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DOI: http://dx.doi.org/10.15366/rimcafd2016.62.006

 

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ORIGINAL

 

LUCHAS Y PACIFICACIÓN EN LA HISTORIA DE LA KINESIOLOGIA AMERICANA

 

STRUGGLES AND PACIFICATION IN THE HISTORY OF AMERICAN KINESIOLOGY

 

Rodríguez-López, J.1; Vicente-Pedraz, M.2 y Mañas-Bastida, A.3

 

1 Profesor Titular, Doctor en Medicina, Departamento de Educación Física y Deportiva, Facultad de Ciencias del Deporte, Universidad de Granada, España. juanrl@ugr.es

2 Profesor Titular, Doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Departamento de Educación Física y Deportiva, Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Universidad de León, España. mvicp@unileon.es

3 Investigador, Doctor en Historia Antigua, Departamento de Educación Física y Deportiva, Facultad de Ciencias del Deporte, Universidad de Granada. alfonsomanas1@hotmail.com

 

Código UNESCO / UNESCO code: 5801.99. Teoría y Métodos educativos. Otras: Educación universitaria en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte / Educational theory and methods. Other: Higher education on Kinesiology-Physical Education

Clasificación Consejo de Europa / Council of Europe classification: 17. Otras: Educación universitaria  / Other: Higher education.

 

Recibido 17 de junio de 2013  Received  June 17, 2013

Aceptado 20 de abril de 2014  Accepted  April 20, 2014

 

RESUMEN

 

En este artículo estudiamos la disputa epistemológica y pedagógica sobre la kinesiología/educación física que ha tenido lugar en las universidades de Estados Unidos desde 1990 hasta la actualidad. Hemos recogido el pensamiento de una muestra amplia de autores involucrados, con el propósito de obtener una visión de conjunto de un proceso que, de acuerdo con Morrow (2006), trata de esclarecer ¿de dónde venimos?, ¿qué somos?, ¿a dónde vamos? Tras el cotejo y análisis de la documentación más relevante concluimos que el periodo 1990-2013, caracterizado por una enconada pugna de paradigmas –en la que han estado implicados humanistas, positivistas, crosdisciplinaristas y subdisciplinaristas–, ha dado como resultado el dominio del paradigma integrador de Kretchmar (2007, 2008).

 

PALABRAS CLAVE: Educación Física, Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Kinesiología, Educación universitaria, Epistemología, Departamentos universitarios, Pedagogía

 

ABSTRACT

 

In this article we review the epistemological and pedagogical debate on Kinesiology and Physical Education that has been going on in the universities of the US from 1990 to the present. We have compiled the opinions of a wide sample of authors, with the intention of getting the most complete picture of a process that, according to Morrow (2006), seeks to answer the questions "where we come from, who we are, and where we are going". After comparing and analysing the most relevant documents, we conclude that the period 1990-2013, characterized by a bitter struggle between paradigms fought by humanists, positivists, cross-disciplinarists, and sub-disciplinarists, has revealed the eventual predominance of the integrative paradigm of Kretchmar (2007, 2008).

 

KEY WORDS: Physical Education, Physical Activity and Sport Sciences, Kinesiology, Higher Education, Epistemology, University Departments, Pedagogy

 

 

1 INTRODUCCIÓN

 

En este artículo ofrecemos una interpretación de la historia y actualidad de la kinesiología norteamericana –disciplina equivalente a las denominadas ciencias de la actividad física y el deporte en el contexto europeo–, centrándonos en los debates epistemológico y pedagógico que han tenido lugar en Estados Unidos desde la década de 1990. Para ello partimos del cotejo y análisis de una muestra amplia de autores implicados cuyas aportaciones permiten ofrecer una visión de conjunto de la epistemología de la actividad física americana de las últimas décadas.

 

Se puede decir que, para la historia de la kinesiología/educación física en Estados Unidos, 1964 fue un año decisivo como consecuencia del llamamiento que hiciera Henry al desarrollo científico-académico de las disciplinas relacionadas con el ejercicio físico y la educación física (Henry 1964).

 

Sin embargo, la historia de la kinesiología no comenzaba en ese momento. Ya la creación del ‘Boston Normal School of Gymnastics’ a finales del XIX, cuyo objetivo inmediato era resolver los problemas de salud de las mujeres, estuvo inspirada en una búsqueda de excelencia científica y pedagógica (McMacullick y Lomax 2000). También para John A. Lucas (2006), aunque la ‘American Academy of Kinesiology and Physical Education’ nació en 1930, ‘la kinesiología tiene miles de años de historia’, e incluso en Estados Unidos hubo ‘vigorosos esfuerzos en cultura física en el periodo de 1830 a 1860, con anterioridad a la Guerra Civil’ (Lucas, 2006, p 4); así, observaba el autor, uno de los académicos de la década de 1930, Arthur H. Stenhaus, brillante científico del George Williams College de Chicago, afirmaba: ‘necesitamos profesores y profesionales que tengan su cabeza en la ciencia y su corazón y manos en la educación física’. Era una breve consideración, pero ya contenía toda una teoría de la preparación de los profesionales de los años 30: estos debían ser a la vez científicos y técnicos.

