Sanz-Arribas, I.; Martínez-de-Haro, V.;
Calle-Molina, M.T. (2020) Evolution of the Competence in Water of the Aquatic
Lifeguards. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de
la Actividad Física y el Deporte vol. 20 (80) pp. 595-609 Http://cdeporte.rediris.es/revista/revista80/artevolucion1179.htm
DOI: https://doi.org/10.15366/rimcafd2020.80.009
ORIGINAL
EVOLUCIÓN DE LA
COMPETENCIA EN EL AGUA DE LOS SOCORRISTAS ACUÁTICOS
EVOLUTION OF THE COMPETENCE IN WATER OF THE AQUATIC
LIFEGUARDS
Sanz-Arribas, I.; Martínez-de-Haro, V. y Calle-Molina, M.T.
Departamento de Educación
Física, Deporte y Motricidad Humana. Universidad Autónoma de Madrid (España)
ismael.sanz@uam.es; vicente.martinez@uam.es; mariat.calle@uam.es
Agradecimientos
Todos los
datos que han permitido la elaboración de este estudio han sido facilitados por
la Federación Madrileña de Salvamento y Socorrismo, por lo tanto, en este
apartado se agradece la inestimable colaboración de esta entidad y de su equipo
de profesionales.
Código UNESCO / UNESCO CODE: 2411.99 Otras (Actividad Física y Salud) / Others
(Physical Activity and Health)
Clasificación del Consejo de Europa / European Council Classification: 17 Otras (Actividad Física y Salud) / Others (Physical Activity and Health)
Recibido 19 de noviembre de 2018 Received November 19, 2018
Aceptado 7 de septiembre de 2019 Accepted September 7, 2019
RESUMEN
En el año
2006 entró en vigor la normativa que actualmente regula la formación de
socorristas en la Comunidad Autónoma de Madrid (España). El objetivo de este
estudio es conocer la influencia de la aplicación de esta normativa sobre el
porcentaje de aspirantes que obtiene el diploma de socorrista acuático y sobre
su nivel de competencia en el agua. Para ello, se han analizado las marcas de
tiempo acreditadas por 6.105 aspirantes a socorrista (4.288 hombres y 1.817 mujeres)
que se formaron entre los años 1993 y 2016. Los resultados demuestran que,
desde la entrada en vigor de dicha normativa, se ha incrementado el porcentaje
de aspirantes que obtiene el diploma de socorrista acuático, pero se ha
disminuido su nivel de competencia en el agua. Se recomienda que las
instituciones competentes establezcan objetivos y criterios de evaluación que
promuevan la mejora del nivel de competencia en el agua de estos profesionales.
PALABRAS CLAVE: socorrista acuático, salvamento y socorrismo, ahogamiento, condición
física.
ABSTRACT
In 2006, the normative that currently regulates
the training of lifeguards in the Autonomous Community of Madrid (Spain) came
into force. The objective of this study is to know the influence of the
application of this regulation on the percentage of applicants who obtain the
aquatic lifeguard diploma and on their level of competence in the water. For
this purpose, the time marks, accredited by 6,105 applicants to lifeguards
(4,288 men and 1,817 women) who received this training between 1993 and 2016,
have been analysed. The results show that, since the regulation came into
force, the percentage of applicants who obtain the lifeguard diploma has
increased, but their level of competence in the water has decreased. Therefore,
it is recommended that objectives and assessment criteria that are established
by the institutions, encourage the improvement of the level of competence in
the water of these professionals.
KEYWORDS: lifeguard, lifesaving, rescue, drowning,
physical condition.
