DOI: https://doi.org/10.15366/rimcafd2021.84.009
ORIGINAL
FUERZA INSPIRATORIA, FUERZA
DE PRENSIÓN Y MASA MUSCULAR EN MUJERES MAYORES ACTIVAS
INSPIRATORY MUSCLE STRENGTH, HANDGRIP
STRENGTH AND MUSCLE MASS IN ACTIVE ELDERLY WOMEN
Blasco-Lafarga, C.1,2; Monteagudo,
P.2,3; Cordellat, A.1,2 y Roldán, A.1,2
1 Departamento de Educación Física y
Deportiva, Universidad de
Valencia, Valencia (España) m.cristina.blasco@uv.es
2 UIRFIDE (Unidad de investigación en rendimiento físico y
deportivo), Universidad de Valencia, Valencia (España) ana.cordellat@uv.es,
Pablo.Monteagudo@uv.es,
ainoa.roldan@uv.es
3 Departamento de Educación y Didácticas
Específicas. Universidad Jaume I,
Castellón, (España)
AGRADECIMIENTOS
Los autores quieren agradecer a la Asociación
Entrenamiento con Mayores (EcM) el apoyo recibido,
tanto por parte de los técnicos que dirigen los programas y ayudan en el
proceso de evaluación, como de los mayores que participan en los mismos.
Código
UNESCO / UNESCO Code: 241106 Fisiología del Ejercicio / Exercise Physiology; 241117
Fisiología de la Respiración / Respiratory Physiology; 3212 Salud Pública / Public Health
Clasificación
Consejo Europa / Council of Europe
classification: 17. Otras: Actividad Física y Salud / Others: Physical Activity
and Health; Entrenamiento Deportivo /
Sports training.
Recibido 28 de agosto de 2019 Received August 28, 2019
Aceptado 9 de febrero de 2020 Accepted February 9,
2020
RESUMEN
PALABRAS CLAVE: Aptitud física, ejercicio, entrenamiento
respiratorio, envejecimiento activo, evaluación respiratoria, sarcopenia.
ABSTRACT
The aim of this study was to analyse the relationship
between inspiratory muscle strength (MIP), peripheral strength assessed by means
of the handgrip test (HG), and muscle mass (MM) in healthy active elderly
women. 126 measurements from women undergoing the multicomponent training
program EFAM-UV© were collected between October 2017 to June 2019. After
testing the influence of age on MM, HG and MIP, including their Scatter plots
and R2, the relationship between these variables was analysed, with
and without Age as a covariate. The expected negative association between age
and MM, and age and HG, were moderated and were reduced when considering Age
vs. MIP (r=-0.178; R2
<2%). Moreover, there was no relationship between MIP, HG and MM. Aging and
Exercise Training are both selective processes. Low MIP values despite a good
physical fitness would justify these results, confirming that even being
active, elderly women should train inspiratory muscles specifically.
KEYWORDS: Active Aging, Exercise, Physical Fitness,
Respiratory measurements, Respiratory Training, Sarcopenia.
INTRODUCCIÓN
La sarcopenia, pérdida progresiva y
generalizada de masa muscular y fuerza (1), tanto en adultos mayores (AM) sanos como patológicos, es uno de
los grandes problemas a los que se enfrenta la población de AM. Como recoge el European Working Group on Sarcopenia in Older People (2) nos enfrentamos a una merma de la masa muscular, tanto en calidad como
en cantidad, que se relaciona con una pérdida de funcionalidad, movilidad
reducida y fragilidad física (3) acompañada de mayor riesgo
de padecer fracturas, sufrir caídas (4) incluso de futura
dependencia, afectando además a la calidad de vida y a la salud mental, entre
otros (2).
Sin embargo, recientemente, Shaw et al. (5) estudiaron la pérdida de masa muscular,
fuerza y función física de forma independiente, concluyendo que la pérdida de
masa muscular es mucho más lenta que la pérdida de fuerza, y que la función
física es la última en reducirse. De esta forma, la evaluación de los cambios
en la fuerza asociados a la edad ayuda a diagnosticar la sarcopenia con
antelación a la pérdida de masa muscular o funcionalidad, y por ello test
rápidos y sencillos como el test de prensión manual se han convertido en una
prueba habitual en la evaluación de los AM (6). El llamado Test de Handgrip (HG) ha confirmado ser predictor de pérdida de
funcionalidad, discapacidad, incluso mortalidad (7), y sus valores elevados pueden ser
considerados como el reflejo de un envejecimiento saludable (8).
