses. También aparecen ejercicios de técnica de carrera y ejercicios de
fortalecimiento de cuádriceps (Andrews,
Barber-Westin, & Noyes, 1997). Estos autores creen que el programa
de rehabilitación funcional favorece la vuelta a la competición y afirman que
un programa basado en las características de la especialidad deportiva, resulta
más eficaz en la recuperación del ligamento cruzado anterior.
Para elaborar un
protocolo de readaptación para la rotura de ligamento cruzado anterior, apenas
existen documentos centrados en la readaptación y en las tareas planificadas
por el preparador físico o readaptador. La casi totalidad de los estudios
investigan desde una perspectiva de la medicina deportiva (Caraffa, Cerulli, Projetti, & Aisa,
1996; Ramos et al., 2008), y no con una visión
de la educación física y el deporte.
Vamos a elaborar, a
través de la figura del preparador físico o readaptador, que es clave en el
éxito de la recuperación del sujeto lesionado (R. S. Alonso &
León, 2001; Lalín, 2006; Ortega, 2009; Paredes, 2004,
2009; Tomaello, 2009), un protocolo de
actuación para la readaptación de un futbolista durante la recuperación de la
rotura de ligamento cruzado anterior.
Utilizaremos
ejercicios y tareas apropiadas para el jugador con el objetivo de prevenir una
teórica recidiva, restablecer su condición física, ayudar a controlar la evolución
de la lesión y mejorar su competencia deportiva para incorporarse eficazmente
y, lo antes posible, al entrenamiento de grupo y la vuelta a la competición.
Las consideraciones más importantes en la recuperación de la lesión de
ligamento cruzado anterior es recuperar la amplitud o grado de movimiento de la
rodilla, para una vez conseguido, mejorar los niveles propioceptivos y la
capacidad de resistencia y la fuerza de la musculatura periférica de la
rodilla.
Los objetivos de
nuestro estudio son:
Sistematizar un
protocolo de readaptación para la rotura de ligamento cruzado anterior en
fútbol.
Comprobar que el
protocolo utilizado conlleva a una vuelta a la competición tras una rotura de
ligamento cruzado anterior.
MATERIAL
Y MÉTODO
Han tomado parte en
nuestro estudio tres jugadores profesionales de
Es una muestra
insuficiente, pero hemos querido comenzar a trabajar en esta línea de
investigación con estos tres sujetos, y posteriormente seguiremos recogiendo
datos y aportando futuras publicaciones sobre nuestro objeto de estudio. Es muy
complejo contar con deportistas de alto rendimiento lesionados de ligamento
cruzado anterior.
Nuestro protocolo de
actuación sigue los principios de individualización y adecuación a la edad, de
progresión y de reeducación, y maneja la relación óptima entre carga y
recuperación. Además, un programa de recuperación individualizado y específico que
permite al jugador recuperarse de su lesión con la mayor brevedad temporal
posible (Arnason,
Gudmundsson, Dahl, & Johannsson,
1996; Engström, Forssblad,
Johansson, & Törnkvist, 1990; Hawkins, 1998; Walden & Ekstrand, 2005).
Hemos encontrado
diferentes protocolos en los cuales cada grupo de autores estructuran varias
fases en función de sus distintas planificaciones y demandas de la prevención o
recuperación de la lesión. Para un protocolo de recuperación funcional de una
lesión ligamentosa de rodilla en un jugador profesional de baloncesto, el
programa de recuperación se dividió en 4 fases (rehabilitación,
reentrenamiento, pre-competición y competición) de 7 días de duración cada una (Berdejo, Sánchez,
González, & Jiménez, 2007). En un modelo preventivo y
rehabilitador reciente para los esguinces de tobillo en el fútbol, se
estructuran tres fases: rehabilitación de la lesión, recuperación funcional y
puesta en forma deportiva (M. Alonso, Álvarez,
& Iglesias, 2009). En un modelo
reciente de rehabilitación, aparece una fase inmediata (posterior a la lesión y
pre-quirúrgica), fase post-quirúrgica (I, II y III), fase de entrenamiento
funcional y retorno al ejercicio físico o deporte (Ramos et al., 2008).