INTRODUCCIÓN
Está
demostrado que la presencia de socorristas en los espacios acuáticos es una de las
mejores formas de prevenir el ahogamiento y la muerte accidental en el agua (Harrell, 2001; Pelletier & Gilchrist, 2011; Schwebel, Heater, Holder,
& Marciani, 2010). Es más, se ha
podido constatar que las instalaciones acuáticas que no están vigiladas por
socorristas sufren una mayor prevalencia de víctimas mortales en el agua, que
aquellas que sí que lo están. En el caso concreto de España, el 84,9% de las
2.589 personas que murieron accidentalmente en el agua desde el año 2015 hasta
el año 2019, lo hicieron en un espacio acuático en el que no existía servicio
de socorrismo o en el que no había socorristas en el momento de producirse el
accidente (Real Federación Española de
Salvamento y Socorrismo, 2019). Por lo tanto, es necesario que las
entidades competentes contraten socorristas en aquellos espacios acuáticos que
la población utiliza habitualmente. También es preciso convencer a la población
para que sólo haga uso de los entornos acuáticos vigilados por estos
profesionales. Sin embargo, los resultados de este informe también advierten
que, a lo largo de este mismo periodo, un total de 384 personas fallecieron en
aguas vigiladas por socorristas. Este dato confirma que aún existe un
importante margen de mejora en la seguridad de los espacios acuáticos vigilados
en España. A este respecto, la bibliografía establece que los socorristas deben
conocer y aplicar las medidas de prevención y vigilancia adecuadas al entorno
de baño en el que ejercen. También se considera imprescindible que este
personal sanitario domine los primeros auxilios y que disponga de un alto nivel
de competencia en el agua para poder realizar rescates acuáticos con éxito (Consejería de Sanidad y Servicios Sociales de la Comunidad
de Madrid, 1998; Ellis & Associates, 2002; García Sanz,
García Sanz, & Díez Herrero, 2015; International
Life Saving Federation, 2000, 2007,
2013; Palacios
Aguilar, 2008; Sanz Arribas, 2011;
The United States Lifesaving Association, 2016).
Aunque todos
estos factores condicionan la calidad del servicio de socorrismo, este estudio
se centra específicamente en la importancia del nivel de competencia en el agua
del socorrista acuático y su dominio de las habilidades específicas del
salvamento y socorrismo. En relación con esta cuestión, es evidente que
realizar rescates acuáticos en el menor tiempo posible, incrementa las
posibilidades de supervivencia de la persona rescatada y disminuye las secuelas
generadas por la hipoxia que habitualmente sufren las víctimas ahogadas (Austin & Macintosh, 2013; Martínez & Hooper, 2014).
También está demostrado que el retraso en el inicio de las maniobras de
resucitación, influye negativamente en el resultado final del salvamento (Neumar et al., 2015; Szpilman et al., 2014).
De hecho, algunos autores consideran que siempre que sea posible y que no
comprometa la seguridad de los socorristas, merece la pena iniciar las
maniobras de resucitación en los rescates acuáticos, incluso antes de que la
víctima sea trasladada hasta la orilla, aunque sobre este asunto existe
controversia por la dificultad de realizar un soporte vital básico adecuado
antes de la llegada a tierra firme (Szpilman & Marcio, 2004). Al margen
del tiempo de rescate acuático, también se ha demostrado que cuando el nivel de
fatiga de la persona que realiza las maniobras de resucitación es elevado, la
efectividad de dichas maniobras disminuye significativamente y por lo tanto,
las posibilidades de éxito del salvamento se desvanecen (Abelairas Gómez, Romo Pérez, & Barcala Furelos, 2013).
Las conclusiones de todos estos estudios hacen pensar que disponer de un mayor
nivel de competencia en el agua, incrementa las posibilidades de éxito del
salvamento, por la reducción del tiempo de rescate acuático, por el adelanto en
el inicio de las maniobras de resucitación y por la disminución del estado de
fatiga del rescatador.
Con
independencia de lo anterior, valorar el nivel de competencia en el agua del socorrista
es una cuestión de gran importancia, por el considerable riesgo que asume este
profesional en los rescates acuáticos. Concretamente, desde enero de 2015 hasta
diciembre de 2019, en España han fallecido 45 personas que intentaron rescatar
del agua a otras personas o incluso a sus mascotas (Real Federación Española de
Salvamento y Socorrismo, 2019). Estas cifras muestran claramente el enorme
riesgo que asume una persona que trata de realizar un rescate acuático,
especialmente si el rescatador no está debidamente preparado.
