Calle-Molina, M.T. y
Martínez-Gorroño, M.E. (2019) José Enrique Rodríguez Cal: Primer medallista
español de boxeo olímpico / José Enrique Rodríguez Cal: First Spanish Medalist
of Olympic Boxing. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad
Física y el Deporte vol. 19 (73) pp. 77-92 Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista73/artjose992.htm
DOI: http://doi.org/10.15366/rimcafd2019.73.006
ORIGINAL
JOSÉ ENRIQUE RODRÍGUEZ CAL: PRIMER MEDALLISTA
ESPAÑOL DE BOXEO OLÍMPICO
JOSÉ ENRIQUE
RODRÍGUEZ CAL: FIRST SPANISH MEDALIST OF OLYMPIC BOXING
Calle-Molina,
M.T.1 y Martínez-Gorroño, M.E.2
1 Ayudante de
Universidad. Facultad de Formación de
Profesorado y Educación. Departamento: Educación Física, Deporte y Motricidad
Humana. Universidad Autónoma de Madrid (España)
mariat.calle@uam.es
2 Profesora Contratada
Doctora. Facultad de Formación de Profesorado y Educación. Departamento:
Educación Física, Deporte y Motricidad Humana. Universidad Autónoma de Madrid
(España) eugenia.martinez@uam.es
Código UNESCO / UNESCO code: 5599. Otras especialidades históricas: historia del deporte/ Other historical specialties: history of sport.
Clasificación Consejo de Europa / Council of Europe classification: 7. Historia del deporte / History of
sport
Recibido 13 de marzo de
2017 Received March 13, 2017
Aceptado 6 de septiembre de
2017 Accepted September 6, 2017
RESUMEN
Este artículo parte del
trabajo de investigación sobre la reconstrucción histórica de la trayectoria
deportiva de José Enrique Rodríguez Cal, primer medallista de boxeo español. La
metodología se desarrolló a partir del análisis documental de fuentes
primarias, entrevistas y grupos de discusión con el proceso posterior de
contraste y triangulación. El resultado supone la recuperación de las
circunstancias históricas del equipo nacional de boxeo de aquel periodo y un
rescate único, original e inédito de un fragmento de la “historia de vida”
deportiva de Rodríguez Cal, cubriendo una de las múltiples lagunas de la
Historia del Deporte español. Las condiciones precarias en aquel periodo en
cuanto a los materiales, instalaciones y entrenamientos, así como la
procedencia de entornos socio-económicos desfavorecidos eran aspectos comunes
entre los boxeadores en aquel momento, suponiendo un precedente único el logro
de una medalla olímpica en esta disciplina deportiva.
PALABRAS
CLAVE: boxeo español, boxeo
amateur, Juegos Olímpicos, historia del boxeo.
ABSTRACT
This article is part of
the research on the historical reconstruction of the sporting career of José Enrique
Rodríguez Cal, the first Spanish boxing medalist. The methodology was developed
from the documentary analysis of primary sources, interviews and discussion
groups with the subsequent process of contrast and triangulation. The result is
the recovery of the historical circumstances of the national boxing team of
that period and a unique, original and unprecedented rescue of a fragment of
"life history" of Rodríguez Cal, covering one of the many
shortcomings of the History of the Spanish sports. The precarious conditions in
that period in terms of materials, facilities and training, as well as the
origin of disadvantaged socio-economic environments were common aspects among
boxers at that time, being a unique precedent the achievement of an Olympic medal
in this sport discipline.
KEYWORDS: Spanish boxing, amateur
boxing, Olympic Games, boxing history.
1
INTRODUCCIÓN
Tras el inicio de la
Guerra Civil española, se produjo un auge del boxeo. Surgió un grupo de púgiles
que fueron conocidos como “generación de la postguerra” (Meyer y Girard, 1996).
Aquel apogeo histórico fue la base de los periodos de mayor brillantez del
boxeo español: las décadas de los sesenta y setenta. Fruto de aquel apogeo se
consiguió, en 1972 en los Juegos Olímpicos (JJOO) de Múnich, la primera medalla
olímpica de boxeo que España obtenía por el púgil amateur José Enrique
Rodríguez Cal (Calle-Molina, 2016).
La escasez de recursos
estuvo presente siempre en la cotidianeidad de aquellos que se iniciaron en el
boxeo en España durante aquellos años y fue una característica común entre los
integrantes de la selección nacional de boxeo amateur de aquel periodo y que
también padeció Rodríguez Cal: falta de recursos materiales e instalaciones
deportivas, precariedad en los recursos humanos y en la formación de los
entrenadores, falta de ayudas económicas etc. Sin embargo el buen hacer y la
ilusión lograron en su caso conseguir unas metas casi imposibles de imaginar.
2
DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN
Los objetivos de esta
investigación fueron conocer las circunstancias históricas del contexto
deportivo de Enrique Rodríguez Cal y rescatar los hechos que se produjeron
hasta que consiguió el hito histórico de ser el primer medallista español de
boxeo olímpico.
