Sánchez-Ramírez,
C.; Alegre, L.M. (2020) Acute Changes in Foot Morphology and Plantar Pressures
during Barefoot Running. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la
Actividad Física y el Deporte vol. 20 (78) pp.
211-226 Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista78/artnitritos1141.htm
DOI: http://doi.org/10.15366/rimcafd2020.78.002
ORIGINAL
CAMBIOS
AGUDOS EN MORFOLOGÍA DEL PIE Y PRESIONES PLANTARES AL CORRER DESCALZO
ACUTE CHANGES IN FOOT MORPHOLOGY AND PLANTAR
PRESSURES DURING BAREFOOT RUNNING
Sánchez-Ramírez, C.1 y Alegre, L.M.2
1
Académico, Escuela de Ciencias de la Actividad
Física, el Deporte y la Salud, Universidad de Santiago de Chile (Chile) celso.sanchez@usach.cl
2
Profesor Titular de Universidad, Universidad de
Castilla-La Mancha, Grupo de Investigación GENUD Toledo, Toledo. CIBER de
Fragilidad y Envejecimiento Saludable (España) luis.alegre@uclm.es
Investigación
financiada por proyecto Dicyt Usach n° 021887SR.
Código UNESCO / UNESCO code:
240602, Biomecánica / Biomechanics; 3299 Medicina del Deporte / Sport’s
Science.
Clasificación Consejo de Europa / Council of
Europe classification: 3. Biomecánica del
deporte / Sport’s Biomechanics
Recibido
29 de junio de 2018 Received June 29, 2018
Aceptado
11 de noviembre de 2018 Accepted November 11, 2018
RESUMEN
El
objetivo de esta investigación fue analizar modificaciones agudas que se
producen en la morfología del pie y distribución de presiones plantares luego
de la aplicación de un protocolo de carrera a pie descalzo. 42 sujetos de ambos
sexos participaron de este estudio, quienes fueron divididos en Grupo Calzado
(GC) (n=20) y Grupo Descalzo (GD) (n=22). Se evaluó antropometría del pie,
índice del arco (AI) y presiones plantares antes y después de la intervención,
que consistió en correr a 3,05 m·s-1 durante 20 min. El pie no
dominante del GD disminuyó la altura de su arco plantar (AI pre=0,20, AI
post=0,22; p=0,01; ES=0,4), asimismo, la carrera descalza produjo en el pie no
dominante menores aumentos en los valores de presión plantar y menores
disminuciones en la superficie de apoyo plantar que el correr con calzado.
PALABRAS CLAVE: Arco
plantar, huella plantar, presión plantar, pie dominante, carrera, descalzo,
biomecánica
ABSTRACT
The acute changes that occur in foot morphology and
the distribution of plantar pressures during barefoot running after applying a
barefoot running protocol was analyzed. A total of 42 subjects of both sexes
participated in the study, and they were divided into shoe-wearing (SH) (n =
20) and barefoot (BF) (n = 22). The feet’s anthropometry, arch index (AI), and
plantar pressures were evaluated before and after the intervention, which
consisted in running at 3.05 m‧s-1 during 20 min. The nondominant foot of the BF group decreased the
height of its plantar arch (AI pre = 0.20, AI post = 0.22; p = 0.1; SE = 0.4).
Furthermore, the barefoot race caused in the nondominant feet smaller decreases
of the plantar pressure and smaller decreases of the plantar support surface
than running with shoes.
KEY WORD: Plantar arch, plantar footprint, plantar pressure,
dominant foot, running, barefoot, biomechanics
INTRODUCCIÓN
El pie se convierte en
un interesante foco de estudio cuando se analizan movimientos de traslación
tales como la carrera. Puede ser considerado incluso como punto de partida
desde un enfoque anatómico funcional y biomecánico, debido a que este segmento
se encuentra en contacto con la superficie de apoyo aplicando las fuerzas
generadas por el aparato locomotor y recibiendo las fuerzas de reacción del
suelo (Salazar Gómez, 2007).