Por estas
razones, la mayoría de las entidades y organismos públicos y privados que
regulan la formación de socorristas acuáticos, establecen que los aspirantes a
esta certificación superen criterios de evaluación vinculados al nivel de
competencia en el agua. Desafortunadamente y a pesar de las evidencias
presentadas anteriormente, se han encontrado diferencias importantes entre los
criterios de evaluación fijados por diversas instituciones y/o normas que
regulan la formación de socorristas acuáticos (Consejería de
Sanidad y Consumo, 2006; Cruz Roja,
2020; Federación Madrileña de Salvamento y
Socorrismo, 2017; International
Life Saving Federation, 2000, 2013;
Ministerio de Trabajo e Inmigración, 2011;
The United States Lifesaving Association, 2016). Precisamente, la falta
crónica de estandarización en el nivel de exigencia de las pruebas físicas de
agua, podría estar provocando que el grado de competencia en el agua de los
socorristas acuáticos capacitados para trabajar en entornos similares no sea
homogéneo. Consecuentemente, es necesario regular y homogeneizar la formación y
los criterios de evaluación de esta profesión. Un ejemplo de homogeneización de
los criterios de evaluación es el que ha supuesto la aplicación de la normativa
vigente en la Comunidad Autónoma de Madrid desde el año 2006 (Consejería de Sanidad y Consumo, 2006). Antes
de la aplicación de la mencionada normativa, no existía un criterio unificado
para formar a los socorristas acuáticos en este territorio. En consecuencia,
las diferentes entidades formadoras de socorristas acuáticos decidían
unilateralmente los objetivos, los contenidos, los criterios de evaluación y la
carga lectiva de sus cursos, con el evidente riesgo de heterogeneidad formativa
que esta circunstancia podría generar.
No
obstante, además de estandarizar la formación, también es preciso que el nivel
de exigencia sea lo suficientemente alto como para que la seguridad de los bañistas
y de los socorristas no se vea comprometida. En este sentido, se ha podido
constatar que dicha normativa (Consejería de
Sanidad y Consumo, 2006), plantea unos criterios de evaluación
diferentes a los que se venían aplicando por parte de algunas de las entidades
con más experiencia en la formación de socorristas acuáticos. En concreto y
antes de la aplicación de dicha normativa, la Federación Madrileña de
Salvamento y Socorrismo (FMSS) que es la entidad que ha cedido los datos para
la elaboración de este estudio, establecía que los aspirantes a socorrista
acuático debían superar todas y cada una de las diez pruebas de piscina (nueve
pruebas cronometradas y una apnea). En cambio, y con independencia de la
entidad formadora en la que los aspirantes decidan formarse, desde la entrada
en vigor de la citada orden, todas las personas que actualmente aspiran a este
diploma en la Comunidad Autónoma de Madrid deben superar tres pruebas físicas
acuáticas para poder ejercer como socorrista en una piscina, y una cuarta
prueba más, para aquellos que quieren ejercer esta profesión en espacios
acuáticos naturales. En resumen, uno de los criterios de evaluación que no han
sido modificados por la citada orden, es la necesidad de superar todas y cada
una de las pruebas físicas de agua vigentes para obtener el diploma.
A
continuación, se muestra una tabla en la que se detalla lo descrito en este
párrafo:
Tabla 1: Relación de pruebas aplicadas por la entidad
que ha cedido los datos para este estudio (FMSS) antes de la aplicación de la
Orden 1319/2006 y relación de pruebas establecidas en la Comunidad de Madrid,
desde la aplicación de la citada norma:
Pruebas físicas de
agua exigidas por la FMSS, antes de la aplicación de la norma de 2006 |
Pruebas físicas de
agua exigidas en la Comunidad Autónoma de Madrid, después la aplicación de la
norma de 2006 |
1.
200 metros libres
(tiempo máximo 4 minutos y 15 segundos). 2.
100 metros libres
(tiempo máximo 1 minuto y 40 segundos). 3.
300 metros libres
con ropa (tiempo máximo 8 minutos). 4.
300 metros libres
con aletas (tiempo máximo 6 minutos). 5.
100 metros
combinada I (tiempo máximo 3 minutos 30 segundos). 6.
100 metros combinada de
salvamento II (tiempo máximo 3 minutos).
7.
100 metros remolque
de accidentado (tiempo límite 4 minutos). 8.
100 metros remolque
de accidentado con aletas (tiempo límite 3 minutos y 30 segundos). 9.
50 metros rescate
de accidentado con material (tiempo límite 1 minuto 45 segundos). 10. 25 metros de buceo (sin límite de tiempo). |
1.
300 metros libres
(tiempo máximo 8 minutos). 2.
100 metros combinada de salvamento I con material de rescate (tiempo
límite 3 minutos y 30 segundos). 3.
100 metros combinada de
salvamento II (tiempo máximo 3 minutos). 4.