Para ello se desarrolló
un análisis documental de fuentes primarias así como la obtención, análisis y
contraste de su archivo personal. Además, se realizaron entrevistas y grupos de
discusión, con un posterior contraste de la información obtenida de las fuentes
primarias orales y documentales a través de la triangulación de los datos
procedentes de otras fuentes.
3 LOS
INICIOS DEPORTIVOS DE RODRÍGUEZ CAL, Y LAS CIRCUNSTANCIAS DEL BOXEO AMATEUR
ESPAÑOL EN LOS AÑOS 60
José Enrique Rodríguez
Cal nació en un barrio obrero de Avilés (Asturias). Por influencia de su
hermano mayor, boxeador amateur, visitaba con frecuencia “La Atlética Avilesina” donde aquel se entrenaba. En su testimonio
así lo recordaba:
Empecé siguiendo la
estela de mi hermano, de mi hermano Avelino, que tenía siete años más que yo y
él fue el que empezó boxeando y yo acompañándolo. Recuerdo que le llevaba la
maleta, yo era el que le limpiaba los guantes y el que le enrollaba las vendas.
Y así fue como empezó, siguiendo a mi hermano (Rodríguez Cal, 2015).
Se despertó en Enrique
Rodríguez su afición deportiva y en aquel mismo lugar empezó sus
entrenamientos. Por las noches trabajaba como panadero y por las tardes
entrenaba boxeo. Caminaba algunos kilómetros a pie, hasta el lugar del
entrenamiento llevando la ropa de su hermano y la suya, ya que su hermano iba
directamente del trabajo a los entrenamientos. La escasez de recursos no le
permitía hacer ningún gasto suplementario en el autobús.
La precariedad de las
instalaciones deportivas en aquel pueblo de Asturias eran importantes. El
material y el equipamiento que se utilizaban eran de uso común. Los
condicionantes económicos no permitían disponer de material propio, por lo que
era compartido por todos los boxeadores del gimnasio. Con gestos divertidos
Rodríguez Cal, recordaba en una entrevista aquellos primeros años:
No había gimnasios, ni
polideportivos. Yo recuerdo que el agua caliente ¡eso era impensable casi!
Sitios muy malos, ni perchas para colgar, gimnasios muy malos […] Allí no había
ducha, había un bidón. No se me olvidará en la vida. Un bidón grande. Del bar
venía una manguera por el suelo y se subía por arriba al bidón, lo llenaba de
agua y por debajo, se hacía un agujero y un corcho. En verano todavía, pero en
invierno… (Rodríguez Cal, 2015).
Aquel ejemplo rescatado
de los recuerdos de Enrique Rodríguez, explicaba la única posibilidad que se
les brindaba para asearse “a manera de ducha” tras el entrenamiento: un bidón
lleno de agua fría, que la dejaba caer tras quitarle un corcho, en una suerte de
almacén al lado del bar de aquella pequeña localidad. Estas anécdotas ilustran
las condiciones en las que aquellos deportistas aficionados se desenvolvían
cotidianamente. Circunstancias que eran comunes en los ámbitos de aquellos
boxeadores que supusieron el auge del boxeo español señalado en párrafos
anteriores, que Meyer y Girard (1996) calificaron de “generación de la
postguerra”.
Otros boxeadores de
aquellos años, también fuentes primarias de este trabajo, recordaban similares
circunstancias. Así, Antonio Domínguez Gutiérrez, que se inició como boxeador
aficionado en los sótanos del Hogar de
Ciares, que se ubicaba en la calle Ramón y Cajal de Gijón, recordaba:
De aquella no había ni para
bañarse, o sea no había ni duchas. Llegabas, sudabas y después para casa, te
bañabas en casa. Luego ya fuimos a un gimnasio que tenía por lo menos agua. Era
un depósito de agua como en las casas de aldea. Era agua, un grifo y además
agua fría. Era lo que había… (Domínguez Gutiérrez, 2015).
Por otra parte, los
técnicos y preparadores de los deportistas no recibían ninguna contrapartida
económica por su trabajo. Según palabras de Rodríguez Cal, “todo se hacía por afición”, tanto por
parte de los púgiles, como por parte de los responsables de su preparación
física y técnica. El único aliciente partía del gusto y la ilusión que ponían,
que les permitían superar la importante escasez de recursos y sobreponerse a la
dureza mental y física que suponía su práctica (Rodríguez Cal, 2015).
Antonio Domínguez,
también hacía referencia a las similares circunstancias que él vivió en Gijón:
En mi gimnasio hubo uno
que era bastante bueno; Rodolfo García, que llegó a disputar el título de
campeón de España aquí en Gijón. Éramos todos gente humilde. Todos éramos
chavales que trabajábamos. Unos trabajaban de panadero, otros trabajan como yo
de mecánico ajustador, mi amigo Justo trabajaba en la bohemia soplando,
haciendo vasos… El entrenador no cobraba que yo sepa. El entrenador era un
chaval al que le gustaba el deporte y había estado en Madrid preparándose para
hacer deporte, no creo que llegara a boxear si quiera. Nosotros no pagábamos,
nunca pagamos nada en el gimnasio. Al entrenador le llamaban Pirulo. Trabajaba
en la fábrica La Viada, de soplador
de vidrio (Domínguez Gutiérrez, 2015).