El rol del pie durante
la práctica de la carrera deportiva ha sido muy estudiado, y en los últimos
años ha habido un creciente interés por estudiar la carrera a pie descalzo (Barefoot Running [BFR]) o el empleo de
calzado minimalista que entregue una mínima protección y mínima modificación
funcional al pie. Bramble y Lieberman (2004) (Lieberman, 2006) teorizan desde un
enfoque evolutivo, precisando que el pie humano evolucionó a partir de la
adquisición de la posición bípeda, alcanzada por el australopithecus afarensis hace alrededor de 2,2 millones de años (Susman, 1983). Bramble y Lieberman (2004) además, abren un
interesante debate al aseverar que la carrera de resistencia, fue un factor
clave en la evolución del ser humano moderno, y que, durante su práctica con
motivos de locomoción y caza, no hubo mediación de calzado para lograr el pie
del actual homo sapiens.
De lo anterior se
desprende que la evolución del pie humano a través de la práctica de carreras
de largas distancia a velocidades relativamente baja se produjo sin la
utilización de un calzado deportivo especializado, convirtiéndose su uso en un
fenómeno relativamente reciente. A pesar de la masividad que hoy en día tiene
el empleo de calzado deportivo, caracterizado por su cada vez más complejo
diseño y manufactura que prometen mejorar el rendimiento y disminuir la incidencia
de lesiones, se observa aún una elevada incidencia de lesiones que se producen
en pie, tobillo y rodilla que oscila entre un 30% y 75% de los corredores cada
año (Daoud et al., 2012). Esta realidad llevó a
la comunidad científica a cuestionarse y a motivar la realización de una serie
de estudios que se han orientado a indagar en las diferencias existentes entre
correr a pie descalzo, con calzado minimalista o con calzado deportivo.
Desde 1999 a 2013, el
foco de estudio se centró en el análisis de variables cinemáticas, cinéticas y
de actividad eléctrica muscular -a través del uso de la electromiografía (EMG)-
que se producían de manera aguda luego de una sesión de entrenamiento a pie
descalzo. Debido a que ya se han
comprobado varias hipótesis relacionadas con los cambios crónicos de quienes
comienzan a practicar BFR, es que se han empezado a estudiar otras variables
tales como el control de la estabilidad en el plano frontal (Ekizos, Santuz, & Arampatzis, 2017), cargas sobre el
tendón de Aquiles (Rice & Patel, 2017), equilibrio estático
en posturografía (Smith et al., 2015), rotación tibial y su
influencia en la aducción del calcáneo (Fischer, Willwacher, Hamill, & Bruggemann, 2017), uso de calzado
minimalista para la recuperación luego de correr un maratón (Nakagawa et al., 2017), rol que cumple la
fatiga en la absorción de fuerzas del tobillo (Hashish, Samarawickrame, Baker, & Salem, 2016), mejora de capacidades
cognitivas que se producen por correr descalzos (Alloway, Alloway, Magyari, & Floyd, 2016), rigidez muscular (Tam, Astephen Wilson, Coetzee, van Pletsen, &
Tucker, 2016), economía de carrera en mujeres (Berrones et al., 2016), cambio en la
tipología del arco plantar longitudinal medial (APLM) (Dolenec, Radi, & Strojnik, 2015), y la inclinación del
terreno por donde se corre (An, Rainbow & Cheung, 2015), entre otras.
A pesar del aumento en
el número de investigaciones que se han desarrollado en este campo, hay algunos
aspectos que casi no se han explorado, tales como las adaptaciones morfológicas
que se producen en el pie que permiten a un sujeto adoptar un entrenamiento de
BFR. Al respecto, un solo estudio indagó adaptaciones óseas luego de 10 semanas
de uso de zapatillas minimalistas FiveFingers© (Ridge et al., 2013) encontrando que en 10
de 19 sujetos se produjo un aumento en el grado de edema de médula ósea,
advirtiendo de los riesgos que tiene la adopción de este estilo de entrenamiento.
Otro de los escasos estudios en esta línea es el de Johnson y cols. (Johnson, Myrer, Mitchell, Hunter, & Ridge, 2015) quienes describieron
cambios en el tamaño de los músculos intrínsecos del pie luego de un
entrenamiento de 10 semanas de BFR.
Fuera de los dos
trabajos mencionados en el párrafo precedente, a la fecha no se han publicado
artículos que indaguen en los cambios morfológicos que se producen en el pie
luego de practicar la carrera descalza, como tampoco en el comportamiento de
las presiones plantares, enfocada esta hacia el balance postural en situación
estática. Por esto, es comprensible que aún queden vacíos de conocimiento que,
de dilucidarse, nos aportarán en la comprensión del comportamiento del pie de
un sujeto que inicia en el BRF.