La estructuración
(Tabla 1) que hemos diseñado para nuestra investigación es la siguiente:
Tabla 1
FASE I: TRATAMIENTO
MÉDICO
Durante la fase de
tratamiento médico, la función del preparador físico es estar en comunicación
con el médico y fisioterapeuta para conocer cómo evoluciona la rehabilitación y
recuperación del deportista (tono muscular, grados de movilidad que va
recuperando la rodilla, etc.), y trabajar sobre el resto de grupos musculares
no afectados por la lesión.
Analizando
conjuntamente el comienzo de la recuperación con el equipo multidisciplinar (Paredes &
Martínez-de Haro, 2009), planificamos y
diseñamos el protocolo que ejecutaremos durante las fases y niveles
posteriores. En el establecimiento de este protocolo de trabajo (Esper
& Paus, 1998; Gónzalez-Iturri,
2006; Rodríguez, 2004; Soriano, 2006; Wilk, Reinold, & Hooks, 2003), tuvimos en cuenta
una serie de principios básicos que incluyen los antecedentes lesionales de
cada sujeto, la rotura de ligamento cruzado lesión como tipo de lesión, la
gravedad de la misma, el mecanismo de producción, los medios de tratamiento así
como los objetivos considerando el calendario de competición y la fecha
prevista de incorporación.
FASE II:
REHABILITACIÓN + READAPTACIÓN
Durante esta fase de
recuperación, el médico coordina el trabajo del fisioterapeuta (rehabilitación)
con el del preparador físico (readaptación); y centrándonos en nuestra labor de
readaptación, diferenciamos el “Nivel
Comienza durante esta
fase el trabajo de flexibilidad, el cual es determinante y fundamental para
recuperar los valores de elasticidad muscular y movilidad articular, tanto de
la zona lesional como del resto de grupos musculares específicos para nuestro
deporte. (Dadebo, White, & George, 2004; Petersen & Hölmich, 2005;
Shrier, 1999; S. Thacker, Gilchrist, Stroup, & Kimsey, 2004; S. B. Thacker
et al., 2003; Witvrouw, Danneels, Asselman, D’Have,
& Cambier, 2003).
Comienza el trabajo equilibrio
pélvico, como objetivo paralelo y complementario debido a que en esta fase el
deportista lesionado dispone de mayor tiempo para este tipo de entrenamiento y
lograr a su vez una mejora en la ejecución de este tipo de metodología
preventiva (Drobnic
et al., 2004).
En el “Nivel
Isométricos (Tabla
3): Comprende ejercicios tanto de la musculatura flexora como extensora de la
articulación de la rodilla. Consiste en la contracción muscular en que la
longitud del músculo se mantiene constante mientras se desarrolla tensión y
fuerza máxima contra una resistencia inamovible (Baker, Wilson, &
Carlyon, 1994). Una contracción isométrica aporta
fuerza de estabilización que ayuda a mantener relaciones normales en la
longitud-tensión y en los pares de fuerza, elementos críticos para la artrocinemática normal. Los ejercicios isométricos son capaces de aumentar la fuerza
muscular (Rehfeldt, Caffiber, & Dramer, 1989), si bien, los
incrementos de la fuerza son relativamente específicos, con hasta un 20 % de
transferencia al ángulo articular en que se practica el movimiento. Por ello, es necesario hacer uso de los ejercicios
isométricos funcionales o posicionales que impliquen la aplicación de fuerza
isométrica en múltiples ángulos de todo el grado de movilidad. Los ejercicios
isométricos funcionales tienen gran importantica tanto en la fase de
rehabilitación para evitar la pérdida de fuerza, como en la fase de
readaptación para aumentar la fuerza, por eso es conveniente utilizarlos hasta
que la curación haya llegado al punto en que se puedan practicar actividades en
todo grado de movilidad (Tous, 2009).
