Rodríguez-López, J.; Vicente-Pedraz, M. y
Mañas-Bastida, A. (2016) Cultura de paso de la amada, creadora del ‘juego de
pelota’ mesoamericano / Culture of paso de la amada, creator of ‘mesoamerican
ballgame’. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física
y el Deporte vol. 16 (61) pp. 69-83. Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista61/artcultura670.htm
DOI:
http://dx.doi.org/10.15366/rimcafd2016.61.006
ORIGINAL
CULTURA
DE PASO DE LA AMADA, CREADORA DEL ‘JUEGO DE PELOTA’ MESOAMERICANO
CULTURE OF
PASO DE LA AMADA, CREATOR OF ‘MESOAMERICAN BALLGAME’
Rodríguez-López, J.1; Vicente-Pedraz, M.2 y
Mañas-Bastida, A.3
1
Profesor Titular, Doctor en Medicina, Departamento
de Educación Física y Deportiva, Facultad de Ciencias del Deporte, Universidad
de Granada, España. juanrl@ugr.es
2
Profesor Titular, Doctor en Ciencias de la Actividad
Física y el Deporte. Departamento de Educación Física y Deportiva, Facultad de
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Universidad de León, España. mvicp@unileon.es
3
Investigador, Doctor en Historia Antigua, Departamento
de Educación Física y Deportiva, Facultad de Ciencias del Deporte, Universidad
de Granada. alfonsomanas1@hotmail.com
Código UNESCO / UNESCO code: 5506.99. Historia por especialidades. Otras: Historia del deporte /
Specialized Histories. Other: History of Sport
Clasificación Consejo de Europa / Council of Europe
classification: 7. Historia del Deporte /
History of Sport
Recibido 28 de noviembre de 2012 Received
November 28, 2012
Aceptado 3
de junio de 2013 Accepted June 3, 2013
RESUMEN
Se realiza una revisión sobre el origen del juego de pelota
mesoamericano en el preclásico temprano (ca.1.700-1.000 a.C.). Por la
antigüedad propuesta para sus vestigios sobre el juego de pelota, son
candidatos a ser los ‘creadores del juego’ las culturas de Paso de la Amada,
los pre-olmecas de San Lorenzo y El Opeño. Los vestigios referidos son
fundamentalmente, la cancha de Paso de la Amada, las pelotas de hule de Manatí
y las figurillas de El Opeño.
Se concluye que la gran cancha de Paso de la Amada, la mayor
construcción de Mesoamérica de su tiempo, aparece como el vestigio más antiguo
del juego, y se le relaciona con la aparición de la primera sociedad no
igualitaria en Mesoamérica. Se sugiere que los pobladores de Paso de la Amada,
hacia 1650 a.C., fueron los creadores
del juego y no los olmecas como generalmente se ha defendido.
PALABRAS CLAVE: Juego
de pelota mesoamericano, preclásico temprano, cancha de Paso de la Amada,
olmecas de San Lorenzo, figurillas de El Opeño
ABSTRACT
We study here the
origin of the Mesoamerican ballgame during the early formative period (ca. 1700
B.C.). We select as candidates for the creators of the Mesoamerican ballgame
the cultures of Paso de la Amada, pre-Olmec at San Lorenzo, and El Opeño, as they
have the oldest vestiges of the ballgame. These vestiges are, to be exact, a
ball court at Paso de la Amada, some rubber balls at Manati, and ceramic
figurines at El Opeño.
We conclude that the
great ball court at Paso de la Amada, the biggest building of Mesoamerica at
that time, appears as the oldest vestige of the game and it is in relation with
the emergence of ranked societies in Mesoamerica. We suggest that the people of
Paso de la Amada, around 1650 BC, were the creators of the game, and not the
Olmecs, as generally defended.
KEY WORDS: Mesoamerican ballgame, Early Preclassic,
Paso de la Amada ballcourt, Olmecs from San Lorenzo, El Opeño figurines
1.