Por lo anterior, el
objetivo de este estudio es analizar modificaciones agudas que se producen en
la morfología del pie y de la distribución de presiones plantares luego de la
aplicación de un protocolo de carrera a pie descalzo, estableciendo como
hipótesis que se producen modificaciones agudas, tanto en las variables
morfológicas como en presiones plantares, en los sujetos que corren a pie
descalzo.
MATERIAL
Y MÉTODOS
Sujetos
Cuarenta y dos sujetos
(36 hombres y 6 mujeres) estudiantes de ciencias de la actividad física (20,74 ±2,73 años, 71,47 ±8,78 kg,
1,72 ±0,07 m y 24,23 ±2,42 Kg·m-2 de IMC) participaron
voluntariamente de este estudio, acreditando esto por medio de la firma del
consentimiento informado redactado y aprobado acorde a los lineamientos del
Comité de Ética Institucional de la Universidad de Santiago de Chile (Informe
ético n°184-2018). Junto con la firma del consentimiento, los sujetos
contestaron un cuestionario en donde se consultó por sus hábitos de práctica
deportiva y existencia de lesiones en tobillo y/o pie.
Se escogieron a los participantes
que tenían entre 18 y 35 años de edad, corrían entre 5 y 10 km por semana, en
al menos 2 sesiones semanales, y que no corrían a pie descalzo durante su
práctica. No se incluyó a sujetos que durante los últimos seis meses habían
sufrido una lesión de pie y/o tobillo.
El total de la muestra
se dividió formando un grupo descalzo (GD) de n=22 y un grupo calzado (GC) de
n=20. Se caracterizó según edad, masa corporal, estatura, índice de masa
corporal (IMC) y longitud de pie normalizada a la estatura (LPN). Ambos grupos
demostraron no tener diferencias estadísticamente significativas en las
variables de caracterización (tabla 1).
GRUPO DESCALZO |
GRUPO CALZADO |
p |
|
Edad |
20,18
±1,84 |
21,35
±3,41 |
0,25 |
Peso (kg) |
69,23
±9,70 |
73,93
±7,09 |
0,08 |
Estatura (m) |
1,71
±0,08 |
1,73
±0,06 |
0,33 |
IMC (kg·m-2) |
23,72
±2,59 |
24,79
±2,13 |
0,06 |
LPN Izquierdo |
0,15
±0,01 |
0,15
±0,00 |
0,74 |
LPN Derecho |
0,15
±0,01 |
0,15
±0,00 |
0,79 |
Tabla
1. Caracterización de los grupos. LPN: Longitud
de pie normalizada.
Los participantes
fueron medidos y pesados con un antropómetro marca Seca© modelo 220 (Alemania)
con balanza digital incorporada. Con estos datos se calculó IMC.
Con el objetivo de
verificar que los sujetos cumplan con los criterios de selección de la muestra,
se aplicó un cuestionario de elaboración propia de salud podálica y postural e
historial deportivo (Sánchez et al., 2017). Además, se les
consultó cuál era su pie dominante, definido este como aquel que usan para
patear un balón y el que emplean en el primer paso al aproximarse a un tramo de
escalera (Lake, Lauder, & Smith, 2011).
Procedimiento
Con el objetivo de no
alterar los resultados por actividades que los sujetos realizaron antes de su
llegada al laboratorio, cada sujeto guardó reposo durante 10 minutos en
posición decúbito supino (Jimenez-Ormeño, Aguado, Delgado-Abellan, Mecerreyes,
& Alegre, 2011). Posteriormente, se procedió a realizar la
medición antropométrica del pie y obtención de presiones plantares. Luego, cada
participante corrió en una cinta rodante (Technogym, mod. Excite Run 500,
Italia) durante 20 minutos a 3,05 m·s-1 (11 k·h-1) con
una pendiente de 5%. Se escogió esta velocidad debido a que ha sido la
velocidad de carrera más frecuente en los estudios de cinemática de carrera y
de evaluación de presiones plantares relacionados con BFR (Warne et al., 2017). Los sujetos del GC
corrieron con su calzado deportivo convencional y los sujetos del GD corrieron
a pies descalzos. Una vez finalizado este intento, volvieron a ser evaluados en
medición antropométrica y presiones plantares.
A fin de obtener los
datos que indican el tamaño y forma de los pies de los sujetos, se efectuó la
medición antropométrica, consistente en la obtención de la longitud del pie
(LP), ancho del antepié (AA), ancho del retropié (AR) y altura navicular (AN).
