DOI: http://doi.org/10.15366/rimcafd2019.73.002
ORIGINAL
AMORTIGUACIÓN DE LOS SALTOS VERTICALES SEGÚN EL PROPÓSITO DEL
MOVIMIENTO DEPORTIVO POSTERIOR
CUSHIONING OF VERTICAL
JUMPS ACCORDING TO THE PURPOSE OF POSTERIOR SPORT MOVEMENT
Gutiérrez-Dávila, M.1; Olivares, J.2; Pancorbo, D.2 y Rojas, F.J.1
1 Profesores de
Biomecánica del Movimiento Humano. Departamento Educación Física y
Deportiva. Universidad de Granada.
(España) marcosgd@ugr.es, fjrojas@ugr.es
2 Estudiantes de Grado en Ciencias de la Actividad
Física y el Deporte. Universidad de Granada (España) jesus14395@hotmail.com, davidps1997@gmail.com
Código
UNESCO / UNESCO code: 2406.04 Biomecánica/Biomechanics.
Clasificación
del Consejo de Europa / Council of Europe classification: 3. Biomecánica del deporte. Sport
Biomechanics.
Recibido 20 de marzo de 2017 Received
March 20, 2017
Aceptado 30 de septiembre de
2017 Accepted September 30, 2017
RESUMEN
El principal objetivo
ha sido detectar las diferencias biomecánicas de tres modelos de aterrizaje: a)
aterrizaje discreto (AD), con misión de amortiguar un salto vertical, b)
aterrizaje preparatorio al salto vertical (APS) y c) aterrizaje que precedía a
una carrera (APC). Han participado 29 deportistas donde el salto constituye una
habilidad básica. Se ha utilizado una plataforma de fuerza sincronizada a una
cámara de vídeo que registraba el plano sagital de los saltos. Los resultados indican
que los APS y APC amortiguan más los picos de fuerza de reacción vertical que
los AD. El modelo cinemático utilizado para los APS fue similar al AD, aunque la
mayor actividad neural y refleja propia del ciclo estiramiento-acortamiento
para realizar el posterior salto vertical haría más eficiente la absorción de
impactos. La estrategia utilizada para los APC muestra un incremento del riesgo
de lesión como consecuencia del desplazamiento hacia delante de la tibia.
PALABRAS CLAVE: Biomecánica, Salto
vertical, aterrizaje, fuerzas.
ABSTRACT
The main objective of this study was to identify biomechanical differences
among three landing styles: a) discrete landing (DL) from a drop jump; b)
preparatory landing preceding jumping (LPJ), and c) landing preceding running
(LPR). The sample was composed of 29 athletes who perform jumps routinely.
Sagittal plane jump parameters were recorded using a camera synchronized with a
force plate. Peak reaction forces were attenuated more efficiently in PL and
LR, as compared to DL. The kinematic model used for PL was similar to that for
DL. Yet, neural and reflex activity during muscle flexion-extension during DL
makes impact absorption more efficient. LR is associated with an increased risk
for injury as a result of the forward displacement of the tibia.
KEYWORDS: Biomechanics, drop jump,
landing, forces
INTRODUCCIÓN
Son abundantes los
trabajos que han prestado atención hacia las estrategias utilizadas para el
control de las fuerzas de reacción que surgen durante los aterrizajes de los
saltos deportivos desarrollados en deportes como baloncesto, voleibol o fútbol.
En unas ocasiones con objetivos terapéuticos o prevención de lesiones (Cortes
et al., 2007; Lobietti, Coleman, Pizzichillo y Merni, 2010; Decker, Torry,
Wyland, Sterett y Steadman, 2003; Rowley y Richards, 2015) y en otras, como
factor de eficacia para las acciones posteriores (Gutiérrez-Dávila, Campos y
Navarro, 2009; Peng, 2011; Waller, Gersick, & Holman, 2013;
Gutiérrez-Dávila, Giles, González, Gallardo y Rojas, 2015).
En este sentido, Caster
(1993) ha clasificado los aterrizajes deportivos en dos grupos: a) Aterrizajes discretos, considerados como
aquellos que se producen posteriores a la acción y sólo tienen como objetivo
amortiguar la caída y b) Aterrizajes
preparatorios, entendidos como aquellos que se producen antes de una acción
determinada y tienen como objetivo activar el ciclo estiramiento-acortamiento o
producir un impulso de frenado que permita incrementar el impulso de
aceleración posterior. En esta investigación se pretende analizar los efectos
de tres tipos de aterrizajes desde una altura de caída de 0.5m: Discretos (AD);
preparatorios del salto vertical (APS) y preparatorios de la carrera (APC),
sobre las fuerzas de reacción (FR), goniometría articular y contribución
de los segmentos corporales al desplazamiento vertical del centro de gravedad (CG).