INTRODUCCIÓN
El llamado ‘juego de pelota’ mesoamericano es un gran capítulo de la
historia de la actividad física por el interés que ha despertado, tanto en
académicos como a nivel popular. El misterio envuelve toda la historia de esta
actividad y las incógnitas son muy numerosas en todos los tramos de su
evolución, pero especialmente en sus orígenes, en el preclásico temprano (con
anterioridad al año 1000 a.C.), periodo en el que centramos nuestra atención. Apuntamos, desde este
momento, que la denominación de dicha práctica como ‘juego’ puede resultar para
algunos autores inexacta; en todo caso, puesto que nuestro objetivo no se
centra en la adecuación de la terminología al objeto de estudio, la mantenemos
por ser la de uso más común entre quienes han abordado su análisis.
Una importante publicación en español del año 1992 titulada El juego de pelota en el México precolombino,
realizada con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América,
revisaba ampliamente los datos y teorías acerca del juego. En este conjunto de
trabajos, los autores señalaban a los
olmecas como creadores del juego:
“Los recientes descubrimientos arqueológicos
procedentes de San Lorenzo y La Venta sugieren que los olmecas fueron los
creadores de este ritual, en el que plasmaron un complejo simbolismo religioso…
En La Venta se señala la posible existencia de un juego de pelota ubicado al
sureste del Grupo Stirling. Una muestra de carbón obtenida del Patio Central,
fue fechada en 760 a.C. Esta evidencia, junto con otros datos obtenidos en el
yacimiento arqueológico, coloca a esta estructura como la más antigua detectada
en Mesoamérica” (Serra, 1992, 22).
Sin embargo, el descubrimiento en 1995 de una gran cancha de tierra en
Paso de la Amada (Hill y Clark 2001; Uriarte, 2006, 22), con una antigüedad
extraordinaria –ca.1650 a.C.– ha provocado un replanteamiento sobre el origen
del juego.
Nos proponemos demostrar el origen del juego de pelota, mediante un
análisis cronológico y cultural de los vestigios más antiguos del juego
correspondientes a tres culturas –a) Paso de la Amada, b) pre-olmecas y olmecas de
San Lorenzo, c) El Opeño-. Estas culturas rivalizan por la antigüedad e
importancia de estos vestigios.
El ámbito temporal
objeto de nuestra revisión va desde ca.1750 a.C., momento en que se llevan a
cabo los primeros asentamientos pre-olmecas en San Lorenzo, hasta el comienzo
de la decadencia de esta primera ciudad olmeca ocurrida hacia el 1000 a.C.,
momento en que termina el periodo conocido como preclásico temprano y da
comienzo el preclásico medio (Clark, 2007; Grove, 1997, 54).
2.
METODOLOGÍA
La presente investigación se ha
desarrollado mediante una metodología histórico-crítica consistente en el
estudio y cotejo de las fuentes documentales más relevantes.
Inicialmente hemos considerado como probables ‘primeros vestigios’ del
juego de pelota en Mesoamérica los siguientes: pelotas de Manatí (ca. 1700 a.C.),
cancha de Paso de la Amada (ca.1650 a.C.) y figurillas de jugadores de El Opeño
(ca.1700 a.C. según Blomster, 2012).
Sobre los tres vestigios hemos realizado
una búsqueda sistemática en las bases de datos de publicaciones históricas y
antropológicas. Además, por la relación temporal, cultural y geográfica de
estos tres vestigios, se procedió a la localización de documentación relevante sobre
las canchas olmecas de Macayal (ca.1400-1200 a.C.) y de las figurillas olmecas
del preclásico temprano (que son los vestigios olmecas más antiguos tras las
pelotas de El Manatí, y anteriores a las figurillas de jugadores de El Opeño). Quedan
fuera de nuestro estudio las figurillas olmecas posteriores (del preclásico
medio), propias de La Venta.
Dado que la credibilidad de las
dataciones radiocarbónicas es escasa si no es coherente con el contexto
arqueológico, ponemos en duda la excesiva antigüedad de las dataciones de las
figurillas de El Opeño dadas por Blomster, y la antigüedad de otras figurillas
olmecas o de estilo olmeca aparecidas en Tlatilco-Tlapacoya, en el Altiplano de
México (ver más adelante).
3.
PASO DE LA AMADA
3.1.
Las instalaciones no son ‘contenedores inertes’
Mucho
se ha escrito a cerca de los factores internos o externos que influyen en la
aparición de la desigualdad social y de la autoridad política. La competición
entre facciones, entendiendo por facción un grupo que comparte algún interés
para actuar de forma cohesionada, suele estar en la base de las explicaciones (Rosenswig,
2000, 417-9; Brumfiel,1994, 3;
Spencer, 1993). Para Fox (1996, 483-4) el juego y la instalación de juego serán
decisivos.
