Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte- vol. 9 - número 36 - diciembre
2009 - ISSN: 1577-0354
López-Miñarro, P.A.;
Alacid Cárceles, F. y Muyor Rodríguez, J.M. (2009). Comparación del morfotipo raquídeo
y extensibilidad isquiosural entre piragüistas y corredores. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de
COMPARISON OF SPINAL CURVATURES AND HAMSTRING
EXTENSIBILITY BETWEEN PADDLERS AND RUNNERS
López-Miñarro, P.A.1; Alacid
Cárceles, F.2 y Muyor Rodríguez, J.M.3
1
Profesor titular de escuela universitaria interino. Departamento de Expresión Plástica,
Musical y Dinámica. Facultad de Educación. Universidad de Murcia. palopez@um.es
2
Profesor asociado. Departamento de Actividad Física y Deporte. Facultad de
Ciencias del Deporte. Universidad de Murcia. fernando.alacid@um.es
3 Profesor asociado.
Departamento de Expresión Corporal. Facultad de Humanidades. Universidad de Almería. josemuyor@ual.es
Agradecimientos: Trabajo realizado en el marco de ayudas a la investigación
del Consejo Superior de Deportes, con el proyecto “Influencia de factores antropométricos, somatotipo
corporal, morfotipo raquídeo y capacidad física en el rendimiento de canoistas
y kayakistas de categoría infantil” (Código: 04/UPR10/06).
Código
UNESCO: 2411
FISIOLOGÍA HUMANA
Recibido 22
de diciembre de 2008
Aceptado
22 de octubre de 2009
RESUMEN
El objetivo del estudio fue comparar la disposición sagital del raquis
y la extensibilidad isquiosural entre dos grupos de deportistas. A un total de
60 deportistas (30 piragüistas y 30 corredores) entre 13 y 14 años de edad se
les valoró, con un inclinómetro Unilevel, la disposición sagital de las curvas
lumbar y dorsal en bipedestación relajada y en flexión máxima del tronco, así
como la extensibilidad isquiosural mediante el test de elevación de pierna
recta. Los valores angulares medios de la cifosis torácica en bipedestación
fueron significativamente mayores en los corredores (p < 0.05), mientras que no hubo diferencias significativas en la
curva lumbar. En flexión máxima del tronco, los piragüistas alcanzaron valores
significativamente mayores que los corredores en ambas curvas. La
extensibilidad isquiosural fue significativamente mayor (p < 0.001) en los corredores. En conclusión, la posición
adoptada por el raquis en la práctica deportiva condiciona la disposición
raquídea en flexión máxima del tronco.
PALABRAS CLAVE:
postura, torácico, lumbar, deportistas, músculos isquiosurales.
ABSTRACT
The
aim of this study was to compare the sagittal spinal curvatures and hamstring
extensibility between two groups of athletes. Thoracic and lumbar spinal
curvatures were measured while relaxed standing and in maximal trunk flexion
with a Unilevel inclinometer in a total of 60 athletes between 13-14 years (30 kayakers
and 30 runners). The straight leg raise
was performed to evaluate hamstring extensibility in both legs. The mean values
of the standing thoracic kyphosis were significantly greater for the runners (p < 0.05), although no significant
differences were found in the lumbar angle. The kayakers reached greater
angles in maximal trunk flexion for both lumbar and thoracic curves. The
hamstring extensibility was significantly greater (p < 0.001) in runners. In conclusion, the spinal posture during
sport training influences the sagittal spinal curvatures in maximal trunk
flexion.
KEY
WORDS: posture, thoracic, lumbar, athletes, hamstring muscles.
INTRODUCCIÓN
La adopción de posturas específicas a
una práctica deportiva concreta, así como la repetición sistemática de
determinados gestos técnicos, pueden influir en la disposición sagital del
raquis. Estudios previos han valorado el morfotipo raquídeo en nadadores (1,2),
gimnastas de rítmica (3-7), futbolistas (8,9), usuarios de salas de musculación
(10-12), luchadores (13), bailarinas (14,15), ciclistas (16) y piragüistas (17)
encontrando adaptaciones en el morfotipo raquídeo específicas al deporte
practicado.
