Hernández Moreno, J.; Navarro Adelantado, V.; Jiménez Jiménez, F. y Castro Núñez, U. (2015) Análisis diacrónico de la comunicación motriz de los juegos y deportes tradicionales canarios / Diachronic Analiysis of Motor Comunication in Traditional Games and Sports of the Canary Island. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte vol. 15 (57) pp. 123-137. Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista57/artanalisis549.htm DOI: http://dx.doi.org/10.15366/rimcafd2015.57.008
ORIGINAL
ANÁLISIS
DIACRÓNICO DE LA COMUNICACIÓN MOTRIZ DE LOS JUEGOS Y DEPORTES TRADICIONALES
CANARIOS
DIACHRONIC ANALIYSIS OF MOTOR COMUNICATION IN TRADITIONAL GAMES AND
SPORTS OF THE CANARY ISLAND
Hernández Moreno, J.1; Navarro Adelantado, V.2;
Jiménez Jiménez, F.3 y Castro Núñez, U.4
1 Profesor Titular de Universidad de la Facultad de
Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad de Las Palmas
de Gran Canaria (España) jmoreno@def.ulpgc.es
2 Profesor Titular de Universidad de la Facultad de
Educación de la Universidad de La Laguna (España) vnavarro@ull.es
3 Profesor Titular de Universidad de la Facultad de
Educación de la Universidad de La Laguna (España) fjmenez@ull.es
4 Profesor Titular de Universidad de la Facultad de
Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad de Las Palmas
de Gran Canaria (España) ucastro@def.ulpgc.es
Código
UNESCO / UNESCO code: 5101. Antropología cultural. 99.
Clasificación Consejo de Europa / Council of Europe classification: 16.
Sociología del
deporte / Sociology
of sport
Recibido 7 de marzo de 2012 Received March 7, 2012
Aceptado
7 de noviembre de
2012 Accepted November 7, 2012
RESUMEN
Se
realiza un análisis diacrónico de la comunicación motriz en tres grupos de
juegos y deportes tradicionales canarios ('juegos aborígenes', 'juegos
tradicionales', y 'deportes tradicionales') para deducir pautas sociales que
encierran estas prácticas. Se analizan y categorizan la red de comunicación
motriz y la interacción motriz siguiendo criterios de la praxiología motriz.
Bajo el significado del enfrentamiento como función lúdica principal, la
estructura dualista se muestra de manera hegemónica, en detrimento de otras
formas de comunicación motriz. También, se desvela que la diversificación de la
interacción motriz del grupo 'juegos tradicionales' no es equivalente en los
otros grupos estudiados, mostrando aquel grupo significados etnomotores
hetereogéneos para una misma actividad. Las prácticas motrices estudiadas dan
idea de la complejidad de la construcción de la tradición lúdica canaria.
PALABRAS
CLAVE: etnomotricidad, comunicación motriz, juegos tradicionales, deportes
tradicionales, praxiología motriz.
ABSTRACT
A diachronic analysis
of motor communication in three groups of traditional Canary Island games (‘aboriginal games’, ‘traditional games’, and
‘traditional sports’) was carried out in order to detect and define their social models. Both motor
communication and motor interaction were analyzed and categorized according to
motor praxeology criteria. When confrontation was the main function of the
game, the dual structure was dominant over other forms of motor communication.
The motor interaction diversification in the ‘traditional games’ group was not
comparable to the other two groups due to
the various ethno-motor modes used for the same activity. The motor study allows us to form an idea of the
complexity of the construct of traditional Canary games.
KEYWORDS: ethno-motricity,
motor communication, traditional games, traditional sports, motor praxeology
1.
INTRODUCCIÓN
Este
estudio se ha realizado mediante un análisis diacrónico, a través de la Praxiología
Motriz1 (Parlebas, 1976a, 1976b, 1976c, 1977, 1981, 1986, 2001,
2003; praxéologie motrice, motor praxeology), en tres grupos de juegos y
deportes canarios: juegos aborígenes (JA), juegos tradicionales (JT), y
deportes tradicionales (DT). Nuestro análisis permite reconocer la comunicación
motriz de estas prácticas tradicionales deduciendo los modelos de relación
social que transmiten.