Por
otro lado, la sarcopenia es un proceso generalizado y cabe esperar que no sólo
la musculatura periférica
se vea afectada, sino que también haya mermas en la musculatura respiratoria (1), acompañadas de pérdidas de fuerza y
función respiratoria asociadas a la edad. De hecho, Jeon
et al. (9) relacionan niveles de masa muscular
bajos con alteraciones de la función pulmonar.
Cambios estructurales y fisiológicos,
con especial atención al deterioro del sistema inmune, explican que la pérdida
de masa muscular a nivel respiratorio pueda provocar pérdidas de fuerza por
encima del 20% al llegar a los 70 años (10), factor que se asocia con el aumento de
la disnea durante las actividades de la vida diaria (AVD), la limitación de la
práctica de actividad física (AF) y la merma del rendimiento durante el
ejercicio (11). En este sentido, la fuerza de la
musculatura espiratoria se puede medir a través de la presión espiratoria
máxima (MEP), mientras que la fuerza de la musculatura inspiratoria se mide
mediante la presión inspiratoria máxima (MIP) -ATS/ERS 2002 (12)-. Y si nos centramos en esta última, se
confirma la influencia de la edad, indicando además que el patrón que sigue su
pérdida es diferente en hombres y mujeres (13, 14), aunque los estudios que miden solo
mujeres, y sobre todo mujeres mayores, aún son escasos.
Parece pues importante, profundizar en la
relación entre la edad, la masa muscular y la fuerza respiratoria, así como en
su influencia sobre la funcionalidad del sistema respiratorio, ya que no sólo
la edad per se, sino también la pérdida o reducción de la movilidad propia del
envejecimiento contribuye a acentuar la pérdida de masa muscular (15, 16). Frente a ello, la AF ayuda al mantenimiento del sistema
musculoesquelético (17), y por ende puede
prevenir el deterioro respiratorio. Bamrotia et al. (18) compararon a un grupo de
AM que realizaba AF regular durante 150 min a la semana frente a un grupo de AM
con un estilo de vida sedentario, concluyendo que la práctica de AF regular
mantenía la función pulmonar por encima de la media, además de preparar mejor
para afrontar enfermedades relacionadas con el sistema respiratorio. En
concreto sobre la musculatura respiratoria, Summerhill et al. (19) concluyeron que los AM
activos tenían unos valores de fuerza respiratoria más elevados frente al grupo
de AM inactivos.
Finalmente, y como ya hemos señalado, el género es un factor a tener en cuenta en este proceso. En realidad, tanto edad como género actúan como un condicionante negativo del
rendimiento en la aplicación de fuerza y la ejecución de tareas funcionales en
las personas mayores (20). Las
mujeres tienen valores más bajos de masa muscular, fuerza y función física (5), lo que a nivel
respiratorio se refleja en un 30% menos de fuerza inspiratoria frente a los
hombres (13, 14). Aunque con la edad las
pérdidas de fuerza son menores en relación a los hombres (14), el hecho de que la
disminución de la masa muscular se asocie a factores hormonales aumenta su
predisposición a padecer enfermedades derivadas de la sarcopenia tras la
menopausia (21) convirtiendo a las
mujeres en un grupo de riesgo. Sin embargo, los estudios que analizan la
relación entre composición corporal y función respiratoria en la población
femenina en edades avanzadas son aún escasos. Y hasta donde sabemos, no existen
trabajos que analicen la relación entre la masa muscular, la función
respiratoria -medida como fuerza inspiratoria-, y la fuerza de prensión manual -como
reflejo de la fuerza periférica- en una muestra amplia y exclusiva de mujeres
mayores activas.