Otros estudios han comparado la disposición sagital del raquis en un
grupo heterogéneo que incluye a deportistas de diversas disciplinas (18-20),
relacionando la práctica deportiva realizada con modificaciones específicas en
la morfología del raquis, asociadas a
las posturas específicas que adoptan sistemáticamente los deportistas en sus
entrenamientos y competiciones. Algunos cambios en el morfotipo raquídeo suponen
una alteración de las curvaturas sagitales del raquis, aumentando el riesgo de
repercusiones raquídeas (1,20). Es preciso analizar la disposición angular en
deportistas jóvenes por la vulnerabilidad del raquis durante el crecimiento,
especialmente en los períodos de crecimiento rápido (21,22).
El piragüismo, y
concretamente la modalidad de kayak, se caracteriza por un movimiento simétrico
del tronco y miembros superiores en una posición de sedentación con las
rodillas ligeramente flexionadas. Esto supone una importante implicación del
raquis, por lo que su práctica intensa y repetitiva podría aumentar el riesgo
de generar alteraciones raquídeas (23). En este sentido, Fernández et al. (24) relacionan la práctica
intensiva del piragüismo con una mayor frecuencia de hipercifosis dorsal e
hiperlordosis lumbar en bipedestación, si bien López-Miñarro et al. (17)
encontraron una clara tendencia a la normalidad al evaluar la disposición
sagital del raquis en bipedestación en un grupo de piragüistas de categoría
infantil. Por el contrario, los corredores de media y larga distancia realizan
una actividad cíclica centrada en los miembros inferiores y con el tronco en
una posición erguida, con una menor implicación del raquis. Estas diferencias
en los gestos técnicos y posiciones corporales podrían generar cambios
posturales específicos, ya desde edades tempranas, tal y como han encontrado
estudios previos (3,4,13).
La extensibilidad
isquiosural condiciona la disposición sagital del raquis en posiciones de
flexión máxima del tronco con rodillas extendidas, incidiendo en el ritmo
lumbo-pélvico (25-27). Una reducida extensibilidad isquiosural ha sido
relacionada con un mayor riesgo de lesiones musculares (28). Diversos estudios
han valorado la extensibilidad isquiosural en deportistas, tales como nadadores
(1,29,30), corredores de larga distancia (31), y piragüistas (32,33), encontrando una alta
frecuencia de casos con una extensibilidad isquiosural reducida. Por el
contrario, en sendos estudios realizados en bailarinas (34) y gimnastas de
rítmica (6), se encontró una extensibilidad isquiosural desarrollada, asociada
a entrenamientos específicos y sistemáticos de esta capacidad. Otros estudios
han comparado la extensibilidad isquiosural entre deportistas de diferentes
disciplinas (35) y entre diversos puestos en un mismo deporte (36), encontrando
diferencias que achacan a las adaptaciones generadas por las exigencias del
deporte en cuestión (35). En este sentido, mientras la carrera a pie no supone
en sí misma un estímulo de tracción en la musculatura isquiosural, la posición
del kayakista en la piragua genera una ligera tensión en dicha musculatura, que
podría servir de estímulo para aumentar la extensibilidad.
Puesto que las características de la
posición del deporte practicado, así como los gestos técnicos específicos del
mismo podrían generar adaptaciones concretas del morfotipo raquídeo, el
objetivo del presente estudio fue valorar y comparar la disposición sagital del
raquis dorsal y lumbar, así como la extensibilidad isquiosural, entre
piragüistas y atletas jóvenes.
2.1. Muestra
Un total de 60
deportistas varones entre 13 y 14 años, participaron voluntariamente en el estudio,
distribuidos en dos grupos en función del deporte practicado (piragüismo o
atletismo). Los datos descriptivos de la muestra se presentan en
Tabla 1. Características de la muestra.
Modalidad |
n |
Edad (años) |
Talla (cm) |
Masa (kg) |
Piragüistas |
30 |
13.27
± 0.49 |
166.12
± 7.07 |
61.06
± 8.89 |
Corredores |
30 |
13.32
± 0.53 |
164.65
± 7.89 |
62.33
± 8.71 |
El estudio fue
aprobado por el Comité Ético y de Investigación de la Universidad de Murcia. Los
padres y los deportistas fueron informados de los objetivos y métodos del
estudio y se obtuvo un consentimiento informado.
