Romero-Martín, M. R.;
Gelpi Fleta, P.; Mateu Serra, M. y Lavega Burgués, P. (2017). Influencia de las
prácticas motrices sobre el estado emocional de estudiantes universitarios / Influence
of Motor Practices on University Students’ Emotional State. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte vol.
17 (67) pp. 449-466. Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista67/artefectos832.htm
DOI: https://doi.org/10.15366/rimcafd2017.67.004
ORIGINAL
INFLUENCIA
DE LAS PRÁCTICAS MOTRICES SOBRE EL ESTADO EMOCIONAL DE ESTUDIANTES
UNIVERSITARIOS
INFLUENCE OF PRACTICAL DRIVING ON EMOTIONAL
STATE UNIVERSITY STUDENTS
Romero-Martín, M.R.1;
Gelpi Fleta, P.2; Mateu Serra, M.3 y Lavega Burgués, P.4
1 Doctora en CC de la
Actividad Física y el Deporte. Profesora Titular de Universidad. Facultad de Ciencias
de la Salud y del Deporte. Universidad de Zaragoza (España) rromero@unizar.es.
2 Licenciada en CC de la
Actividad Física y el Deporte. Coordinadora y
formadora del Instituto de Ecología emocional Zaragoza. Fundació
Ámbit_Barcelona (España). paulagelpi@gmail.com.
3 Doctora por la
Universidad de Barcelona. Profesora Titular INEFC. Instituto Nacional de
Educación Física de Catalunya (INEFC), Universidad de Barcelona (España). mmateu@inefc.es.
4 Doctor en Filosofía y Pedagogía. Catedrático INEFC. Instituto Nacional de Educación Física de Catalunya (INEFC). Universidad de Lleida (España). plavega@inefc.es.
AGRADECIMIENTOS
Este
trabajo forma parte del Proyecto denominado “La perspectiva de género en las
emociones suscitadas en los juegos deportivos psicomotores y de cooperación”,
financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Gobierno de España.
Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación en el VI Plan
Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica:
Proyectos I+D+i. (Ref. DEP2010-21626-C03-01).
Código UNESCO / UNESCO code: 5899 Otras
especialidades pedagógicas (Educación Física y Deporte) / Other pedagogical
specialities (PhysicalEducation and Sport).
Clasificación Consejo de Europa / Council of
Europe classification: 4. Educación Física y deporte comparado
/ Physical Education and sport compared
Recibido 29
de enero de 2015 Received January 29, 2015
Aceptado 15 de septiembre de 2015 Accepted
September 15, 2015
RESUMEN
La vivencia emocional es un aspecto clave
para promover el bienestar del alumnado desde la educación física. Este trabajo
examinó los efectos de tres tipos de prácticas psicomotrices sin presencia de
compañeros y de adversarios (juegos, expresión e introyección) sobre el estado
emocional de mujeres y hombres. Participaron 358 estudiantes (98 mujeres, 27,37% y 260 hombres, 72,63%) de 4
universidades españolas. Tras cada actividad los estudiantes cumplimentaron el
cuestionario validado de juegos y emociones (GES), indicando la intensidad
experimentada en emociones positivas, negativas y ambiguas. Los datos se
analizaron mediante ecuaciones de estimación generalizadas. Se confirmó que los
tres tipos de prácticas funcionan como subdominios específicos en la vivencia
emocional. Los hombres expresaron emociones más intensas (p < ,001) que las mujeres, aunque ambos sexos tuvieron un
comportamiento emocional similar en la expresión e introyección. Las mujeres
registraron valores inferiores en los juegos motores.
PALABRAS CLAVE. Actividad
Física. Emociones. Género. Educación Física. Juegos motores. Expresión Corporal. Prácticas de Introyección.
ABSTRACT
The
emotional experience is a key aspect when promoting student’s well-being from
the physical education. This study analyzed the effects of three kinds of motor
practices without teammates or adversaries (games, body expression and
introjections) on women and men’s emotional state. 358 students took part in
this study (98 women, 27.37%, and 260 men, 72.63%) from four different Spanish
universities. After each activity students filled out a questionnaire
to validate the Games and Emotions Scale (GES),
indicating the experienced intensity in positive, negative and ambiguous
emotions. Data were analyzed by generalized estimating equations. It was
confirmed that the three kinds of practices work as specific subdomains in the
emotional experience. Men showed more intense emotions than women (p < .001), although both genders had
a similar emotional behavior in motor expression and motor introjections
practices. Women registered lower values in motor games.
KEY WORDS. Physical Activity. Emotions.
Gender. Physical Education. Motor Games. Body Expression. Introjection Practices.