100 metros rescate
de accidentado con aletas (50 metros nado de aproximación y 50 metros
traslado de accidentado en un tiempo máximo 3 minutos 30 segundos). Esta
prueba es diferente a la prueba de 100 metros remolque de accidentado con
aletas. Además, sólo debe ser superada por aquellos aspirantes que deseen
obtener el diploma de socorrista en espacios acuáticos naturales. |
Nota 1: Como puede observarse en la tabla presentada, la única prueba que la
entidad que ha cedido los datos ha estado utilizando antes y después de la
aplicación de la citada norma, es la prueba “100 metros combinada de salvamento
II” marcada en negrita en la tabla 1. Por lo tanto, las marcas de tiempo
acreditadas antes de la norma de 2006, pueden compararse con las obtenidas
después de la aplicación de esta norma.
OBJETIVO
El
objetivo de este estudio es conocer la influencia de la aplicación de esta
norma sobre el porcentaje de aspirantes que obtiene el diploma de socorrista
acuático y sobre su nivel de competencia en el agua.
METODOLOGÍA
Normas éticas
Los datos que
han permitido la elaboración de este estudio han sido cedidos por la Federación
Madrileña de Salvamento y Socorrismo (FMSS). Para la cesión de estos datos se
ha garantizado que toda la información es tratada con una finalidad
exclusivamente investigadora. A excepción del sexo de las personas que fueron
evaluadas por esta institución, no se han incluido datos personales o sensibles
que permitiesen la identificación de las personas implicadas en esta
investigación y, por lo tanto, su anonimato queda totalmente garantizado. En
definitiva, se han respetado todas las normas éticas de investigación, tanto
nacionales como internacionales y en ningún caso se han invadido los límites de
privacidad y respeto hacia las personas.
Características de la muestra
En este
estudio se han analizado las marcas de tiempo obtenidas por 6.105 aspirantes al
diploma de socorrista acuático (4.288 hombres y 1.817 mujeres). Las marcas
analizadas se corresponden con el tiempo acreditado por dichos aspirantes al
realizar la prueba denominada “100 metros combinada de salvamento II”. Dichas
marcas fueron cronometradas por el equipo docente de la Federación Madrileña de
Salvamento y Socorrismo y posteriormente archivadas por el personal
administrativo de esta entidad. El período de tiempo que abarca esta
investigación comprende desde el año 1993 hasta el año 2016.
Todas las
personas que realizaron la citada prueba debían cumplir con los siguientes
requisitos para poder acceder al curso de formación de socorrista acuático:
● Ser mayores de 16 años y haber superado el 4º curso de la Enseñanza
Secundaria Obligatoria (E.S.O.) o equivalente (Plan de estudios de España).
● Presentar un certificado médico oficial, en el que constase que no
padecían alguna enfermedad infectocontagiosa y que eran aptos para realizar
ejercicio físico en el agua.
● Las personas menores de 18 años debían presentar una autorización
firmada por sus padres o tutores legales, en la que se les autorizaba a
realizar las actividades necesarias para la obtención del diploma de socorrista
acuático.
Material y métodos
Recursos humanos y materiales
● Equipo docente de la Federación Madrileña de Salvamento y Socorrismo.
Este equipo docente reúne los requisitos necesarios para poder formar
socorristas en la Comunidad Autónoma de Madrid.
● Personal administrativo de la Federación Madrileña de Salvamento y
Socorrismo.
● Instalaciones acuáticas con vasos de 50 y 25 metros de longitud y con
180 centímetros de profundidad mínima en el lugar de colocación del maniquí.
● Maniquíes de salvamento y socorrismo acuático utilizados por la Real
Federación Española de Salvamento y Socorrismo. Las pruebas que requieren de la
utilización de este material siempre se realizaron con el mismo modelo de
maniquí. Este material se caracteriza por ser estanco y por estar completamente
lleno de agua en el momento de la realización de las pruebas.
● Cronómetros del modelo Casio HS-30W, resistentes al agua y con memoria
para 10 parciales.
● Silbatos para dar la señal de comienzo de la prueba cronometrada.
● Todos los participantes del estudio realizaron las pruebas sin gafas de
natación.