Numerosas aportaciones
científicas parecen confirmar que la búsqueda del rendimiento en las acciones
posteriores a los aterrizajes deportivos podría modificar los mecanismos
individuales para una absorción segura de las fuerzas de reacción,
incrementándose en algunos casos el riesgo de lesiones. Son varias las
aportaciones que apoyan esta teoría, al poner de manifiesto que las
alteraciones en las posiciones segmentarias y de las velocidades angulares de
la articulación de la rodilla durante los aterrizajes, podrían influir en las
magnitudes de los momentos que producen tensión interna en su estructura (Cowling
y Steele, 2001; Decker et al., 2003; Lacquaniti, 1992; Zhang, Bates y Dufek, 2000). La magnitud de esos momentos
está condicionada por las fuerzas de reacción (FR) y las posiciones
que adoptan los segmentos. Así, un aumento de la FR, junto a posiciones
articulares alejadas del curso óptimo de aceleración del CG, incrementaría el
momento de fuerza. En estos casos es el ligamento cruzado anterior (LCA) el
encargado de impedir el desplazamiento hacia delante de la tibia, un incremento
de FR, junto a un excesivo desplazamiento hacia delante de la tibia,
provocaría una mayor aceleración tibial durante la amortiguación vertical y, en
consecuencia, el incremento de la tensión del LCA (McNair y Marshall, 1994;
Ericksen, Gribble, Pfile y Pietrosimone, 2013).
En apoyo a esta teoría,
Kulig, Fietzer, y Popovich (2011), han analizado movimientos de danza donde la
demanda estética condiciona en gran medida la amortiguación de los aterrizajes,
concluyendo que dicha demanda limita las estrategias de absorción de los
impactos y aumentan la rigidez articular durante la recepción, dos mecanismos
que reducirían el desplazamiento angular durante el aterrizaje e incrementarían,
tanto lo momentos articulares como la tensión interna de su estructura.
Datos y teorías
procedentes de la neuromecánica muscular han identificado ciertos mecanismos
neurales y reflejos que modulan la rigidez del sistema músculo esquelético
antes y durante los aterrizajes (Sampello, 2005). Se ha descrito una preactivación
muscular (coactivación) instantes antes de iniciarse la toma de contacto que
predispone al sistema músculo esquelético para iniciar la absorción del impacto
con mayor eficacia. Tanto el instante en que se inicia esta coactivación como nivel
de preactivación, están regulados mediante mecanismos de control predictivo,
incrementándose de forma lineal en función del nivel de impacto previsto (Sampello,
McDonagh y Challis, 2001; Sampello, 2005), además de su importante
participación en la activación del ciclo estiramiento-acortamiento, como ocurre
durante los aterrizajes preparatorios al salto (Gollhofer and Kyröläine, 1991; Komi,
1992). Pero estos mecanismos se extienden más allá de la toma de contacto. Así,
los reflejos de estiramiento, junto a la actividad muscular voluntaria, siguen
actuando durante la absorción del impacto para regular la amplitud articular en
función de las demandas previstas, lo que le permite modular la rigidez
muscular para obtener una absorción segura de las fuerzas de reacción (Sampello,
2005).
Sería reduccionista orientar
nuestro interés exclusivamente en las articulaciones de la rodilla y tobillo
como máximas responsables de la amortiguación de las fuerzas durante los
aterrizajes (Decker et al., 2003), es necesario considerar que el control de
los aterrizajes requiere la coordinación de todo el cuerpo (McNintt-Gray, 2000).
Por ejemplo, se ha constatado que una adecuada coordinación de los brazos hace
que se reduzca el pico de fuerza durante el impacto inicial, aumente la distancia
de frenado y contribuya a la estabilidad del aterrizaje (Niu, Zhang and Zhao,
2013; Pancorbo, Olivares Rojas y Gutiérrez-Dávila 2016). Así, una evaluación de
la contribución segmentaria durante los aterrizajes nos aportaría una visión
global de la coordinación requerida para la amortiguación de las fuerzas, lo
que podría evaluarse a partir del porcentaje que cada segmento aporta al
desplazamiento vertical del CG.
Aunque no existen datos
concluyentes sobre la influencia que tienen las demandas posteriores a la recepción
sobre el riesgo de lesiones, se plantean dos hipótesis contradictorias: a) las
acciones posteriores al aterrizaje condicionarían el modelo de ejecución,
pudiendo situar ciertos segmentos en posiciones que provocarían el incremento
de los momentos que ejercen las fuerzas de reacción, lo que aumentaría el
riesgo de lesión y b) las exigencias de ciertas acciones posteriores al
aterrizaje podrían incrementar los mecanismos de control neural para reducir
los picos de fuerzas durante el aterrizaje, lo que constituiría un factor
relevante en la prevención de lesiones.