Aquellas circunstancias
confieren un especial valor a los logros de aquellos “aficionados” y al hito
histórico del extraordinario triunfo de Rodríguez Cal. Los integrantes del
equipo nacional de Múnich 1972 surgieron desde condiciones similares. Con
aquellas circunstancias, alcanzar el nivel que implicaba la participación
olímpica, era ya un hecho sorprendente que habla de las especiales cualidades
humanas de aquellos jóvenes. La primera medalla olímpica que consiguió además,
Rodríguez Cal con aquellas condiciones de máxima precariedad, era realmente “un
sueño”, pero no un milagro. Fue algo conseguido con mucho esfuerzo, sacrificio
e ilusión hasta lograr “lo inalcanzable”. Una valiosa “lección” que nos ofrece
una generación de deportistas.
Además de los hitos
deportivos alcanzados, también, aquellos “preparadores aficionados” y aquellos
“gimnasios improvisados” desempeñaban una importante labor social y educativa
entre aquellos jóvenes que contaban con pocas oportunidades de orientación
positiva. Rodríguez Cal, con el transcurso del tiempo y la madurez personal
actual, reflexionaba en la entrevista que mantuvimos que allí el deporte les
proporcionó vivencias que sin duda fueron formativas para ellos y
definitivamente beneficiosas para el resto de sus vidas que, dadas las
oportunidades que les ofrecía su entorno, no hubieran tenido en ningún otro
lugar. Allí se orientaban sus aficiones y sus formas lúdicas hacia la práctica
deportiva. Una práctica deportiva que partía del respeto a las normas que se
establecían, con las que aprendieron disciplina y respeto. Allí se socializaban
y se ejercitaban en técnicas que les servían para su desarrollo corporal y que,
con la perspectiva del tiempo transcurrido, hoy reconocían muchos de ellos que
les formaron como personas, les transmitieron importantes valores y les
proporcionaron la posibilidad de encontrar aspectos personales de autoestima
que no hubieran encontrado en otros lugares del entorno en el que se
desenvolvían.
Domínguez Gutiérrez, ya
citado, recordaba aquellos tres años que se entrenó como boxeador como una de
las etapas más felices de su vida, que si bien no le sirvió para obtener ningún
beneficio económico, le había aportado una visión de la vida y unas
perspectivas vitales que le fueron de mucha utilidad, a partir de las normas y
los planteamientos que allí el entrenador transmitía:
El entrenador nuestro,
Pirulo, lo que nos exigía era: que fuera gente joven y ni beber, ni fumar y que
tuvieses ganas. A mí el gimnasio me recuerda cosas buenas. Primero, creo que
gracias al gimnasio no bebo, porque íbamos con los amigos el sábado y el
domingo, después de boxear, a comer pasteles y leche después de ir al baile y
después del baile andando… Yo ni bebía ni fumaba y yo era feliz, me valía. Me
valió, me defendía, y nunca abusé. Yo, si no me pegaban, no pegaba. Eso eran
normas que me dijo el entrenador: “tú procura, después de los entrenamientos,
tu procura si te pegan esquivar, evitar. Tú procura no soltar la mano, nunca.
Ahora, si no te quedaba más remedio, no te dejes pegar. Pero procura no pegar a
nadie, que no es bueno, ni para ti ni para el otro”. Y nunca, nunca,… El boxeo
a mí, me encantó (Domínguez Gutiérrez, 2015).
Son numerosos los aspectos
relacionados con la práctica del boxeo que muchos de estos boxeadores amateur
hoy reconocen que fueron definitivamente positivos para ellos en sus vidas.
4 EL
BOXEO ESPAÑOL EN LOS JJOO DE MÚNICH 1972: RECUPERACIÓN HISTÓRICA DE LOS HECHOS
Y CIRCUNSTANCIAS DE AQUELLA ETAPA DEL DEPORTE AMATEUR
4.1
PREPARACIÓN DE LA SELECCIÓN NACIONAL DE
BOXEO
Manuel Santacruz Socas,
pretendía que el equipo nacional realizara una preparación preolímpica. Se
llevaron a cabo las gestiones precisas para celebrar encuentros con selecciones
internacionales antes de agosto, mes en el que comenzaban los Juegos Olímpicos
en Múnich (ABC, 1972a). El 13 de febrero de 1972 en el local Jay-Alay de
Zaragoza se realizó una velada de boxeo internacional que disputaron los dos equipos
preolímpicos de España y Gales. El equipo español obtuvo nueve victorias frente
a una. Enrique Rodríguez Cal, en el peso mosca ligero, ganó al galés Jeffery
Pritchard por puntos (Alfil, 1972a). Otro de los encuentros tuvo lugar el 26 de
febrero. En éste la selección española se enfrentó a la escocesa en Gijón, con
un resultado a favor de 9 victorias a 2, aunque Enrique no participó (Alfil,
1972b; Rodríguez Cal, 2016).