 

Según Benoit G. Bardy (2008) la kinesiología como disciplina académica está desarrollada en los cinco continentes, no solo en Estados Unidos. Sin embargo, el debate epistemológico sobre la kinesiología y su organización en los departamentos universitarios se ha presentado históricamente particularmente polémico en Estados Unidos, con muchos autores implicados que han expresado ideas diversas y, a menudo, contrapuestas. En Europa, también las subdisciplinas aparecieron en los años sesenta (Bailey 1996; Schmitz, J.N. (1965), pero su creación y desarrollo fue financiado por organismos internacionales (ICSSPE de UNESCO, COI y las administraciones estatales de Alemania, Francia, Inglaterra y Finlandia). En este sentido, frente al modelo subvencionado de crecimiento de las subdisciplinas en Europa, el modelo estadounidense permite explicar la existencia de un amplio y polémico debate cuyos pormenores y consecuencias tratamos de esclarecer.

 

El académico Morrow inauguraba en 2006 la reunión de la ‘Academia de Kinesiología Americana’ invitando a los ponentes a preparar sus comentarios referentes a ‘¿de dónde venimos?, ¿qué somos?, ¿a dónde vamos? tanto como Academia, como profesión y como individuos’. Y ello, desde cualquier perspectiva desde la que cada uno creyera ser más perspicaz y revelador, ‘eligiendo mirar al pasado, al presente o al futuro… con una perspectiva biográfica, histórica, temática, de análisis de investigación, etc.’ (Morrow, 2006, p 1).

 

A grandes rasgos, Jable (2006) expone la historia de la disciplina (kinesiología educación física) en Estados Unidos señalando que ‘la década de 1970-1980 vio la aparición de las subdisciplinas, y la década de 1980 estuvo caracterizada por intentos infructuosos de unificación’. En realidad esos intentos infructuosos de unificación, la lucha entre visiones muy diferentes sobre la disciplina, han sobrepasado el año 2000, y solo muy recientemente se ha ofrecido un paradigma integrador capaz de satisfacer, e incluso ilusionar, mayoritariamente a los implicados en el debate.

 

Los objetivos que nos proponemos para nuestro artículo son los siguientes: revisar y analizar el debate existente desde 1990, mostrando las fuertes luchas de paradigmas que han permanecido hasta aproximadamente el año 2005, mostrar la existencia de un paradigma integrador surgido en 2007-2008, más poderoso y atractivo que los paradigmas y teorías anteriores que trataron de conseguir la unidad y, finalmente, mostrar en la actualidad la preponderancia de dos poderosos paradigmas alternativos: el mencionado paradigma integrador idealista de Kretchmar (2007, 2008), frente al paradigma subdisciplinar, realista y pragmático, defendido entre otros por Reeve (2007).

 

2 DESAFÍO Y VICTORIA DEL PARADIGMA SUBDISCIPLINAR

 

2.1 Desarrollo de las subdisciplinas

 

De acuerdo con Jable (2006), la década de 1970-1980 asistió a la aparición de las subdisciplinas que, en general, se desarrollaron de forma paralela. Un caso típico fue el de la psicología del deporte la cual, según dice Vealey (2006), se estableció como subdisciplina independiente, construyendo un cuerpo suficiente de investigación entre 1965 a 1979. Sería posible, no obstante, establecer considerables diferencias entre unas y otras subdisciplinas en cuanto a su modelo de desarrollo y tempo de consolidación científica. Así, la fisiología del ejercicio ya había alcanzado cierto prestigio como ciencia en el siglo XIX, aunque no tuviera tantas subáreas de investigación como en la actualidad (Ivy 2007). En el extremo opuesto podríamos situar a la sociología del ejercicio, de la cual señalaba Heinemann (1987) que todavía no había alcanzado solidez científica a mediados de la década de 1980-1990, ni en las universidades americanas y europeas ni como fundamento de la gestión deportiva profesional. Para este autor, la sociología del deporte debería consolidarse científicamente y pasar de ser una subdisciplina aislada a una subdisciplina que fuera abierta, innovadora y planificadora, orientada a la resolución de problemas reales de la sociedad (Heinemann1987, p 8).

 

Ciertamente, el desarrollo de las subdisciplinas continuó, de manera extraordinaria a veces, en las siguientes décadas. En este sentido, según afirma Rovegno (2008), ya no es posible estar al tanto de lo que se escribe en la propia subdisciplina, en referencia a la pedagogía deportiva. También son buenos índices de la consolidación de la disciplina el considerable número de tesis doctorales en kinesiología presentadas en Estados Unidos (Thomas y Reeve, 2006), así como la inclusión de la kinesiología en la taxonomía de las ciencias de la vida por el ‘National Research Council’.

 

Algunos autores piensan que en este desarrollo subdisciplinar iniciado en la década 1960-1970, ha existido un desequilibrio hacia las subdisciplinas científicas en perjuicio de las subdisciplinas humanísticas. Y, no cabe duda; en el estudio que Woods y otros (2003) realizaron sobre la oferta de plazas de profesores universitarios en kinesiología/educación física, entre los años 1998-2002, se observa un predominio casi absoluto de subdisciplinas científicas; solo el 15.5% pueden considerarse de humanidades (de un total de 1483 plazas ofertadas, el 10.3% fueron para pedagogía, el 3.4% para sociología y el 1.8% para historia).

 

Este dominio del nuevo paradigma subdisciplinar-científico se manifestaba, por ejemplo, en la visión desafiante de Kelley y Lindsay (1976) que consideraban obsoleto el conocimiento de los profesores de educación física formados con anterioridad.