MÉTODO
Participantes
Han participado 29
estudiantes de sexo masculino de la Facultad de Ciencias del Deporte (edad =
21,1 ± 1,7 años; talla = 1,78 ± 0,06 m; masa = 70,6 ± 8,1 kg), utilizando para
su selección el criterio de participar de forma regular en un equipo de
baloncesto, voleibol, balonmano o futbol, deportes donde el salto vertical
constituye una habilidad básica. A todos los participantes se les informó y
solicitó su consentimiento informado para participar en este estudio siguiendo
las directrices de la autorización de la Comisión Ética de la Universidad de
Granada.
Material y
procedimientos
Se ha utilizado una
plataforma de fuerza Dinascan/IBV, operando a 500 Hz, sincronizada
temporalmente a una cámara de vídeo Casio EX - FH20, que registraba a 210 Hz el
plano sagital de los saltos realizados sobre la plataforma. Después de un
calentamiento normalizado de diez minutos, consistente en carrera continua,
estiramientos activos y saltos verticales, los participantes debían de realizar
tres tipos de aterrizajes diferentes partiendo desde una altura de 0,5 m:
a) aterrizaje
discreto (AD), donde los participantes debían dejarse caer a la plataforma
partiendo de una posición erguida con los brazos por encima de la cabeza y
permitiendo su participación libre durante la fase de vuelo y amortiguación de
la caída,
b) aterrizaje
preparatorio a salto (APS), donde se parte de la misma posición anterior,
aunque en este caso el participante debe de realizar un salto vertical máximo
inmediatamente después de la amortiguación y
c) aterrizaje
preparatorio a la carrera (APC), donde se procede igual que el anterior,
pero el propósito es realizar un rápido desplazamiento horizontal en carrera después
de la recepción.
Antes de comenzar las
sesiones de registro, se efectuó un proceso de entrenamiento de los tres
modelos de aterrizaje, así como de adaptación a los sistemas de registro.
Siguiendo a Schmidt y Lee (2011), este proceso de entrenamiento finalizó cuando
se alcanzaba una estabilidad en los tiempos de absorción total, definido como
el periodo comprendido desde el inicio de la recepción hasta el instante en que
la velocidad vertical del CG alcanzaba valores positivos. Se realizó una sesión
de cinco saltos válidos para cada tipo de recepción con una recuperación de 2
minutos entre ensayo y de 10 minutos entre sesión. Sólo se analizó el ensayo
cuyo tiempo de absorción total era el mediano entre los cinco de cada tipo de
recepción. El orden de las tres recepciones propuestas para cada sesión fue
alterado entre los participantes.
Análisis
de datos
Para cada ensayo se
determinó el posible error sistemático procedente de la plataforma de fuerzas a
parir de la media de las componentes horizontal y vertical (FR(X)
y FR(Y),
respectivamente) de los 20 registros anteriores a la toma de contacto. Después
de restar el posible error sistemático y el peso del sujeto para la componente
vertical, se registraron los valores máximos de los dos picos de fuerza
vertical que surgen en los instantes iniciales de la recepción (1-PMF y 2-PMF).
La aceleración
horizontal y vertical del CG se determinaron a partir de FR(X) y FR(Y)
y la masa del saltador. Finalmente, los sucesivos registros de las componentes
de la velocidad del CG (v(X)CG y v(Y)CG,
respectivamente) y de las posiciones, (S(X)CG y S(Y)CG,
respectivamente), se determinaron mediante integración de sus respectivas funciones
de aceleración-tiempo y velocidad-tiempo, respectivamente, usando para ello el
método trapezoidal con un incremento temporal de 0,002 s. Las constantes de
integración se han obtenido a partir de la digitalización manual de las
imágenes de vídeo siguiendo el proceso que se describe a continuación.