INTRODUCCIÓN
La investigación sobre las emociones, aun siendo
un objeto de estudio tradicional, ha adquirido en los últimos años una
relevancia especial debido, en parte, a la obra de Gardner (1995) sobre las
inteligencias múltiples y la de Goleman (1995) sobre inteligencia emocional,
término introducido por Salovey y Mayer en 1990 (De Andrés, 2005;
Fernández-Berrocal y Extremera, 2009), que ha tenido una amplia repercusión
social (De Andrés, 2005). Sin embargo todavía es un ámbito que precisa
consolidarse científicamente ya que, por ejemplo, hasta el momento se carece de
suficientes instrumentos validados (Pena y Repetto, 2008) y muchos de los
trabajos que han proliferado son divulgativos o de bajo valor científico
(Extremera y Fernández-Berrocal, 2003). El interés se ha trasladado al ámbito
educativo (De Andrés, 2005) incluida la Educación Física (EF) (e.g., Durán,
Lavega, Salas, Tamarit e Invernó, 2015; Ferrer, 2013; Sáez de Ocáriz y Lavega, 2015; Yuste, Alonso, Gea y Ureña, 2014), materia en
la que, por su idiosincrasia, el alumnado tiene oportunidad de manifestar con
intensidad un mundo emocional rico y variado. La EF propone al alumno un sinfín
de experiencias motrices. Cada juego, tarea motriz expresiva o de introyección,
dispone de una lógica interna o patrón de organización (Parlebas, 2001) que
suscita en los alumnos vivencias emocionales intensas. Para su interpretación
partimos del concepto de emoción como “estado complejo del organismo
caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta
organizada de acuerdo con la evaluación subjetiva que realiza cada persona del
significado del evento (tarea motriz en la EF) que la ha originado” (Lavega,
Filella, Lagardera, Mateu y Ochoa, 2013, p. 348). Coherentemente, una cuidada
educación deberá tener en cuenta esa particular forma de activar emociones si
además, como indica López Fernández-Cao (2008) “la educación en la emoción y la
sensibilidad modifica no solo el carácter, sino el modo de comprender el mundo
y la capacidad cognitiva de enfrentarse a él” (p. 224), y cuando en estudios que
nos anteceden sobre la vivencia emocional que originan las prácticas motrices
(e.g., Gelpi, Romero-Martín, Mateu, Rovira y Lavega, 2014; Lagardera y Lavega,
2011; Lavega, Aràujo y Jaqueira, 2013; Lavega, March y Filella, 2013; Rovira,
López-Ros, Lagardera, Lavega y March, 2014; Sáez de Ocáriz, Lavega, Mateu y
Rovira, 2014; Torrents y Mateu, 2015) se ha observado que en una sesión de EF
el comportamiento emocional depende de la lógica interna de la práctica motriz
que se realice, así como de otras variables como el género.
Rasgos
distintivos de las prácticas motrices
La EF, como cualquier disciplina educativa,
aunque de manera quizá más acusada que otras, se configura como una materia deudora
de su propio devenir histórico en el que multitud de influencias han dejado
poso y marcado su carácter multidimensional; esto explica que en la actualidad
se vean reflejadas en ella un abanico de prácticas procedentes de distintas
corrientes (Zagalaz, 2001) que han convivido o que se han sucedido en la
historia de esta disciplina. Para la comprensión de este fenómeno nos situamos
en la Teoría de la Acción Motriz de
Parlebas (2001) que considera que cada práctica motriz dispone “de una lógica
interna que desencadena un conjunto de relaciones internas con los otros
protagonistas, con el espacio, con el material y con el tiempo que originarán
una serie de consecuencias práxicas sobre la persona que actúa” (Lavega, 2010,
p. 3). El concepto de lógica interna
toma un protagonismo crucial al constituir “…el sistema de los rasgos
pertinentes de una situación motriz y de las consecuencias que entraña para la
realización de la acción motriz correspondiente” (Parlebas, 2001, p. 302).
Atendiendo a esto, las prácticas motrices se agrupan en dominios de acción (Larraz, 2004) que comparten rasgos comunes: (1)
psicomotor (sin interacción motriz); (2) oposición interindividual; (3)
cooperación (varios sujetos se unen con un fin común); (4) cooperación y
oposición; (5) acciones en un entorno físico con incertidumbre; (6) acciones
con intenciones artísticas y /o expresivas. Por tanto toda situación motriz
está ubicada en uno de estos dominios de acción, si bien cualquier disciplina
de actividad física puede contener situaciones incluidas en diferentes
dominios.