Así pues, el objetivo del presente
estudio fue (a) analizar la asociación de fuerza muscular inspiratoria (MIP)
con la fuerza de prensión manual, y con la masa muscular, en un grupo de
mujeres mayores, sanas y activas, sujetas a un programa de entrenamiento
multicomponente realizado de forma regular, así como (b) identificar el peso de
la edad en estos factores y en sus asociaciones. Conocer cómo afecta el
envejecimiento a estos sistemas musculares en las mujeres mayores activas, y
hasta qué punto la pérdida de la masa muscular se refleja por igual en la fuerza
de ambos, se entrenen específicamente o no (c), es importante y puede ayudar a detectar
y prevenir los problemas asociados a la sarcopenia en esta población.
MATERIAL Y MÉTODOS
Participantes
En el estudio se incluyeron 126
mediciones de mujeres mayores usuarias del programa de entrenamiento
multicomponente EFAM-UV© (22) (acrónimo de Entrenamiento Funcional en Adultos Mayores de la Universidad de
Valencia) realizadas a lo largo de dos años (2017 a 2019). Como criterios
de inclusión: ser mujer mayor de 60 años, participante del programa de
entrenamiento multicomponente EFAM-UV© durante al menos un año, y no
fumadora. Como criterios de exclusión se consideró el llevar prótesis dental,
padecer o haber padecido enfermedad cardíaca, respiratoria o de la pared
torácica, padecer deterioro cognitivo o retinopatía, o cualquier otra contraindicación
para la práctica de ejercicio físico.
Diseño y
procedimiento
El estudio, que atiende a una
investigación cuantitativa aplicada y de corte transversal, cumple con los
estándares éticos de la Declaración de Helsinki y fue aprobado por el comité de
ética de la entidad académica responsable (H1506353751695). Al inicio de cada
curso en el programa, todas las mujeres recibieron información relativa a la
pertenencia a un programa de investigación y firmaron un consentimiento
informado.
Tal y como indica la Figura 1, se evaluó
la composición corporal, la estatura, la presión arterial, la saturación de
oxígeno (SaO2), la espirometría, la presión inspiratoria máxima
(MIP), la fuerza de prensión manual (HG) y la aptitud cardiorrespiratoria,
entre otros. En todos los casos, se les instruyó sobre las mediciones, que se distribuyeron
durante 3 días con un mínimo de 48 horas de separación.
1ª SESIÓN Composición
corporal Presión
arterial y SaO2 Presión inspiratoria Máxima (MIP) 2ª SESIÓN Fuerza
prensión (Handgrip) Espirometría 3ª SESIÓN Aptitud
Cardiorrespiratoria (6MWT)
Figura 1.
Protocolo de evaluación
SaO2:
Saturación de oxígeno; 6MWT: Test de 6 minutos marcha.
Programa
de entrenamiento multicomponente EFAM-UV©
Las mujeres del estudio participaron de forma regular en
el programa de entrenamiento multicomponente EFAM-UV© (22), que se desarrolla durante 8 meses, en dos
sesiones semanales de 60 minutos (desde Octubre hasta Mayo). EFAM-UV©
combina tareas de educación de la marcha y corrección postural con actividades
de ritmo y destreza motriz, bajo una metodología de doble tarea, de forma que
se mejora la fuerza y equilibrio de los AM como base para perfeccionar sus
capacidades cognitivas, neuromusculares y cardiovasculares. El entorno de
entrenamiento es complejo e incluye tareas relacionadas con actividades de la
vida diaria, sin trabajo respiratorio como objetivo específico. Se suman a los
8 meses, 15 días previos para la evaluación pre y otros 15 al cesar el programa.
Tanto el programa como su evaluación se lleva a cabo por graduados en Ciencias
de la Actividad Física y del Deporte. Y en este caso, se han utilizado los
datos recogidos desde el año 2017 hasta el 2019, incluyendo a usuarias de grupos de
entrenamiento EFAM-UV© de 3 localidades, y una vez transcurridos al menos dos meses desde el inicio
del programa.