Todos los
deportistas fueron valorados vistiendo ropa interior y descalzos. Las mediciones
fueron realizadas por dos evaluadores experimentados. Todas las medidas fueron
tomadas durante la misma sesión de valoración y bajo la misma temperatura
ambiente (25º C). Los sujetos no realizaron ejercicios de activación o
estiramientos antes de la medición, ni durante la misma.
Previamente a las
mediciones, las apófisis espinosas de la primera vértebra torácica (T1),
duodécima vértebra torácica (T12) y quinta vértebra lumbar (L5) fueron
localizadas y marcadas. Para realizar la marcación, primero se localizó la
apófisis espinosa de la séptima vértebra cervical (C7), y mediante palpación se
descendía un nivel hasta T1. En aquellos deportistas en los que no se
localizaba fácilmente la apófisis espinosa de C7, se les solicitó que
realizaran una flexión cervical. A continuación se localizó mediante palpación
la duodécima costilla y se siguió su trayectoria en sentido medial hasta la
columna vertebral (T12). Desde esta apófisis espinosa se realizó un conteo en
sentido descendente hasta localizar L5. A continuación, se midió de forma
aleatoria y en dos ocasiones las curvas torácica y lumbar en bipedestación
relajada y flexión máxima del tronco con rodillas extendidas (test de distancia
dedos-planta), así como la extensibilidad isquiosural mediante el test de
elevación de la pierna recta. Entre cada medición el deportista permanecía en
bipedestación y relajado durante 4 minutos.
Para la valoración
de la disposición sagital del raquis se utilizó un inclinómetro Unilevel
(ISOMED, Inc., Pórtland, OR). Para medir
las curvas en bipedestación, el deportista se situaba de pie, con los
pies separados a una distancia equivalente a su anchura coxofemoral, los brazos
pegados en sus costados y relajados, con la mirada al frente. Una vez colocado,
se procedía a la medición de las curvas. El protocolo de medición utilizado fue
el descrito previamente por Mellin (37) y utilizado posteriormente en escolares
(38) y deportistas jóvenes (1,6). Para medir la cifosis torácica el
inclinómetro se colocó al inicio de la curvatura torácica, en el lugar donde se
obtenía el mayor valor angular de la misma, generalmente coincidente con T1-T3,
situándose en esta posición a 0º y, a continuación, se contorneaba el perfil
del raquis hasta la zona donde se obtenía el mayor valor angular (final de la
curvatura cifótica), generalmente coincidente con T12-L1 (transición
lumbosacra), obteniendo el grado de la cifosis torácica. Para medir la lordosis
lumbar, en el punto donde se determinó el ángulo de la cifosis torácica, se
niveló el inclinómetro a 0º y se colocó, a continuación, al final de la
curvatura lordótica, en el punto donde se obtenía el mayor valor angular de la
curva, normalmente coincidente con L5-S1. Los valores negativos indican una
curva lumbar de concavidad posterior (lordosis), mientras que valores positivos
indican concavidad anterior (inversión).
Las curvaturas torácica y lumbar fueron también valoradas al realizar
una flexión máxima del tronco en sedentación con las rodillas extendidas (test
de distancia dedos-planta) siguiendo el protocolo de medición y las técnicas
descritas por Mellin (37) y utilizado posteriormente por otros estudios
(1,6,38,39). Puesto que en esta posición el raquis adopta una postura de
cifosis total (cifosis torácica y lumbar), se tomó como criterio de la
transición tóraco-lumbar, la duodécima vértebra torácica. Para realizar el test
dedos-planta, el deportista se situó en sedentación, con las rodillas
extendidas y los pies separados a la anchura de sus caderas. Las plantas de los
pies se colocaron perpendiculares al suelo, en contacto con el cajón de
medición. En esta posición el deportista realizó una flexión máxima del tronco
con rodillas y brazos extendidos. Las palmas de las manos, una sobre la otra,
se tenían que deslizar sobre el cajón, hasta alcanzar la máxima distancia
posible, manteniendo la posición durante 5 segundos. Al alcanzar la máxima
distancia, se colocó el inclinómetro al inicio de la curvatura torácica, a
nivel de T1, situándolo a 0º. A continuación se colocó el inclinómetro centrado
en la marca de T12, obteniendo el valor angular de la curva torácica. En esta
posición se volvió a situar el inclinómetro a 0º y a continuación se colocó al
final de la curva lumbar, justo debajo de la marca realizada en L5, por lo que
el inclinómetro quedaba situado a nivel de la primera vértebra sacra.