Excéntricos (Tabla
3): Varios ejercicios del protocolo serán ejercicios excéntricos, tanto para
los grupos musculares extensores como flexores de la rodilla. El entrenamiento
de fuerza excéntrica sobre a funcionalidad del complejo músculo-tendinoso
genera beneficios (Öhberg,
Lorentzon, & Alfredson,
2004; Parra & Comesaña, 2009; Purdam
et al., 2004; Young, Cook, Purdam, Kiss, & Alfredson, 2005). Las contracciones
musculares excéntricas son muy útiles para desarrollar fuerza excéntrica muy
necesaria para la realización de diversas acciones en el deporte ya que
permiten reclutar selectivamente a unidades motoras rápidas, lo que tiene gran
relevancia para el rendimiento eficaz en las acciones de juego en el fútbol (Askling,
Karlsson, & A., 2003; Coarasa
et al., 2003; Croisier, Ganteaume,
& Ferret, 2005; Fyfe
& Stanish, 1992; González, Lantarón,
Gutiérrez, & Pazos, 2003; Lorza, 1998).
La bibliografía
consultada demuestra que unos niveles de fuerza adecuados, disminuye el índice
de lesiones ya que ayuda como método de prevención. (Drobnic
et al., 2004) El riesgo de
lesiones aumenta a medida que pasan los minutos, esto es debido a que un músculo entrenado consigue un mayor flujo
sanguíneo durante el ejercicio (Calderón, 2006), por este motivo nuestra
planificación del trabajo de fuerza seguirá dos vías: retardar lo máximo
posible la fatiga muscular realizando esta a la perfección su función de
sujeción articular reduciendo así la inestabilidad producida en la propia rodilla después de la intervención
quirúrgica (Garret,
1996).
Por lo que un
programa conjunto de fuerza, flexibilidad y propiocepción, debe ser la base de
nuestro trabajo como readaptadores y preparadores
físicos.
No obstante
realizaremos un trabajo de fuerza
complementario tanto del miembro superior, como del miembro inferior, en la
pierna no lesionada, para evitar posibles compensaciones o lesiones futuras con
la vuelta a la competición.
Propiocepción: Podemos
definir propiocepción, al encontrar númerosa bobliografía, como un mecanismo de feedback que permite
cobrar conciencia de la posición en el espacio de nuestro cuerpo o parte de
éste (Coarasa,
Moros, Villaroya, & Ros, 2003; Fabre, Serrano,
& Romero, 2001; Hewett, Lindenfled,
Riccobene, & Noyes, 1999;
Knobloch et al., 2005; Lorza, 1998; Porter, 2007; Quante & Hille, 2000; Verhagen,
Van der Beek, & Twish,
2004), tanto en estático
como en movimiento y de una manera totalmente consciente. En este nivel, el
fortalecimiento de la rodilla a través del trabajo propioceptivo es de gran
importancia, como se demuestra en diferentes estudios, en los cuales se refleja
una disminución del 88% en la incidencia de lesiones de rodilla en fútbol. Y
que se puede disminuir el riesgo de lesión de rodilla y ligamento cruzado
anterior a través del entrenamiento de propiocepción (Hewett
et al., 1999; Verhagen et al., 2004). Los ejercicios se ejecutan de menor a mayor complejidad e inestabilidad. Este
trabajo se puede realizar tanto sin material, mediante una serie de ejercicios
en suelo, como con él, utilizando una serie de elementos que permitan realizar
desequilibrios o posiciones inestables para el refuerzo muscular, como los “bosu”, “togu”, plataformas semicirculares,
plataformas “core”, “fitball”,
etc. (Kucera,
Benages, Lozada, & Rocha, 1997). El protocolo de propiocepción (Tabla
2) puede durar entre 15 y 20 minutos, y la duración de cada ejercicio son 30
segundos por pierna, realizando dos repeticiones por ejercicio.
FASE III:
READAPTACIÓN
En esta fase, la
readaptación refuerza y acompaña el tratamiento médico. Se busca la
restauración de las funciones perdidas, principalmente la readaptación
fisiológica de la zona afectada a la sistemática del entrenamiento,
fundamentalmente en los mecanismos específicos de la especialidad deportiva
presentada para este estudio. Realizamos una planificación progresiva de las
cargas de trabajo para poder gradualmente integrarse a la dinámica de esfuerzos
de entrenamiento. El trabajo de fisioterapia continúa en esta fase (Berdejo et al.,
2007).