Los participantes
fueron ubicados sobre una mesa nivelada, en bipedestación erguida y relajada.
La separación de los pies fue de 10 cm. Se controló la ubicación de los pies
por medio de líneas dibujadas sobre la mesa de evaluación. En esa posición, el
evaluador procedió a marcar el punto anatómico dado por la cara inferior de la
tuberosidad del hueso navicular (Fig. 1).
Figura 1. Evaluación
antropométrica.
Para las mediciones se
empleó un antropómetro con precisión de 0,1 mm.
LP, AA, AR y AN se obtuvieron siguiendo el protocolo indicado por
Sánchez (2017). Con el objetivo de
comparar las dimensiones entre sujetos, se procedió a normalizar las variables
dividiéndolas por la estatura de los sujetos, obteniendo así longitud del pie
normalizada (LPN), ancho de antepié normalizada (AAN), ancho de retropié
normalizado (ARN) y altura navicular normalizada (ANN).
Con el objetivo de
evaluar la distribución de presiones plantares, los sujetos se ubicaron en
bipedestación, con el peso de su cuerpo repartido de manera homogénea en ambos
pies descalzos sobre baropodoscopio Presscam V4 (Sidas©, Francia), con 1600
sensores de captación. Una vez estabilizada la posición, se obtuvo la impresión
de las presiones plantares, adquirida del promedio de 10 s a una frecuencia de
100 hz. La aplicación del equipo proporciona la presión máxima, entendida como
el valor obtenido por el sensor que registró la mayor presión y expresada en kg×cm-2 y
superficie de apoyo plantar en cada uno de los pies, expresada en cm2.
La presión máxima se normalizó al peso corporal del sujeto (P°MN), y la
superficie de apoyo plantar se normalizó a la estatura del sujeto (SMN).
Asimismo, se definió la ubicación del punto de máxima presión del apoyo plantar
en bipedestación (PMP°), el cual puede estar ubicado en el pie dominante o no dominante,
tanto en un cuadrante anterior o posterior, dependiendo de la variación que
experimenta la proyección del centro de gravedad.
De la impresión
obtenida desde el baropodoscopio, y mediante análisis en software AreaCalc (Elvira, Vera-García, & Meana, 2008), se procedió a
calcular el Índice del Arco de Cavanagh y Rodgers (1987) (AI) (Cavanagh, Rodgers, & Virginia, 1986), que determina el tipo
de pie (cavo, plano o normal).
Análisis
estadístico
Para todas las
variables continuas se empleó estadística descriptiva. Se utilizó test de
Shapiro Wilk para determinar normalidad de las variables.
Para la comparación
inicial de ambos grupos en las variables de caracterización se empleó t test
para muestras independientes cuando las variables presentaran distribución
normal y test de Mann Whitney cuando no se presentó esta condición.
Se compararon
resultados entre el pre y post test de cada grupo empleando pruebas t para muestras
relacionadas. En el caso de las variables que no se distribuyeron de forma
normal, se empleó el test estadístico Wilcoxon.
Además de lo anterior,
se calculó el tamaño del efecto para cada uno de los análisis comparativos, a
partir del cálculo de d de Cohen.
Se determinó p<0,05
como valor de significancia estadística. Todos los análisis se realizaron
empleando el programa estadístico GraphPad Prism (versión 7.0).
RESULTADOS
La tabla 2 corresponde
a un cuadro comparativo entre GC y GD en las dos instancias de evaluación, para
todas las variables estudiadas. En el lado izquierdo, es posible observar que,
al momento de la evaluación diagnóstica, en el pie dominante, ambos grupos
presentaron igualdad de condiciones en todas las variables, excepto en ANN, que
en el GD su valor fue de 0,021 y en el GC de 0,019; presentando diferencias
estadísticamente significativas. Respecto al pie no dominante, se observaron
diferencias significativas entre ambos grupos en P°MN y SMN. El GD mostraba
mayores valores de presión que el GC con valores de 12,18 contra 10,53 y
menores valores de SMN con valores de 52,52 contra 57,68, ambas con
significancia estadística.
Los resultados
obtenidos en el post test se pueden apreciar en el lado derecho de la misma
tabla. Allí, es posible observar en pie dominante, que desaparecía la
diferencia entre grupos apreciada en la variable ANN, pero aparecen dos nuevas
diferencias significativas en las variables P°MN y SMN. En P°MN, GD obtiene
12,36 contra 10,53 del GC. Por el contrario, GC presentó un valor de 58,38 en
SMN, el cual es mayor en un 12,8% que lo registrado por el GD. Esta condición
también se registró en el pre test, pero a diferencia del post test, no se
demostró diferencia estadísticamente significativa.