2.2.1. Extensibilidad isquiosural
La extensibilidad isquiosural fue valorada en ambas piernas mediante
el test angular de elevación de la pierna recta (EPR). Para la realización del
test, el deportista se situaba en decúbito supino sobre una camilla con un
Lumbosant o soporte lumbar (40,41) colocado bajo el raquis lumbar. Un
investigador se encargó de fijar con las manos, la rodilla y la pelvis en el
lado de la pierna no evaluada. Con las rodillas en extensión, otro investigador
realizaba una flexión pasiva coxofemoral de forma lenta y progresiva, hasta que
el deportista manifestaba dolor en el hueco poplíteo, o se detectaba una
retroversión de la pelvis, momento en el que se procedía a la medición en grados.
Para detectar la retroversión pélvica se colocó un inclinómetro Unilevel a
nivel de la espina ilíaca antero-superior. Para realizar la medición del ángulo
de flexión coxofemoral se utilizó un inclinómetro Unilevel colocado en el extremo distal de la tuberosidad
tibial, que se colocó a cero grados en la posición inicial y se establecieron
los grados de flexión al finalizar
2.3. Análisis estadístico
Se realizó un análisis descriptivo de cada una de las variables. Las
variables continuas se presentan como medias ± desviación típica. Tras
comprobar que las variables seguían una distribución normal mediante la
realización del test de normalidad de Shapiro-Wilk, se aplicó una prueba t de Student para muestras
independientes con objeto de comparar las variables analizadas entre
piragüistas y corredores. Todos los datos fueron analizados usando el SPSS 15.0
y el nivel de significación se estableció a un nivel de p < 0.05.
RESULTADOS
Los valores angulares medios de la
cifosis torácica en bipedestación fueron de 45.61 ± 6.59º para los corredores y
de 40.54 ± 9.17º para los piragüistas (p
< 0.05). En cuanto a la lordosis lumbar los valores fueron de -31.28 ± 6.14º
y -28.65 ± 6.26º (p > 0.05),
respectivamente. Los valores angulares medios y desviación típica de las curvas
torácica y lumbar en el test dedos-planta, así como del ángulo de flexión
coxofemoral alcanzado en el test EPR derecho e izquierdo se presentan en la
tabla 2.
Tabla 2. Media ± desviación típica de las curvas
torácica y lumbar en el test dedos-planta y de la extensibilidad isquiosural en
ambas piernas.
Variable |
Grupo |
|
|
Piragüistas |
Corredores |
Curva
torácica DDP |
72,22º ± 12,55º |
63,54º ± 8,66º * |
Curva
lumbar DDP |
35,81º ± 8,75º |
27,44º ± 7,36º * |
EPR
drch |
75,27º ± 8,79º |
83,83º ± 9,86º † |
EPR
izq |
76,00º ± 8,78º |
85,02º ± 10,02º † |
DDP: test de distancia dedos-planta;
EPR: test de elevación de pierna recta; * p
< 0.01 y † p < 0.001 respecto a
los piragüistas.
El presente estudio ha comparado la
disposición sagital del raquis en bipedestación y flexión máxima del tronco entre
corredores y piragüistas jóvenes. El principal hallazgo fue que existen
diferencias significativas en la disposición angular de las curvas lumbar y
torácica en flexión máxima del tronco, alcanzando los piragüistas mayores
ángulos de flexión intervertebral que los atletas. Estas diferencias están
probablemente asociadas a la posición de entrenamiento, ya que los piragüistas
entrenan en posición de sedentación con las rodillas casi extendidas, adoptando
posturas de retroversión pélvica e inversión lumbar(17). Esta posición está muy
mediatizada por la reducida extensibilidad isquiosural que caracteriza al grupo
de piragüistas evaluados (32,33), que produce una disminución del rango de
movimiento de flexión de la pelvis y una mayor implicación de la flexión
intervertebral lumbar y dorsal en flexión del tronco (42). Una mayor flexión
intervertebral aumenta los niveles de presión intradiscal y estrés de cizalla
antero-posterior en las articulaciones intervertebrales (43-45). Además,
mantener estas posiciones durante un tiempo prolongado genera una deformación
viscoelástica de los ligamentos posteriores del raquis que aumenta la
inestabilidad raquídea (46). Howell (47) en remeras de elite encontraron un
alto porcentaje de casos con hiperflexión lumbar (76%) al realizar el test
dedos-planta, mientras que la disposición angular torácica estaba más
normalizada.