Dentro de este marco
los juegos motores en términos de
lógica interna se
definen como una actividad recreativa de incertidumbre, sometida a un contexto
sociocultural (Navarro, 2002). Lavega y Navarro (2015), refiriéndose en
particular al juego tradicional, añade que éste está unido a una larga
tradición cultural, que no ha sido sancionado por las instancias sociales, su
sistema de reglas admite muchas variantes según la voluntad de los
participantes y no depende de organismos oficiales. Sobre esta práctica
motriz, Hromek y Roffey
(2009) concluyen que los juegos constituyen una forma eficaz de desarrollo
social y aprendizaje emocional en los jóvenes. Por su parte Romero-Martín (2001) define las prácticas de expresión motriz como aquéllas que
persiguen objetivos expresivos, comunicativos y/o estéticos y cuyas acciones se
derivan de combinar las posibilidades motrices que ofrecen el cuerpo como
construcción estética, las calidades del movimiento y las emociones. Torrents, Mateu, Planas y Dinusôva (2011) las describen a partir de la
distancia que las separa del pragmatismo de la actividad física centrada en la
consecución de habilidades concretas. Para Torrents y Castañer (2009) se
soportan en un tipo de motricidad basada en las sensaciones, la adaptación al
entorno inmediato y en la creatividad. Mateu y Coelho (2011) afirman que son
prácticas motrices que se caracterizan por una intencionalidad
expresiva-comunicativa y que abarcan una amplia gama de actividades desde la espontaneidad
a la máxima codificación, en línea con Romero-Martín (2001) cuando las
clasifica en prácticas de baja, media y alta tecnificación. Otro tipo de
situaciones motrices que aparecen en el amplio espectro de contenidos de la EF
son las denominadas prácticas de
introyección motriz, en las que, “bajo una aparente inmovilidad, se
desarrolla la percepción del cuerpo mediante el uso de la imaginación y
pequeños movimientos que permiten una atención máxima en cada cambio que se
produce en el organismo” (Torrents et al., 2011, p. 405). Se trataría de
situaciones motrices de atención plena (mindfulness)
“cuya
finalidad es estimular el autoconocimiento, el cuidado corporal y el bienestar
a través de ejercicios de respiración consciente, liberación articular, postura,
estiramientos o atención plena entre otros” (Rovira, López-Ros, Lagardera et al., 2014, p. 107), es decir, prácticas
que requieren interiorización e introspección personal.
Hemos descrito tres tipos de prácticas motrices con características diferenciales
que nos inducen a pensar en implicaciones emocionales diversas. Parlebas (2001) lo sugería cuando, refiriéndose a las elecciones pedagógicas, decía que
se deberían analizar serenamente las principales clases de situaciones
motrices, poner al descubierto la lógica de su funcionamiento y descubrir la
influencia que ejercen sobre las conductas motrices de los participantes.
Nuestro estudio centra la atención en estos tres tipos de prácticas motrices
pero únicamente en aquéllas actividades de carácter psicomotor, dominio de
acción motriz (Larraz 2004; Parlebas, 2001) en el que Lavega, Aràujo y Jaqueira (2013) encontraron que se activaba menor
intensidad emocional que en actividades con compañeros y/o adversarios. Otros estudios
concluyen que hay comportamientos diferenciales ante la intensidad de emociones
manifestadas por los sujetos como el de Mandigo, Holt, Anderson y Shepard
(2008), que en su estudio con 759 estudiantes canadienses de 3er. a 7º grado,
observaron diferencias en las respuestas motivacionales entre cuatro categorías
distintas de juegos; o en el de Lavega, Filella et al. (2013) en el que fueron
los juegos competitivos los que registraron los valores más intensos de
emociones positivas.
Tipos de emociones
Partiendo del concepto de emoción
de Palmero, Guerrero, Gómez y Carpi (2006) como un proceso adaptativo que forma
parte de los procesos afectivos, hablar de emociones en genérico tiene un
interés limitado dado que, por ejemplo, tan emoción son la ira como la alegría
y sin embargo vienen desencadenadas por experiencias vitales distintas. Al hilo
de la cuestión, Heineman (1999) planteaba que una emoción positiva no tiene
porqué cumplir funciones positivas y viceversa, ya que se puede aprender tanto
de situaciones placenteras como de adversidades que nos ponen a prueba.
Bisquerra (2000) organiza trece
emociones en tres categorías: positivas (alegría, humor, amor y felicidad),
negativas (miedo, ansiedad, ira, tristeza, rechazo y vergüenza) y ambiguas
(sorpresa, esperanza y compasión); se trata de un modelo de comprensión
bidimensional de los estados afectivos (Latinjak, López-Ros y Font-Lladó,
2014). Vera (2006) constata la menor atención que se ha prestado en la
investigación científica a las emociones positivas a favor de las negativas;
quizá se haya debido a “la
tendencia natural a estudiar aquello que amenaza el bienestar de las personas”
(Vecina, 2006). Diversas investigaciones como la de Torrents et al. (2011) parten de
esta ordenación para el análisis de las implicaciones emocionales de las
prácticas motrices; en su estudio con 80 estudiantes mostraron que a partir de
la práctica de situaciones de expresión motriz los alumnos manifestaron
eminentemente emociones positivas. En la investigación a la que nos referíamos
de Lavega, Aràujo et al. (2013), sobre competencias motrices y emocionales en
estudiantes universitarios, se demostró que la intensidad manifestada en los
tres tipos de emociones (positivas, negativas y ambiguas) guarda relación con
el tipo de prácticas motrices realizadas.