Respecto al pie no
dominante, se aprecia que se mantenían las diferencias estadísticamente
significativas entre grupos en las variables P°MN y SMN, y con el mismo patrón
observado en el pre test.
|
PRE TEST |
POST TEST |
||||
|
Grupo Calzado |
Grupo Descalzo |
p |
Grupo Calzado |
Grupo Descalzo |
p |
PIE DOMINANTE |
||||||
LPN |
0,15
±0,00 |
0,15
±0,01 |
0,93 |
0,15
±0,00 |
0,15
±0,01 |
0,70 |
AAN |
0,06
±0,00 |
0,06
±0,00 |
0,49 |
0,06
±0,00 |
0,06
±0,00 |
0,51 |
ARN |
0,04
±0,00 |
0,04
±0,00 |
0,36 |
0,04
±0,00 |
0,04
±0,00 |
0,49 |
ANN |
0,019
±0,00 |
0,021
±0,00 |
<0,0001*** |
0,02
±0,00 |
0,02
±0,00 |
0,19 |
P°MN |
10,90
±2,25 |
12,22
±2,67 |
0,92 |
10,53
±1,74 |
12,36
±3,17 |
0,03* |
SMN |
55,95
±9,25 |
48,46
±11,57 |
0,05 |
58,38
±8,94 |
51,75
±7,92 |
0,01* |
AI |
0,21
±0,09 |
0,20
±0,09 |
0,91 |
0,22
±0,08 |
0,22
±0,08 |
0,98 |
PIE NO DOMINANTE |
||||||
LPN |
0,15
±0,00 |
0,15
±0,01 |
0,94 |
0,15 ±
0,00 |
0,15
±0,01 |
0,96 |
AAN |
0,06 ±
0,00 |
0,06
±0,00 |
0,75 |
0,06
±0,00 |
0,06
±0,00 |
0,47 |
ARN |
0,04
±0,00 |
0,04
±0,00 |
0,69 |
0,04
±0,00 |
0,04
±0,00 |
0,78 |
ANN |
0,02 ±
0,00 |
0,02
±0,00 |
0,35 |
0,02
±0,00 |
0,02
±0,00 |
0,72 |
P°MN |
10,53
±2,09 |
12,18
±3,11 |
0,04* |
9,74
±1,97 |
11,65
±2,74 |
0,01* |
SMN |
57,68
±8,93 |
52,52
±8,74 |
0,03* |
60,40
±6,22 |
54,33
±8,17 |
0,03* |
AI |
0,23
±0,08 |
0,20
±0,09 |
0,17 |
0,24
±0,07 |
0,22
±0,07 |
0,35 |
Tabla
2. Comparación entre grupos en el pre test y post
test. LPN: Longitud de pie normalizada, AAN: Ancho de antepié normalizado, ARN:
Ancho retropié normalizado, ANN: Altura navicular normalizada, P°MN: Presión
máxima normalizada, SMN: Superficie máxima normalizada, AI: Arch index.
Respecto
a las comparaciones entre el pre y post test en un mismo grupo, la parte
izquierda de la tabla 3 muestra la comparación en el GC. Allí es posible ver
que, en pie dominante, sólo se registró diferencia estadísticamente
significativa en la variable LPN orientada hacia un aumento de esta variable de
0,1506 en el pre test, hacia 0,1512 en el post test, lo cual representa un
aumento del 0,01%. Si bien este cambio era estadísticamente significativo
(p=0,02), tenía un pequeño tamaño del efecto (ES=0,13). Respecto al pie no
dominante, se puede apreciar que se registraron diferencias estadísticamente
significativas entre el pre y post test en las variables de P°MN y SMN. P°MN
experimentó una disminución del 7,5% pasando desde 10,53 a 9,74 en el post
test, con un tamaño de efecto medio (ES=0,4). Por el contrario, SMN aumentó sus
valores en un 4,71% desde el pre al post test, pasando de 57,68 a 60,40 también
con un tamaño del efecto medio (ES=0,4).