 

El cambio de paradigma que tuvo lugar en los años sesenta en el campo de la kinesiología/educación física, tendría como consecuencia la aparición y desarrollo de especialidades en diferentes disciplinas académicas relacionadas con la educación física. Dicho desarrollo, supuso un acicate a la investigación que se tradujo en un incremento de publicaciones científicas en revistas especializadas cuyo mayor reto era resistir la comparación en cuanto a nivel científico con otros campos. Y de hecho lo consiguió. Durante más de dos décadas el desarrollo subdisciplinar de las ciencias de la actividad física, ejerció su dominio sobre otros paradigmas alternativos sin que se levantaran contra él críticas importantes.

 

2.2 Crisis del paradigma subdisciplinar-científico y aparición de paradigmas alternativos

 

No obstante, el germen de la polémica estaba latente y, a principios de la década de los noventa, el debate acabó encendiéndose como muestran varias críticas a las publicaciones de Newell (1990a, 1990b). Contra el paradigma subdisciplinar, aparecieron críticas centradas en la escasa utilidad para la preparación de profesionales; asimismo, recibió duras reprobaciones por su fuerte sesgo positivista entendiendo que la fragmentación del campo en diversas subdisciplinas separaban entre sí y aislaban al profesorado universitario además de no conseguir una comprensión adecuada de la realidad de la actividad física.

 

Tales críticas se realizaron desde diversos frentes: en primer lugar, desde el frente de los profesionales, dedicados fundamentalmente a la educación y al entrenamiento deportivo; en segundo lugar, desde los profesores universitarios más relacionados con las humanidades; por último, desde los partidarios de la metodología de interdisciplinar. Unos y otros acabarían configurándose como paradigmas alternativos que desafiarían y lucharían durante dos largas décadas –como veremos– contra el paradigma científico subdisciplinar y, fundamentalmente, positivista.

 

El resultado final de los enfrentamientos de paradigmas, ya en los primeros años del siglo XXI, no ha sido la victoria de alguno de ellos sobre los otros, sino la de un encuentro de todos ellos –se podría decir ‘la victoria’ del equilibrio o de la síntesis de lo mejor de cada uno. Y ello, debido fundamentalmente a la obra de Kretchmar (2005, 2007, 2008), el autor que ha ofrecido el mejor ‘diseño’ de un paradigma integrador, entre los muchos autores que desde la década de 1980 lo intentaron sin gran éxito.

 

A continuación analizaremos la lucha de paradigmas desde 1990 hasta 2005, cuando comienzan a tomar fuerza en el debate académico las teorías de Kretchmar.

 

3.  CRÍTICAS Y AMENAZAS CONTRA EL PARADIGMA SUBDISCIPLINAR

 

3.1 La propuesta de reforma crosdisciplinar y reacciones en contra

 

Los ataques que sufrió el paradigma subdisciplinar desde comienzo de los años noventa, y particularmente los protagonizados por Nevell (1990a, 1990b), no sólo mostraban su disconformidad con la fragmentación y el aislamiento profesional que provocaba la subdivisión del conocimiento científico. También hicieron causa en torno al carácter y utilidad del conocimiento resultante, entendiendo que la investigación de las subdisciplinas no llegaba a resolver problemas de interés ni para la actividad física ni para la sociedad, sino que trataba de resolver los problemas teóricos planteados por la ‘disciplina madre’ a la que pertenecía cada subdisciplina y con la que el profesor-investigador se sentía más identificado que con la misma kinesiología. A este respecto, y como alternativa, Nevell propuso una reforma radical de la organización de los departamentos universitarios de kinesiología. Tal reforma consistía en que los departamentos llevaran a cabo su investigación y enseñanza solo desde una visión interdisciplinar –o crosdisciplinar, términos a los que se les otorgaba el mismo significado– centrada en el estudio de problemas reales de la actividad física, abordados mediante diversas metodologías científicas a la vez.

 

Comentaba el autor que unos pocos profesores habían promovido la idea de crear subdominios académicos con este enfoque crosdisciplinar, organizados en torno a importantes fenómenos; por ejemplo, el programa de ciencia del ejercicio de la Universidad de Massachusset tenía un proyecto de integración que podía ser visto como un intento de relacionar la fisiología, la psicología, biomecánica y control motor. Concluía afirmando que la orientación crosdisciplinar ofrecía el mayor potencial para nuestro campo (Newell 1990a).

 

Este tipo de conocimiento e investigación sería útil para la actividad física y para la sociedad y, por otra parte, evitaría las distinciones entre teoría y práctica así como la separación entre las subdisciplinas.

 

La fuerte crítica de Newell a las especialidades –incluida la organización de la ciencia kinesiológica en las universidades–, unido a su condición de especialista en una disciplina científica –control motor–, provocó enconadas reacciones en dos frentes. Así, Daryl Siedentop (1990), que podemos considerar representante de profesores educadores, manifestó su disconformidad con las tesis de Newell, por considerar que las tesis de un especialista en una disciplina científica ajena a la educación y a las humanidades, no podían ser adecuadas para todo el campo de la educación física. Por otra parte, Nancy Struna (1991) -profesora de historia del deporte-, también reaccionó fuertemente, mostrándose partidaria del desarrollo de las diferentes subdisciplinas con la más absoluta libertad de investigación, sin condicionantes de interdisciplinaridad o de otro tipo.