Género
En el estudio del
género como una variable importante para comprender la vivencia emocional de
los sujetos en las distintas prácticas motrices, observamos que en la
bibliografía se entrelaza fácilmente ese concepto con el de los estereotipos de
género. Rodríguez Mena (2003) concluye que la escuela constituye uno de los
mecanismos principales de transmisión de los estereotipos y se refiere a los
juegos como un medio influyente en la construcción de identidades donde se reproducen
las relaciones de poder, las actitudes y los comportamientos propios de nuestra
sociedad. Para García-Meseguer (1998), se identifica el estereotipo masculino
con la estabilidad emocional mientras que para al femenino se asociarían, entre
otros, la emoción y sentimientos naturales y la alta afectividad. En relación a la
práctica de actividad física, Alvariñas, Fernández y López (2009) apuntan a que
el género femenino se identifica con las actividades físicas de ritmo y
expresión. Por su parte Blández, Fernández-García y Sierra (2007) consideran
que se está asistiendo a una aproximación entre los gustos en tipo de práctica
deportiva de hombres y mujeres por la aproximación de estas a los
tradicionalmente masculinos.
Son muchos los
estudios que han profundizado en los aspectos diferenciales entre los hombres y
las mujeres en cuanto a su comportamiento emocional y aunque diversos autores
coinciden en que estas no son concluyentes, se han hallado diferencias en
determinados factores. Así Alcalá, Camacho, Giner, Giner e Ibáñez (2006)
afirman que existe una opinión generalizada sobre las diferencias de los
afectos en función del género, si bien en su revisión bibliográfica no
encuentran resultados concluyentes incluso observan resultados contradictorios.
En la misma línea Caballero (2004) expone que, a pesar de lo que dice la
creencia popular, estudios recientes demuestran que no hay diferencias
significativas entre hombres y mujeres en el coeficiente de inteligencia
emocional aunque sí puntos fuertes y débiles con respeto a algunos factores
concretos de esta, como en conciencia emocional, percepción, comprensión y
expresión de emociones, en el caso de las mujeres; por su parte los hombres
destacan en habilidades de control de
impulsos, tolerancia al estrés, seguridad personal, independencia y optimismo;
en todo caso no son resultados concluyentes. Simon y Nath (2004) en su estudio
no pudieron avalar en su totalidad las creencias culturales sobre el género
según las cuales existirían diferencias en los sentimientos subjetivos en
general entre hombres y mujeres; sin embargo sí encontraron diferencias de
frecuencia de emisión de emociones positivas y negativas: los hombres expresan
determinadas emociones positivas, como calma y entusiasmo, más frecuentemente que
las mujeres y por su parte las mujeres eran más proclives a expresar las
emociones negativas de ansiedad y tristeza. En el estudio
de Alcalá et al. (2006), con 120 estudiantes universitarios, de educación
secundaria y de educación de adultos, no se obtuvieron diferencias
significativas en la escala básica pero sí en los ítems alegre, contento,
encantado y feliz en los que los valores de las mujeres eran más altos. En otro
rango de edad, Etxebarria, Apodaca, Eceiza, Fuentes y Ortiz
(2003) con 257 alumnos de primaria no encontraron diferencias de género en
intensidad emocional. Grossman y Wood (1993), valoraron la intensidad
emocional mediante miógrafo y obtuvieron que las mujeres daban valores más
altos de intensidad en la expresión de sus emociones; además las mujeres
expresaron con mayor frecuencia emociones de felicidad, tristeza y miedo,
mientras que los hombres expresaron más emociones de cólera. Otero, Martín,
León y Vicente (2009), en su estudio con 344 alumnos de ESO, explicaron la
heterogeneidad en las medidas del grupo de chicas en el desarrollo de las
habilidades de la inteligencia emocional, atendiendo a la mayor capacidad
emocional de las mujeres, evidenciada por numerosas investigaciones. No
obstante nos situamos con Pena y Repetto (2008) quienes sugieren que para
evitar los efectos de regresión a la media, se hagan estudios diferenciados por
género.
A tenor de estos
referentes teóricos, el objetivo principal de este estudio
fue analizar los
efectos de tres tipos de prácticas psicomotrices, es decir, sin interacción
motriz (juegos motores, expresión motriz e introyección motriz) sobre el estado
de emociones positivas, negativas y ambiguas de mujeres y hombres.