El
lado derecho de la misma tabla muestra la comparación de los resultados
obtenidos entre el pre y post test en el GD. En el pie dominante se observaron
modificaciones entre el pre y post test en las variables ARN y ANN con
diferencias estadísticamente significativas. En el caso de la primera, se
apreció un cambio de 0,0366 a 0,0371 con pequeño tamaño del efecto (ES=0,17).
ANN por su parte, experimentó una disminución registrándose en el pre test un
valor de 0,0213 y de 0,0204 en post test con pequeño tamaño del efecto
(ES=0,18). En el pie no dominante, en tanto, sólo se registró diferencia estadísticamente
significativa en AI. Allí, se observa un aumento del 10%, con pequeño tamaño
del efecto (ES=0,3).
|
GRUPO CALZADO |
GRUPO DESCALZO |
||||||
|
Pre Test |
Post Test |
p |
ES |
Pre Test |
Post Test |
p |
ES |
PIE DOMINANTE |
||||||||
LPN |
0,15
±0,00 |
0,15
±0,00 |
0,02* |
0,13 |
0,15
±0,01 |
0,15
±0,01 |
0,61 |
0,02 |
AAN |
0,06
±0,00 |
0,06
±0,00 |
0,88 |
0,05 |
0,06
±0,00 |
0,06
±0,00 |
0,79 |
0,04 |
ARN |
0,04
±0,00 |
0,04
±0,00 |
0,25 |
0,14 |
0,04
±0,00 |
0,04
±0,00 |
0,02* |
0,17 |
ANN |
0,02
±0,00 |
0,02
±0,00 |
0,88 |
0,03 |
0,02
±0,00 |
0,02
±0,00 |
0,04* |
0,18 |
P°MN |
10,90
±2,25 |
10,53
±1,74 |
0,26 |
0,18 |
12,22
±2,67 |
12,36
±3,17 |
0,84 |
0,05 |
SMN |
55,95
±9,25 |
58,38
±8,94 |
0,07 |
0,27 |
48,46
±11,57 |
51,75
±7,92 |
0,11 |
0,33 |
AI |
0,21
±0,09 |
0,22
±0,08 |
0,39 |
0,10 |
0,20
±0,09 |
0,22
±0,08 |
0,23 |
0,22 |
PIE NO DOMINANTE |
||||||||
LPN |
0,15
±0,00 |
0,15 ±
0,00 |
>0,999 |
0 |
0,15
±0,01 |
0,15
±0,01 |
0,68 |
0,06 |
AAN |
0,06 ±
0,00 |
0,06
±0,00 |
0,73 |
0,09 |
0,06
±0,00 |
0,06
±0,00 |
0,78 |
0,04 |
ARN |
0,04
±0,00 |
0,04
±0,00 |
0,12 |
0,16 |
0,04
±0,00 |
0,04
±0,00 |
0,30 |
0,13 |
ANN |
0,02 ±
0,00 |
0,02
±0,00 |
0,86 |
0,03 |
0,02
±0,00 |
0,02
±0,00 |
0,11 |
0,17 |
P°MN |
10,53
±2,09 |
9,74
±1,97 |
0,03* |
0,39 |
12,18
±3,11 |
11,65
±2,74 |
0,36 |
0,18 |
SMN |
57,68
±8,93 |
60,40
±6,22 |
0,01* |
0,35 |
52,52
±8,74 |
54,33
±8,17 |
0,16 |
0,21 |
AI |
0,23
±0,08 |
0,24
±0,07 |
0,47 |
0,17 |
0,20
±0,09 |
0,22
±0,07 |
0,01* |
0,26 |
Tabla
3. Comparación intra grupo en el pre test y post
test. LPN: Longitud de pie normalizada, AAN: Ancho de antepié normalizado, ARN:
Ancho retropié normalizado, ANN: Altura navicular normalizada, P°MN: Presión
máxima normalizada, SMN: Superficie máxima normalizada, AI: Arch index.
La
tabla 4 especifica el comportamiento que mostró PMP°, respecto a la ubicación
de este antes y después de la intervención. Allí se puede observar que el 35%
de los sujetos del GC cambiaron la ubicación de su PMP° luego de correr por 20
minutos a 3,05 m×s-1
con calzado deportivo convencional, en contraste con el 63,64% de los sujetos
del GD. Otro dato que posible de ver en la tabla es el porcentaje de sujetos
que no sólo cambiaron de lugar su PMP° sino que también cambiaron de pie. Así,
el 25% de la muestra del GC presentó esta condición, contra el 50% de los
sujetos del GD. Los resultados de la tabla se pueden ver ilustrados en la Fig.