Argumenta
este autor que las construcciones de la arquitectura pública en la antigua
Mesoamérica, como en cualquier otro lugar, son espacios de poder y han sido
consideradas durante demasiado tiempo, erróneamente, como contenedores inertes.
Gracias al ritual que tiene lugar en las instalaciones, se reproduce o intenta
reproducir el orden social, aunque también se puede crear, manipular y cambiar
este orden. Las canchas son centros que ofrecen al cacique o líder un medio de
comunicación, y la posibilidad de conseguir integración social a través de sus
fiestas y juegos. La dedicación sagrada de la cancha y el enterramiento de
ofrendas refuerzan la eficacia del lugar y de sus actividades para tal
integración social:
“Pienso que las canchas de juego, como
instalaciones para la integración social, celebraban una variedad de rituales
relacionados con la comunidad, además de las competiciones de juegos de pelota.
Estos rituales se centraban en fiestas competitivas patrocinadas por las elites
consolidadas o emergentes. Tan estrechamente relacionadas unas con otras como
en un ciclo ritual, las competiciones de juego de pelota entre facciones y las
fiestas fueron organizadas por patrocinadores en ‘intencionados dramas de
autopromoción’. Se centraban en demostraciones competitivas y distribuciones de
comida” (Fox, 1996, 484).
En esta línea de argumentación sobre las consecuencias sociales del
juego, Clark (2007, 30) sugiere que el juego de pelota mesoamericano fue una
institución arcaica para promocionar la unidad social entre grupos tribales, y que
los olmecas de San Lorenzo promovieron, con posterioridad al desarrollo del
juego en Paso de la Amada, una versión más agresiva que incluyó los sacrificios
humanos. Por su parte, Smith (2003), refiriéndose a la cultura olmeca, observa
que los edificios ceremoniales y su distribución fueron instrumentos para
formar conductas, actitudes y emociones, dirigidos a legitimar el poder. La existencia de varias canchas, tanto en
poblaciones grandes como pequeñas, puede estar indicando divisiones políticas
en la comunidad.
3.2 Paso de la Amada,
la cancha más antigua y única de la fase A del preclásico temprano
En el yacimiento arqueológico correspondiente a la población antigua
de Paso de la Amada, en la región de Mazatán, apareció la enorme cancha de aproximadamente
85 m de largo, la más antigua de la historia mesoamericana. Fue construida
durante la fase A del preclásico temprano, correspondiente a las fases
cerámicas Barra-Locona (Blake y Clark, 1999; Rosenswig, 2000, 441), hacia 1650-1600 a.C., sobre una superficie elongada y compacta que
pudo haber servido como campo de juego abierto antes de la construcción formal
de la cancha (Hill y Clark, 2001, 333). Se trata de la mayor construcción de su
tiempo en Mesoamérica, y está formada por dos montículos paralelos de 1,5 m de
alto, que delimitan un estrecho pasillo de juego de unos 80 m de largo y 7 m de
ancho. El ancho total de la estructura es de 30 m, y los autores calculan que
esta estructura de tierra debió requerir 1.375 días de trabajo (Hill et al.,
1998).
3.3 La cancha de Paso
de la Amada y el comienzo de las sociedades no igualitarias
Hill y Clark (2001, 331) exponen que la localización geográfica de la
cancha y la fecha constituyen una evidencia de que su construcción y uso fue
importante para el desarrollo de una nueva etapa social en Paso de la Amada y
en toda Mesoamérica: el inicio de las jefaturas, es decir, del gobierno
hereditario y la desigualdad social. Los juegos y deportes competitivos
desempeñarían un papel decisivo para el advenimiento de esta nueva etapa, al
reforzar el liderazgo individual y la identidad comunitaria.
Así, pues, ca. 1600 a.C. Paso de la Amada sería la primera sociedad
que experimentó tal cambio en Mesoamérica:
“Arqueológicamente, nosotros situamos la
transición hacia simples jefaturas ca. 1600 a.C. La mejor evidencia para esta
emergencia es la construcción de plataformas de casa en Paso de la Amada. Hay bastantes
evidencias de que antes de 1600 a.C. cada distrito de esta población tenía al
menos una gran casa… Pero solo una de estas casas (Montículo 6 de Paso de la
Amada) fue reconstruida y agrandada durante muchas generaciones, las otras
fueron abandonadas” (Hill y Clark, 2001, 322).