METODOLOGÍA
Participantes
Este trabajo se realizó con 358 estudiantes de
4 universidades españolas (5 sedes), rango de edad de 18 a 41 años (media de
19,99 a 27,94 según sede) (Tabla 1). Los participantes (mujeres = 98, 27,37% y
hombres = 260; 72,63%) eran estudiantes de primer curso de CC de la Actividad
Física y el Deporte o de Maestro en EF que participaron voluntariamente en esta
experiencia formativa integrada en una asignatura de cada sede donde se
imparten estos estudios. Esta investigación fue aprobada por el comité de ética
de la Universidad de Lleida.
Tabla 1. Características de los participantes en cada una de
las sedes
Sedes |
Total |
Mujeres |
% |
Hombres |
% |
Rango Edad |
Media |
DT |
Barcelona |
91 |
22 |
27,20 |
69 |
72,80 |
18-27 |
20,68 |
3,97 |
Girona |
91 |
18 |
19,80 |
73 |
80,20 |
18-32 |
19,99 |
2,78 |
Huesca |
52 |
14 |
26,90 |
38 |
73,10 |
18-27 |
21,40 |
4,81 |
Lleida |
94 |
19 |
20,20 |
76 |
79,80 |
18-41 |
20,23 |
3,14 |
Zaragoza |
29 |
25 |
86,20 |
4 |
13,80 |
20-39 |
27,94 |
6,95 |
Total |
358 |
98 |
27,37 |
260 |
72,63 |
18-41 |
19,60 |
4,13 |
Tabla 2. Distribución de los participantes por tipo de
práctica
Tipo de práctica |
Participantes |
Mujeres |
Hombres |
Expresión motriz |
172 |
61 |
111 |
Juegos motores |
94 |
18 |
73 |
Introyección motriz |
91 |
19 |
76 |
Total |
358 |
98 |
260 |
Instrumento
Para la identificación de la intensidad
emocional, se empleó la escala de juegos y emociones GES (Games and Emotion Scale) elaborada y validada por Lavega,
March et al. (2013). Esta escala consistía en una planilla con trece ítems, uno
por emoción, organizadas en positivas, negativas y ambiguas (Bisquerra, 2000);
(4 emociones positivas: alegría, humor, amor y felicidad; 6 emociones
negativas: ira, rechazo, miedo, ansiedad, vergüenza y tristeza; 3 ambiguas:
compasión, sorpresa y esperanza), puntuados con una escala Likert de 0 a 10; el
0 significaba que no habían sentido esa emoción y el 10 que la habían vivido
con la máxima intensidad. La fiabilidad de la escala registró un comportamiento
parecido al de la escala original coeficiente alpha de Cronbach (n = 358; α = 0,91) con valores similares para cada tipo de emoción:
positiva (α = 0,92), negativa (α = 0,87) y ambigua (α = 0,92).
Procedimiento
Lo impartió el mismo equipo de investigación,
especialista en juegos, expresión o introyección y también formados en el
ámbito de la educación emocional (psicológa, máster en inteligencia emocional).
Los estudiantes participantes realizaron una formación previa consistente en
una sesión teórica de hora y media con el objeto de aprender a reconocer las
trece emociones y otra práctica de hora y media para conocer la escala y
experimentar el procedimiento, impartida por personal del equipo de
investigación. El programa constaba de dos sesiones de hora y media impartidas
por los profesores de las asignaturas en las que se incluían las actividades y
miembros el equipo de investigación, previamente entrenados, en las que cada
alumno realizaba un total de once tareas prácticas de un subdominio (expresión,
juegos o introyección), en todos los casos de carácter psicomotor. Al finalizar
cada actividad, los alumnos cumplimentaban un cuestionario GES en el que
anotaban el nivel de intensidad de 0 a 10, que habían experimentado en cada una
de las trece emociones reseñadas en el documento. Las respuestas eran
transcritas posteriormente a la Plataforma virtual Moodle y exportadas a una hoja de cálculo del programa informático Excel de Windows.
Variables
Teniendo en cuenta los objetivos expuestos y
los fundamentos teóricos de referencia se identificaron las siguientes
dimensiones y variables: la variable dependiente fue la intensidad de las
emociones positivas, negativas y ambiguas y las independientes, (1) el tipo de
práctica (juegos motores, expresión motriz, prácticas de introyección motriz),
(2) y el género de los participantes.