En las semanas previas
a los Juegos de Múnich, el Equipo
Nacional de Boxeo Amateur fue concentrado en el Hotel Peñagrande (Figura
1). El objetivo era llevar a cabo un entrenamiento conjunto dirigido por el
seleccionador y preparador Manuel Santacruz Socas, conocido como “Palenque”,
para que el equipo olímpico cumpliera con una rutina de entrenamientos,
alimentación y prácticas favorables para conseguir el mejor rendimiento.
Figura 1. Miembros del Equipo Nacional de Boxeo Amateur durante la concentración previa a
los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 en el Hotel Peñagrande, Torrelodones
(Madrid). De izquierda a derecha arriba: Enrique Rodríguez Cal, José Sánchez
Escudero, Juan Francisco Rodríguez, boxeador canario sin identificar, Gerónimo
de Lucas, Cristóbal Rosado, Alfonso Fernández, Moisés Fajardo, Martín Cendon y
José Gálvez. Abajo: Ángel Molinero (ayudante), Manuel Santacruz Socas
“Palenque” (seleccionador) y Andrés (ayudante). Foto del Archivo personal de
Enrique Rodríguez Cal.
4.2 JUEGOS OLÍMPICOS DE
MÚNICH 1972
Del 26 de agosto al 11 de
septiembre se celebraron los XX Juegos Olímpicos de verano en la ciudad de
Múnich, entonces ubicada en Alemania Occidental. Según las fuentes del Comité Olímpico Español, España presentó
una delegación de 125 deportistas. De los diez boxeadores que habían sido
concentrados en Torrelodones sólo fueron seleccionados cinco. Por un lado,
porque no podían asistir dos boxeadores del mismo peso, y, por otro, porque la
Federación sólo envió a aquellos que tenían alguna posibilidad de ganar.
Rodríguez Cal recuerda que “en el resto de pesos no había boxeadores de calidad
en España, por esta razón nunca fue un equipo español completo a unos Juegos
Olímpicos” (2015). Por tanto, el equipo olímpico que acudió a Múnich lo
integraron cinco boxeadores: en el peso mosca ligero, Enrique Rodríguez Cal, en
el mosca Antonio García, en el gallo Juan Francisco Rodríguez, en el pluma
Antonio Rubio y en peso wélter Alfonso Fernández (Figura 2). El Seleccionador Nacional fue Manuel
Santacruz acompañado de su ayudante y un masajista (Rodríguez Cal, 2015).
En la selección previa,
hubo ciertas dudas en la categoría mosca ligero. Había dos boxeadores en el Equipo Nacional para esa misma
categoría: José Sánchez Escudero y José Enrique Rodríguez Cal. El Seleccionador Nacional se posicionaba a
favor del segundo, pero el Comité
Olímpico y la Delegación Nacional de
Educación Física y Deportes preferían a José Sánchez. A pocos días de ir a
Múnich ninguno de los dos sabía quién iba a ir a los JJOO. “A los dos nos hicieron el traje a medida que llevaríamos con el equipo
nacional” (Rodríguez Cal, 2015). Así recordaba Enrique Rodríguez como se
enteró, a falta de una semana y a través de la prensa deportiva de su
designación: “un día, por la mañana,
después de desayunar… estamos charlando y cojo el AS, y veo la fotografía de
cinco boxeadores ahí y leo: en el peso minimosca irá a Múnich Rodríguez Cal”
(Ibídem).
En la entrevista que
con el mantuvimos recordaba las imágenes en televisión de Abebe Bikila,
descalzo y triunfador. Eran las primeras que había visto de aquellos eventos.
Entonces fue cuando comenzó a tener la ilusión, casi como un sueño, de ir a
unos Juegos Olímpicos. Más tarde, cuando vivió como un sueño su estancia en la Villa Olímpica, conoció a Abebe Bikila,
ya en silla de ruedas, junto con otros famosos como Johnny Weissmüller.
Aquellas experiencias propiciadas por su asistencia a los Juegos causaron en
aquel joven de sus circunstancias un enorme impacto, que con su recuerdo en las
entrevistas aún transformaban su cara. Sólo los hechos de montar en avión o
vestir un elegante traje con el emblema del equipo español fueron para aquel
asturiano de 20 años algo inolvidable. Hoy, con la perspectiva del tiempo
transcurrido, reflexionaba sobre la oportunidad y la amplitud de miras y
perspectivas personales que para él todo aquello significó y que en aquellos
momentos le hacía sentirse “en otro mundo” (Rodríguez Cal, 2015).