Esta residencia-jefatura fue reconstruida al menos siete veces en los
tres siglos siguientes, y parece haber sido la residencia principal de la
comunidad durante toda la historia final de Paso de la Amada. Decisivo para los
autores es que la gran cancha de juego fue construida justo antes de la
edificación de esta residencia principal.
Las grandes estructuras arquitectónicas de Paso de la Amada, ‘impensables
para el siglo XVII a.C.’, inducen a Lesure (2011, 122) a afirmar que estamos
ante el ‘primer centro ceremonial mesoamericano’, como ya sugirió Clark (2004, 45).
Paso de la Amada se adelantaba así en muchos siglos a las comunidades
importantes mesoamericanas que, en general, no fueron centros ceremoniales
hasta ca. 900 a.C. El sitio fue construido y planificado a escala
impresionante, por lo que merece el calificativo de centro ceremonial.
Lesure (2011, 141-4) establece tres etapas en la historia de Paso de
la Amada.
-La primera comenzaría en el XVII a.C., durante la primera mitad de la
fase Locona. En esta fase el campo de juego es el edificio no-residencial más
importante de Paso de la Amada. Además, hay distinción entre lo público (construcciones,
plaza) y lo privado, y llama especialmente la atención la no existencia de
templos; se trata de un ¡centro ceremonial sin templo!
-La segunda etapa se corresponde con la fase Bajío, siglos XVI y XV
a.C., caracterizada por un liderazgo más concentrado (en menos personas), por
la ‘transferencia intergeneracional de autoridad’ y porque el sitio continua
sin tener un templo. El campo de juego sigue usándose, pero muestra ya signos
de descuido de la instalación.
-La tercera etapa coincide con la fase Cherla, en el siglo XIV a.C.,
etapa en la cual el campo de juego ha sido ya abandonado e, incluso, se ha
construido en sus montículos. Igualmente, la plaza Sur ha dejado para entonces de
ser un foco de vida pública, y existe una mayor diferenciación social. Por
primera vez se pueden observar también templos y residencias de forma
diferenciada.
La gran cancha de juego, por tanto, parece haber tenido su mayor
protagonismo al principio de la historia de Paso de la Amada.
4.
DESCUBRIMIENTO EN LA FASE B DEL PRECLASICO TEMPRANO DE CANCHAS OLMECAS
Y FIGURILLAS OLMECAS DE JUGADORES
4.1 La existencia de
canchas olmecas en la fase B del preclásico temprano: las canchas de Macayal
Es importante advertir que la datación de las fases olmecas en la
Costa del Golfo mediante radiocarbono ofrece dificultades y puede llevar a
confusión, debido a las fluctuaciones atmosféricas de C14 ocurridas entre el
800 y el 400 a.C. (650-400 a.C. en años radiocarbono, ‘no calibrados’ (Pool,
2009, 241-2)). Así, la fase San Lorenzo comprendería entre 1150 y 900 a.C. en
años radiocarbono, pero cuando estas fechas son calibradas se convierten en
1400-1000 a.C., que son ‘el tiempo real en el cuál las gentes vivieron sus
vidas’.
En cuanto al juego olmeca, durante mucho tiempo los investigadores se
mostraron propensos a creer que no había datos suficientemente fiables sobre la
existencia de canchas, y que el juego debió realizarse sin necesidad de ellas.
El yacimiento arqueológico de Macayal –situado a 17 km de San Lorenzo y 1 km de
Manatí– indica claramente lo contrario. Este yacimiento está compuesto por cinco
montículos de unos 6 metros de elevación, cuatro canchas de juego de pelota y veinticinco
plataformas habitacionales que varían entre 0,3 m y 1 m de altura (Rodríguez y
Ortiz 1997, 71). Estos restos de Macayal, incluidas las canchas, son
contemporáneos a los olmecas de San Lorenzo Tenochtitlán –una muestra de
radiocarbono de estos restos ofreció una datación de 1040 a.C. (Rodríguez y
Ortiz 1997, 72)–.