Las
diferencias culturales entre estos tres grupos permiten considerarlos como
macrocategorías. Se parte de la cultura aborigen2 ─hace más de
500 años─, continúa con un largo proceso de pervivencia de los juegos
tradicionales, hasta llegar a la modernidad de los deportes tradicionales, que,
en Canarias, comienza en la cuarta década del siglo XX y prosigue hasta la
actualidad. Resulta relevante en nuestro análisis la red de comunicación
motriz (Parlebas, 1981, p. 189), pues desvela cómo han sido y cómo son las
estructuras sociales de relación motriz de los juegos y los deportes
tradicionales, y cuál es su significado cultural. Asimismo, es pertinente en el
análisis la interacción motriz (Parlebas, 1981, p. 102) la cual actúa
como criterio para discriminar cómo se acopla la acción motriz en la
comunicación3.
Existen pocos antecedentes de investigaciones basadas en el
análisis praxiológico de tipo comparativo de juegos tradicionales, con valor
diacrónico y sincrónico (Ould Salek, 1995; Parlebas, 2003, 2010; Navarro, 2006;
y Lavega, 2006). Esto da idea de las dificultades que entraña investigar en
esta línea, ya que son necesarias fuentes etnográficas suficientes en la
descripción de las culturas y de sus juegos, pero, además, estableciendo una
comparación estructural.
Parlebas
(2003) comparó los juegos de las obras gráficas de Brueguel (1560) y Stella
(1657) y estudió las redes de comunicación motriz, encontrando que poseían
cierto equilibrio en el primero, pero con mayor presencia del duelo
(enfrentamiento de individuos o equipos, en condiciones de exclusividad y
simetría) en Stella. Más tarde (Parlebas, 2010), en un estudio semejante del Livre d’Heures de Ango (1515-1525) con
los juegos normandos, encuentra un ligero predominio de los juegos con
estructura de cooperación. Parlebas (2003, p. 33) sostiene que la obra de
Stella anuncia una tendencia hacia las formas del deporte. Ould Salek (1995)
compara los juegos de la Tunicia romana (siglos II y VI d.C.) y los juegos
tradicionales actuales de las Islas Kerkenah (Túnez), encontrando en los
primeros un enfrentamiento más de cuatro veces mayor en las redes ‘originales’
(‘cada uno para sí’, ‘uno contra todos’, ‘un equipo contra los otros’
[Parlebas, 1988, p. 217]) que en la estructura de duelo; en cambio, en los
juegos tradicionales encuentra un equilibrio entre el duelo y esas formas
‘originales’ de comunicación. Lavega (2006) recoge a través de un instrumento ad
hoc la información volcada por expertos locales acerca de los juegos
tradicionales de 11 regiones europeas, y señala que estos juegos tenían un alto
componente competitivo, siendo más frecuentes las prácticas psicomotrices que
las sociomotrices, y con escasa presencia de prácticas cooperativas. Navarro
(2006) estudió 40 años de propuestas de juegos motores en dos períodos
recientes y su aplicación a la educación física, partiendo de libros-manuales
de este ámbito; encontró una hegemonía lúdica en la interacción de las
variables red estable-simétrica, interacción dual y juego con reglas, lo que
indicaba un modelo de práctica deportivizado. Para el autor, esta reunión de
variables señala que los jugadores pertenecen a un mismo equipo durante todo el
juego, la interacción motriz es de enfrentamiento de dos individuos o bandos, y
que el sistema es de reglas. En conjunto, todo
parece indicar un predominio de una comunicación motriz basada en el
enfrentamiento sobre otro tipo de relación social.
Estas
investigaciones praxiológicas anteriores ponen de manifiesto que pueden existir
constantes en prácticas motrices en periodos socio-históricos diferentes, a la
vez que se muestran algunas de las particularidades culturales de cada período.
Y son estas constantes de los juegos y deportes tradicionales las que han de
ser analizadas en profundidad.
Desde
el punto de vista metodológico y en el contexto de la organización de juegos populares, Alonso, López de Sosoaga,
Segado y Argudo (2010) también consideran la comunicación motriz como criterio
de análisis para identificar diferencias en propuestas lúdicas en festivales.
Hemos
de advertir que, desde una perspectiva de género, los juegos y deportes
tradicionales analizados corresponden, originalmente, a actividades masculinas
de adultos, pues la participación de la mujer canaria en estas actividades
motrices no ha sido reflejada de manera habitual en las fuentes documentales de
los cronistas, historiadores o etnógrafos. Este legado masculino supone una
cuestión más para reflexionar acerca de la marginalidad del legado lúdico
femenino y de la posible transmisión de determinados valores residentes en
estas prácticas tradicionales. En este sentido, la perspectiva de género en el
análisis de las prácticas corporales tradicionales aporta una visión
complementaria del fenómeno de la comunicación motriz.