 

En general, este ‘periodo crítico’, que se prolongaría hasta la mitad de la década 2000-2010, puede ser estudiado dividiendo a los autores entre los partidarios del paradigma disciplinar y los críticos, entre quienes, no obstante, según vemos, existían diversas corrientes.

 

3.2 Posiciones favorables a la división subdisciplinar histórica

 

Entre los partidarios de la división subdisciplinar se encontraban los que valoraban positivamente la interdependencia subdisciplinas-profesiones, los que valoraban el buen desarrollo de la investigación gracias a las subdisciplinas, y los que consideraban que la investigación subdisciplinar mostraba la importancia de la actividad física –y, por tanto, de las profesiones.

 

Dentro de la minoría que veía necesaria la interdependencia entre disciplina y profesión, Bouchard (1992) ofrecía una visión muy positiva de la evolución real del campo de las ciencias de la actividad física desde la década de 1960. Según él existía una unidad e interdependencia eficaz entre las ciencias dedicadas a la comprensión de todos los aspectos de la actividad física humana (biológicos, físicos, conductuales y sociales) y la aplicación de estas ciencias para satisfacer las necesidades de toda la población (hombres, mujeres, poblaciones con necesidades especiales, niños, adultos y mayores). Subrayaba el vínculo de todas las profesiones con el conocimiento teórico y de las diferentes profesiones entre sí las cuales, cada vez, advertía, estaban menos relacionadas con la enseñanza en centros escolares.

 

Por su parte, Freeman (1992) aparecía como un defensor entusiasta del desarrollo de las subdisciplinas, incluso al margen de la eficacia de éstas en la preparación profesional. Su perspectiva recuerda a la que ha formulado recientemente Reeve (2007) al calificar como muy valiosa la explosión de investigación y publicaciones científicas en los veinte años precedentes subrayando que el desarrollo de la disciplina no tenía por qué ser paralelo al de la profesión, sino colateral a ella.

 

Roberta Park (1998) fue la autora que con más vehemencia llamó a la unidad entre los académicos del campo, de modo semejante a como lo haría también, aunque proponiendo reformas, Susan Kovar (2004) y, más recientemente, Kretchmar (2005, 2007, 2008). Park recogía la frase bíblica ‘una casa dividida contra sí no persistirá’ para hacer un llamamiento a la superación de los enfrentamientos y a la mutua valoración entre las diferentes  subdisciplinas y profesiones. Centraba los objetivos, tanto del campo científico como del campo profesional, en la educación y la salud, a la vez que insistía en que la aportación de las ciencias de la actividad física había sido el mostrar la importancia práctica del ejercicio.

 

Por último, entre los partidarios de la evolución histórica de la disciplina cabe incluir a Struna (1991) y Thomas (1998). La primera defendió expresamente el paradigma subdisciplinar mientras que el segundo lo hizo de forma tácita al hacer apología de la consecución del máximo nivel científico en la universidad.

 

Para Struna (1991), el desarrollo científico disciplinar había resuelto un problema real que tenía planteado la educación física declarando que después de dos décadas de desarrollo de las subdisciplinas, la situación de la investigación no era un ‘caos’ como había criticado Newell (1990a), sino la mejor de las situaciones posibles. Manifestaba que se llamaría a sí misma kinesiologista públicamente, y que explicaría a la gente cada vez que tuviera la posibilidad, que este término significaba movimiento humano, justo para lo que su Universidad de Wisconsin le había preparado. Defendía que este término abarcaba un suficientemente amplio rango de nuestros intereses como profesionales, desde su propia investigación sobre el trabajo y el ocio en la historia temprana de América hasta el de un colega que investiga sobre el tránsito intestinal. También, continuaba su exposición, estaría dispuesta a explicar a la gente que preguntara sobre la kinesiología, que el pasado y la historia eran tan importantes como la fisiología o la pedagogía para el campo.

 

Thomas (1998), por su parte, centró sus esfuerzos en la consecución del máximo nivel de investigación científica del departamento de kinesiología de la Universidad de Arizona y en el reconocimiento de ese nivel científico en el ranking nacional de universidades.

 

3.3 Posiciones críticas a la división subdisciplinar: educadores, humanistas, crosdisciplinaristas y críticos contra la Universidad

 

Por lo que se refiere a los críticos al paradigma subdisciplinar cabe distinguir entre los educadores, los humanistas, los crosdisciplinaristas y los críticos al sistema universitario.

 

Entre los educadores, el autor citado Siedentop (1990) manifestó expresamente que la disciplina para la práctica profesional de la educación física no era la kinesiología. Si fuese necesaria la existencia de un programa de preparación anterior a la práctica profesional, debería ser apropiado al trabajo que la gente hace dentro de la profesión, proceder de la naturaleza misma de la práctica profesional.

 

Por su parte, Corbin (2002), tras analizar sistemáticamente las necesidades de la educación física escolar y comprobar la desorientación en la que estaban sumidos los departamentos universitarios de kinesiología- educación física, en cuanto a objetivos, propuso una preparación más sólida y científica para aquellos alumnos de la universidad que desearan ser profesores, distinguiéndola de la formación de los que sólo quisieran ser científicos.