La adopción de posturas cifóticas y de
inversión lumbar mantenidas o repetitivas en un raquis aún en proceso de
maduración puede producir alteraciones en los núcleos de crecimiento de las
vértebras (23). Pastor (1) encontró mayor presencia de acuñamientos vertebrales
en la transición tóraco-lumbar en los nadadores que presentaban mayor flexión
intervertebral torácica en el test dedos-planta. La edad de los deportistas
evaluados en este estudio supone que sus núcleos de crecimiento vertebral aún
siguen activos y, por tanto, una postura inadecuada del raquis podría generar
alteraciones que afectarían a su calidad de vida así como a su trayectoria
deportiva. En este sentido, Alricsson y Werner (48) encontraron un incremento
significativo de la cifosis torácica en esquiadores tras un período de 5 años
de entrenamiento. Por ello, es preciso incorporar a la planificación del
entrenamiento de los deportistas, y especialmente en los piragüistas, un
programa de actitud postural para mejorar la disposición sagital de su columna
vertebral. Además, puesto que la postura del raquis lumbar está íntimamente
relacionada con la posición de la pelvis (49), un adecuado trabajo de
concienciación pélvica debería ser incluido en los programas de entrenamiento.
Algunos estudios previos han comparado la
disposición sagital del raquis en función de diferentes prácticas deportivas.
Boldori et al. (19), en deportistas
jóvenes de diversas disciplinas deportivas (natación, tenis, fútbol, gimnasia
artística, danza clásica, baloncesto y voleibol), encontraron diferentes
morfotipos raquídeos en función de la práctica deportiva realizada, con un
menor número de casos de hiperlordosis lumbares en varones futbolistas y
nadadores, mayor número de casos de hipercifosis en nadadores y menor en
jugadores de baloncesto. Uetake y Ohtsuki (18) en una muestra de 380 varones
encontraron una cifosis torácica menor que la media en jugadores de fútbol, mientras
que la lordosis lumbar era normal.
Otros estudios comparan a deportistas respecto a un
grupo control, encontrando adaptaciones específicas según las posturas más
frecuentemente adoptadas en los entrenamientos. Así, las gimnastas de rítmica
presentan una rectificación lumbar y torácica, asociada a las posturas de
extensión y corrección raquídea que caracteriza este deporte (2,3,6,7). En
bailarinas (14,15), se ha encontrado una cifosis torácica que tiende a la
normalidad, con una relativa frecuencia de rectificaciones, probablemente
debido al continuo trabajo del esquema corporal que realizan diariamente con el
espejo. Wodecki et
al. (8) en una muestra de jugadores de fútbol que entrenaban al menos 4
horas semanales, encontraron una menor cifosis dorsal, y una mayor lordosis
lumbar que un grupo de sedentarios. En luchadores, Rajabi et al. (13) encontraron que los de
estilo libre, cuya técnica se caracteriza por una flexión raquídea mantenida,
presentaban una mayor cifosis torácica que los luchadores de Greco-Romana,
caracterizados por posturas más erguidas del tronco. Las diferencias encontradas por estos estudios
denotan adaptaciones posturales según el deporte practicado, si bien existen
diferencias metodológicas entre los mismos en el protocolo y sistema de
medición sagital del raquis, así como en las referencias de normalidad y
patología utilizadas, que limitan la comparación de los valores angulares del
raquis.
La extensibilidad isquiosural influye en la posición
de la pelvis y el raquis (26,27,42). Varios estudios (20,28-36) han evaluado la
extensibilidad isquiosural en deportistas de una o varias disciplinas, ya que
la disminución de la misma se ha relacionado con un mayor riesgo de lesiones
musculares (28) y alteraciones en el ritmo lumbo-pélvico (25).
Diversos estudios han valorado la extensibilidad
isquiosural, encontrando con frecuencia una disminución de la misma en
corredores de larga distancia (31), nadadores (1,29) y piragüistas (32,33).