Variables
e instrumentos
Junto a la determinación de la masa
muscular, se evaluaron la altura, presión arterial y saturación de oxígeno, para caracterizar a la muestra. Tras medir la estatura con el estadímetro SECA 222 (SECA; Medical Scale
and Measuring Systems, Hamburg, Germany), se evaluó la composición
corporal mediante bioimpedancia con la báscula BC-545 (TANITA; Corporation of America, Inc., Arlington Heights,
IL). Después de descansar 5 min sentadas en una silla, se les tomó la presión
arterial en el brazo izquierdo (monitor Omron M3; IM-HEM-7131-E),
al tiempo que en el dedo corazón derecho se medía la SaO2 (pulsioxímetro
WristOX2-3150; Nonin Medical Inc., Minneapolis, MN,
USA). Para la presión arterial (sistólica –PAS– y diastólica –PAD–) se
realizaron 2 mediciones con 1 minuto de separación, utilizando la media de las
dos para el análisis final. Durante todo este tiempo se midió la SaO2
hasta obtener un valor estable. Para estas mediciones las mujeres acudieron en
situación de ayuno.
Presión
inspiratoria máxima.
Para evaluar la fuerza de la musculatura inspiratoria (test de MIP), atendiendo
al protocolo de Neder et al. (23), las mujeres se sentaron en una silla
con los pies apoyados en el suelo y la espalda recta, y realizaron una
inspiración lo más fuerte y rápida posible con una pinza en la nariz, sin extender
la espalda. Se llevaron a cabo 3 mediciones y si la diferencia entre ellas era >10%,
se llegaba a realizar hasta 5. De forma similar a otros
estudios con adultos mayores (24, 25),
se utilizó el dispositivo electrónico Powerbreathe®
K5 (Powerbreathe K5, HaB
International Ltd. UK).
Test
de prensión manual. La
fuerza de prensión (HG, del inglés Handgrip)
se evaluó mediante el dinamómetro adaptable Takei
5401 (Takei Scientific
Instruments CO., LTD). Siguiendo el protocolo de Vianna et al. (26), la contracción se mantuvo durante 5
segundos, con el brazo estirado a lo largo del cuerpo, y se realizaron 2
mediciones en cada lado, con 1 minuto de descanso entre ellas. Se consideró el
mejor valor para el análisis final.
Espirometría. Con la finalidad de descartar
enfermedad o limitación respiratoria importante, se evaluó la capacidad
pulmonar atendiendo a las directrices de García-Río et al. (27), mediante un espirómetro portátil (Spirobank spirometer USB, Medical International Research,
Roma, Italia). Las mujeres se sentaban con la espalda recta, sin
cruzar las piernas y con una pinza en la nariz. Tras una inspiración máxima
debían soltar el aire lo más fuerte posible manteniendo la exhalación durante
un mínimo de 6 segundos para asegurar la validez de la curva. Se realizaron 3
mediciones y hasta un máximo de 8 en caso de que alguna curva no fuera válida,
dejando el tiempo suficiente para asegurar la recuperación (27). El mejor valor de las variables de
interés: capacidad vital forzada (FVC), máximo volumen espirado en el primer
segundo (FEV1), Flujo espirado medio (FEF25%-75%) y flujo
espiratorio pico (PEF) se consideró para el análisis posterior.
Test
de aptitud cardiorrespiratoria.
De la misma forma, el test de 6 min marcha (6MWT, del inglés Six Minute Walking Test) se
evaluó según el protocolo de Rikli & Jones (28), en un rectángulo de 20m x 5m,
asegurando así el nivel funcional de la muestra. Las mujeres caminaron lo más
rápido posible, pero sin correr durante 6 min, siendo animadas en cada vuelta.
Se les avisó del tiempo a los 3 y a los 5 min.