 

Entre los humanistas puede señalarse a Anderson, Pringle y Lawson. Para Lawson (1990), el curriculum de la kinesiología universitaria de aquellos momentos estaba basado en los intereses de los investigadores y en los parámetros de su actividad investigadora, sin embargo el curriculum futuro debería estar dirigido por las demandas de la práctica, en consonancia con las aspiraciones de los estudiantes y de acuerdo con su necesidad de estar al corriente de la producción de conocimiento. Para la formación de los profesionales propuso un nuevo curriculum que abandonara el positivismo y el paradigma subdisciplinar. En el fondo se trataba de una crítica a la universidad: con tal estrategia y metodología su conocimiento era poco útil, no existía calidad de enseñanza.

 

Consideraba Lawson, cuestionando el positivismo científico, que en el corazón del positivismo y de sus dogmas estaban la creencia en la uniformidad de las leyes sociales y de la naturaleza, el determinismo en cuanto a la causalidad; de ahí, los requerimientos positivistas de observación directa, mensurabilidad, cuantificación y separación de hechos y valores.

 

Argumentaba que los investigadores de la educación física habían abrazado consciente o tácitamente, esa fe en la ciencia –y su auxiliar la tecnología- para dirigir las prácticas del trabajo. Sin embargo, los profesionales no resuelven problemas meramente por medios científicos o tecnológicos, también se plantean problemas y objetivos, en los que proceden sobre la base de valores personales y profesionales. Según el autor, los profesionales confrontan complejas cuestiones de problemas y contextos que son inestables y variables, que supuestamente harían más inadecuada una preparación basada en criterios positivistas.

 

Su conclusión era que  investigadores y profesionales trabajaban en diferentes comunidades epistémicas.

 

También Pringle (2000) cuestionó la validez y alcance del positivismo cuyo conocimiento, según él, era excesivamente generalizable a través del tiempo y el espacio y ofrecía una visión simplista de la conducta humana y social. Por su parte, Anderson (2002) creía que la recuperación del prestigio de la kinesiología/educación física en las universidades debía venir a través de dos vías: por un lado, el conocimiento práctico y, por otro, el estudio de las humanidades. Se hacía necesaria, por tanto, una organización de práctica rigurosa de la actividad física y la vivencia personal del deporte. Dicha organización de la práctica se presentaba como una tarea difícil ya que en ningún departamento universitario de kinesiología se había conseguido hasta entonces, según testimoniaba el autor (Anderson, 2002, p 94).

 

Entre los crosdisciplinaristas estaban Newell (1990a, 1990b) y Lawson (1990); el primero más proclive a la ciencia y el segundo a las humanidades, tal como ya hemos visto.

 

Entre quienes centraron sus críticas en la universidad se encontraban Metzler y Christina. Metzler (1994) criticó el sistema universitario y la labor del profesorado de las universidades cuya finalidad era casi exclusivamente la producción de artículos –con escasos lectores y de dudoso valor–en lugar de dedicarse a la mejora de sus alumnos y a resolver problemas reales de la sociedad. En la misma línea, Robert Christina (2000) criticaba la universidad –y los departamentos de kinesiología incluidos en ella– por su falta de compromiso social –gasto inútil, actividad ineficiente– proponiendo una reforma dirigida a aumentar la calidad de la enseñanza, la responsabilidad económica y el servicio a la sociedad.

 

También Susan Kovar (2004) se mostró crítica con la orientación de los departamentos de kinesiología/educación física. Esta autora echaba en falta unidad en los programas y una idea de misión o compromiso social. Consideraba que ambas cosas eran esenciales en la mentalidad de los pioneros, en sus escuelas y sus programas y, sin embargo, según afirmaba, se han perdido por el camino (Susan Kovar 2004, p 270). Unidad de programas y compromiso social fueron fundamentales en las mujeres pioneras de la educación física, las profesoras Amy Morris, fundadora, a finales del siglo XIX, del ‘Boston Normal School of Gymnastics’ para la formación de profesoras, y Mabel Lee, primera mujer que accedió a la presidencia de la ‘American Academy of Physical Education’, en 1942.

 

4. EVOLUCIÓN RECIENTE Y PARADIGMA ACTUAL

 

4.1 Evolución reciente: diversidad de planteamientos, menor agresividad en el debate

 

En la última década, la pugna de paradigmas parece haberse mitigado siendo cada vez más esporádicos los episodios en que las diversas líneas ideológicas en la kinesiología entran en conflicto abiertamente. No obstante, no se puede decir que el debate haya desaparecido; de un modo menos agresivo mantiene una extraordinaria actividad, donde perviven en discrepancia las posiciones aperturistas con las dogmáticas, las humanistas con las positivistas, las educadoras en general con las educadoras biologistas, las interdisciplinaristas con las subdisciplinaristas, las integradoras no kretchmarianas con las integradoras kretchmarianas y, todas ellas, en discrepancia con las posiciones críticas con la universidad por supuesta o real irresponsabilidad didáctica y social.

 

Entre los integradores no kretchmarianos encontramos a Rikli (2006), para quien existe una fragmentación entre las diferentes subdisciplinas, siendo necesario reconectarlas y promover la investigación interdisciplinar a través de una nueva asociación académico-profesional (algo que sería una realidad muy poco después). Por su parte, Lucas (2006) muestra que entre los pioneros ya existía ese ideal de integración entre ciencia y práctica en la educación física. Lawson (2007) cree conveniente la existencia de un núcleo común de conocimientos, valores y actitudes que identifique los departamentos de kinesiología. Gill (2007), a su vez, también manifiesta sus deseos de integración y para ello mira hacia los orígenes como fuente de inspiración y modelo.