Sanz (30), tras evaluar los resultados en el test dedos-planta en nadadores,
concluye que la práctica habitual de la natación con un planteamiento
competitivo conlleva una disminución significativa de la distancia alcanzada.
Räty et al. (50), en corredores,
refieren valores en el test EPR similares a los encontrados en este estudio
(media: 82º). No obstante, en nadadores de élite (29) y ciclistas varones (16)
se ha encontrado un porcentaje similar de casos con una reducida extensibilidad
isquiosural respecto a una población no deportista de la misma edad.
Otros estudios han comparado la extensibilidad
isquiosural entre deportistas de diferentes disciplinas. Chandler et al. (35) encontraron una menor
extensibilidad isquiosural en tenistas, respecto a otros deportes, valorada en
base al test dedos-planta. Ostojic y Stojanovic (51) encontraron una menor
extensibilidad en futbolistas de elite respecto a jugadores amateur.
La menor extensibilidad isquiosural de los piragüistas respecto a los
corredores está probablemente condicionada por un reducido volumen de
estiramientos específicos. Arregui y Martínez de Haro (52) en un trabajo de
revisión bibliográfica establecen que los entrenamientos específicos realizados
habitualmente mejoran la extensibilidad, si bien los entrenamientos genéricos y
la competición no logran mejoras en esta capacidad. No obstante, en ocasiones
la falta de extensibilidad es un problema actitudinal porque los técnicos
deportivos y los propios deportistas no consideran la extensibilidad
isquiosural como una capacidad importante en la consecución de un alto
rendimiento deportivo (53). Además, en estas edades, en torno al estirón
puberal, se produce una disminución de la extensibilidad isquiosural (54), que
será más acentuada si no se realiza un entrenamiento sistematizado de esta
capacidad. De un modo u otro, es muy destacable que los piragüistas no obtengan valores
más altos en el test EPR, tratándose de deportistas de alto nivel de su
categoría, y más cuando por la posición de sedentación y el ángulo adoptado por
las rodillas, la extensibilidad isquiosural es una variable que determina su
postura y comodidad al palear. Además, puesto que tanto Ferrer (20) como Pastor
(1) encontraron una asociación entre una reducida extensibilidad isquiosural y
el porcentaje de repercusiones en el raquis lumbar y la charnela tóraco-lumbar
de deportistas jóvenes, se debería incrementar el correcto trabajo de
extensibilidad de la musculatura isquiosural en los entrenamientos.
BIBLIOGRAFÍA
(1)
Pastor A. Estudio del morfotipo sagital de la columna y de la extensibilidad de
la musculatura isquiosural de jóvenes nadadores de élite Españoles. Tesis
Doctoral. Universidad de Murcia, 2000.
(2)
Pastor A, Santonja F, Ferrer V, Domínguez F, Canteras M.
Determinación del morfotipo sagital de la columna de jóvenes nadadores de elite
españoles. Selección 2002; 11: 268-9.
(3)
Kums
T, Ereline J, Gapeyeva H, Pääsuke M, Vain A. Spinal curvature and trunk muscle
tone in rhythmic gymnasts and untrained girls. J Back Musculoskeletal Rehabil 2007; 20: 87-95.
(4)
Nilsson C, Wykman A, Leanderson J. Spinal Sagittal mobility and joint
laxity in young ballet dancers. Knee
Surg, Sports Traumatol, Arthroscopy 1993;1: 206-8.
(5)
Ohlén G, Wredmark T, Spandfort E. Spinal sagittal configuration
and mobility related to low-back pain in the female gymnast. Spine 1989;14: 847-50.
(6)
Martínez P. Disposición
del raquis en el plano sagital y extensibilidad isquiosural en Gimnasia Rítmica
Deportiva. Tesis Doctoral, Universidad de Murcia, 2004.
(7)
Martínez F, Pastor A, Rodríguez PL, Santonja F.
Disposición estática y dinámica en el plano sagital del raquis en gimnasia
rítmica deportiva. Selección 2002;
11: 270.
(8)
Wodecki P, Guigui P, Hanotel MC, Cardinne L, Deburge A. Sagittal
alignment of the spine: comparison between soccer players and subjects without
sports activities. Rev Chir Orthop Reparatrice Appar Mot 2002; 88: 328-36.