Según Clark (2007, 28), dada la importancia del juego de pelota en los
olmecas, es probable la existencia de más canchas aún no descubiertas: ‘Macayal,
un centro dependiente de San Lorenzo, tenía plazas y canchas de juego de pelota
en tiempos de la fase cultural de San Lorenzo, luego es posible que San Lorenzo
también las tuviera’.
4.2 Las figurillas
olmecas más antiguas, contemporáneas de las canchas olmecas de Macayal
Para Coe (1981, 130) y Clark (2007, 30) las figurillas más tempranas de
jugadores datan de la fase San Lorenzo. Por ello, las figurillas encontradas no
serían anteriores a ca.1400 a.C. Según Taube (2004, 7) las primeras figurillas
de jugadores llevan gran cinturón y aparecen en la fase Chicharras, 1400 a.C. (1250-1150
a.C. en años de radiocarbono). Desde esta fase hasta la caída de San Lorenzo,
los gobernantes olmecas se hacen representar como jugadores de pelota y
guerreros. Varios autores (Taube, 1992; Cyphers y Di Castro, 2004, 40-41) distinguen
dos tipos en estas figurillas de jugadores olmecas encontradas en San Lorenzo;
unas llevan máscara con rasgos humanos y de animales, otras no. Pueden
representar dos tipos de juego o dos equipos de jugadores. Todas ellas llevan
pectorales circulares, espejos de hierro y grandes cinturones protectores, datando
de ca. 1150 a.C. (Cheetham, 2006; Coe y Diehl, 1980, 269-70; Taube, 1995, 100; Cyphers,
2004, 176).
Algunos autores proponen fechas algo más antiguas y, quizá menos
defendibles, para la datación de las figurillas. Bradley (2001) afirma que ya
hacia 1500 a.C. los gobernantes olmecas se representaban como jugadores; para
entonces el traje de gobernante incluía, además de las insignias de gobernante
y algunos símbolos religiosos de fertilidad, el equipo utilizado en el ritual
del juego. El autor ofrece dataciones de 1500-1300 a.C. para figurillas olmecas,
o de estilo olmeca, encontradas en Tlatilco y Tlapacoya, en el altiplano de
México (Whittington, 2001, 142, 143, 152).
4.3 Posterioridad de
las ofrendas pre-olmecas de pelotas en Manatí con respecto a la cancha de Paso
de la Amada
Entre los vestigios más antiguos que pueden estar relacionados con el
juego, se encuentran las pelotas de Manatí, de ca.1700 a.C (fase Ojochi de San
Lorenzo), pelotas que formaban parte de ofrendas (Tarkanian y Hosler, 2000;
Grove, 1997, 70). No obstante un autor da una fecha más reciente para estas
pelotas, posterior a la cancha de Paso de la Amada (Uriarte, 2006, 22).
Grove (1997, 77) y Clark (2007, 31) comparten la fecha de 1700 a.C., y
sugieren que esas ofrendas de pelotas de hule de Manatí ya indican la
existencia del juego entre los olmecas para esa fecha, aunque no existen
evidencias para afirmar tal cosa (pues no hay canchas ni figurillas ni otros
vestigios antes de ca. 1400 a.C entre los olmecas). Tales pelotas formaban
parte de un ofrecimiento masivo, llamado por Neff (2011, 111-2) el ‘gran evento
ritual’ –que incluía también bustos antropomórficos de madera, jadeíta
pulimentada, hachas de serpentina, bolas de hematita, cetros de madera, pectorales
y niños sacrificados. Según el autor, la intención es ostentación de riqueza, ‘[ostentación]
siempre perseguida por el hombre’, un ‘despilfarro de publicidad’. Los olmecas habrían
comenzado con estas exposiciones de riqueza y poder en Manatí desde 1850 a.C., y
serían muy evidentes en San Lorenzo con la escultura monumental, desde 1500
a.C. (Neff, 2011, 107-8).
Pensamos que aunque tales pelotas daten de 1700 a.C., al no existir en
estas culturas pre-olmecas ningún vestigio fiable del juego hasta ca. 1400 a.C.,
resulta inconsistente que puedan referirse al juego de pelota. Estas pelotas no
tendrían por qué haber sido usadas necesariamente para juego de pelota, pues la
iconografía también muestra otros usos para tales pelotas, aparte del juego (Stone, 2002; Ochoa, 1992, 28).