Tratamiento
estadístico
El análisis de los datos se llevó acabo
con el paquete estadístico SPSS versión 23 (IBM SPSS Statistics
para Windows), considerando los datos de los test
disponibles en cada variable. Una vez analizada la normalidad de la muestra (K-S), se calcularon los descriptivos
de todas las variables, expresándose mediante Media y Desviación
Estándar (Media ± DE). Se añadió el coeficiente de variación (CV) para obtener
una mayor información sobre la dispersión de la muestra. Con
el fin de averiguar la relación entre la edad y la masa muscular, así como
entre la edad y la fuerza inspiratoria y la fuerza periférica, se utilizó el
Coeficiente de Spearman, ya que la variable edad no presentó una distribución
normal. Siguiendo a Sullivan & Feinn (29),
se consideró también el valor de R2
en los gráficos de dispersión como medida del tamaño del efecto de estas
asociaciones. Posteriormente, con el objetivo de averiguar la relación entre la
fuerza inspiratoria, la fuerza periférica y la masa muscular absoluta, se
utilizó en este caso el Coeficiente de Pearson. Por último, se realizaron las
correlaciones parciales controlando para el factor edad (re) con el
fin de observar el papel de la edad en estas relaciones. Se consideró el p-valor de la significación como p<0,05. Para valorar el grado de
asociación, se utilizó la clasificación de Hopkins (30), donde 0,1, trivial; 0,1-0,3, pequeña;
0,3-0,49, moderada; 0,5-0,69, grande; 0,7-0,89, muy grande; y >0,9 a 1 casi
perfecta.
RESULTADOS
Características
de la muestra
Tal y como se expone en la Tabla 1, la heterogeneidad es una
característica de la población de AM, también en las mujeres activas. De forma
importante, y a pesar de estar entrenadas, con valores altos en el 6MWT (31) y fuerza de prensión manual por encima
del percentil 95 para su media de edad (26), las mujeres evaluadas se situaron en un
rango bajo para los valores esperados de fuerza inspiratoria máxima (14, 32), variable no entrenada específicamente.
Tabla 1. Características de
la muestra
n=126 |
Media ±
DE |
CV (%) |
|
Características
antropométricas |
|
||
Edad (años) |
6,83 |
|
|
Altura (metros) |
1,54 ± 0,05 |
3,24 |
|
Peso (Kg) |
66,62 ± 10,39 |
15,60 |
|
Masa Muscular (Kg) |
37,77 ± 4,22 |
11,17 |
|
Características fisiológicas |
|
||
SaO2 (%)1 |
95,58 ± 1,64 |
1,72 |
|
PAS (mmHg)1 |
136,26 ± 17,49 |
12,84 |
|
PAD (mmHg)1 |
77,94 ± 8,43 |
10,82 |
|
FEV1 (L)2 |
1,97 ± 0,50 |
25,38 |
|
FVC (L)2 |
2,72 ± 0,58 |
21,32 |
|
FEF25%-75% (L/s)2 |
1,85 ± 0,67 |
36,21 |
|
PEF (L/s)2 |
3,90 ± 1,39 |
35,64 |
|
Características de rendimiento |
*Valores de
referencia |
||
MIP (cmH2O) |
48,28 ± 16,65 |
34,49 |
65,00 ± 26,00 |
HG (Kg)3 |
25,32 ± 4,31 |
21,48 |
> Percentil 95 |
6MWT (metros) |
536,33 ± 61,81 |
11,52 |
492,86 ± 79,55 |
1 n=125; 2
n=91; 3 n=121
SaO2:
Saturación de oxígeno; PAS: Presión arterial sistólica; PAD: Presión arterial
diastólica; FEV1: Máximo volumen espirado en el primer segundo; FVC:
Capacidad vital forzada; FEF25%-75%: Flujo espirado medio; PEF:
Flujo espiratorio pico; MIP: Presión inspiratoria máxima; HG: Fuerza de
prensión manual; 6MWT: Test de 6 min marcha.
Influencia
de la edad sobre la fuerza inspiratoria, la fuerza periférica y la masa
muscular absoluta
Encontramos una asociación moderada y negativa
entre edad y masa muscular, y edad y fuerza muscular periférica (Tabla 2). Sin
embargo, esta asociación se redujo a pequeña al considerar la fuerza muscular
inspiratoria.