Descripción y criterios de
selección de la prueba
A
continuación, se describe la prueba “100 metros combinada de salvamento II”:
entrada al agua con avistamiento de la víctima. El aspirante debe nadar 50
metros de aproximación y 15 metros de buceo ininterrumpido hasta la recogida de
una víctima (maniquí) que se encuentra en el fondo del vaso. Por último, el
aspirante debe realizar 35 metros de traslado del maniquí, sin que las vías
respiratorias de éste se vean obstaculizadas por el agua o por las manos del
aspirante. El tiempo límite de esta prueba es de 3 minutos. Se destaca que en
esta prueba siempre se utiliza un maniquí normalizado, lleno de agua y estanco,
que ha sido descrito en el apartado de recursos materiales. Esto significa que
la “víctima” está estandarizada y es inerte. Por otro lado, la normativa de
Comunidad Autónoma de Madrid establece que la profundidad mínima a la que se
debe encontrar el maniquí durante la prueba es de 180 centímetros y que la
longitud mínima del vaso en el que se desarrollan las pruebas de agua debe ser
de 25 metros (Consejería de Sanidad y Consumo, 2006).
Esto último significa que las pruebas cronometradas de agua pueden evaluarse en
vasos de veinticinco metros de longitud o de cincuenta. Puesto que la
información cedida por la institución ha permitido conocer la longitud del vaso
en el que se evaluó a la muestra, se han separado las marcas de tiempo
obtenidas en vasos de veinticinco metros, de aquellas que fueron obtenidas en
vasos de cincuenta metros. Esta decisión se debe a que la longitud del vaso en
el que se evalúan estas pruebas, influye significativamente sobre las marcas que
acreditan los aspirantes a socorrista (Sanz-Arribas,
2018).
La
elección de este test se debe a que es una prueba física que está ampliamente
recomendada para la evaluación del nivel de competencia en el agua del
socorrista y de su capacidad para desempeñar un rescate acuático con éxito (Consejería de Sanidad y Consumo, 2006; Cruz Roja, 2020; Federación
Madrileña de Salvamento y Socorrismo, 2017). Asimismo, es una prueba
física muy similar a la que se desarrolla en las competiciones de la modalidad
deportiva de salvamento y socorrismo (International
Life Saving Federation, 2019), disciplina deportiva que,
entre otras cosas, se caracteriza por valorar el tiempo empleado para
desempeñar diferentes rescates acuáticos simulados. Además, y tal y como se ha
mencionado con anterioridad, esta es la única prueba que está incluida en la
batería de pruebas que establece la normativa citada y que, al mismo tiempo,
también estaba incluida entre las pruebas que aplicaba la entidad que ha cedido
los datos de este estudio. Esta última circunstancia, permite comparar las
marcas de tiempo acreditadas por los aspirantes que obtienen el diploma de
socorrista en una misma prueba, antes y después de la aplicación de la citada
norma.
Desarrollo del estudio
Para
conocer la influencia de la aplicación de la norma sobre el nivel de
competencia en el agua de los aspirantes a socorrista acuático, se han
comparado las marcas de tiempo obtenidas por los aspirantes que fueron
evaluados antes de su aplicación, con las marcas obtenidas por los aspirantes
que fueron evaluados después de la entrada en vigor de la citada norma.
En
relación con el porcentaje de aspirantes que obtiene el diploma de socorrista
acuático, se ha tenido en cuenta que, para la obtención de dicho diploma, es
necesario superar todas y cada de las pruebas mostradas en la tabla 1. Por lo
tanto, aquellos aspirantes que no superaron alguna de las pruebas propuestas
antes o después de la aplicación de la norma, se han considerado como no aptos.
Por
último, se aclara que se ha decidido no valorar la influencia del sexo sobre
los objetivos planteados para este estudio, porque se considera que las
personas que hacen uso de los espacios acuáticos vigilados por socorristas,
únicamente están interesadas en conocer que el o la socorrista es competente
para ejercer esta profesión y no en su sexo. No obstante, se indica que el
porcentaje de mujeres y de hombres que fue evaluado en este estudio es muy
similar en los dos periodos de tiempo analizados. Concretamente, entre 1993 y
2006, se evaluó a un 29,8% de mujeres y a un 70,2% de hombres. Respecto al
periodo comprendido en 2006 y 2016, se evaluó a un 28,9% de mujeres y a un
71,1% de hombres.