2.
GRUPO CALZADO |
GRUPO DESCALZO |
|||
|
n |
% |
n |
% |
Sujetos que cambiaron la
ubicación del PMP° |
7 |
35,00 |
14 |
63,64 |
Sujetos en los que cambió de
pie el PMP° |
5 |
25,00 |
11 |
50,00 |
Tabla
4. Resumen descriptivo de las modificaciones
observadas en la ubicación del Punto de Máxima Presión del apoyo plantar en
bipedestación (PMP°).
Figura 2.
Ejemplo de presiones plantares obtenidas antes (izquierda) y después (derecha)
de la intervención. Es posible observar una modificación en la ubicación del
Punto de Máxima Presión del apoyo plantar en bipedestación (letra M), desde
retropié derecho a antepié izquierdo luego de la intervención.
DISCUSIÓN
En este estudio se
planteó como hipótesis que se producirían modificaciones agudas, tanto en las
variables morfológicas como en presiones plantares, en los sujetos que
corrieron con el pie descalzo, hipótesis que se comprobó de manera parcial,
debido a que anatómicamente sólo se produjeron modificaciones significativas en
la altura del APLM y en presiones plantares sólo se demostró disminución de
valores de P°MN y disminución de SMN.
Tal como otros autores
han mostrado (Jimenez-Ormeño et al., 2011), en este estudio fue
posible encontrar cambios morfológicos en algunas de estas variables luego de
la aplicación del protocolo de intervención, las que se pueden resumir en cambios
entre grupos y en cambios intra grupo. En el presente estudio, la única
variable morfológica que registró cambios entre grupos fue ANN del pie
dominante, que en el pre test presentó diferencia significativa a favor del GD,
pero que luego de la intervención esta diferencia desapareció. Este resultado
puede entregar ciertas luces acerca del comportamiento de la altura del APLM,
el cual, según Tsung y colaboradores, luego de un ejercicio que supone carga
-como lo es correr- el APLM puede disminuir su altura hasta en un 15% (Tsung, Zhang, Fan, & Boone, 2003). En este caso
particular, se igualaron las condiciones de ambos grupos luego de la
intervención, siendo la disminución de ANN en el GD el factor que hizo
desaparecer la diferencia hallada en el pre test.
Respecto a las
diferencias dentro del mismo grupo, fue posible demostrar que entre el pre y
post test, el GC aumentó la longitud del pie dominante y el GD aumentó el ancho
del talón, resultados que coinciden con lo expuesto por Coughley y Mawsdey
respecto al aumento del volumen total del pie y tobillo luego de correr durante
20 minutos (Cloughley & Mawdsley, 1995). Por el contrario, el
GD luego de la intervención disminuyó la altura del APLM, resultado que viene a
comprobar lo planteado en el párrafo anterior, en donde el cambio registrado en
el GD fue el responsable de la desaparición de las diferencias entre grupos
observadas en el post test.
A pesar de que los
cambios reseñados en las variables morfológicas de LPN, ANN y ARN debidos a la
intervención, nos permitirían decir que el correr a pie descalzo durante 20
minutos a 3,05 m×s-1
produjo un aumento del ancho del talón y disminución en la altura del APLM, es
preciso indicar que, al analizar los valores sin normalizar, las diferencias
son producto de cambios reales en las dimensiones del pie del orden de 1 mm. A
nuestro parecer, si consideramos lo que esta modificación puede influenciar en
la estabilidad postural o en la comodidad del uso de calzado -que considera al
menos diferencias de entre 5 y 8 mm en las dimensiones del calzado respecto a
las dimensiones del pie-, el cambio puede resultar despreciable (Miller, Nigg, Liu, Stefanyshyn, & Nurse, 2000). Esta reflexión se
sustenta, además, en los pequeños tamaños de efecto registrados en cada una de
las variables en cuestión, que no superaron el valor de 0,2. Por esta razón los
hallazgos planteados debieran ser tomados con mesura.