(9)
López N, Alburquerque F, Quintana E, Domínguez R, Rubens
J, Calvo JI, Evaluación y análisis del morfotipo raquídeo del futbolista
juvenil y amateur. Fisioterapia 2005;
27: 192-200.
(10)
López-Miñarro PA, Yuste JL, Rodríguez
PL, Santonja F, Sáinz de Baranda P, García, A. Sagittal spinal curvatures of
thoracic and lumbar spine during the standing bilateral curl bar exercise. Cultura, Ciencia y Deporte 2007; 7: 19-24.
(11)
López-Miñarro PA, Rodríguez PL, Santonja
FM, Yuste JL. Posture of thoracic spine during triceps-pushdown exercise. Science & Sports 2008; 23: 183-5.
(12)
López-Miñarro PA, Rodríguez PL, Santonja F, Yuste
JL, García, A. Sagittal spinal curvatures in recreational weight lifters. Archivos de Medicina del Deporte 2007;
122: 435-41.
(13)
Rajabi
R, Doherty P, Goodarzi M, Hemayattalab R. Comparison of thoracic kyphosis in
two groups of elite Greco-Roman and free style wrestlers and a group of
non-athletic subjects. Br J Sports Med
2008; 42: 229-32.
(14)
Gómez S, Santonja F, Canteras M, Sáinz P, Pastor A. Morfotipo
del raquis en bailarinas. Estudio en bipedestación y flexión del tronco. Selección 2002; 11: 274.
(15)
Gómez S. Estudio
sagital del raquis en bailarinas de danza clásica y danza española. Tesis
Doctoral, Universidad de Murcia, 2007.
(16)
Pastor A, Replinger R, Santonja F, Ferrer V. Estudio del
morfotipo sagital de la columna y de la musculatura isquiosural en jóvenes
ciclistas. Selección 2002; 11: 275-6.
(17)
López-Miñarro PA, Alacid F, Ferragut C, García A.
Valoración y comparación de la disposición sagital del raquis entre canoistas y
kayakistas de categoría infantil. Cultura,
Ciencia y Deporte 2008; 9: 171-6.
(18)
Uetake T, Ohsuki F, Tanaka H, Shindo M. The
vertebral curvature of sportsmen. J
Sports Sci 1998; 16: 621-8.
(19)
Boldori L, Da Soldá M, Marelli, A. Anomalies of the trunk. An
analysis of their prevalence in young athletes. Minerva Pediatrica 1999; 51:
259-64.
(20)
Ferrer V. Repercusiones
de la cortedad isquiosural sobre la pelvis y el raquis lumbar. Tesis Doctoral, Universidad de Murcia, 1998.
(21)
Wojtys
E, Ashton-Miller J, Huston L, Moga P. The association between athletic training
time and the sagittal curvature of the immature spine. Am J Sports Med 2000; 17: 490-8.
(22)
Hellström
M, Jacobsson B, Swärd L, Peterson L. Radiologic abnormalities of the
thoracolumbar spine in athletes. Acta
Radiol 1990; 31: 127-32.
(23)
Ashton-Miller, JA. Thoracic hyperkyphosis in the young athlete: a
review of the biomechanical issues. Current
Sports Medicine Report 2004; 3: 47-52.
(24)
Fernández
B, Terrados N, Pérez-Landaluce J, Rodríguez M.
Patología del piragüismo. Archivos de
Medicina del Deporte 1992; 35: 315-8.
(25)
Esola MA, McClure PW, Fitzgerald GK, Siegler
S. Analysis of lumbar spine and hip motion during forward bending in subjects
with and without a history of low back pain. Spine 1996; 21: 71-8.
(26)
López-Miñarro PA, Sáinz de Baranda P,
Rodríguez-García PL, Yuste JL. Comparison between
sit-and-reach test and V sit-and-reach test in young adults. Gazz Med Ital 2008; 167: 135-42.
(27)
Rodríguez-García
PL, López-Miñarro PA, Yuste JL, Sáinz de Baranda P. Comparison of hamstring
criterion-related validity, sagittal spinal curvatures, pelvic tilt, and score
between sit-and-reach and toe-touch tests in athletes. Med Sport 2008; 61: 11-20.
(28)
Witvrouw E, Danneels L, Asselman
P, D´Have T, Cambier D. Muscle flexibility as a risk factor for developing
muscle injuries in male professional soccer players. A prospective study. Am J Sports Med 2003; 31: 41-6.