Tabla 2. Asociación entre edad,
fuerza inspiratoria, fuerza periférica y masa muscular absoluta
n=126 |
MIP |
HG |
MM |
Edad |
-0,178* |
-0,361*** |
-0,403*** |
*p<0,05;
***p<0,001
MM: Masa muscular, HG:
Test de handgrip; MIP: Presión inspiratoria máxima
De nuevo vemos que el valor de la
asociación al considerar la edad y la MIP se redujo frente a MM y HG en los
gráficos de dispersión (Figura 2). El tamaño del efecto al considerar Edad vs.
MIP cae y R2 se redujo por debajo de lo que Sullivan & Feinn (29) proponen como pequeño (sección 2C; R2
= 0,025).
A B C R2 = 0,147 y = 61,44 – 0,33*x R2 = 0,134 y = 48,51 – 0,32*x R2 = 0,025 y = 87,15 – 0,54*x
Figura 2.
Relación entre la edad y la masa muscular (A), la fuerza muscular periférica
(B) y la fuerza muscular inspiratoria (C).
MM: Masa muscular;
HG: Test de handgrip; MIP: Presión inspiratoria
máxima
Relación
entre la fuerza inspiratoria y la masa muscular absoluta y entre la fuerza inspiratoria
y la fuerza de prensión manual
Finalmente, tal y como muestra la Tabla
3, no se encontró ninguna asociación entre las dos medidas de fuerza (fuerza
muscular inspiratoria y fuerza de prensión manual), ni entre la fuerza muscular
inspiratoria y la masa muscular.
Tabla 3. Ausencia de asociación entre la fuerza
inspiratoria, la fuerza periférica y la masa muscular absoluta
n=126 |
MM |
HG |
MIP |
0,038 |
0,166 |
MIPe |
-0,012 |
0,128 |
MIP: Presión
inspiratoria máxima; MIPe: Presión
inspiratoria máxima controlando la edad; MM: Masa muscular; HG: Test de prensión
manual Handgrip
DISCUSIÓN
El principal hallazgo de este estudio es
que la fuerza inspiratoria no se relaciona con la masa muscular general o la
fuerza de prensión en un grupo de mujeres mayores sanas y activas, sujetas a
entrenamiento multicomponente. De hecho, nuestras mujeres presentaron una buena
condición física (aptitud cardiorrespiratoria, masa muscular y fuerza de
prensión) para una fuerza inspiratoria baja. Además, la proporción de la
varianza explicada por la edad en la fuerza inspiratoria es casi inexistente,
frente a valores mayores al considerar la fuerza de prensión, y sobre todo la
masa muscular. Los valores de la MIP -variable no entrenada específicamente- fueron
generalizadamente bajos y más heterogéneos, sobre todo en las mujeres más jóvenes
de nuestra muestra, frente a una masa muscular y una fuerza de prensión más
entrenadas y homogéneas para las mismas edades (Figura 2). Ello podría explicar
parte de estas divergencias. De hecho, la aptitud cardiorrespiratoria medida en
un test de marcha, objetivo central del programa, fue la
variable más homogénea. Parece, pues, confirmarse que tanto el envejecimiento
como el entrenamiento son procesos selectivos en sus consecuencias, y no
afectan por igual a masa muscular general y fuerza específica, sobre todo
cuando se trata de sistemas musculares diferentes, sometidos a niveles de
exigencia también diferentes. Igualmente se confirma el efecto beneficioso de
la AF regular y el entrenamiento en la contención del deterioro asociado a la
edad. Teniendo en cuenta que masa muscular y fuerza parecen no envejecer según un
patrón uniforme al considerar sistemas musculares diferentes, nuestros datos refuerzan
la necesidad de considerar la evaluación y entrenamiento de cada sistema con el
fin de garantizar un tratamiento integral de la salud del AM, al menos en la
población femenina.
La MIP refleja el estado de la musculatura inspiratoria, de forma que
valores bajos en este test pueden asociarse a una debilidad del diafragma que
puede repercutir en el intercambio gaseoso, el reparto de oxígeno o la
ventilación (33) limitando las AVD.
Atendiendo a la importancia de tener test sencillos que anticipen y minimicen
las pérdidas asociadas a la edad (5), la detección temprana de
estos cambios puede ayudar a prevenir, retrasar e incluso revertir el deterioro
de la musculatura respiratoria.