Análisis
y tratamiento de los datos
La prueba de
Kolmogorov-Smirnov, mostró que la comparación de la variable dependiente (intensidad
emocional) con diversas variables independientes siguió una distribución muy
asimétrica (no normal). Además al disponer de datos correlacionados (ya que un
mismo sujeto proporcionaba multitud de valores) se eligió un modelo basado en
ecuaciones de estimación generalizadas (GEE). Se utilizaron distribuciones de
la familia Gaussiana, con una estructura de correlación intercambiable. Se
aplicaron comparaciones múltiples post-hoc en todos los factores de más de dos
categorías, utilizando el software estadístico SPSS v.19.0. El modelo consideró
un factor intra-sujetos: el Tipo de emoción (positiva, negativa y ambigua) y
dos factores inter-sujetos: (1) Tipo de práctica: juegos, expresión e
introyección; y (2) Género: masculino o femenino.
El total de datos numéricos (N = 51.194 datos) analizados se obtuvo
de multiplicar el número de participantes (358), por el número de juegos (11) y
por el nº de datos de cada una de las actividades experimentadas (13, uno por
emoción).
RESULTADOS
A
continuación se muestra la Tabla 3 que permite una vista general del estudio al
ofrecer la significatividad de la intensidad emocional (variable dependiente),
en relación a las variables independientes estudiadas.
Tabla 3.Tabla
general de resultados
Variables |
Chi-cuadrado de Wald |
gl |
Sig. |
(Intersección) |
1604,689 |
1 |
< 0,001 |
Tipo de emoción |
1266,434 |
2 |
< 0,001 |
Género |
4,301 |
1 |
0,038 |
Tipo de práctica |
209,23 |
2 |
< 0,001 |
Tipo de emoción * género |
8,411 |
2 |
0,015 |
Tipo de emoción * tipo de
práctica |
283,317 |
4 |
< 0,001 |
Género * tipo de práctica |
22,912 |
2 |
< 0,001 |
Tipo de emoción. En el análisis de las variables de manera
independiente, vemos en la Tabla 3 que se encontraron diferencias
significativas entre los tres tipos de emociones (p < 0,001). Observamos en la Tabla 4 que las emociones positivas
obtuvieron valores más intensos (M =
3,21; DT = 0,08) que las emociones
ambiguas (M = 1,47; DT = 0,06; p < 0,001) y que las emociones
negativas (M = 0,55; DT = 0,06; p < 0,001).
Tabla 4.Valores
del Tipo de emoción
Tipo Emoción |
Media |
Típ. Error |
Intervalo de confianza Wald 95% |
|
Inferior |
Superior |
|||
Positiva |
3,21 |
0,077 |
3,06 |
3,36 |
Negativa |
0,55 |
0,024 |
0,51 |
0,60 |
Ambigua |
1,47 |
0,056 |
1,36 |
1,58 |
Género. En cuanto a la variable género se encontraron diferencias
significativas entre mujeres y hombres (p = 0,38,
tabla 3). En la Tabla 5 observamos que las mujeres obtuvieron valores
significativamente inferiores (M = 1,66; DT = 0,07), a los de los hombres (M = 1,83; DT = 0,05; p < 0,001).
Tabla 5.
Valores referidos a Género
Género |
Media |
Típ. Error |
Intervalo de confianza Wald 95% |
|
Inferior |
Superior |
|||
Femenino |
1,66 |
0,068 |
1,52 |
1,79 |
Masculino |
1,83 |
0,053 |
1,73 |
1,94 |
Tipo de práctica. En la Tabla
3 mostrábamos que se encontraron diferencias significativas entre los tres
tipos de prácticas motrices utilizadas (p < 0,001). Las situaciones motrices
de expresión obtuvieron los valores más intensos (M = 2,29; DT = 0,07), mayores que los juegos,
que activaron valores significativamente más bajos (M = 1,98; DT = 0,08; p < 0,001) y mayores que las situaciones motrices
introyectivas que registraron valores significativamente inferiores a los de la
expresión motriz (M = 0,96; DT
= 0,07; p <
0,001) (Tabla 6).
Tabla 6.Tipo de práctica
Tipo de práctica |
Media |
Típ. Error |
Intervalo de confianza Wald 95% |
|
Inferior |
Superior |
|||
Juegos |
1,98 |
0,081 |
1,82 |
2,13 |
Expresión |
2,29 |
0,074 |
2,15 |
2,44 |
Introyección |
0,96 |
0,064 |
0,84 |
1,09 |
Género y tipo de emoción. Cuando se analizó la
interacción de las variables género y tipo de emoción (positiva, negativa o
ambigua) globalmente, se observaron diferencias significativas (p = 0,015), (Tabla 3). En las emociones
positivas no se dieron diferencias significativas en función del género, pero
sí en las negativas en las que los hombres obtuvieron valores mayores (M = 0,68) que las mujeres (M = 0,43; DT = 0,05; p = <
0,001). También en las ambiguas los hombres obtuvieron medias mayores que las
mujeres (mujeres, M = 1,32; DT = 0,12; hombres M = 1,61; DT = 008; p = 0,003), es decir, tanto en negativas
como en ambiguas los hombres manifestaron mayor intensidad emocional que las
mujeres (Figura 1).