Para simplificar el
procedimiento de digitalización, los aterrizajes se han considerado como un
movimiento simétrico que se desarrolla en el plano, lo que nos ha permitido
utilizar un modelo coordinado simplificado de 8 segmentos, definidos por 11
marcadores situados en el cuerpo del saltador (Extremos anterior y posterior
del pie; centros articulares del tobillo, rodilla, cadera, codo y muñeca; 3º
metacarpiano de la mano; hueco supraexternal; ángulo del maxilar y vertex). La
posición de los marcadores se estableció según el modelo y los parámetros
inerciales propuestos por Zatsiorsky and Seluyanov (1985) y adaptados por de
Leva (1996). En este modelo simplificado, la masa de los segmentos
correspondientes a las extremidades, se han considerado como la suma de los dos
segmentos correspondientes. Tras la digitalización, las coordenadas planas
fueron suavizadas mediante un filtro digital de paso bajo a 8 Hz (Winter, 1990)
e interpoladas a 500 Hz, utilizando splines de quinto grado. La conversión de
las coordenadas digitalizadas en datos reales se realizó a partir de un sistema
de referencia que consistía en un cubo de 2×2×0,5 m. Las constantes de
integración correspondientes la posición del CG, en el momento aproximado del
contacto con la plataforma (entre dos imágenes), se determinó con respecto el
centro geométrico de los dos apoyos cuando estos estaban plenamente apoyados en
la plataforma y las componentes de la velocidad instantánea del CG se
determinaron mediante la primera derivada
de la posición vertical del CG con respecto al tiempo.
A partir de las
coordenadas planas del modelo, se determinaron las sucesivas posiciones
angulares de las articulaciones de la cadera, rodilla y tobillo, utilizando
para ello el producto escalar de los vectores que definían las posiciones de
sus respectivos segmentos. Es necesario aclarar que el segmento pie se definió
como el vector que une los puntos del centro articular del tobillo y el final
del pie. Siguiendo la metodología propuesta por Gutiérrez-Dávila, Garrido,
Amaro, Ramos y Rojas (2012), esas mismas coordenadas fueron utilizadas para
determinar la contribución de los segmentos al desplazamiento vertical del CG.
Para el análisis
temporal se han tenido en cuenta las aportaciones de Schot (1994) donde se
define la fase de impacto (FI) como los primeros 100 ms desde el contacto con
la plataforma y Lees (1981) que hace referencia a una fase de absorción del
impacto (FAI), comprendida entre los 150 y 200 ms. Así, hemos considerado estos
dos criterios para definir FAI como los 200 primeros milisegundos desde el
contacto con la plataforma, incluyendo en ella los 100 primeros milisegundos como
FI.
Análisis estadístico
Para evaluar la
fiabilidad de las pruebas, se ha aplicado un análisis de varianza de medidas
repetidas a todos los ensayos en las tres condiciones experimentales (cinco
ensayos para cada condición), tomando como variable dependiente el tiempo de absorción
total, no existiendo diferencias significativas entre los ensayos. El
coeficiente de correlación intraclase (CCI) para esta misma variable, ha sido
de 0,81 (p<
0,001) para
AD, de 0,92 (p < 0,001) para APS y de 0,93 (p <0,001) para APC. Se ha
calculado la media y desviación típica para cada variable en cada situación
experimental, determinándose las diferencias entre las medias de los tres
niveles de la variable mediante un análisis de varianza de medidas repetidas
(ANOVA) una vez se ha constatado que los datos poseen una distribución normal y
entre las repeticiones existe una alta fiabilidad sefún los CCIs. Un análisis
múltiple de contrastes posterior determinó entre qué grupos se encontraban las
diferencias. El nivel de significación se ha establecido en p<0,05. Se ha
utilizado el paquete estadístico Statgraphic Plus 5.1 para Windows.
RESULTADOS
En la tabla 1 se
presenta la estadística descriptiva e inferencial de las variables generales
relacionadas con la amortiguación de la caída para las tres condiciones
experimentales. Los datos indican que existen diferencias entre las medias de
los tres tipos de aterrizaje para pico máximo de fuerza (2-PMF), expresado en
relación al peso corporal (p<0,01). La prueba de contrastes aplicada a esta
variable indica que los aterrizajes discretos producen un pico de fuerza mayor
que los aterrizajes preparatorios. El tiempo medio requerido para alcanzar el
2-PMF (t(2-PMF)), ha sido mayor en los aterrizajes
preparatorios al salto (APS), con respecto a las otras dos condiciones (p<0,01).
En la toma de contacto con la plataforma, el CG está más alto cuando el
aterrizaje es discreto, con respecto a los dos aterrizajes preparatorios (YCG-(TOMA CONTACTO); p<0,05)
y, como era previsible, el CG está más adelantado cuando el aterrizaje es
preparatorio a la carrera (XCG-(TOMA
CONTACTO); p<0,001). Los valores positivos de esta variable indican un
desplazamiento hacia delante de la proyección del CG con respecto al centro
geométrico de los apoyos cuando éstos están plenamente apoyados sobre la
plataforma y todo lo contrario cuando los valores son negativos.