Con posterioridad de un siglo aproximadamente con respecto a Paso de
la Amada, hacia 1550 a.C., se encuentran en San Lorenzo signos evidentes de
trabajo comunitario que exigen una estructura social de jefatura; explanación
de la cumbre, construcción de islotes, edificios públicos y plataformas para
residencia de líderes (Clark, 2007, 40). Si la relación necesaria entre
instalaciones para el juego competitivo y la aparición de la desigualdad
social, planteada por la radical teoría de Fox, estuviera acertada, deberían
existir canchas en San Lorenzo desde 1550 a.C. y, por tanto, muy anteriores a
las encontradas en Macayal.
5.
LAS FIGURILLAS DE EL OPEÑO, CONTEMPORÁNEAS A LAS PRIMERAS FIGURILLAS
OLMECAS
Blomster (2012) defiende una datación de 1700 años a.C. para las
figurillas de jugadores de El Opeño: ‘Las figurillas más antiguas extraídas en excavaciones
forman un conjunto de ocho objetos, que datan de 1700 a.C., de una tumba de
tiro en Michoacán’. Esto las convertiría en las figurillas más antiguas y en
los vestigios más antiguos del juego, aventajando incluso a la gran cancha de
Paso de la Amada de 1650 ó 1600 a.C. Sin embargo, Oliveros (2004, 17, 19)
estudió la datación de las figurillas de El Opeño y ofrecía datos diferentes:
‘las muestras de carbón vegetal permitieron obtener fechas más firmes. Su
lectura proporcionó una antigüedad entre 1500 y 1000 a.C. … La primera fecha
que obtuve por radiocarbono fue 1280 a.C.’ Por tanto, basándonos en las
dataciones de Oliveros, estas figurillas de jugadores de El Opeño no son tan
antiguas como pretende Blomster, sino contemporáneas a las primeras figurillas
olmecas (es decir, correspondientes a la fase A de San Lorenzo, dentro de la
fase B del preclásico temprano (Clark, 2007, 14)).
Para Oliveros (2004, 56-7) las figurillas representan formas
especiales del juego, distintas al juego de golpeo con la cadera, que se
seguirían jugando en la actualidad con los nombres de ‘pelota forro’ en Oaxaca y
‘pasiri a kuri’ y ‘uárukua’ en Michoacán, en las que se golpea la pelota con
bastón. También sugiere que estas formas fueron representadas en el mural de
Tepantitla de Teotihuacán en el periodo clásico. Defiende el autor que esta
cultura de El Opeño no tuvo continuidad con la cultura tarasca local posterior,
sino que sus elementos culturales fueron llevados al Valle de México,
refundiéndose con los pueblos que allí habitaban.
Alejándose de las dataciones de Blomster, y más cercanos con las
ofrecidas por Oliveros, Hill y Clark (2001, 334) argumentan que estas figurillas
representan a las elites de las ‘tierras altas de México’, contemporáneas a los
olmecas de San Lorenzo y, por tanto, de aproximadamente 1400 -1000 a.C. En la
misma línea, también Dolores Flores Villatoro (1992, 107) ofrece una datación
para el conjunto de figurillas de El Opeño, incluido un yuguito de piedra y una
macana curvada en piedra, de 1200-800 a.C., concordante básicamente con la
observación citada de Clark. Para Hill y Clark (2001), por tanto, estas elites se
hacen representar como jugadores de pelota, a semejanza de lo que hicieron los
olmecas tanto en figurillas como en las representaciones monumentales de San
Lorenzo.
No parece totalmente descartable la influencia de olmecas sobre el
juego de El Opeño, pues hay dos indicios que lo sugieren:
-una figurilla en piedra verde con boca tipo ‘máscara de tigre’ (rasgo
olmeca) procedente de la Tumba 1 de El Opeño (Oliveros 2004, 78).
-un yuguito estilo olmeca complementando el conjunto de figurillas.
Podría tratarse, por tanto, de consecuencias sobre El Opeño de la
general influencia olmeca en el llamado ‘horizonte temprano olmeca’ (Cheetham,
2006), es decir, la difusión de los símbolos de estilo olmeca por toda
Mesoamérica, que comenzaría hacia 1350 a.C. (Blomster et al. 2005; Grove, 1997,
88).