La estructura y
disposición de la Villa Olímpica de
Múnich fueron muy elogiadas por la prensa. El análisis de las fuentes hemerográficas
utilizadas en este trabajo así lo testimonian. Ponderaron especialmente la
proximidad entre todas las instalaciones, pues pretendían su reutilización tras
terminar los Juegos. Tamayo Fajardo (2005) afirma que: “estaba compuesta por ochocientos apartamentos en un edificio de
dieciocho plantas, y en otros ochocientos apartamentos situados en una hilera
de bungalows especialmente atractivos. Su capacidad era para 12000 personas”
(p.172). Se habían creado zonas de recreo para fomentar la socialización entre
los deportistas de los diferentes países, para cumplir los objetivos que desde
su ideario se propone el Olimpismo moderno (Calle-Molina y Martínez-Gorroño,
2014).
Enrique recordaba haberse relacionado con
deportistas de muchos países. A pesar de no hablar inglés, valiéndose de
gestos, compartió actividades y conoció a numerosas personalidades de la época
(Rodríguez Cal, 2015; 2016).
Figura 2. Selección de boxeo que representó a España en
los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 con la equipación oficial. De izquierda a
derecha: el Seleccionador Nacional y
preparador, Manuel Santacruz “Palenque”, Alfonso Fernández, Antonio Rubio, Juan
Francisco Rodríguez, Antonio García y Enrique Rodríguez Cal. Foto del archivo
personal de Enrique Rodríguez Cal.
4.3 PARTICIPACIÓN
OLÍMPICA DE ENRIQUE RODRÍGUEZ CAL
En la primera eliminatoria le
correspondió boxear con Alexandru Turei. Aquella circunstancia no fue positiva,
las informaciones recabadas de las fuentes la señalan como un inconveniente
previo importante. Agustín Antuña Suárez, como testigo de aquellos Juegos
afirmaba sobre ello: “Dacal no tuvo suerte. Le corresponde por sorteo el rumano
Turei, que se había proclamado campeón de Europa dos meses atrás” (Antuña
Suárez, s.f., p.108).
El lunes 28 de agosto,
a las ocho y diez de la noche, comenzó el combate a tres asaltos. Los
especialistas describieron el inicio del desarrollo del combate muy igualado,
aunque ambos contendientes mostraran una técnica muy diferente. En los dos
últimos asaltos el combate tuvo largos periodos de “cuerpo a cuerpo” cortas
distancias en las que Enrique recordaba sentirse con mayor seguridad. El
resultado final fue que tres jueces fallaron a favor de Enrique y dos a favor
de Alexandru. Los puntos otorgados a Enrique fueron: 58, 59, 59, 60, 59 y los
de Alexandru fueron: 59, 58, 58, 57 y 60. Por tanto, Rodríguez Cal ganó a los
puntos y así pasó a la siguiente eliminatoria (Gilera, 1972a).
Dos días antes de su
segundo combate, el cinco de septiembre en la Villa Olímpica se produjo un acontecimiento terrible provocado por
un grupo terrorista palestino: Septiembre
Negro (ABC, 1972b). Con el nombre de una supuesta operación “Berem e Ikrit” irrumpieron en el
alojamiento de la Delegación Israelí
tomando como rehenes a atletas israelíes. El resultado de aquel ataque fue
quince fallecidos: nueve rehenes, cinco terroristas y un policía alemán (COE,
1971). El Comité Olímpico Internacional,
tras pensar seriamente la suspensión de aquella edición de los Juegos, se
decantó por suspender solo las actividades deportivas aquel día. Tras la
reanudación, al día siguiente, los eventos deportivos que tenían previsto ser
celebrados el cinco de septiembre fueron aplazados a días posteriores.
Rodríguez Cal recordaba
que, como muchos otros deportistas, no se percataron de lo sucedido como
consecuencia de las dimensiones de la Villa
Olímpica. “Los españoles no nos enteramos de nada. Lo que sí nos enteramos
fue que después, la Villa Olímpica, más que una Villa Olímpica de deportistas
parecía aquello el ejército” (Rodríguez Cal, 2015). Tras la entrada del grupo
terrorista de madrugada, el día cinco, el Equipo
español de Boxeo, por la mañana, acompañado del seleccionador, se dispuso a
ir al comedor para desayunar. En el camino pudieron ver numerosos policías que
les informaron de lo sucedido y les exigieron que volvieran a su pabellón y que
no salieran al exterior.
Dos días después de
estos acontecimientos, el equipo español se sumaba a la reanudación de los Juegos
como el resto de deportistas, (Rodríguez Cal, 2015) y tuvo lugar el segundo
combate de Enrique contra Davey Lee Armstrong. El norteamericano tenía una
estatura muy superior a la del español, 1,74 frente a 1,55 metros. Aquel
aspecto fue realmente impactante para Cal, quien recordaba la impresión que le
dio ver a un norteamericano, famoso por sus victorias, con tal envergadura,
saludando al público con la bata puesta. Sobre sus sensaciones en aquellos
momentos, reflexionaba con estos términos:
Lo vi así en el ring
con la bata de Estados Unidos de América y saludando pues daba un poquitín de…
pero claro,…me acuerdo yo que cuando quitó la bata… un hombre que pesa cuarenta
y ocho kilos y mide uno setenta y cuatro tiene que dar pena. Claro, yo era
pequeñín, pero yo estaba fuerte (Rodríguez Cal, 2015).