Tabla 1.- Estadística descriptiva e inferencial de las
variables generales relacionadas con la amortiguación de la caída para las tres
condiciones experimentales. Los valores de la fuerza se han expresado en Newton
de fuerza por Newton de peso corporal.
Variables |
Discreto (AD) |
Preparatorio al salto (APS) |
Preparatorio a la carrera (APC) |
F |
|
2-PMF (N/N) |
4,941 ± 1,344 |
4,157 ± 1,2111 |
3,936 ± 0,8861 |
13,17** |
|
Tiempo 2-PMF t(2-PMF) (s) |
0,050 ± 0,015 |
0,054 ± 0,015 |
0,066 ± 0,0201,2 |
9,79** |
|
Posición YCG(TOMA
CONTACTO) (m) |
1.154 ± 0,041 |
1,136 ± 0,0481 |
1,132 ± 0,0531 |
3,35* |
|
Posición XCG(TOMA
CONTACTO) (m) |
-0,068 ± 0,018 |
-0,042 ± 0,029 |
0,110 ± 0,0781,2 |
111,27*** |
|
Ángulo θ TOBILLO-(TOMA
CONTACTO) (º) |
134 ± 7 |
132 ± 11 |
130 ± 8 |
2,93 |
|
Ángulo θ RODILLA-(TOMA
CONTACTO) (º) |
159 ± 6 |
154 ± 71 |
157 ± 7 |
4,05* |
|
Ángulo θ CADERA-(TOMA
CONTACTO) (º) |
157 ± 6 |
151 ± 81 |
159 ± 92 |
11,83*** |
|
*** p < 0,001; ** p <
0,01; * p< 0,05 |
|||||
En esta misma tabla se
presentan las posiciones angulares de las articulaciones de la cadera, rodilla
y tobillo en el momento aproximado de la toma de contacto con la plataforma.
Han existido ciertas diferencias entre las medias en la posición angular de la
rodilla (θRODILLA-(TOMA
CONTACTO); p<0,05). El
análisis múltiple de contrastes indica que el ángulo medio es menor para APS,
con respecto a los aterrizajes discretos (AD). Los datos también indican claras
diferencias entre las media de las posiciones angulares de la articulación de
la cadera (θCADERA-(TOMA
CONTACTO); p<0,001),
siendo menor el ángulo medio en APS, con respecto a los otros dos.
En la tabla 2 se
presenta una estadística descriptiva e inferencial de las componentes del
desplazamiento del CG en la fase de impacto (FI) y de absorción (FA) que, como
se había descrito, se producen durante los 100 ms y 200 ms tras la toma de
contacto con la plataforma, respectivamente. Los datos indican que existe una
cierta significación entre las medias del desplazamiento vertical del CG
durante la fase de impacto (SyCG(100) p<0,05),
aunque el análisis de contrastes sólo nos permite afirmar que éste es mayor para
APS, con respecto a las otras dos. Al final de la fase de absorción se
incrementan las diferencias entre la medias (SyCG(200), p<0,001),
siendo el desplazamiento vertical del CG menor para APC, con respecto a las
otras dos condiciones.
Como se esperaba, el desplazamiento horizontal
medio del CG ha sido mayor en los APC al final de la fase de impacto y
absorción (SxCG(100), SxCG(200),
respectivamente (p<0.001), lo que compensa el menor desplazamiento medio de
componente vertical registrado para esta misma situación. En consecuencia, la
menor distancia de frenado o resultante del CG se obtiene con los AD.
Tabla 2.- Estadística descriptiva e inferencial de los
desplazamientos del CG en el plano sagital y los desplazamientos angulares de
las articulaciones del tobillo, rodilla y cadera en dos periodos temporales
(100 y 200 ms tras el contacto con la plataforma), así como las componentes de la velocidad alcanzada por el
CG en esos dos instantes.