Este
trabajo muestra cómo son las pautas sociales de las actividades lúdicas a
través de la comunicación motriz de los tres grupos de prácticas estudiados, y cómo
la tradición actual es un producto complejo y, a veces, heterogéneo, de
interpretación de un imaginario. No obstante, el análisis de los tres grupos de
prácticas es viable a través de unos criterios objetivos y presentes en las
estructuras de estas actividades. Por tanto, nos interesa identificar las
relaciones motrices e interpretar sus atribuciones de significado social a
partir de la red de comunicación y la interacción motriz.
2.
OBJETIVOS
Identificar las redes de comunicación motriz y la
interacción motriz en los tres grupos de juegos y deportes estudiados (JA, JT y
DT) y deducir qué pautas sociales se encierran en estos criterios de la
comunicación motriz.
3.
MÉTODO
Partiendo
de un enfoque estructuralista (Lévi-Strauss, 1959), se ha realizado un análisis
praxiológico, de carácter diacrónico, de dos componentes de la comunicación
motriz (‘red de comunicación’, ‘interacción motriz’) de los juegos y deportes
tradicionales canarios. Para ello se tomó como referencia el estudio más amplio
de 13 criterios relacionados con la lógica interna de estas prácticas
(Hernández Moreno, Navarro, Castro y Jiménez, 2007, p. 56), así como el marco
teórico de la Praxiología Motriz de Parlebas (1981, 1986, 2001). Se
han seleccionado estos dos aspectos de la comunicación motriz por ser
relevantes para desvelar la estructura social de estas prácticas.
3.1.
Muestra
La muestra la componen 24 juegos y deportes tradicionales
de las Islas Canarias, divididas en tres grupos: JA, JT, y DT (Tabla 1).
Tabla 1. Denominaciones de juegos
y deportes tradicionales canarios
Juegos y deportes
tradicionales canarios |
||
Juegos aborígenes (JA) |
Juegos tradicionales
(JT) |
Deportes
tradicionales (DT) |
- levantamiento de
piedra - salto de vara |
-
pulseo/levantamiento de piedra - salto del pastor - cucaña (*) - carrera de cintas
o sortijas - levantamiento del
arado - carros de madera |
- arrastre de ganado |
|
- bola tradicional - tángana |
- bola canaria |
|
- tablas de san
Andrés (versiones:
de deslizamiento individual o con tablón) |
|
- lucha - enfrentamiento con
palos - lanzamiento y
esquiva de piedras |
- carrera de caballos - palo canario |
- lucha canaria - lucha del garrote
canario |
|
- pelotamano - pina |
- vela latina de
botes - vela latina de
barquillos |
Esta
muestra posee la particularidad de ser, originalmente, actividades motrices
masculinas, aunque hoy estas prácticas no son discriminatorias.
3.2.
Instrumentos
Para el registro de datos del análisis praxiológico de los
juegos y deportes tradicionales, se ha partido de un instrumento (ficha de
análisis praxiológico) empleado por
Hernández Moreno et al. (2007, p. 57). En nuestro caso, el
análisis se centra en la comunicación motriz, que forma parte del apartado
‘estructura de la tarea’ en aquel instrumento.
La ‘red de comunicación motriz’ incluye tres niveles:
‘redes exclusivas y estables’ (con 6 categorías) (Tabla 2), ‘redes inestables’,
y ‘redes ambivalentes’ (Parlebas, 1988, pp. 199, 213). Las redes exclusivas y
estables están seleccionadas según las propiedades de ‘rivalidad’ (R) y
‘solidaridad’ (S) de las relaciones posibles en el juego, y su estabilidad o
inestabilidad estructural durante el desarrollo del juego. A su vez, las redes
exclusivas y estables se seleccionan según un criterio de relación social de lo
individual (individuo, individuos) a lo colectivo (2 o más equipos). Las redes
inestables se seleccionan según sea el cambio fijado en la regla de su
inestabilidad estructural (‘permutante’), la convergencia de la red de partida
respecto a su inversión (‘convergente’), y la fluctuación en el establecimiento
de los cambios de relaciones (‘fluctuante’). Por último, las redes ambivalentes
se han seleccionado según el criterio de posesión de ambas propiedades de
rivalidad y solidaridad en las relaciones posibles de comunicación motriz.