Si bien
hasta la cincuentena las mujeres no acusan el peso de la edad en su fuerza
inspiratoria, superada esta etapa sí parecen sufrir una merma moderada y progresiva
(14, 32), aunque por debajo de la
pérdida encontrada en hombres, que tienen más fuerza, pero también la pierden más
(13, 14). Esta asociación negativa
entre Edad y MIP, sin embargo, se reduce a una relación trivial y con un R2 pequeño en
nuestro estudio, por debajo de lo mostrado para HG y MM (en este orden), y también
por debajo de valores previos en estudios con muestras similares (14, 23, 34). Además,
llama la atención la baja MIP de nuestras mujeres más jóvenes (Figura 2C) en
comparación con estos estudios previos, pues en ellos la MIP es más alta en la
primera franja de la vejez (14, 23), y sobre todo es mayor
entre las mujeres más sanas (14).
En este
sentido, EFAM-UV© es un programa periodizado que se inicia con una
orientación neuromuscular y cognitiva (predominio del equilibrio y la fuerza,
con consignas y doble tarea), para evolucionar al final del macrociclo hacia actividades
más cardiovasculares (22). Algunas mediciones han
coincidido con mesociclos neuromusculares, pero incluso en su fase más cardiovascular,
el entrenamiento multicomponente parece no constituir un estímulo suficiente
para mejorar la MIP. Este hecho y el que la asociación moderada y negativa con
la edad sí la veamos en nuestra muestra para la fuerza de prensión y la masa
muscular (Tabla 2, Figura 2A y 2B), nos lleva a pensar que un mayor efecto del
entrenamiento en las más jóvenes, pero sólo en las variables específicamente
entrenadas, pueda explicar parte de estas diferencias. De hecho, McConnell & Copestake (34) confirman una asociación
negativa mayor entre edad y MIP (r=-0,456) en mujeres mayores que realizan
actividades cardiovasculares (paseos, baile, bicicleta, carrera o tenis). Y en su
estudio con población brasileña sana y activa, con idéntico protocolo de
evaluación de la MIP, Neder et al. (23)
encuentran un R2 de 0.464 para edad vs MIP en mujeres entre 20 y 80
años, y una correlación positiva entre MIP y VO2max (r= 0.81), y
entre MIP y AF auto-reportada (r=0.47). Cierto que estas
últimas asociaciones ya podrían estar mediadas por la influencia de la edad y el
género, co-variables que sus autores no consideran (23).
A falta
de más estudios que mejoren la comprensión de los valores de fuerza
inspiratoria que nos ofrecen los dispositivos electrónicos y que parecen estar
subestimando la fuerza inspiratoria en relación a valores normativos previos (23, 25), consideramos que la
evaluación de la MIP es una herramienta sencilla y de bajo coste que permitiría valorar la musculatura respiratoria de forma específica.
Igualmente, parece que sería apropiado complementar los programas de ejercicio
ya existentes en la población de mujeres mayores, o implementar programas de
entrenamiento respiratorio específicamente, en caso necesario, tal y como ya se
ha sugerido (25).
En cuanto a la relación entre la MIP y
otras variables de fuerza como la fuerza de prensión manual en los AM, Enright
et al. (13) señalaron una correlación
significativa, positiva y moderada (r=0,48; p<0,001)
entre ambas, pero estos autores consideraron a hombres y mujeres de forma
conjunta, así como a fumadores y no fumadores, sin especificar nivel de AF. Además, no consideraron la influencia
de la edad. Lo mismo que Shin et al. (35), al analizar a 65 adultos mayores de 60
años (r=0,560), o Efstathiou et al. (36) en una población mixta más joven (20 a
60 años, r=0,71). De hecho, estos últimos
encontraron que el sexo y el HG
conjuntamente eran claros predictores de la MIP (36). Sin embargo, el hecho de
que en nuestro estudio, la tendencia a una asociación
trivial entre MIP y HG desaparezca al considerar la influencia de la edad, que
había mostrado previamente su relación con el HG, quita fuerza a esta relación
entre variables, al menos en la población femenina. Además, en nuestra muestra,
las mujeres entrenan los miembros superiores, pero no la fuerza inspiratoria.