Aparecen figurillas olmecas (o de estilo olmeca) de jugadores durante
el ‘horizonte olmeca’ en la zona costera del estado de Chiapas, en las tierras
altas centrales de México (Niederberger, 1987, 701-2; Bradley y Joralemon, 1993)
y en Oaxaca (donde se ha hallado una, según nos informa Blomster, 2012,1). No
obstante, la aparición de la figurilla de Oaxaca, antes que demostrar la
existencia del juego en esta región, parece que implicaría más bien que en esa
zona se compartía –ya en la fase B del preclásico temprano– la iconografía e
ideología del juego.
Todo ello inclina a pensar que la datación de las figurillas de El
Opeño es contemporánea a la fase olmeca de San Lorenzo (ó Preclásico B), aunque
no es descartable tampoco que estas figurillas de El Opeño –lugar en el que por
primera vez aparece una arquitectura funeraria en Mesoamérica– tengan una
antigüedad mayor que las figurillas olmecas, cercana a la indicada por Blomster,
pues otro estudio las sitúa hacia 1500 a.C. (Pineda Durán et al. (2010, 576), utilizando
técnicas de arqueomagnetismo, poco frecuentes aún para estudios
mesoamericanos).
6.
SUPERIORIDAD DE PASO DE LA AMADA EN LAS INTERACCIONES CON LOS OLMECAS
HASTA CA.1400 A.C.
Como hemos ido mostrando en esta revisión,
los datos proporcionados por la arqueología parecen indicar que la construcción
de la gran cancha en Paso de la Amada hacia 1650 ó 1600 a.C. no fue una
influencia cultural olmeca, ya que Paso de la Amada, con anterioridad a 1400
a.C., muestra una superioridad sobre los olmecas de San Lorenzo –tanto en
población como en desarrollo político (Taladoire, 2000; Love, 1992, 323; Rosenswig, 2000, 441).
Se constata con evidencia que desde
1400 a.C. existieron intercambios comerciales directos que pudieron beneficiar
mutuamente a las elites de ambos pueblos: los olmecas llevaron a Soconusco
religión, simbolismo, vestido y conducta, mientras que los olmecas importaron desde
Soconusco bienes exóticos. Estos intercambios reforzarían la superioridad de
las elites de Soconusco (Rosenswig, 2000, 419).
Sin embargo, para Clark (2007, 29), los primeros contactos entre ambas
culturas serían considerablemente anteriores, teniendo lugar ya hacia 1600 a.C.,
pues las importaciones de obsidiana y jade que hacían los olmecas desde las
‘tierras altas’ de Guatemala se realizaban atravesando la región de Mazatán. Este
autor sugiere que –ya desde estos primeros contactos– los pre-olmecas de San
Lorenzo se inspiraron en las jefaturas de Paso de la Amada e, incluso,
imaginaron parentesco con los jefes de Paso de la Amada, para crear y
justificar sus propias jefaturas en San Lorenzo. Así, la transición de
sociedades tribales igualitarias a ‘sociedades jefatura’ se habría producido
antes en Paso de la Amada –hacia 1650 a.C.–, mostrando un mayor desarrollo
político que el de los pre-olmecas de San Lorenzo. Poco después, hacia 1550
a.C., habría tenido lugar este cambio en los pre-olmecas de San Lorenzo, según
manifiestan las labores de trabajo comunal realizadas en ese tiempo.
Se aprecia también superioridad de
Paso de la Amada sobre San Lorenzo en la extensión y población de ambos pueblos:
San Lorenzo, desde sus comienzos ca.1750 a.C. hasta ca. 1400 a.C., se mantendrá
con escasa población y crecimiento. Clark calcula una extensión de 25 hectáreas
y 500 habitantes hacia 1550 a.C. Por su
parte, Paso de la Amada, hacia 1700-1500 a.C. (durante la fase Locona), tendría
unos 980 habitantes y unos 2.290 en pequeñas aldeas dependientes (Clark, 1994: 208-14;
Lesure y Blake, 2002, 8).