 

Entre los humanistas, Johns y Tinning (2006) han criticado el modelo biomédico de educación física y proponen acudir a las ciencias sociales y escuchar a los alumnos como bases para una educación física eficaz. Hughson y Tapsell (2006), sobre la base del modelo de las ‘dos culturas’ de Snow (1959), piensa que es necesario hacer un frente común que integre humanidades y ciencias en la kinesiología.

 

Entre los aperturistas, Charles (2005) invita a ser creativos, a aceptar la diversidad en la disciplina y en la preparación universitaria de los profesionales, porque ‘nuestro futuro son muchos futuros’ y nuestra profesión son muchas profesiones. Morrow (2006) alienta igualmente la diversidad y creatividad en la reunión de la AAKPE (‘American Academy of Kinesiology and Physical Education’) del año 2005; y Metzler (2007) hace apología de la apertura a nuevas ideas en la kinesiología/educación física.

 

Entre los interdisciplinaristas radicales se encuentran Overdorf (2005), ya citada, partidaria de una interdisciplinaridad centrada en la salud; y Newell (2007) que desaconseja las ‘múltiples agendas’, es decir la actividad de las subdisciplinas por separado (contra Kretchmar 2005 o Reeve 2007).

 

Entre los partidarios de la subdisciplinaridades preciso destacar al ya citado Reeve (2007) que reconoce que, gracias a la subdisciplinaridad, la kinesiología ha adquirido un alto nivel de investigación.

 

Sintetizando, podemos decir que, la evolución del debate en la última década se puede caracterizar por los siguientes rasgos:

 

a)    menor agresividad,

 

b)    diversidad y creatividad de las teorías sobre la organización de las ciencias en la kinesiología, y

 

c)    aparición del paradigma integrador de Kretchmar.

 

En realidad, el análisis comparado nos permite colegir que hay un antes y un después de las teorías formuladas por Kretchmar en los años en 2007 y 2008.

 

4.2 Aparición del paradigma deslumbrante e integrador de Kretchmar: necesaria interdependencia y crosdisciplinariedad

 

Ya en 2005, Kretchmar ofreció una visión integradora de la kinesiología con la imagen del ‘rio que fluye y cambia y muchos trabajadores de distintos oficios en sus orillas’. Se trataba de una visión integradora más, semejante por ejemplo a la imagen de la ‘casa con muchas estancias’ que ya había ofrecido Roberta Park (1998). Los distintos oficios representaban a las distintas subdisciplinas y profesiones que tenían relación con la kinesiología.

 

Más adelante, en sus publicaciones de 2007 y 2008, Kretchmar elabora una teoría integradora eficaz a partir de una gran modificación de las teorías integradoras anteriores.

 

Para él, el significado de cada subdisciplina se encontraba, en buena parte, en las otras subdisciplinas y en las profesiones. Por eso consideraba necesario mirar desde nuestro puesto en el rio hacia ‘aguas arriba’ (es decir, mirar hacia las disciplinas científicas analíticas) y mirar, también, ‘aguas abajo’ (es decir, hacia las humanidades y las ciencias sociales, profesiones y formas reales de actividad física en la sociedad):

 

“no importa donde tengamos nuestro puesto de trabajo en el río, necesitamos mirar aguas arriba y aguas abajo para saber lo que ocurre en esos lugares, para saber cómo podemos utilizar mejor nuestras propias herramientas de investigación y enmarcar mejor nuestro trabajo que tiene una dirección fisiológica, biomecánica, filosófica, médica o pedagógica” (Kretchmar2007, p 381).

 

Cada investigador, señalaba, necesita la comprensión del conjunto para dar significado a su parcela de conocimiento e investigación. Así, por ejemplo, dice el autor, la naturaleza genética del movimiento no puede ser completamente comprendida sin el conocimiento de qué ocurre y qué ocurrió en la historia humana y en la cultura (Kretchmar 2007, p 381).

 

Se integran así, en un conjunto, las humanidades, las ciencias sociales, las subdisciplinas científicas y las profesiones de acuerdo con una perspectiva claramente interdisciplinar del conocimiento e investigación (Kretchmar 2007).

 

Kretchmar (2008) comprendió la necesidad y el valor de la etapa dominada por la investigación subdisciplinar –desde la década de 1960-1970–, haciendo una espléndida interpretación de la contribución de las subdisciplinas a elevar el nivel de investigación y prestigio en el mundo académico durante las décadas anteriores: una etapa productiva y beneficiosa caracterizada por lo que el autor llama ‘silos’ y ‘bunkers’. Los silos representan cada una de las subdisciplinas separadas entre sí. Los bunkers son refugios para defenderse de ciertos ataques del mundo académico. Creímos que nuestro tradicional foco –ejercicio, deporte, danza y recreación–limitaba nuestra influencia, señalaba Kretchmar (2008), de tal modo que la acusación por parte del mundo científico de una supuesta trivialidad del juego tuvo como consecuencia la creación de un bunker defensivo consistente en centrar la investigación en temas de salud a través de la actividad física y que, además, se ampliara el objeto de investigación no solo a la actividad física recreativa sino también a la utilitaria:

 

“Los bunkers también han sido criticados. Hace que parezcamos estar a la defensiva, apologéticos, incluso paranoides. El bunker de la utilidad, alguno ha dicho, ha promovido un exceso de énfasis en el deber del movimiento a expensas de la alegría y el descubrimiento. El bunker de la redefinición nos ha dado amplitud a costa de especificidad –esto es, ha estimulado una cara redirección de la atención desde actividades que realmente importan a la gente al movimiento en abstracto.” (Kretchmar 2008, p.  4).