Respecto a la
comparación entre grupos de las variables relacionadas con la presión plantar y
la huella plantar, es preciso indicar que varios estudios han descrito que
luego de correr, se produce aumento de los valores de presión plantar,
corriendo sobre tapiz rodante o sobre el suelo (Kyung, Ali, & Fernandez, 2017). La diferencia
observada entre grupos en el pie no dominante en P°MN y SMN, antes y después de
la intervención nos indica que esta no produjo cambios entre grupos. Sin
embargo, el protocolo de intervención empleado produjo disminución de las
presiones plantares y aumento de la superficie de apoyo plantar en el pie no
dominante dentro del GC, resultado que se puede relacionar en alguna medida con
el trabajo de Hohmann y colaboradores en corredores de maratón en donde se
observó que los cambios de presión plantar se producían en mayor grado en el
pie dominante (Hohmann, Reaburn, Tetsworth, & Imhoff, 2016). Estos mismos cambios
se pudieron observar en GD pero sin significancia estadística, lo cual nos
podría dar pistas acerca de que la carrera a pies descalzos modifica en menor
medida estas variables que cuando se utiliza calzado deportivo convencional.
Este resultado se puede contrastar con lo que han encontrado otros autores,
respecto a que la carrera a pie descalzo tiene a aumentar los valores de
presión y a disminuir los valores de superficie (Bergstra et al., 2015) (Fernández-Torres et al., 2018). En el pie dominante
en cambio, se registró diferencia en el post test, dada por un aumento de la
P°MN en el GD y una disminución en el GC. Asimismo, se registró diferencia en
la variable SMN donde ambos grupos aumentaron sus valores, siendo mayor este
aumento en el GD respecto al GC tomando en consideración el tamaño del efecto
(d = 0,27 para GC y d = 0,33 para GD). Debido a que esta diferencia apareció
después de la aplicación del protocolo de carrera, podría considerarse una
consecuencia de este. Nuevamente estos valores son concordantes con los
estudios previos, pero debido a que no presentan consistencia, estos cambios se
deben tomar con cautela.
Dentro de las
limitaciones de este estudio, se encuentra el hecho que el baropodoscopio
empleado no diferenciaba entre las presiones plantares registradas en las
distintas zonas del pie, lo cual no permite evaluar estos resultados en
comparación con otros autores que encuentran aumento de los valores de presión
plantar en zonas específicas, tales como la región del antepié (Szulc et al., 2017). Asimismo, se observa
que una buena cantidad de estudios han utilizado plantillas instrumentadas,
equipamiento que puede diferir en los resultados que se obtienen en una
plataforma (Chevalier, Hodgins, & Chockalingam, 2010)
La variable AI, que a
través del análisis de las áreas de apoyo plantar permite determinar la
constitución del APLM y a su vez clasificar los pies en planos, normales y
cavos, sólo mostró diferencias significativas entre el pre y post test dentro
del pie no dominante en GD, con tendencia hacia el aplanamiento de la bóveda
plantar, tal como lo planteado por Tsung y colaboradores (Tsung et al., 2003) y Jiménez y
colaboradores (Jimenez-Ormeño et al., 2011). Un estudio similar
realizado en carrera, es el hecho por Maslon y colaboradores (Maslon, Golec, Szczygiel, Czechowska, & Golec,
2016), quienes
encontraron que los corredores aplanan más la bóveda plantar, como un mecanismo
de amortiguación activa de fuerzas.
Los cambios observados
en la ubicación de PMP° entregan luces acerca del comportamiento que el control
postural tiene luego de la práctica descalza. El GD fue el que presentó mayor
frecuencia de cambios en la ubicación del PMP°, algo que otros autores han
estudiado (Hohmann et al., 2016), pero que sin embargo
no se ha analizado en situación estática como en este estudio. Lo que se sabe
es que los corredores, luego de terminar el protocolo, tienden a cargar más su
peso corporal sobre el pie dominante, hecho que se demostró aquí en el grupo de
sujetos que corrió sin calzado.
CONCLUSIÓN
En conclusión, es
posible aseverar que el correr a pie descalzo por 20 minutos a 3,05 m×s-1 no
produjo modificaciones importantes en las dimensiones del pie, salvo por las
registradas en el pie no dominante dirigidas hacia el aplanamiento del APLM.
Asimismo, la carrera descalza produjo en el pie no dominante menores aumentos
en los valores de presión plantar y menores disminuciones en la superficie de
apoyo plantar que el correr con calzado.
El presente estudio
proporciona información que permite comprender con mayor profundidad el
comportamiento que muestra la morfología del pie y la distribución de presiones
plantares al desproveerlo de calzado deportivo, abriendo nuevas interrogantes
en torno al balance postural de los deportistas, el que se propone seguir
estudiando.
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78 - ISSN: 1577-0354