Variables |
Discreto (AD) |
Preparatorio al salto (APS) |
Preparatorio a la carrera (APC) |
F |
Desplazamiento SyCG(100) (m) |
0,248 ± 0,023 |
0,262 ± 0,0241 |
0,250 ± 0,0252 |
7,71* |
Desplazamiento SyCG(200) (m) |
0,380 ± 0,055 |
0,400 ± 0,053 |
0,338 ± 0,0581,2 |
19,81*** |
Desplazamiento SxCG(100) (m) |
0,034 ± 0,006 |
0,035 ± 0,005 |
0,051 ± 0,0061,2 |
34,69** |
Desplazamiento SxCG(200) (m) |
0,037 ± 0,015 |
0,047 ± 0,016 |
0,154 ± 0,0631,2 |
64,35*** |
∆θ TOBILLO(100) (º) |
49 ± 8 |
48 ± 10 |
53 ± 91,2 |
4,84* |
∆θ TOBILLO(200) (º) |
51 ± 9 |
54 ± 11 |
54 ± 11 |
1,04 |
∆θ RODILLA
(100) (º) |
57 ± 7 |
55 ± 6 |
47 ± 61,2 |
20,45*** |
∆θ RODILLA
(200) (º) |
80 ± 8 |
81 ± 7 |
70 ± 91,2 |
11,52*** |
∆θ CADERA(100) (º) |
36 ± 7 |
36 ± 8 |
26 ± 111,2 |
4,84* |
∆θ CADERA
(200) (º) |
67 ± 9 |
70 ± 10 |
63 ± 121,2 |
5,66* |
Velocidad vyCG(100) (ms-1) |
-1,746 ± 0,303 |
-1,810 ± 0,287 |
-1,516 ± 0,3651,2 |
14,59*** |
Velocidad vyCG(200) (ms-1) |
-0,947 ± 0,356 |
-0,777 ± 0,4291 |
-0,458 ± 0,2611,2 |
23,45*** |
Velocidad vxCG(100) (ms-1) |
0,171 ± 0,095 |
0,223 ± 0,096 |
0,755 ± 0,3341,2 |
64,07*** |
Velocidad vxCG(200) (ms-1) |
-0,055 ± 0,104 |
0,081 ± 0,126 |
1,308 ± 0,6541,2 |
103,97*** |
*** p < 0,001; ** p <
0,01; * p< 0,05 |
Los datos sobre los
desplazamientos angulares (ver tabla 2), indican que el menor desplazamiento
vertical del CG descrito para los aterrizajes preparatorios a la carrera
estarían asociados a un menor desplazamiento angular de las articulaciones de
la rodilla (∆θ RODILLA (100), ∆θ RODILLA (200);
p<0,001) y cadera (∆θ CADERA (100), (∆θ
CADERA (200); p<0.05), con respecto a las otras dos
condiciones. En la tabla 2 también se presentan las componentes de la velocidad
el final de las fases de impacto (100 ms) y de absorción (200 ms). Los datos
indican que existen claras diferencias entre las medias de la velocidad vertical
dl CG al final de las dos fases (vyCG(100), vyCG(200);
p<0,001). La prueba de contrastes indica que la mayor reducción de velocidad
vertical se produce cuando se utiliza APC (vyCG(100), vyCG(200)),
con respecto a las otros dos tipos de aterrizaje. Todo lo contrario ocurre con la
componente horizontal de la velocidad (vxCG(100) y vxCG(200);
p<0,001), compensando así la mayor reducción de la velocidad vertical del CG
que se produce en la situación APC.
En la tabla 3 se
presenta el análisis de la contribución segmentaria expresada en porcentajes
del desplazamiento vertical del CG hasta el final de la fase de impacto (100
ms) y de absorción (200 ms), para los tres tipos de aterrizaje. En general, los
datos indican que los muslos y las piernas son los mayores contribuidores a la
amortiguación en los tres tipos de recepciones al final de los dos periodos temporales.
La estadística inferencial indica que existen claras diferencias entre las
medias en la contribución de tronco+cabeza, piernas y muslos al final de los
dos periodos temporales. La prueba de contrastes sólo mantiene diferencias
significativas entre APC, con respecto a los otros dos. Así, cuando se utiliza
APC se pueden distinguir las siguientes diferencias con respecto a las otros
dos tipos de aterrizaje: a) La contribución media del tronco+cabeza es mayor al
final de la fase de impacto (p<0,01), esta diferencia se incrementa al final
de la fase de absorción (p<0,001), b) La contribución de los muslos es menor
en los dos periodos (p<0,001) y c) La
contribución de las piernas es mayor durante ambos periodos (p<0,001).
Tabla 3.- Estadística descriptiva e inferencial de las
contribuciones segmentarias para las tres condiciones experimentales, Los datos
se expresan en porcentaje con respecto al desplazamiento del CG en dos periodos
temporales (100 y 200 ms tras el contacto con la plataforma).