Figura 1. Interacción entre tipo de emoción y género
Género-tipo de práctica. Se encontraron diferencias
significativas en la interacción entre género y tipo de práctica motriz
globalmente, (p < 0,001), al igual
que había sucedido en cada uno de los factores, género y tipo de práctica, por
separado (Tabla 3). En particular, en los juegos, los hombres obtuvieron una
media de intensidad emocional significativamente más alta (M = 2,21) que las mujeres (M
= 1,74; DT = 0,12; p = < 0,001). En las prácticas de
expresión motriz y en las de introyección no se dieron diferencias
significativas en función del género (Figura 2).
Figura 2.Género-tipo de práctica
Tipos de emociones y tipos de prácticas motrices. La interacción entre
tipo de práctica y tipo de emoción en global fue significativa (p < 0,001, Tabla 3). En la figura 3 en
la que se muestran las medias y las desviaciones típicas, vemos que los valores
de la expresión motriz fueron significativamente superiores (p = <,001) a los de juegos y
prácticas de introyección tanto en las emociones positivas (M = 4,17; DT = 0,15 > M = 3,2; DT = 0,15 > M = 2,26; DT = 0,17) como
en las negativas (M = 0,8; DT =0,98 > M = 0,64; DT = 0,06 > M = 0,23; DT = 0,08); este mismo comportamiento se había observado en el
estudio de la variable tipo de práctica de manera independiente. En cambio, en
las emociones ambiguas, los juegos produjeron valores tan altos (M = 2,09; DT = 0,14) como los de la expresión motriz (M = 1,91; DT = 0,13; p = 0,357); sin embargo las
situaciones motrices de introyección siguieron registrando los valores de
intensidad emocional significativamente inferiores respecto a los de expresión
y a los juegos (M = 0,4; DT = 0,08; p < 0,001).
Figura 3.Tipos de emociones y tipos de prácticas motrices
DISCUSIÓN
Esta investigación examinó las diferencias de intensidad emocional manifestada por hombres y mujeres en tres tipos de emociones, en función de tres tipos de prácticas motrices (juegos, expresión e introyección) de carácter psicomotor.
Prácticas motrices. Las prácticas motrices de expresión, los juegos motores y las prácticas de introyección, a pesar de que en nuestro estudio todas ellas fueron del dominio psicomotor, se comportaron como subdominios distintos desde un punto de vista emocional, en línea con Parlebas (2001); los valores de la expresión respecto de juegos e introyección, en ese orden, fueron significativamente más altos. Por tanto los tres tipos de prácticas desencadenaron procesos internos desiguales. La diferencia entre expresión y juegos fue mucho menor que la que hubo entre ambos y las prácticas de introyección, quizá debido a que en el caso de los juegos, y en parte en la expresión, la atención se enfoca hacia el mundo exterior y en las prácticas de introyección los protagonistas se dirigen hacia un mundo interior de autopercepción e interiorización consciente (Lagardera, 2007). Las diferencias registradas también podrían guardar relación con la mayor codificación de ambos tipos de prácticas (Mateu y Coelho, 2011; Romero-Martín, 2001) en relación a las introyectivas. Por otro lado en las prácticas de expresión la emoción forma parte de su propia idiosincrasia (Romero-Martín, 2001; Torrents, Mateu et al. 2011); mientras que en las prácticas de introyección y en los juegos la emoción es un factor a destacar (Hromek y Roffey, 2009), aunque no sería el factor más definitorio. Esta observación nos indujo a pensar en la emoción como un factor distintivo que podría estar en la base de las diferencias señaladas entre los tipos de prácticas.
En resumen, grado de apertura al exterior (mayor o menor solicitud de interiorización en la práctica), codificación e importancia de la emoción, parecen ser tres características de la lógica interna de las prácticas motrices que podrían condicionar las respuestas emocionales en los participantes.
Emociones. La intensidad emocional con la que los participantes manifestaron las emociones positivas, fue destacadamente superior a la de los otros dos tipos de emociones: la media de las emociones positivas fue seis veces superior a la de las negativas y duplicó la media de las emociones ambiguas, lo que nos hizo pensar que la experiencia supuso una reacción emocional intensa y fundamentalmente positiva (al igual que el estudio de Torrents et al., 2011; Sáenz de Ocáriz, 2014), seguramente derivada de la lógica interna diferencial de los tipos de tareas a la que nos referíamos con anterioridad, lo cual supuso una vivencia muy significativa en la línea de lo expuesto por Lavega, Filella et al. (2013).