RESULTADOS
Se
muestran los resultados en estas tablas y gráficos:
Gráfico 1: Porcentaje de aspirantes a socorrista acuático, aptos y no aptos, antes
de la aplicación de la norma
Gráfico 2: Porcentaje de aspirantes a socorrista acuático, aptos y no aptos,
después de la aplicación de la norma
Tabla 2: Evolución de las marcas de tiempo desde el año 1993 hasta el año 2016,
en la prueba “100 metros combinada de salvamento II” obtenidas en vasos de 50
metros
Estadísticos de grupo |
|||||
|
Anteriores y posteriores a la Norma de 2006 |
N |
Media |
Desviación típ. |
Error típ. De la media |
Tiempo de la combinada II en segundos |
Desde 1993 hasta 2006 |
1.486 |
135,57 |
15,63 |
0,405 |
Desde 2006 hasta 2016 |
565 |
153,21 |
19,23 |
0,809 |
Gráfico 3: Evolución de las marcas de tiempo en la prueba “100 metros combinada de
salvamento II” obtenidos en vasos de 50 metros
Tabla 3: Resultados de la prueba t en vasos de 50 metros
Prueba de muestras independientes |
|||||||||
Evolución de las marcas de tiempo en la prueba
100 metros combinada II. (Vaso de 50 metros) |
Prueba de Levene para
la igualdad de varianzas |
Prueba t para la igualdad de medias |
|||||||
F |
Sig. |
T |
gl |
Sig. (bilateral) |
Diferencia de medias |
Error típico de la diferencia |
95% Intervalo de confianza para la diferencia |
||
Inferior |
Superior |
||||||||
46,577 |
,000 |
-21,372 |
2049 |
,000 |
-17,64 |
0,82 |
-19,25 |
-16,02 |
Tabla 4. Evolución de las marcas de tiempo desde el año 1996, hasta el año 2016,
en la prueba “100 metros combinada de salvamento II” obtenidas en vasos de 25
metros
Estadísticos de grupo |
|||||
|
Anteriores y posteriores a la Norma de 2006 |
N |
Media |
Desviación típ. |
Error típ. De la media |
Tiempo de la combinada II en segundos |
Desde 1993 hasta 2006 |
879 |
138,16 |
16,649 |
0,562 |
Desde 2006 hasta 2016 |
1.719 |
148,86 |
19,434 |
0,469 |
Gráfico 4. Evolución de las marcas de tiempo en la prueba “100 metros combinada
de salvamento II” obtenidos en vasos de 25 metros.
Tabla 5. Resultados de la prueba t en vasos de 25 metros.
Prueba de muestras independientes |
|||||||||
Evolución de las marcas de tiempo en la prueba
100 metros combinada II. (Vaso de 25 metros) |
Prueba de Levene para
la igualdad de varianzas |
Prueba t para la igualdad de medias |
|||||||
F |
Sig. |
T |
gl |
Sig. (bilateral) |
Diferencia de medias |
Error típico de la diferencia |
95% Intervalo de confianza para la diferencia |
||
Inferior |
Superior |
||||||||
35,769 |
,000 |
-13,916 |
2596 |
,000 |
-10,69 |
,769 |
-12,2 |
-9,19 |
DISCUSIÓN
Antes de
discutir los resultados de este trabajo, se adelanta que, todas las reflexiones
y conclusiones mostradas en este documento se refieren exclusivamente a la población
que ha formado parte de esta investigación. Por lo tanto, en ningún caso se
pretende extrapolar los resultados de este trabajo al universo de socorristas.
No obstante, debido a las características de la muestra y a la temática
tratada, se recomienda que estos resultados sean tenidos en consideración a la
hora de tomar decisiones que afecten a la formación de socorristas.
Todo
parece indicar que los resultados de este estudio se deben a la disminución del
número y exigencia de las pruebas físicas cronometradas en el agua. Tal y como
puede apreciarse en la tabla 1, antes de la aplicación de la norma, la entidad
que cedió los datos exigía superar las nueve pruebas cronometradas de agua y
una apnea. En cambio, después de la aplicación de la citada norma, en este territorio
sólo se exige superar tres pruebas físicas cronometradas de agua para obtener
el diploma de socorrista acuático de piscinas e instalaciones acuáticas y en el
caso de que el aspirante quiera obtener el diploma de socorrista de espacios
acuáticos naturales, es necesario superar una cuarta prueba más (ver tabla 1).
La
disminución del número de pruebas físicas cronometradas puede contribuir a la
reducción del tiempo empleado para la evaluación. Esto significa, que hay más
tiempo disponible para la formación y para la práctica de las habilidades y
destrezas del salvamento acuático. Consecuentemente, esta medida podría
considerarse acertada, siempre que las pruebas elegidas y los límites de tiempo
establecidos para ejecutarlas, sean los adecuados para valorar si el aspirante
es capaz de realizar un rescate acuático con posibilidades reales de éxito.