Considerando estos criterios, hemos tomado como referencia las ocho categorías
siguientes: red 1-exclusiva estable de individuo, red 1-exclusiva y estable de
equipo, red 2-exclusiva estable de individuos, red 2-exclusiva estable de
equipos, red n>2-exclusiva estable de individuos, red n>2-exclusiva
estable de equipos, red exclusiva e inestable, y red ambivalente.
El análisis de la ‘interacción motriz’ posee cinco
categorías (psicomotriz, intermotricidad alterna, cooperación, oposición,
cooperación y oposición. Tabla 3). De manera que hemos añadido
‘intermotricidad alterna’ (Martínez de Santos, 2002) a las cuatro categorías de
Parlebas (1981, p.102), con el propósito de discriminar entre las situaciones
de ausencia de interacción motriz directa aquellas que suponen para el jugador
una adaptación al escenario de práctica modificado por la intervención del
jugador que le precedió.
3.3.
Calidad
del dato
Para asegurar la calidad del dato, se sometió a una validación
de dos expertos el registro codificado de los tipos de redes de comunicación y
de interacción motriz, con el objeto de que validasen su contenido y asignaran
a las 24 prácticas estudiadas un código de cada uno de los dos criterios
anteriores. Con los registros aportados se aplicó la prueba de fiabilidad en
ambos criterios, obteniéndose para la red de comunicación motriz un índice
Kappa Cohen de 0.83; para la interacción motriz, se obtuvo un índice de 0.94.
Los resultados de la comparación praxiológica ponen en
evidencia los significados sociales que, emanados de las estructuras de
comunicación motriz, transmiten los juegos y deportes tradicionales y cómo
aquéllos se mantienen o varían.
4.1.
Red
de comunicación motriz
Las ocho categorías estudiadas de redes de comunicación
motriz están distribuidas en tres grupos: redes exclusivas y estables, redes
inestables, y redes ambivalentes (Tabla 2). El conjunto de todas las redes de
comunicación de los juegos y deportes tradicionales canarios son exclusivas y
estables, y evitan la ambigüedad (ambivalencia); no existen redes inestables, y
solo un caso de red ambivalente.
Tabla 2. Redes de comunicación
motriz de los tres grupos estudiados
Red |
Juegos y deportes
tradicionales canarios |
||
Juegos aborígenes (JA) |
Juegos tradicionales (JT) |
Deportes
tradicionales (DT) |
|
1-exclusiva
y estable de individuo |
- levantamiento de
piedra - salto de vara |
- pulseo
/levantamiento de piedra - salto del pastor - cucaña - carrera de sortijas
o cintas - levantamiento del
arado - carros de madera - tablas de San
Andrés (versión individual) |
- arrastre de ganado |
1-exclusiva
y estable de equipo |
|
- tablas de san
Andrés (versión
tablón) |
|
2-exclusiva
y estable de individuos |
- lucha - lanzamientos y esquiva
de piedras - enfrentamiento con
palos |
- palo canario |
- lucha canaria - lucha del garrote
canario |
2-exclusiva
y estable de equipos |
|
- bola tradicional - pelotamano - pina |
- vela latina de
botes - bola canaria |
n>2-exclusiva
y estable de individuos |
|
- carrera de caballos |
|
n>2-exclusiva
y estable de equipos |
|
|
- vela latina de
barquillos |
Exclusiva
e inestable |
|
|
|
Ambivalente
(fluctuante) |
|
-
tángana |
|
Como excepción, solo aparece una red basada en la cooperación
estricta, o actuación de un único grupo que coopera (tablas de san
Andrés-versión tablón), (red 1-exclusiva y estable de equipo) en JT, al
igual que para la red ambivalente de tipo fluctuante (tángana).
En el caso de JA, no existen juegos de equipo,
distribuyéndose en dos categorías indicadoras de la valoración del logro
personal (1-exclusiva y estable de individuo), y del duelo (2-exclusiva y
estable de individuos).
La red más frecuente en el grupo JT sigue esta misma
tendencia de la individualidad, pero seis de sus juegos se distribuyen con una
mayor apertura entre otro tipo de redes bajo la constante de una motricidad
sustentada en la interacción social.