 

En todo caso, para Kretchmar (2008) la época de los silos en la investigación ya había pasado –el paradigma de la investigación analítica estaba siendo muy atacado en general y no solo en kinesiología–:

 

“Pero los silos han presentado problemas de fraccionamiento, empobrecimiento de la comunicación mutua, y falta de respeto mutuo. Además los silos están sustentados en un paradigma caracterizado por la independencia subdisciplinar, un paradigma que está siendo cada vez más atacado. La utilidad del bunker puede confundir una parte del valor del movimiento por su conjunto y así, producir un perfil indebidamente fijado a la salud…Nuestra tendencia a abstraer el movimiento de las formas culturales de actividad, tendencia en la que nos encontramos, merma vida y vitalidad. Concluyo que silos y bunkers continuarán siendo útiles en los años futuros, aunque menos que ahora. Recomiendo una clase de kinesiología en donde las paredes de los silos sean más bajas y más permeables, cuyo espíritu sea más de juego, y cuyos investigadores y trabajadores interactúen más democráticamente, con crecientes niveles de interdependencia y humildad y alto grado de respeto mutuo”(Kretchmar2008, p 4).

 

A lo cual añadía que la investigación del presente y del futuro debe ser fundamentalmente interdisciplinar porque este tipo de investigación permite un mayor acercamiento a cuestiones complejas reales. La investigación subdisciplinar seguirá siendo necesaria, señalaba, pero con una importancia secundaria. Por ello los departamentos desequilibrados a favor de las subdisciplinas tendrán que reorganizarse, ya que “Los expertos en investigación en unos pocos puntos a lo largo del espectro de investigación, tendrán limitada severamente su capacidad para responder a cuestiones complejas” (Kretchmar 2007, p 380).

 

4.3 La influencia de Kretchmar

 

Antes de que Kretchmar publicara sus trabajos en 2007 y 2008, creemos que pervivieron teorías parecidas a las de la etapa crítica (aunque con menor agresividad que en el periodo que hemos denominado ‘crítico’). Entre los positivistas cabe destacar a Overdorf (2005) y McKenzi (2007), partidarios de centrarse en la salud como único objetivo de la kinesiología; entre los subdisciplinaristas, a Reeve (2007) que acoge la imagen del rio kretchmariano de unidad de las subdisciplinas; entre los educadores, a Tannehill (2005), autora contraria a las subdisciplinas y partidaria de centrarse en la búsqueda de una educación física atractiva y eficaz para niños y jóvenes; asimismo, se pueden señalar a Johns y Tinning (2006) quienes, desde una posición humanista, tratan de dar más importancia a las ciencias sociales, y a McKenzie (2007) que, sin embargo, prefiere centrarse en una educación con objetivos de salud.

 

Tras las publicaciones de Kretchmar de 2007 y 2008 observamos un cierto cambio general en las ideas de los académicos, en el sentido de un subrayado de la integración, interdependencia y respeto. A parte del ya mencionado Reeve (2007), Clark (2008) subraya la interdependencia mutua de especialidades y profesiones de la kinesiología; Hatfield (2008), se muestra como un gran adepto de las ideas de Kretchmar empleando la expresión ‘siendo muchos somos uno solo’; pues la comprensión de la actividad física exige una perspectiva integrada de especialidades y profesiones: ‘desde el DNA a los sistemas sociales’.

 

Después de Kretchmar, los humanistas parecen atreverse a exponer más vivamente sus reivindicaciones. Es como si el triunfo –o esperanzas de triunfo– del paradigma de Kretchmar les hubiera abierto el camino. Así, por ejemplo, Tinning (2008) muestra la importancia de la pedagogía en la kinesiología por su capacidad de integrar diferentes materias básicas (como biología humana y antropología social); Hopper y otros (2008) reivindican la llegada de métodos cualitativos no positivistas a las ciencias sociales de la kinesiología, del mismo modo que comienza a tener fuerza en las ciencias sociales en general. Con mayor radicalidad se manifiesta Andrews (2008) al afirmar que en el corazón de la crisis de la kinegiología estaba el excesivo dominio de la metodología positivista, cuantitativa y predictiva, apostando por las soluciones del post-positivismo, cualitativo e interpretativo. En la misma línea Chunlei Lu y otros (2009) proponen la unión de la epistemología occidental positivista con la epistemología cualitativa oriental. Wilde y otros (2010), en un excelente artículo, dan la importancia que merece a la historia y sus métodos (la narración, el estudio de casos) en la formación de los gestores de la kinesiología, ya que los primeros gestores del deporte americano fueron formados en la ‘Business School’ de Boston con estos métodos por profesores de historia. Larsson y Quennerstedt (2012) se muestran partidarios de incluir las perspectivas sociocultural y fenomenológica, junto a las biomédica, biomecánica y psicológica. Lund (2010) asumiendo básicamente los objetivos de la pionera Miss Homans, habla de ‘tocar la mente, el cuerpo y el espíritu’ a través de la educación y meter pasión por el movimiento. Para Twietmeyer (2012), en una teoría muy semejante a la que ya expusiera Anderson (2002), los kinesiologistas deberían involucrarse en humanidades; habla este autor de una ‘vibrante presencia humanística’ porque las humanidades harán al departamento de kinesiología más holístico, más unitario, con sentido de conjunto e identidad, y aportarán las herramientas para una comprensión del ser humano. Además, afirma, los kinesiologistas deberán reconocer la importancia de la experiencia apasionada de la actividad física.