Enrique recordaba este
combate como uno de los más sencillos. A pesar del respecto que le imponía su
rival por su altura, junto con su fama de buen boxeador, pronto se dio cuenta
que su altura no era un aspecto favorable y le condicionaba su bajo peso. El
jurado falló con un 5 a 0 a favor de Cal, que pasó al siguiente encuentro
(Enrique, 2015; 2016).
En cuartos de final
boxeó contra Rafael Carbonell (Figura 3). Este combate era visto por él mismo y
por su entrenador como especialmente difícil. Los cubanos siempre tuvieron fama
de boxeadores de calidad. Enrique, recordaba aquel combate como el mejor que ha
hecho en el campo amateur (Enrique, 2015). En el segundo asalto comenzó a
sangrar por la nariz. Tras parar en dos ocasiones el combate, el médico taponó
la hemorragia y le dio permiso para continuar. Los medios de comunicación de la
época testimonian que Enrique utilizó predominantemente la derecha a pesar de
ser zurdo. El jurado puntúo: 59, 60, 60, 60, 60 para Enrique y 59, 58, 59, 56,
58 para Rafael, resultando 4 a 1. Por tanto, aquel resultado significó una
nueva victoria para Rodríguez Cal (G. 1972). Aquella victoria suponía ya el
mayor hito histórico del boxeo olímpico español. Significaba que Rodríguez Cal
ya había conseguido la primera medalla olímpica para España lograda en unos
Juegos Olímpicos por un boxeador. Pero también le daba oportunidad de optar a
la medalla de plata.
Figura 3. De izquierda a derecha Enrique Rodríguez Cal
boxeando contra Rafael Carbonell en el Boxhall durante los Juegos Olímpicos de
Múnich en 1972. Foto del archivo personal de José Enrique Rodríguez Cal.
Por ello, el 8 de
septiembre Enrique Rodríguez disputó su siguiente combate. La información
recogida con respecto a su desarrollo, atestigua que el primer asalto fue muy
igualado, pero en el segundo el árbitro iraní Kouchar Karapet amonestó a
Enrique por obstaculizar la pelea. Una amonestación implicaba que debían restar
un punto a Enrique que, en aquel asalto y hasta aquel momento, estaba llevando
la delantera. El combate se cerró con el tercer asalto que indicaba un nivel
muy similar. El fallo de los árbitros fue el siguiente: para Enrique un 59, 59,
59, 59, 59 y para Kim un 58, 59, 58, 60 y 59.
Aquel combate suscitó
mucha polémica. Dos jueces fallaron a favor de Enrique, dos de ellos dieron
empatado el encuentro y sólo uno falló a favor del coreano (Gilera, 1972b). Los
dos miembros del jurado que dieron empatado el combate, según la reglamentación
olímpica, debían inclinar su empate en favor de uno de los boxeadores, y ambos
se inclinaron por U. Gil Kim. Aquel resultado dejaba al español con la medalla
de bronce y sin la posibilidad de optar a la medalla de plata. Con lo cual, a
pesar de que el boxeador coreano perdió en la puntuación final, la inclinación
de estos dos miembros del jurado hizo que finalmente obtuviera la medalla de
plata (El Mundo Deportivo, 1972). Enrique recordaba especialmente que al
terminar el combate se produjo cierto alboroto y una larga espera, poco
habitual, para informar de la resolución del combate, que sin duda había
suscitado entre los jueces controversias importantes.
Antuña Suárez (s.f.),
testigo de los hechos, recordaba que “este veredicto levantó grandes protestas
entre el público e, incluso, fue motivo para que, posteriormente, fuese
revisado el sistema de puntuación adoptado” (Antuña Suárez, s.f., p.110). A día
de hoy, Rodríguez Cal afirma que aún no entiende el sistema de votaciones. Sin
embargo, a pesar de aquella irregularidad recuerda que él era enormemente feliz
con la medalla de bronce, pues era algo que con anterioridad había pensado como
inalcanzable para él. Aquella medalla le supuso la mayor de las ilusiones a
pesar de las circunstancias extrañas de aquel último combate.
Por tanto, Cal volvió a España habiendo
conseguido una medalla de bronce. Era la primera vez que un boxeador español
ganaba una medalla en unos Juegos Olímpicos y, como consecuencia, aquel triunfo
suponía un hito histórico único en la historia del boxeo español (COI; Enrique,
2016). Pero, además de implicar el hito histórico mencionado, también significó
una gran victoria a nivel nacional, pues aquella medalla de bronce fue la única
que España ganó en aquellos Juegos de Múnich.