Nivel 4:
Ejercicio físico: Encontramos
el ejercicio físico como denominador común para cualquier readaptación de
lesionados (Lalín,
2006, 2009; Paredes, 2009).
Gesto deportivo
(Tabla 4): Las cualidades físicas necesarias en cada práctica deportiva, al
igual que el conocimiento de la fisiología del ejercicio, nos determina el tipo
de cargas a utilizar y los objetivos a conseguir en la readaptación. La
readaptación físico-deportiva de las habilidades deportivas debe entenderse
como un área del entrenamiento que debe ser entendida como el proceso de
enseñanza-aprendizaje mediante el cual se reestablecen y mejoran los patrones
físico-motores (generales y específicos) de un deportista, facilitando en el
menor tiempo posible, un estado de bienestar óptimo para el esfuerzo y el
rendimiento que le garantice la plena reincorporación a su actividad habitual
deportiva con normalidad y diligencia (Lalín,
2006, 2009; Paredes, 2009). Las características
del deporte son importantes, aparte de conocer los gestos deportivos
habituales, hay que tener en cuenta si se trata de un deporte mixto, cíclico o
acíclico, si es en equipo o individual, terreno sobre el que se realiza la
práctica, existencia o no de colaboración y oposición, existencia o no de
espacio compartido con colaboradores y oponentes, etc.
Utilizamos ejercicios
de habilidad estática y dinámica como introducción a los ejercicios de gesto
deportivo. El sujeto utilizara todas las superficies posibles de contacto,
tanto del lado fuerte como débil, para reactivar sus niveles de destreza motriz
elementales. Como gesto deportivo incluimos un ejercicio de conducción en el
cual el sujeto manejara ambas piernas y realizara giros de 360 grados y cambios
de dirección circulando con el balón en los pies, y simulando acciones de
regate. También incluimos acciones de juego real 1:1 en las cuales el sujeto se
somete a un trabajo muscular específico y donde vivenciará apoyos y movimientos
similares a la competición.
Nivel 5:
Squat: En el protocolo de readaptación de la rodilla, hemos
incluido los ejercicios de sentadillas y squat (Tabla 3) ya que son beneficiosos
para fortalecer los músculos que sujetan esta articulación, así como
ejercitamos también el ligamento lesionado. Es importante ubicar estos
ejercicios en el momento adecuado de la progresión y realizarlos de forma
correcta, de esta forma nos ayudarán a fortalecer la musculatura de la cadera
para estabilizar la rodilla, entrenar el patrón neuromuscular para el control
de los isquiotibiales (hacerlas sobre superficie inestable) y desarrollar la
musculatura del muslo (Brotzman & Wilk, 2005).
Estos ejercicios son adecuados siempre y cuando los
realicemos con la técnica correcta y progresivamente (Deyle, Allison, Matekel, Ryder, & Stang,
2005). Debemos comenzar primero sin carga y con ayudas para ir aumentándola
en base a la evolución de la lesión (Deyle et al., 2005).
FASE IV: VUELTA AL
GRUPO
Es la última fase de
recuperación. Sigue constante el trabajo de fisioterapia. Proporciona las
cargas de entrenamiento, desde que el jugador vuelve al grupo hasta que el
jugador alcanza el nivel de condición física del grupo o el que poseía
anteriormente, para volver a competir, obteniendo un buen rendimiento
individual. Esta fase debe intentar situar al jugador a nivel de posible competición
inmediata. Sin embargo, para ello, debe existir una plena seguridad en la
ejecución técnica e integración en la aplicación táctica, una confianza en su
restauración total para la competición y una integración completa en el grupo
de entrenamiento. En roturas de ligamento cruzado anterior, al estar tanto
tiempo de baja en competición, el deportista debe ser paciente y coherente,
para conocer cuáles son sus niveles anteriores a la lesión y el nivel que
paulatinamente volverá a demostrar en competición.
Los ejercicios que
presentamos son en primer lugar analíticos y generales (sin representar el
gesto reentrenado) y posteriormente globales y específico del gesto entrenado.