La sociomotricidad se muestra de manera particular en el grupo
JT, con dos redes sociales en dos subcategorías distintas: 2-exclusiva estable
de equipos, y n>2-exclusiva estable de individuos. En el primer tipo de red
se encuentran dos tipos de relación social: una con interacción directa (pelotamano,
pina) y otra con interacción diferida (bola canaria). En el segundo
tipo de red, (carrera de caballos), los jinetes se enfrentan de manera
individual pero compartiendo el espacio y en posible interacción. Además,
existe una red ambivalente (tángana) donde los jugadores se enfrentan de
manera individual, sin interacción motriz, pero usando el espacio para dejar
patente la situación de la propia jugada que, a su vez, condiciona la acción
del siguiente jugador; ello hace posible las alianzas entre determinados
jugadores, mediante la apuesta, buscando un beneficio común frente a los demás
participantes.
Encontramos un dualismo en la estructura de juego
bipersonal de tres de los cinco casos en el grupo JA (red 2-exclusiva y estable
de individuos). En el grupo JT, se amplía el número de juegos en razón de la
interacción social, distribuida entre tres juegos con enfrentamiento de equipos
y dos juegos con enfrentamientos entre individuos; en este mismo grupo
solamente se mantiene un juego de enfrentamiento bipersonal. El grupo DT define
la estructura dualista de los enfrentamientos de equipos con una simetría
caracterizadora del fenómeno deportivo, que también representa a dos de las
tres juegos en JT (bola tradicional, y pelotamano).
4.2.
Interacción
motriz
Las cinco categorías estudiadas se han distribuido de la
manera siguiente (Tabla 3):
Tabla 3. Distribución de la
interacción motriz en los grupos estudiados
Interacción |
Juegos y deportes
tradicionales canarios |
||
Juegos aborígenes (JA) |
Juegos tradicionales (JT) |
Deportes tradicionales (DT) |
|
Psicomotriz |
-
levantamiento de piedra - salto
de vara |
-
pulseo/levantamiento de
piedra - salto
del pastor -
cucaña -
carrera de sortijas o cintas -
levantamiento del arado -
carros de madera |
- arrastre de ganado |
Intermotricidad alterna |
|
- bola
tradicional -
tángana |
- bola
canaria |
Cooperación |
|
-
tablas de san Andrés (versión tablón) |
|
Oposición |
- lucha -
enfrentamiento con
palos -
lanzamiento y esquiva
de piedras |
-
carrera de caballos - palo
canario |
- lucha
canaria - lucha
del garrote canario |
Cooperación-oposición |
|
- pelotamano - pina |
- vela
latina de botes - vela
latina de barquillos |
La comparación entre los tres grupos (JA, JT y DT) señala
dos constantes: una respecto a prácticas sin interacción motriz (categoría ‘psicomotriz’),
en mayor número en el grupo JT, y otra con relación a la interacción de
oposición (categoría ‘oposición’) que tiene una presencia más equilibrada en
los grupos analizados.
Destaca una escasa variabilidad de interacción motriz en el
grupo JA, frente a la diversificación de interacciones motrices en los grupos
JT y DT.
El caso especial de ‘intermotricidad alterna’ se da en tres
prácticas cuya motricidad está condicionada por las acciones de los otros
jugadores, pero que poseen el sistema de ganancia o de puntuación como
referente para dar sentido a las acciones motrices sucesivas.
En la categoría ‘cooperación’ solo se encuentra un juego: tablas
de san Andrés (tablón). Este tipo de interacción constituye una excepción
en los tres grupos estudiados.
El modelo de comunicación motriz que prevalece en estas
prácticas tradicionales es la estructura dual, la cual desvela un dualismo cuyo
significado es el enfrentamiento. De modo que se trata de una superación del jugador
o del grupo, bien sea de un jugador que sucede a otro, o que le supera en
interacción motriz directa, o de un grupo que supera a otro en confrontación
directa.
Como hemos podido constatar, el enfrentamiento se realiza a
través de una fórmula exitosa y prevalente. Esta fórmula muestra una estructura
lúdica hegemónica, basada en la exclusividad y estabilidad de los participantes
en cuanto a ‘rivalidad’ o ‘solidaridad’, así como en la simetría de efectivos y
condiciones para la acción motriz en el duelo de individuos o de equipos. No
obstante, el enfrentamiento también permite entender el sentido de las
prácticas sin interacción motriz directa (‘psicomotriz’, ‘intermotricidad
alterna’) pero que se realizan, de manera sucesiva, con la referencia del logro
obtenido por otro jugador. Por el contrario, solo un juego del grupo JT (tablas
de san Andrés) contiene una clara función lúdica basada en la cooperación.