Solo después de 1400 a.C. los olmecas de San Lorenzo muestran
superioridad demográfica, política y cultural sobre Mazatán (Adams 1997, 30-5),
y las relaciones experimentan un profundo cambio; hacia 1300 a.C. hay una
intromisión y control político olmeca en Mazatán (Clark, 1990), y a
consecuencia de esto Paso de la Amada es abandonada y llega al final de su
historia, prosperando en su lugar otra población, la ciudad dependiente olmeca
de Cantón Corralito. En las excavaciones de esta ciudad se han hallado hasta 6.000
figurillas y fragmentos de cerámica de estilo olmeca (Cheetham, 2006). El
dominio político olmeca finaliza hacia 1200 a.C., pero la importancia cultural
de su arte se mantiene hasta ca.1000 a.C., aunque tendrá un gran rival en
Tlapacoya, población de las ‘tierras altas’ del Valle de México. Hacia el año
1000 a.C. comienza la caída de San Lorenzo (Clark, 2007, 24).
Poco importa al objeto de nuestro estudio si San Lorenzo llegó a ser
estado o quedó siempre en simple jefatura, como defienden algunos autores
(Spencer y Redmon, 2004, Redmon y Spencer, 2012), pues nos hemos centrado en el
tránsito de sociedades igualitarias a sociedades jefaturas, tránsito al cual
parece estar ligado el origen del juego.
7.
CONCLUSIONES
Tradicionalmente se ha adjudicado a los olmecas la creación del
llamado ‘juego de pelota’ mesoamericano, pero nuestro estudio sugiere que los
creadores del juego de pelota fueron los pobladores de Paso de la Amada. A esta
conclusión llegamos tanto porque el vestigio indiscutible más antiguo del juego
de pelota es la cancha de Paso de la Amada, de ca. 1650 a.C., como por el
estudio comparado de las culturas de Paso de la Amada y pre-olmecas. La
superioridad de Paso de la Amada hace poco probable que el juego de pelota
fuera un ‘préstamo cultural’ tomado por los pobladores de Paso de la Amada
procedente de los pre-olmecas.
Como hemos visto, Paso de la Amada posee mayor población y es una
sociedad más evolucionada políticamente que San Lorenzo entre ca.1700 y 1500
a.C. En este sentido, Clark (1994; 2007) ofrece un cálculo de población para
Paso de la Amada de 980 habitantes, más 2.290 en pequeñas aldeas dependientes
alrededor, mientras que para San Lorenzo serían unos 500 habitantes, y 1.500
más en aldeas dependientes colindantes.
Aunque los pre-olmecas de San Lorenzo tuvieron jefatura desde ca. 1550
a.C. –según Clark-, las más antiguas
canchas olmecas encontradas son las de Macayal, en el área dependiente de San
Lorenzo, de una antigüedad de 1400-1200 a.C. Estas canchas olmecas son, por
tanto, muy posteriores a la cancha de Paso de la Amada.
La cancha de Paso de la Amada es la mayor construcción de su tiempo en
Mesoamérica, y causa de la aparición de la primera jefatura mesoamericana,
según Fox (1996).
En cuanto a las figurillas de El Opeño, en general, los autores no les
conceden la antigüedad de 1700 a.C. que propone Blomster (2012). Las dataciones
que ofrece Oliveros (2004) de 1500-1000 a.C., son comúnmente aceptadas,
Teniendo una antigüedad similar a las representaciones olmecas de
jugadores-gobernantes de la fase San Lorenzo (ca. 1400-1200 a.C.). Esos
jugadores-gobernantes eran representados tanto en figurillas de barro como en
las cabezas monumentales de San Lorenzo o en otros monumentos en piedra (Taube,
2004, 9; Clark, 2007). Se sugiere que las figurillas de El Opeño son,
igualmente, representaciones de jugadores-gobernantes.
También son descartables, como vestigios que puedan competir en
antigüedad con la cancha de Paso de la Amada, las figurillas olmecas o de
estilo olmeca, encontradas fuera del territorio de San Lorenzo (en concreto en Tlatilco
y Tlapacoya (tierras altas centrales de Mexico), en la región de Mazatán (en la
costa de Chiapas) y en Oaxaca). Estas figurillas no pueden ser anteriores a
1400 a.C. por corresponder al ‘horizonte olmeca’ (Cheetham, 2006), y
su antigüedad parece haber sido exagerada en ocasiones en la literatura.
Resaltamos, por último, que el juego, en el debate académico, es considerado
por algunos autores como un factor esencial en el cambio social, en concreto en
la aparición de sociedades jerarquizadas con gobierno hereditario. Así, se
defiende, que la creación del juego de pelota por la cultura de Paso de la
Amada favoreció la aparición de las primeras sociedades jerarquizadas de
Mesoamérica.
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