Género-emociones. En nuestro estudio los hombres obtuvieron valores más altos de intensidad emocional que las mujeres, lo cual sorprendió inicialmente al entrar en contradicción con algunos estudios y con creencias extendidas socialmente que identifican el género femenino con una mayor capacidad para emocionarse (Grossman y Wood, 1993; Otero et al., 2009).Sin embargo el análisis de la interacción entre género y tipo de emoción puso en evidencia que las mayores puntuaciones masculinas se derivaban de altas puntuaciones en emociones negativas y ambiguas, lo cual nos devolvía a nuestro marco teórico, en el que Caballero (2004) por ejemplo se refería a aspectos más dominantes en las mujeres como el optimismo o Alcalá et al. (2006), quienes constataban que la mujer joven se caracteriza por los afectos feliz y contento y aludían a que en los ítems alegre, contento, encantado y feliz daban valores más altos en las mujeres.
Género y prácticas motrices. A pesar de que el género femenino se ha venido identificando socialmente con las actividades físicas de ritmo y expresión (Alvariñas et al., 2009), en nuestro estudio no se observaron diferencias significativas entre los valores de las medias de hombres y mujeres en este contenido concreto, lo cual podría guardar relación con las consideraciones de Blández et al. (2007), según las cuales se está asistiendo a una aproximación entre los gustos en tipo de práctica deportiva de hombres y mujeres por la aproximación de estas a los tradicionalmente masculinos. Donde sí aparecen diferencias significativas es en los juegos, en los que los hombres puntuaron más alto, quizá identificándose con determinados aspectos de estas prácticas como la fuerza o el riesgo, valores que Alvariñas et al. (2009) relacionaban con los estereotipos masculinos. Ambos comportamientos estarían en la línea de los estudios referidos de Alcalá et al. (2006); Caballero (2004) o de Simon y Nath (2004), que indicaban que las diferencias entre géneros no son significativas en general aunque sí en determinados aspectos particulares.
Tipos de emociones y tipos de prácticas motrices. En nuestro estudio, las prácticas de expresión fueron las que provocaron mayor intensidad emocional tanto en emociones positivas como negativas, seguidas de los juegos lo cual mantenía la misma pauta que lo observado para la variable tipo de práctica tomada de manera independiente; ello nos indicó una cierta estabilidad en el comportamiento de esa variable y nos confirmó la fuerza de las prácticas de expresión que fueron capaces de generar puntuaciones altas en emociones positivas aunque también en las negativas; estos hechos estarían en la línea de la literatura específica que insistía en que la emoción participa de los fundamentos mismos de esta actividad (Torrents, Mateu et al., 2011) pero, a diferencia de otros tipos de prácticas tal como ya hemos reseñado, lo hace como elemento definitorio de su idiosincrasia. En las emociones ambiguas, expresión y juegos se comportaron de manera semejante; sin embargo la tendencia de las prácticas motrices introyectivas fue muy clara y constante, siempre en todos los casos obtuvo los valores más bajos aunque las medias siguieron la tónica general de los distintos tipos de emociones: más altas en positivas, seguidas de negativas y finalmente ambiguas; centrándonos en la relación entre prácticas introyectivas y el tipo de emociones ambiguas, el marco teórico nos orientaba a pensar que era posible que esa asociación fuera natural, entre otras causas porque se trata de prácticas poco habituales, desconocidas para la mayoría (Rovira, López-Ros, Lavega y Mateu, 2014), lo cual puede redundar en un posicionamiento más indefinido por parte de los participantes.
CONCLUSIONES
Los resultados confirman la gran aportación de las prácticas motrices estudiadas, juegos, expresión motriz e introyección motriz, para promover experiencias emocionales positivas; es decir experiencias de bienestar emocional, destacando las prácticas de expresión y los juegos que fueron las que desencadenaron emociones positivas más intensas.
A pesar de que todas las tareas aplicadas en nuestro estudio con alumnos universitarios de actividad física, eran de carácter psicomotor, constatamos que las prácticas motrices de expresión, los juegos motores y las prácticas de introyección, se comportaron como subdominios distintos desde un punto de vista emocional. Se confirma que la variable tipo de actividad es un factor clave para predecir la significatividad de la vivencia emocional experimentado por el alumnado.
Desde la perspectiva de género, se observa la necesidad de seguir profundizando en esta variable para interpretar los efectos de este tipo de prácticas en ambos sexos. En general se identifican diferencias en los estados emocionales de hombres y mujeres, aunque se encuentran particularidades; los hombres registran valores más intensos que las mujeres en los juegos y también en emociones negativas y ambiguas.
Los hallazgos de esta investigación aportan información relevante para los profesionales de la actividad física. El estudio contribuye a aportar evidencias científicas en relación a los efectos de las prácticas motrices de juegos, expresión e introyección sobre los estados emocionales de los alumnos. Aportación de especialmente relevante en este caso por tratarse de contenidos que adolecen de suficiente investigación.
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vol. 17 - número 67 - ISSN: 1577-0354