La estructura dualista hegemónica prevalece en detrimento
de otras redes e interacciones motrices. Ello coincide con los resultados
obtenidos por Navarro (2006, p. 803) sobre la prevalencia dualista en las
propuestas de juegos para educación física. En nuestro estudio, el fenómeno
anterior queda bien definido por una única red que expresa la cooperación
(1-exclusiva y estable de equipo). De esta forma, la reiteración del
enfrentamiento, ya encontrada por Parlebas (2003) y Ould Salek (1995), se ha
trasladado de manera acusada a una de sus fórmulas: la estructura de
enfrentamiento entre personas o grupos.
La reiteración aparecida en las redes exclusivas y estables
se justifica porque las prácticas sociales de los adultos evitan la ambigüedad
y la confusión de sus sistemas sociales. Ello equivale a asimilar los juegos y
deportes a sistemas inequívocos, capaces de diferenciar las situaciones de
juego y establecer evidencias y memorias de registro.
Tras la cultura aborigen canaria, la presencia de nuevas
categorías de redes de comunicación motriz, señala el drástico cambio cultural
habido por la llegada de los europeos a las Islas Canarias (siglo XV). De
hecho, los juegos tradicionales de equipo más antiguos corresponden a pelotamano,
pina y juego de bola, que eran prácticas muy populares en Europa
hace 500 años (Gillmeister, 1997; Navarro, 1989; Castro, 2001; Tremaud, 1969).
La aparición de estos juegos anteriores amplía la dimensión lúdica de las
prácticas individuales a las grupales, de las que era carente la sociedad
aborigen, pero en algún caso (lucha de garrote, lanzamiento y esquiva de
piedras) lo hace con distintos valores a los que asumimos hoy socialmente.
Si reparásemos en la violencia, el juego pina se caracteriza por su
rudeza en el contacto; en cambio, pelotamano y el juego de bola
son trasladables en cuanto a valores de manera directa a la escuela actual o al
mundo de la recreación con actividades físicas vinculadas a la etnicidad
(Comaroff y Comaroff, 2009).
Los deportes son la manifestación de un pensamiento lúdico
de gran éxito en la sociedad moderna, pero que corresponde a una ética social de
valoración de la justicia a partir de la estricta igualdad de partida. Esta
concepción dibuja la homogeneidad que siempre encontraremos en los deportes,
pero que también, en parte, se ha
cumplido a su manera en los grupos JA y JT. Las prácticas motrices de estos dos
grupos poseen igualmente esta fórmula del deporte moderno, que es el
enfrentamiento de duelo. De modo que nos encontramos de nuevo ante una
concepción hegemónica de la actividad lúdica, motivada por un profundo
pensamiento dualista en el juego (Huizinga, 1938).
Solamente la apertura del ludismo en JT ha hecho mella en
la simetría de los juegos, lo que se comprueba con ejemplos como pina,
donde, en un contexto de entretenimiento, los jugadores han jugado en
desigualdad de número o efectivos (red disimétrica). Es decir, el ludismo del
juego tradicional antecede a las formas cerradas del deporte moderno (Parlebas,
2003), pues este postula una creencia concreta de justicia en igualdad de
efectivos y condiciones para la acción. Así, ganar y perder, en condiciones de
simetría, desplaza la balanza del ludismo hacia el lado productivo y se aleja
del entretenimiento. Ya Huizinga (1938/1984, p. 232) intuyó que algo ocurría
con el desarrollo del deporte cuando lo critica, a pesar de postular la competición
en el juego (1984, p. 63) como ‘función creadora de cultura’: ‘El deporte se va
alejando cada vez más en la sociedad moderna de la pura esfera de juego, y se
va convirtiendo en un elemento sui generis: ya no es juego (…)’.
En medio del fenómeno del dualismo y las redes de
comunicación que lo representan, hemos constatado otro debate entre
individualidad y colectividad en el grupo JT. Se trata de la diversificación de
redes de personas o equipos (2-exclusiva y estable de individuos o de equipos)
que añade un sistema de registro o memoria de los resultados como cambio en el
progreso cuantificador (Blanchard y Cheska, 1986, p. 135). Ello abre la puerta
a una socialización diferida en cuanto a comunicación motriz, sin embargo, sigue
manteniéndose la constante del deporte moderno de enfrentamiento en igualdad de
efectivos y condiciones.
La diversidad en la interacción motriz de los juegos del
grupo JT ha sido muy superior a los grupos JA y DT, y los tres grupos han
expresado de manera distinta cómo se concretan la comunicación, la
contra-comunicación motriz y su trasfondo común derivado del resultado de la
tarea motriz. Históricamente, el grupo JT se ha caracterizado por prácticas que
han cumplido una función lúdica de entretenimiento, diluyendo el efecto del
prestigio social que puede traer como consecuencia el resultado de la
actividad. Este aspecto se refleja en un mayor número de prácticas de este
grupo y está presente de forma homogénea en todas las opciones de interacción motriz.