Protocolo de propiocepción: Tabla 2
Tabla 2
|
|
Apoyo Unipodal |
Desequilibrios |
Balón |
Trabajo en circuito |
|
Plataformas inestables |
Reequilibrio
de la articulación (ojos
abiertos, cerrados, ...) |
(Flexo-extensión Pivotes
3-5-15´´, externos, ...) |
Gesto
especifico Foco
atencional: Amplio - Externo |
Combinando
ejercicios y trabajando diferentes cualidades Fisicas |
ß De mayor a menor
complejidad e inestabilidad ß |
Suelo |
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Minitramp |
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Iglú |
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Togu |
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Bosu |
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Protocolo de Fuerza: Tabla 3
Tabla 3
CONCÉNTRICOS |
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Flexores
– extensores (Psoas-Cuadriceps e isquiotibiales) |
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ISOMÉTRICOS |
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Flexores – extensores (Cuadriceps e isquiotibiales) |
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|
EXCÉNTRICOS |
|||
|
Flexores
– extensores (Cuadriceps e isquiotibiales) |
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EJERCICIO GLOBAL: SQUAT (Flexión 15º) |
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Protocolo de gesto
deportivo: Tabla 4
Tabla 4
GESTO DEPORTIVO Habilidad Conducción + Giros y regates Juego
real 1:1 |
||
|
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|
RESULTADOS
Tabla 5
Tabla 6
Tabla 7
DISCUSIÓN
La
primera lesión de nuestro estudio se produce durante un partido de Liga (Tabla
5). El sujeto X juega de delantero y sufre una inestabilidad articular al aterrizar
después de efectuar un salto para la disputa de un balón, al realizar una
acción ofensiva de apoyo durante un ataque del equipo. En ese momento el jugador
no continúa disputando el partido y siente necesidad de abandonar la
competición. A los dos días, se confirma a través de una resonancia magnética
la lesión de ligamento cruzado anterior. Se le aplica una ligamentoplastia como
método quirúrgico tras el diagnóstico.
La
segunda lesión de nuestro estudio se produce durante una sesión de
entrenamiento (Tabla 6). El sujeto Z juega de centrocampista y sufre una
inestabilidad articular al mientras conduce un balón en un ejercicio de
entrenamiento. En ese momento el jugador abandona el entrenamiento. A los cinco
días, se confirma a través de una resonancia magnética la lesión de ligamento
cruzado anterior. Se le aplica una ligamentoplastia como método quirúrgico tras
el diagnóstico.
La
tercera lesión de nuestro estudio se produce durante un partido de Liga (Tabla
7). El sujeto Y juega de centrocampista y sufre una inestabilidad articular al girar
e intentar cambiar de dirección y ritmo en un partido de Liga, durante una
acción defensiva. En ese momento el jugador no continúa disputando el partido y
siente necesidad de abandonar la competición. A los dos días, se confirma a
través de una resonancia magnética la lesión de ligamento cruzado anterior. Se
le aplica una ligamentoplastia como método quirúrgico tras el diagnóstico.
Durante la primera fase
de recuperación (tratamiento médico), los sujetos comienzan su trabajo con
ejercicios de fisioterapia ganando poco a poco grados de movilidad, tanto en
camilla como en medio acuático con el fisioterapeuta. La duración de la primera
fase (nivel 1) es de 8 semanas para el sujeto X, 9 semanas para el sujeto Z y 8
semanas para el sujeto Y. La evolución es favorable en todos.