Variables |
Discreto (AD) |
Preparatorio al salto (APS) |
Preparatorio a la carrera (APC) |
F |
Cbrazos-(100) (%) |
7,94 ± 2,74 |
8,08 ± 2,61 |
7,88 ± 3,12 |
0,05 |
Cbrazos-(200) (%) |
8,88 ± 3,68 |
9,43 ± 2,81 |
7,38 ± 2,82 |
1,33 |
Ctronco+cabeza-(100) (%) |
7,70 ± 4,04 |
9,89 ± 5,39 |
11,37 ± 5,511,2, |
5,46** |
Ctronco+cabeza-(200) (%) |
13,89 ± 4,86 |
15,64 ± 4,52 |
21,82 ± 6,031,2 |
20,43*** |
Cmuslos-(100) (%) |
29,09 ± 9,60 |
27,74 ± 9,13 |
10,91 ± 8,861,2 |
45,84*** |
Cmuslos-(200) (%) |
35,31 ± 5,41 |
34,86 ± 5,68 |
20,03 ± 8,331,2 |
27,00*** |
Cpiernas-(100) (%) |
33,04 ± 8,14 |
32,56 ± 8,49 |
47,00 ± 13,001,2 |
28,57*** |
Cpiernas-(200) (%) |
28,21 ± 6,91 |
28,68 ± 5,76 |
41,22 ± 10,461,2 |
18,29*** |
Cpies-(100) (%) |
23,45 ± 7,29 |
23,85 ± 8,15 |
23,88 ± 7,68 |
0,06 |
Cpies-(200) (%) |
13,41 ± 4,46 |
12,94 ± 5,37 |
9,81 ± 5,031,2 |
6,81** |
*** p < 0,001; ** p < 0,01; * p< 0,05 |
DISCUSIÓN
Parece evidente que la
principal función de los aterrizajes deportivos es amortiguar las fuerzas de
reacción que ejerce el suelo durante su impacto inicial, lo que se suele
evaluarse mediante el pico máximo de fuerza relacionado con el contacto de la
parte posterior del pie (2-PMF) (Cámara, Calleja-González, Martínez, y Fernández-López,
2013; Decker et at., 2003; Rojano, Rodríguez y Berral,
2013).
La importancia de este
dato es debida a su relación con la producción de lesiones (Eriksen et al.,
2013; Chappell, Yu, Kirkendall y Garret, 2002 McNair, Prapavessis y Callender,
2000). Sorprendentemente, nuestros datos informan que los aterrizajes
preparatorios amortiguan más los picos de fuerza de reacción vertical (2-PMF)
que los AD, donde el único objetivo era la amortiguación.
Esta menor
amortiguación de los AD tendría una explicación cinemática, al constatarse una menor
distancia de frenado para obtener una reducción de la velocidad resultante
similar al final de la fase de impacto. Aunque una explicación causal a este
hecho habría que buscarla en la mayor preactivación muscular necesaria para
activar el ciclo estiramiento-acortamiento posterior (Cavagna, Dusman y
Margaria, 1968, Gollhofer & Kyröläine, 1991; Komi, 1992), así como una
mayor actividad neural y refleja durante la absorción del impacto para modular
amplitud articular en función de las acciones posteriores (Sampello, 2005).
Esta explicación ha
sido ampliamente documentada para los aterrizajes preparatorios al salto (APS) debido
a su similitud con el contramovimiento de los saltos verticales, sin embargo podrían
existir serias dudas cuando se aplica a los aterrizajes preparatorios a la
carrera (APC), ya que los datos expuestos informan de una estrategia de
amortiguación muy diferente. Efectivamente, cuando se utiliza APC, los datos indican
que existe una amortiguación vertical acompañada de una rotación hacia delante
del cuerpo a través de un eje que pasaría por la articulación del tobillo
durante gran parte de la fase de impacto, para trasladarse más tarde hacia el
apoyo de medio pie, lo que coincide con las aportaciones de Ridderikhoff,
Batelaan y Bobbert (1999) y Gutiérrez-Dávila, Amaro, Garrido y Rojas, (2014)
para los saltos en horizontal y se constata en la tabla 2 con el mayor
desplazamiento angular del tobillo al final de la fase de impacto.
Cuando se utilizan los
APC, el CG está más adelantado en el contacto con el suelo y su desplazamiento
horizontal al final de las fases de impacto y amortiguación, ha sido superior, con
respecto a las otras dos condiciones. Esta posición y desplazamiento hacia
delante del CG durante la amortiguación disminuiría el efecto de las fuerzas verticales
de reacción a la magnitud del 2-PMF, además de producir un cierto retardo del
2-PMF (ver tablas 1 y 2). Así, los aterrizajes APC permiten amortiguar las
fuerzas verticales a la vez que el CG se desplaza hacia delante para iniciar la
carrera antes de que finalice totalmente la amortiguación. Los datos sobre el
desplazamiento angular indican que los principales amortiguadores durante la
fase de impacto para los AD y APS han sido las articulaciones de la rodilla,
seguida del tobillo, lo que coincide con las aportaciones de Decker et al.