Rodríguez Cal volvió
con el resto del equipo nacional al aeropuerto de Barajas y el día 12 de
septiembre llegó a Avilés, su lugar de residencia habitual. La Federación
pretendió retenerle unos días en Madrid para celebrar actos de conmemoración
del importante resultado que suponía su victoria olímpica, pero Enrique
prefirió no retrasar su regreso a su Asturias natal, para celebrarlo con sus
familiares y amigos. En la estación del Norte de Oviedo le recibió una multitud
de amigos procedentes de la Atlética
Avilesina, el club deportivo donde desarrolló su carrera boxística,
prosiguiendo a esta bienvenida actos, cenas, homenajes etc. (Cuervo, 2015).
Rodríguez Cal recordaba
los especiales sentimientos que le produjo aquel resultado. Nunca antes había
llegado a pensar, que podía volver con una medalla olímpica. Para él era
suficientemente importante y extraordinaria la experiencia y la gran ilusión
que suponía ir a unos Juegos Olímpicos, experiencia que era ya por sí misma un
sueño y que le había producido una gran alegría. Teniendo en cuenta las
circunstancias en las que se desenvolvía su práctica deportiva, ya había sido
un triunfo formar parte del Equipo Nacional Olímpico de España, vestir su
equipación, viajar fuera de España como representante de su país y participar
en unos Juegos Olímpicos, el mayor de los retos de un deportista amateur. A
aquella experiencia fabulosa para alguien de su edad y de su entorno y
circunstancias se unían otras experiencias extraordinarias que vivía por
primera vez aquel asturiano de 20 años, y que eran únicas, como el hecho de
subirse a un avión “y llevar aquel escudo aquí (se señala en el pecho) y decir
que voy a ser olímpico, yo en la medalla, bueno vamos ni lo imaginaba”
(Rodríguez Cal, 2015).
Tras ganar la medalla
de bronce Enrique recordaba, en la entrevista que mantuvimos, con estas
palabras todo lo que aconteció después de aquel logro:
Y esta medalla que está
aquí (señalando la medalla de bronce que está en una caja sobre la mesa), bueno
pues me abrió la vida, me abrió las puertas como se suele decir aquí. O sea que
yo tengo que estar, pues muy agradecido (Rodríguez Cal, 2015).
Gracias a la medalla
olímpica pasó de estar concentrado con el equipo nacional por épocas, no tener
trabajo y estar pendiente de cumplir con el servicio militar (Cuervo, 2015) a
recibir la cantidad de 310.000 pesetas de la Federación Española de Boxeo (FEB) (Rodríguez Cal, 2015), como
consecuencia de aquel triunfo. Con ese dinero, pudo comprar un piso en el
barrio de Versalles, Avilés, para poder independizarse con su mujer, con la que
acababa de contraer matrimonio y con la que esperaba su primer hijo (Antuña
Suárez, s.f.).
El testimonio de
Enrique Rodríguez nos ofreció toda la información sobre los cambios que aquella
victoria olímpica le supuso. Hasta entonces, no había recibido ninguna ayuda de
la Delegación Nacional de Educación
Física y Deportes. Aquellas 310.000 pesetas eran la primera compensación económica
que recibía. En su desplazamiento a Madrid para cobrar el cheque, decidió
también aprovechar la ocasión para hablar personalmente con Juan Gich Bech de
Careda, que había sido presidente de la delegación española en los Juegos de
Múnich. Le hizo saber que el verdadero premio para él sería un puesto de
trabajo en ENSIDESA, una empresa siderúrgica, que daba puestos de trabajo fijos
a un número importante de asturianos. Aquello era lo que le aseguraría un medio
de subsistencia fijo que le permitiría asegurar unos ingresos para la
manutención de su familia. Sin embargo, aquella petición pasó desapercibida en
aquel momento (Enrique, 2015). Rodríguez Cal había reflexionado sobre su futuro
e imaginaba que su trayectoria deportiva no le aportaría suficientes ingresos
para sustentar a largo plazo a su futura familia, circunstancias que suponían
un definitivo condicionante personal y profesional (Petit, 2008).
A partir de enero de
1973, comenzó a recibir una ayuda económica de la Federación Española de Boxeo de 45.000 pesetas mensuales (Cuervo,
2015). Aquello fue una tranquilidad importante que le permitía dedicar más
tiempo al boxeo. Con aquellos ingresos fijos, podía sustentar a su familia
(Rodríguez Cal, 2015). Además de aquella cantidad, la circunstancia de su
triunfo olímpico empezó a ofrecerle otras posibilidades de aumentar sus
ingresos. Ser campeón olímpico supuso ser solicitado para participar en veladas
que con la presencia de su figura permitían llenar el aforo. Así, aquellos
aspectos le permitieron recoger otros resultados de su triunfo en los Juegos,
además de incrementar sus ingresos (Rodríguez Cal, 2016).