La segunda fase de
recuperación (rehabilitación + readaptación) combina el trabajo del fisioterapeuta
con ejercicios para seguir ganando movilidad con los ejercicios físicos
complementarios de control postural y abdominales, isométricos de fuerza y,
desplazamientos y movilidad articular en
medio acuático que diseña el readaptador. El tiempo de esta primera parte de la
segunda fase (nivel 2) es de 3 semanas para el sujeto X, 3 semanas para el
sujeto Z y 4 semanas para el sujeto Y. La rodillas de nuestros sujetos muestran
una buena adaptación a la metodología de entrenamiento y todas ganan grados de
movilidad, por lo que se introducen nuevos ejercicios por parte del readaptador:
ejercicios de fuerza combinando isotónicos (concéntricos + excéntricos) con
isométricos, ejercicios de propiocepción en suelo (manejando la entrada
progresiva de plataformas inestables como platos, bosu,
togu, etc.), y ejercicios específicos de flexibilidad
de los grupos musculares flexores y extensores de la rodilla. El tiempo de esta
segunda parte de la segunda fase (nivel 3) es de 8 semanas para el sujeto X, 4
semanas para el sujeto Z y 4 semanas para el sujeto Y. El sujeto X tarda más
tiempo en ganar grados de movilidad en su rodilla y es el motivo de que
prolonguemos con más semanas de duración la readaptación y recuperación de esta
fase. El tiempo total de la segunda fase de recuperación (rehabilitación +
readaptación) es de 11 semanas para el
sujeto X, 7 semanas para el sujeto Z y 8 semanas para el sujeto Y.
En la tercera fase de
recuperación (readaptación), los sujetos comienzan sesiones de activación a
través del pedaleo en bicicleta estática y ejercicios diarios de propiocepción.
A la vez continúan fortaleciendo la musculatura periférica de la rodilla a
través de ejercicios concéntricos y excéntricos, con cargas livianas, y a
realizar marcha para dar, reforzar y crear mayor especificidad en el trabajo
aeróbico. En esta fase es cuando los sujetos comienzan a correr en campo, y
observamos cómo tras varios entrenamientos de carga moderada, las rodilla responden
con una buena tolerancia al esfuerzo. Introducimos por lo tanto ejercicios
elementales de técnica individual (habilidad y conducción) para que exista una
readaptación al gesto deportivo. El tiempo de esta primera parte de la tercera
fase (nivel 4) es de 4 semanas para el sujeto X, 3 semanas para el sujeto Z y 4
semanas para el sujeto Y. Siguiendo una progresión respecto a la intensidad de
la carrera y la carga global del entrenamiento, aumentamos los ejercicios al
observar y valorar la tolerancia y adaptación de la rodilla del sujeto X al
esfuerzo. El tiempo de esta segunda parte de la tercera fase (nivel 5) es de 4
semanas para el sujeto X, 3 semanas para el sujeto Z y 3 semanas para el sujeto
Y. El tiempo total de la segunda fase de recuperación (readaptación) es de 8
semanas para el sujeto X, 6 semanas para el sujeto Z y 7 semanas para el sujeto
Y.
En la semana cuarta fase
de recuperación (vuelta al grupo), los sujetos vuelven a entrenar con el grupo,
siguiendo la planificación del equipo de cara a la competición, con el
condicionante que su vuelta es progresiva, realizando la mitad del
entrenamiento durante una semana, y posteriormente cumpliendo todo el
entrenamiento. Debemos destacar que todos los sujetos de nuestro estudio
muestran una perfecta adaptación a las cargas del grupo, pero entre el equipo
multidisciplinar consideramos que dos semanas más de entrenamiento les
mejorarían y consolidarían a nivel muscular, y tendrían un mejor trabajo de
base para optimizar su rendimiento de cara a la vuelta a la competición. El
tiempo total de la cuarta fase de recuperación (nivel 6) es de 6 semanas para
el sujeto X, 7 semanas para el sujeto Z y 4 semanas para el sujeto Y. Este
último sujeto adelanta su vuelta por motivos y necesidades deportivas del
equipo. Su regreso a la competición es un éxito, y durante toda la temporada restante
no sufren recidivas.
El tiempo de
recuperación de la rotura de ligamento cruzado anterior es de 33 semanas para
el sujeto X, 29 semanas para el sujeto Z y 27 semanas para el sujeto Y.
CONCLUSIONES
Conseguimos
sistematizar un protocolo de readaptación para la rotura de ligamento cruzado
anterior en fútbol.
Comprobamos que el
protocolo utilizado conlleva a una vuelta a la competición eficaz y exitosa tras
una rotura de ligamento cruzado anterior para nuestro grupo de futbolistas.
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Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte-
vol. 11 -número 43 - septiembre 2011 - ISSN: 1577-0354