(2003). Pero este orden se invierte para los APC, siendo el principal
amortiguador la articulación del tobillo (ver tabla 2). La explicación a este
hecho estaría en la rotación del cuerpo hacia delante a través del eje que pasa
por la articulación del tobillo, mientras que los pies toman pleno contacto en
el suelo para amortiguar las fuerzas verticales.
Los datos relativos a
la contribución segmentaria al desplazamiento vertical del CG (tabla 3),
confirman este mecanismo de rotaciones descrito para la fase de impacto. Se
observa que, para todos los tipos de aterrizaje, el mayor contribuidor al
desplazamiento vertical del CG son las piernas en su rotación hacia delante a
través de la articulación del tobillo. Pero esta contribución es
significativamente mayor para los APC, mientras que no existen diferencias para
la contribución de los pies en su rotación hacia atrás para tomar pleno
contacto con el suelo. La consecuencia es un mayor desplazamiento angular de la
articulación del tobillo debido al desplazamiento hacia delante de las piernas.
Por otra parte, la menor contribución de los muslos en su rotación hacia atrás
con respecto a la articulación de la rodilla, provoca una cierta reducción del
desplazamiento angular de la rodilla (ver tablas 2 y 3).
Según el análisis
expuesto, las estrategias utilizadas para amortiguar las fuerzas verticales
durante los APC, provocarían una aceleración angular de las piernas hacia
delante con respecto a un eje que pasaría por la articulación del tobillo,
arrastrando al muslo para desplazar el CG hacia delante, mientras éste se
flexiona. Este mecanismo provocaría un aumento de la tensión del ligamento
cruzado anterior (LCA), como encargado principal de impedir el desplazamiento
anterior de la tibia con respecto al fémur, una tensión que podría verse
incrementada al desplazar el centro de presión hacia uno de los apoyos para
liberar precipitadamente la pierna libre de la carrera. Con este desplazamiento
de las fuerzas hacia uno de los apoyos, se incrementarían los momentos que
soporta la articulación de la rodilla durante la amortiguación de las fuerzas
verticales. En este sentido, investigaciones precedentes han hecho referencia a
una cierta correlación positiva entre las fuerzas verticales de reacción y la
aceleración de la tibia hacia delante, sugiriendo un aumento en la probabilidad
de ruptura del LCA (McNair y Marshall, 1994; Ericksen et al., 2013).
Aunque no podemos
confirmar que el mecanismo descrito para los APC sea, por sí sólo, el
responsable de las lesiones sin contacto del LCA, consideramos que situaciones donde
surge la necesidad de realizar un cambio de dirección durante el aterrizaje
(sin anticipación), incrementaría esta posibilidad. Efectivamente, un cambio de
dirección no previsto antes del aterrizaje, provocaría una rotación de la
rodilla más un cierto desplazamiento en valgo, cuando el pie está apoyado plenamente
en el suelo debido a su desplazamiento hacia atrás para amortiguar del pico
máximo de fuerza vertical (2-PMF). Dos movimientos de la rodilla que se han
descrito como causa de las lesiones sin contacto del LCA (Cowling & Steele 2001; Hewett, et al.,
2005;).
CONCLUSIONES
Los dos tipos de
aterrizajes deportivos preparatorios propuestos en este estudio para un salto
posterior o para la carrera (APS y APC) amortiguan más los picos de fuerza de
reacción vertical (2-PMF) que los aterrizajes discretos (AD), aunque la
explicación sería diferente para los dos aterrizajes preparatorios. Así, la
mayor amortiguación de los APS, habría que buscarla en la preactivación
muscular necesaria para activar el ciclo estiramiento-acortamiento, además de
una mayor actividad neural y refleja para modular amplitud articular del salto
posterior. Sin embargo, la explicación de la mayor amortiguación de los APC, habría
que buscarla en un modelo cinemático de amortiguación diferente.
La necesidad de situar el
CG adelantado al finalizar los APC, provoca una aceleración angular de las
piernas hacia delante, arrastrando al muslo para desplazar el CG hacia delante,
mientras éste se flexiona. Este mecanismo provocaría un aumento de la tensión
del ligamento cruzado anterior (LCA), como encargado principal de impedir el
desplazamiento anterior de la tibia con respecto al fémur, lo que se agrava
cuando la fuerza vertical se desplaza hacia uno de los apoyos para liberar la
pierna con la que se inicia la carrera.
No podemos confirmar
que el mecanismo descrito para los APC sea, por sí sólo, el responsable de las
lesiones del LCA, sin embargo, combinado
con una rotación más un cierto desplazamiento en varo de la rodilla, provocado
por un cambio de dirección no previsto antes del aterrizaje, incrementaría esta
posibilidad.
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vol. 19 - número 73 - ISSN: 1577-0354