5
CONCLUSIONES
Las condiciones
precarias que, en los años sesenta y setenta del pasado siglo XX, eran el común
denominador de los boxeadores españoles en cuanto a instalaciones, materiales,
oportunidades y formación, suponían pensar que el logro de una medalla olímpica
era un reto para la selección española prácticamente inalcanzable y así era
visto por el propio José Enrique Rodríguez Cal. Sin embargo, podemos afirmar
que, como gran sorpresa, aquel hito fue conseguido por este boxeador español
procedente de un entorno social muy desfavorecido económicamente. Sus orígenes
humildes y las condiciones precarias en los gimnasios de la zona donde residía,
así como de los materiales con los que se entrenaban, sumado a la falta de
formación de los entrenadores supuso un reto para Enrique. Por otra parte
estaba la necesidad de obtener un trabajo para conseguir ingresos para su
familia en su comienzo como boxeador amateur, aspecto que debilitó su
concentración y rendimiento en el boxeo.
Sin embargo, obtuvo aquel logro muy
merecidamente. Su rigor en sus entrenamientos como deportista disciplinado y
generosamente esforzado le había situado en la más alta élite deportiva y
personal. Aquel triunfo marcó un hito en la historia del boxeo con una medalla
de bronce. Aquel triunfo suponía un hito por dos razones. En primer lugar era
la primera medalla olímpica que el boxeo olímpico español conseguía y, en
segundo lugar, fue la única medalla olímpica que consiguió España en aquella
edición de Múnich. Éste último acontecimiento supuso una mayor visibilidad para
el boxeo en España, no sólo como deporte olímpico, sino como deporte que
experimentó un importante auge en todo el país.
Los deportistas de
aquel periodo sufrían carencias de diverso tipo, no sólo a nivel deportivo,
sino en los aspectos económicos que ser practicante de boxeo conllevaba. Estos
condicionaban la retirada del boxeo amateur de algunos deportistas que no
podían sustentarse con los pocos ingresos que podían recibir por disputar
algunos combates y debían compartir su tiempo de deportistas de alto
rendimiento con un trabajo a jornada completa para poder subsistir. Aquella fue
la circunstancia de Enrique Rodríguez Cal, que como en otros muchos casos no
tenía tiempo suficiente para prepararse debidamente para alcanzar el nivel que
suponía asistir a unos Juegos Olímpicos. La medalla, conseguida en Múnich,
supuso para Enrique no sólo una recompensa económica por parte de la Federación Española de Boxeo, sino además, una emergente fama que le dio
la posibilidad de boxear por cuantías más elevadas. Aspecto que fue decisivo
para su continuidad como deportista amateur.
Sin embargo, los
deportistas que se encontraban en la selección nacional de boxeo en aquel
periodo podían tener mayor dedicación al boxeo, pues se concentraban largas
temporadas sin ningún gasto y percibían unas dietas con la que ayudar a sus
familias.
Como testimonia
Enrique, su ilusión no era ganar una medalla, él se conformaba con vivenciar lo
que fueron sus primeros Juegos Olímpicos. El nivel precario sociocultural y
económico de su entorno, suponía que el deporte fuera una oportunidad única
para los boxeadores amateurs que destacaban la posibilidad de viajar y conocer
otras ciudades, otras culturas y poder tener contacto con otros círculos
sociales. Pero también, para otros que no lograron destacar, el boxeo y el
enfoque con que aquellos entrenadores se lo ofrecieron, les proporcionó una escala
de valores, una orientación vital que no hubieran tenido oportunidad de vivir
ni experimentar nunca, dadas las circunstancias de su entorno socio-económico y
que hoy reconocen como definitivamente positiva en su devenir personal.
6
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Olímpico Internacional (COI) Recuperado de
http://www.olympic.org/content/olympic-athletes/generic-athlete-page/?athleteid=25811
FUENTES
PRIMARIAS
Para la realización
de este trabajo han sido realizadas entrevistas a las siguientes fuentes
orales:
José Enrique Rodríguez Cal. Entrevista realizada en
Avilés, Asturias, el 4 de abril de 2015.
Agustín Antuña Suárez. Entrevista realizada en
Madrid el 17 de noviembre de 2014.
Antonio Domínguez Gutiérrez, Entrevista realizada en
Gijón el 9 de octubre del 2015.
Además se realizó un grupo de discusión en el que
participaron las siguientes fuentes orales:
José Enrique Rodríguez Cal, Agustín Antuña Suárez y
Antonio Domínguez, grupo de discusión realizado el 10 de octubre de 2015 en
Avilés, Asturias.
Se utilizó información de la entrevista
realizada por:
Petit, F. (Presentador). (2008).
Entrevista a Enrique Rodríguez Cal. En Meta y Persona, Teleasturias. Disponible
en: https://www.youtube.com/watch?v=JPTubMpbBKA
Número de citas
totales / Total references: 14 (100%)
Número de citas propias
de la revista / Journal's own references: 0
Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte
-
vol. 19 - número 73 - ISSN: 1577-0354