 

Incluso para el entrenamiento deportivo se reivindica, tras Kretchmar, el estudio desde las ciencias sociales, junto a psicología cognitiva y pedagogía (Abrahams y Collins 2011).

 

Kühn (1962, p. 158) sostenía que un paradigma vence por su capacidad de convencer a la comunidad científica no porque haya demostrado realmente su eficacia y para Cunningham (2002) el origen del cambio en las organizaciones depende del grado de satisfacción-insatisfacción de los diversos grupos o tendencias existentes dentro de ellas. Habrá cambio si es mayoritaria la insatisfacción y la dirección del cambio la ofrecerá un paradigma capaz de ilusionar a la comunidad académica.

 

La insatisfacción histórica ha sido notoria como demuestra el debate de que hemos tratado. La capacidad de convencer del paradigma Kretchmar y su influencia parecen inicialmente considerables.

 

5. CONCLUSIÓN

 

En la evolución reciente de la kinesiología/educación física americana distinguimos tres etapas: Etapa de desarrollo de las subdisciplinas (1964-1990), etapa crítica (1990-2005) y etapa de pacificación (desde 2005 a la actualidad).

 

En general, en la primera etapa hubo un desarrollo paralelo de las subdisciplinas -con excepciones como la fisiología del ejercicio que se adelantó o la sociología del deporte que se retrasó y diferencias en cuanto al modelo de desarrollo-. También hubo una percepción, por parte de muchos, de desequilibrio hacia las subdisciplinas científicas en perjuicio de las humanísticas. El desarrollo científico ha continuado, de manera extraordinaria a veces, en las siguientes décadas.

 

El debate se encendió hacia 1990, al hacerse notorias para muchos las deficiencias del paradigma sudisciplinar-científico: inadecuación para la preparación de los profesionales y para la misma comprensión de la actividad física. Las posiciones de este periodo crítico podemos dividirlas en favorables al movimiento subdisciplinar científico y contrarias a él. Las favorables lo son, bien porque crean en la interdependencia entre subdisciplinas y profesión, bien porque sean partidarias del desarrollo académico al margen de su eficacia para la preparación profesional. Las contrarias al movimiento subdisciplinar incluyen a las posiciones de educadores, humanistas, crosdisciplinaristas y críticos con el funcionamiento de la universidad.

 

El debate continuó en parecidos términos hasta entrado el siglo XXI. Inmediatamente antes de los trabajos de Kretchmar de 2007 y 2008 pervivían teorías semejantes a las de la etapa crítica aunque expresadas con menor agresividad. El debate mostraba las discrepancias entre transigentes y dogmáticos, positivistas y humanistas, educadores generales y educadores biologistas, crosdisciplinaristas y subdisciplinaristas, integradores kretchmarianos e integradores no kretchmarianos, críticos con la universidad y no críticos.

 

Kretchmar, autor muy referenciado, ha ofrecido la teoría integradora más explicativa y convincente entre las muchas formuladas desde los años 80, descubriendo y valorando la aportación  (y necesidad) de cada uno de los paradigmas enfrentados históricamente y de sus metodologías. En su teoría: A) Los humanistas son imprescindibles por la necesidad de comprensión holística y de significado de la actividad física del ser humano y de la sociedad. B) Los educadores y profesionales, porque el conocimiento de las profesiones y de la actividad física real de la sociedad permite a cualquier investigador del campo orientar acertadamente su investigación. C) Los subdisciplinares-positivistas, por el reconocimiento de que su especialización y rigor académico (sus ‘silos’ y ‘bunkers’) han permitido alcanzar prestigio a la investigación del campo. D) Los crosdisciplinares o interdisciplinares porque la estrategia de investigación crosdisciplinar o interdisciplinar ha comenzado a ser, y será más en el futuro, el modelo de investigación dominante, adecuado para la resolución de problemas reales complejos.

 

Después de Kretchmar hay, entre los autores, un subrayado de la integración, interdependencia y respeto y existe una mayor presencia de teorías con componente humanístico.

 

Frente a la integración de Kretchmar, el otro gran paradigma alternativo actual es el subdisciplinar no positivista, tal como queda formulado por ejemplo por Reeve (2007). Reeve no arriesga hablando de un cambio de paradigma, se limita a constatar el dominio del paradigma subdisciplinar desde 1964; se  muestra satisfecho por el alto nivel de investigación conseguido por las subdisciplinas, sin excluir a las humanidades y separa drásticamente las subdisciplinas de las profesiones: ‘somos una disciplina con reconocimiento académico, que tiene aplicaciones profesionales.

 

Kretchmar recoge la realidad pero también la interpreta, orienta, integra e ilusiona, Reeve se caracteriza por la ausencia de interpretaciones, pero no tiene la capacidad de integrar las distintas subdisciplinas, métodos de investigación y profesiones. Son dos modelos opuestos, uno interpretativo e idealista, otro realista y pragmático.

 

La  victoria del paradigma de Kretchmar supondría un cambio hacia la anhelada unidad. La permanencia del paradigma subdisciplinar no positivista implicaría una conformidad con la situación presente.

 

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Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte - vol. 16 - número 62 - ISSN: 1577-0354