En el grupo JA las interacciones motrices se han concentrado en las categorías
‘psicomotriz’ y ‘oposición’, que están sustentadas en el logro individual. Esto
es coherente con una sociedad que en el siglo XV se encontraba en un nivel de jefatura
(Tejera, 2004), y donde enfrentarse a otro u otros en una actividad de este
género implicaba consecuencias en el prestigio social (Huizinga, 1938/1989, pp.
68, 71, 82). El grupo DT ha centrado sus interacciones mayoritariamente en la
contra-comunicación motriz, cumpliendo así con un juego disciplinado a través
de la competición (Huizinga, 1938/1984, p. 232); ello nos advierte que los
deportes tradicionales se disfrazan de una pretendida tradición pero se
comportan como verdaderos deportes modernos (Renson, 1991; Maguire, 2003).
En los tres grupos, el prestigio social se obtiene como
consecuencia del resultado de la situación motriz; el grupo JA lo hace a través
del logro en la tarea, sin memoria de resultados; el grupo JT consigue el
prestigio mediante el logro de la tarea en nueve casos, y tres lo hacen por
medio del sistema de puntuación (bola tradicional, pelotamano, y pina),
que curiosamente son prácticas no
instrumentales sino de entretenimiento. Sin embargo, llama la atención
que dos de los tres juegos tradicionales poseedores de sistemas de puntuación (pelotamano
y pina) no evolucionan a deporte tradicional, y sí lo hagan otras
prácticas que provienen bien del mundo del trabajo (vela latina de botes,
arrastre de ganado y vela latina de barquillos), bien de una
actividad de defensa personal (lucha canaria y lucha de garrote
canario). Esta circunstancia de transformación en deporte de las prácticas
instrumentales nos hace pensar en la necesidad de un mayor análisis, porque
vemos que el prestigio del resultado se asocia a la persona y su logro (como
ocurre en el trabajo y en la defensa personal) pero no al sistema de memoria de
registro más estructurado de prácticas con función centrada en el
entretenimiento. El grupo DT obtiene el prestigio a través de un sistema de
puntuaciones amplificado con una memoria de resultados, característico del
deporte moderno (Guttman, 1978). Por tanto, en los tres grupos el mecanismo de
prestigio social se activa de diferente forma.
La mayor codificación que poseen los deportes tradicionales
sobre los juegos supone la incorporación de nuevos significados. Estos
significados van más allá incluso de su propia lógica interna, como es el valor
de la victoria que trae consigo el sistema deportivo de competición frente a la
inmediatez del logro de los juegos, ajeno este último a una memoria de
resultados. Son buenos ejemplos la lucha tradicional, que comienza a
estructurar su sistema de competición en la fiesta (Matanzas-Cuba, 1872; Fiesta
de Candelaria, 1872; Sánchez, 1988; Morales y Palenzuela, 2004), frente a la lucha
canaria como deporte, que se ha reglamentado con más de un sistema de
competición (equipos, pesos, desafíos) (Reglamento de 1945; Pérez, 1965). Ello
comporta algunas contradicciones actuales cuando se quiere reivindicar un
sentido tradicional dentro de una institucionalización deportiva.
La cultura lúdica tiene complejos mecanismos de cambio, que
no hemos de desdeñar. Esta idea nos hace relativizar el efecto de la hegemonía
detectada en la comunicación motriz, ya que los juegos y deportes tradicionales
canarios nos muestran la diversificación de que son capaces. El paradigma de
esta capacidad diversificadora lo encontramos en el caso de la bola canaria,
que mantiene dos versiones muy semejantes de práctica: una tradicional y otra
deportiva.
El análisis diacrónico de la interacción motriz ha mostrado
que las prácticas de cooperación y de cooperación-oposición no obedecen a un
proceso constante. En el primer caso, porque se trata de una excepción del
grupo JT, sin más continuidad de esta manifestación en el grupo DT. En el
segundo caso, porque tampoco ha existido continuidad en las prácticas del grupo
JT respecto al grupo DT, siendo sustituidas por unas prácticas de nuevo diseño
derivadas de actividades laborales (vela
latina, arrastre de ganado, vela latina de barquillos). De esta manera, los
deportes tradicionales canarios son fruto solo en parte de un proceso de
transformación conectado con el juego tradicional.