En este
sentido, se requieren nuevos estudios considerando sólo a la población de
mujeres mayores, porque diferentes trabajos que han incluido sólo hombres o ambos
géneros de forma conjunta, corroboran asociaciones
positivas entre la fuerza respiratoria y diferentes manifestaciones de la
fuerza, apuntando, quizá, a que la mayor fuerza masculina pueda estar detrás de
esta asociación no encontrada en nuestra muestra de mujeres. Bahat et al. (1) confirmaron la asociación
entre fuerza inspiratoria y fuerza de prensión manual en hombres sólo. Y Simoes et al. (37) encontraron asociación
significativa entre MIP y MEP y la fuerza de flexión y extensión de rodilla a
los 60º, considerando conjuntamente a hombres y mujeres. También será necesario
revisar estas asociaciones tras el entrenamiento de la musculatura inspiratoria
en ambos géneros.
Algo similar parece suceder en la
relación entre fuerza inspiratoria y MM, que tampoco ha sido significativa en
nuestra muestra, a pesar de que se
trata de mujeres activas para su
edad y la AF es un factor que condiciona la MM (38). Frente a nuestros resultados Shin et al. (35) sí sugirieron la
sarcopenia de la musculatura inspiratoria al encontrar asociación entre la MIP
y el índice de masa muscular esquelética (IMME) en un grupo de AM -aunque no
con la MEP-. Sin embargo, recientemente, Sawaya et
al. (39) analizaron esta misma
relación en un grupo de adultos jóvenes sanos teniendo en cuenta el género, y
encontraron que la asociación inicial entre el IMME y la MIP (r=0,56)
desaparecía en ambos géneros al analizarlos por separado, en línea con nuestros
resultados.
Parece pues
que las diferencias de género son importantes en estas asociaciones, y las diferencias
en las necesidades del entrenamiento respiratorio podrían serlo también. Como
ya se ha señalado, diferencias estructurales como la morfometría de la caja
torácica (40) o el tamaño de las vías
aéreas, más pequeño en las mujeres que en los hombres (41), junto a menor capacidad
de fuerza general, explicaría que la mujer presente valores más bajos tanto en
función pulmonar como en fuerza respiratoria, y con ello corra un mayor riesgo
de pasar a valores por debajo de la normalidad con los años. Además, tal y como ya se vio en trabajos previos
del grupo (25), una aptitud física elevada según los estándares de la
población femenina adulta no asegura la fuerza respiratoria, lo que pone de
manifiesto la necesidad de entrenar la musculatura inspiratoria de forma específica
en las mujeres mayores. Fuerzas de prensión manual por encima del percentil 95 (26), y valores de aptitud
cardiorrespiratoria (test de 6 min marcha) un 8,82% por encima de los valores
de Rikli & Jones (31), no se han acompañado de una fuerza
inspiratoria elevada en nuestra muestra, a pesar del entrenamiento.
Por
otro lado, dado el papel de la musculatura respiratoria como soporte para
proveer a la musculatura periférica de oxígeno, sobre todo al aumentar la
intensidad del ejercicio (42), y dado el efecto
beneficioso de los programas de entrenamiento respiratorio como apoyo a la
mejora del rendimiento, tanto en jóvenes atletas de élite (42), como en mujeres mayores (24, 25, 43),
parece que evaluar esta variable y hacer el seguimiento sobre su comportamiento
en relación con otras variables puede ser especialmente interesante para la
salud de las mujeres mayores. Trabajos como los de Rodrigues et al. (44) ya encontraron mejoras en
la MIP tras 5 semanas de entrenamiento inspiratorio en esta población, al igual
que Souza et al. (45) tras 8 semanas. Y como
señala Ozdal (46), aunque algunos trabajos
que implican la estabilización del tronco pueden implicar mejoras respiratorias
en las semanas iniciales de adaptación al ejercicio (8 semanas), a partir de
ese momento ya se requiere de un entrenamiento específico para seguir mejorando
a nivel respiratorio.
CONCLUSIÓN
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ISSN: 1577-0354