Sobre este asunto, se recuerda que la bibliografía recomienda que el socorrista
sea competente en el agua y que domine las técnicas del rescate acuático con la
finalidad de reducir el tiempo de rescate en el agua, minimizar el tiempo que
la víctima se expone a la hipoxia y permitir que se inicien las maniobras de
resucitación con posibilidades reales de éxito (Austin & Macintosh, 2013;
Martínez y Hooper, 2014; Szpilman
et al., 2014; Neumar et al., 2015). A este respecto
cabe decir que, según la información mostrada en la tabla 1, parece evidente
que a excepción de la prueba “100 metros combinada de salvamento II”, que no ha
sido modificada en modo alguno, el resto de las pruebas exigidas actualmente en
este territorio, ofrecen al aspirante un amplio margen de tiempo para su
superación (Sanz-Arribas, 2018) y, en cualquier caso, aparentan ser menos
exigentes que las que se planteaban con anterioridad. Esta probable disminución
del nivel de exigencia podría provocar que aspirantes con un menor nivel de
competencia en el agua, obtengan el diploma de socorrista acuático. Un ejemplo
de lo que se trata de transmitir estaría representado por la transformación de
la prueba “300 metros de nado libre con ropa” con un tiempo disponible para su
realización de ocho minutos, a la prueba “300 metros de nado libre” con el
mismo tiempo disponible para su ejecución. Con independencia de la pertinencia
de dicha prueba para la evaluación de socorristas acuáticos, es indiscutible
que, si se dispone del mismo margen de tiempo, es más fácil superar la prueba
cuando los 300 metros se nadan con un bañador, que cuando se nadan con un
pantalón y una camiseta.
Como se ha
dicho anteriormente, los resultados también muestran que las marcas de tiempo
acreditadas por los socorristas acuáticos diplomados antes de la entrada en
vigor de la Orden 1319/2006, son significativamente mejores que las acreditadas
por aquellos que se diplomaron después de la entrada en vigor de dicha orden.
La cuestión de fondo es que, en el contexto de la cadena de supervivencia, los
segundos pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso (Austin &
Macintosh, 2013; Martínez y Hooper, 2014; Szpilman et al., 2014; Neumar et
al., 2015). Además, se recuerda que cuando la víctima extraída del agua
requiere un masaje cardíaco, la fatiga del rescatador influye negativamente
sobre el resultado final de las maniobras de resucitación (Abelairas Gómez,
Romo Pérez y Barcala Furelos, 2013). Esta evidencia induce a pensar que después
de la fase de rescate acuático, aquellos socorristas que son más competentes en
el agua, podrán iniciar las maniobras de resucitación con un menor nivel de
fatiga, porque están mejor adaptados al ejercicio intenso en el agua. No menos
importante es el hecho de que los socorristas asumen un gran riesgo al realizar
rescates en el agua (Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, 2019)
y aunque los medios y recursos actuales pueden disminuir el peligro, siempre
existirá un mayor riesgo para aquellos rescatadores que no dominen
adecuadamente el medio acuático.
Por
último, indicar que no se han encontrado evidencias científicas que lo
demuestren, pero todo hace pensar que, si al inicio de los cursos de formación
de socorrista los aspirantes dispusieran de un adecuado nivel de competencia en
el agua, se podría dedicar más tiempo a la enseñanza y a la práctica de las
habilidades y competencias específicas del salvamento y socorrismo, en lugar de
dedicar ese tiempo y esfuerzo, a la enseñanza y evaluación de competencias que
pueden ser adquiridas en cursos de aprendizaje o perfeccionamiento de los
estilos de natación y las habilidades acuáticas básicas. De ahí que, algunas
entidades establezcan pruebas físicas de agua que deben ser superadas por el
aspirante a socorrista, antes de iniciar el curso de formación (International Life Saving Federation,
2013).
Por todo
lo anterior, se recomienda que las pruebas que se utilicen para evaluar a los
aspirantes a socorrista sirvan para fomentar la mejora del nivel de competencia
en el agua de este colectivo profesional y, por tanto, para incrementar la
seguridad de los bañistas y del propio socorrista.
CONCLUSIONES
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