Los significados sociales han quedado patentes en el
análisis de la red de comunicación motriz y de la interacción motriz,
permitiendo desvelar que existen diversas formas de interpretación vinculadas a
distintos juegos, pero también a prácticas semejantes, como ocurre con la
versión tradicional de un juego frente a su versión deportiva. También se ha
observado que algunas prácticas, que emergen como juegos tradicionales, sufren
procesos de ‘deportivización’ (Parlebas, 2001, pp. 131-145) modificando sus
significados y modelos de práctica algunas veces reinventándose (lucha del garrote canario, arrastre de
ganado). El devenir de los juegos canarios refleja el dinamismo de la
tradición. Como resultado de este proceso, las prácticas tradicionales muestran
una variedad de fenómenos, dando lugar a modalidades paralelas y a veces
divergentes (bola tradicional, bola canaria), a juegos aborígenes
desaparecidos hace más de 500 años que contuvieron significados desconocidos (salto
de vara) y que hoy apenas podemos interpretar, a juegos aborígenes
sincretizados (lucha aborigen, lucha canaria; enfrentamiento con palos, palo
canario), a reinvenciones de juegos como deportes tomando como referencia
un juego aborigen (lucha del garrote canario), a juegos tradicionales
conservadores de los valores rurales (pina, pelotamano, levantamiento de
piedra, arrastre de ganado), y a juegos con carga de violencia (enfrentamiento
con palos, lanzamiento y esquiva de piedras, y pina) que curiosamente
acceden a las currículas educativas o a los programas recreativos en igualdad
de trato que el resto. Todo este conjunto de fenómenos aporta significados
culturales que no pueden ser considerados de manera unívoca en la tradición.
Bajo el significado del enfrentamiento como función lúdica principal,
la estructura dualista se muestra de manera hegemónica en el análisis
diacrónico de los juegos y deportes tradicionales estudiados, en detrimento de
otras formas de comunicación motriz.
La diversificación de la interacción motriz expresada en el
grupo de los juegos tradicionales (JT) no es equivalente en los juegos de la
cultura aborigen (JA), ni en los deportes de la sociedad moderna (DT), pues en
estos dos últimos grupos se muestra un reduccionismo de opciones de relación
motriz frente a la apertura del primer grupo (JT), que cumple con una clara
función lúdica.
Las prácticas con interacción motriz de cooperación y de
cooperación-oposición no obedecen a una lógica diacrónica, como sí lo hace la
interacción de oposición, poniendo de manifiesto la complejidad inherente a los
procesos de transformación de las formas lúdicas tradicionales.
Los juegos y deportes tradicionales canarios encierran
significados heterogéneos, a veces bajo una misma estructura de comunicación
motriz. Ello pone a la vista el carácter dinámico del ludismo tradicional en la
manera de entenderlo y practicarlo.
Notas
1 Pierre Parlebas es
Catedrático emérito de la Universidad de La Sorbona Paris V. Postula una teoría
praxiológica, basada en un enfoque estructural-sistémico del análisis social de
los juegos y deportes. Concibe
las situaciones motrices como un sistema de interacción entre un
sujeto actuante, el entorno físico y los participantes eventuales; como método,
aplica un
conjunto de universales ludomotores (Parlebas, 1981, p. 292) que son
capaces de desvelar la lógica interna de las praxis motrices.
2 Las fuentes
documentales sobre la cultura canaria emplean el término ‘aborigen’ para
referirse al concepto ‘indígena’. En este trabajo, hemos optado por mantener el
primer término.
3 Para Parlebas (2001,
p. 269), la interacción motriz se hace efectiva, durante la realización de una
tarea motriz, cuando el comportamiento motor de un jugador influye de manera
observable en el otro o en los demás participantes. Al estar sujetos los
jugadores por la regla, las acciones motrices quedan enmarcadas en estructuras
de interacción. Por consiguiente, la tarea tiene sentido en la medida de que
pertenece a un sistema sociomotor, que es portador de semiotricidad. De este
modo, Parlebas propone una acción motriz que actúa en una situación motriz, y
que es comprensible a través de una comunicación específica (red de
comunicación motriz, interacción motriz). Coincide con Flament (1965/1977, pp.
68, 203), quien postula que la tarea está considerada dentro de la comunicación
como un sistema social, por lo que no posee sentido por la tarea misma.
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- vol. 15 - número 57 - ISSN: 1577-0354