(29)
Pastor A, Santonja F, Canteras M, Ferrer V, Domínguez.
Valoración de la extensibilidad de la musculatura isquiosural de jóvenes
nadadores de élite españoles. Selección
2002; 11: 269.
(30)
Sanz I. Natación y flexibilidad. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de
(31)
Wang SS, Whitney SL, Burdett RG,
Janosky JE. Lower extremity muscular flexibility in long distance runners. J
Orthop Sports Phys Ther 1993; 17: 102-7.
(32)
López-Miñarro PA, Alacid F, Ferragut C,
García A. Valoración y comparación de la extensibilidad isquiosural entre
kayakistas y canoistas de categoría infantil. Motricidad. European Journal of Human Movement 2008; 20: 97-111.
(33)
López-Miñarro PA, Ferragut C, Alacid F,
Yuste JL, García A. Validez de los test dedos-planta y dedos-suelo para la
valoración de la extensibilidad isquiosural en piragüistas de categoría
infantil. APUNTS Med Dep 2008; 157:
24-9.
(34)
Santonja F, Gómez S, Canteras M, Sáinz P, Ferrer V.
Amplitud de la flexo-extensión del tronco en bailarinas y estudio de la
extensibilidad isquiosural. Selección
2002; 11: 271.
(35)
Chandler TJ, Kibler WB, Uhl TL,
Wooten B, Kiser A, Stone E. Flexibility comparisons of junior elite tennis
players to other athletes. Am J Sports
Med 1990; 18: 134-6.
(36)
Duncan MJ, Woodfield L, al-Nakeeb Y.
Anthropometric and physiological characteristics of junior elite volleyball
players. Br J Sports Med 2006; 40:
649-51.
(37)
Mellin G. Measurement of thoracolumbar posture
and mobility with a Myrin inclinometer. Spine
1986; 11: 759-762.
(38)
Rodríguez PL. Educación
Física y salud del escolar: Programa para la mejora de la extensibilidad
isquiosural y del raquis en el plano sagital. Tesis
Doctoral, Universidad de Granada, 1998.
(39)
Miñarro PA, Andujar PS, Garcia PL, Toro
EO. A
comparison of the spine posture among several sit-and-reach test protocols. J Sci Med Sport 2007; 10: 456-62.
(40)
Santonja F, Ferrer V, Martínez I. Exploración clínica del
síndrome de isquiosurales cortos. Selección 1995; 4: 81-91.
(41)
Santonja
Medina FM, Sainz de Baranda Andújar P,
(42)
Gajdosik RL, Albert CR, Mitman JJ. Influence of
hamstring length on the standing position and flexion range of motion of the
pelvic angle, lumbar angle, and thoracic angle. J Orthop Sports Phys Ther 1994;20: 213-9.
(43)
Wilke HJ, Neef P, Caimi M,
Hoogland T, Claes LE. New in vivo measurements of pressures in the
intervertebral disc in daily life. Spine
1999;24: 755-62.
(44)
Sato k, Kikuchi S, Yonezawa T.
In vivo intradiscal pressure measurement in healthy individuals and in patients
with ongoing back problems. Spine
1999;24: 2468-74.
(45)
McGill SM. Low back disorders. Evidence-Based
Prevention and Rehabilitation.
(46)
Solomonow
M. Ligaments: a source of work-related musculoskeletal disorders. J Electromyogr Kinesiol 2004;14: 49-60.
(47)
Howell
DW. Musculoskeletal profile and incidence of musculoskeletal injuries in
lightweight women rowers. Am J Sports Med
1984;12: 278-81.
(48)
Alricsson M, Werner S. Young elite
cross-country skiers and low back pain- A 5-year study. Phys Ther Sport 2006;
7:181-4.
(49)
Levine D, Whittle MW. The effects of pelvic movement on lumbar
lordosis in the standing position. J
Orthop Sports Phys Ther 1996;24:
130-5.
(50)
Räty
HP, Battié MC, Videman T, Sarna S. Lumbar mobility in former elite male
weight-lifters, soccer players, long-distance runners and shooters. Clin Biom 1997; 5: 325-30.
(51)
Ostojic SM, Stojanovic MD. Range of motion in the lower extremity:
elite vs non-elite soccer players. Serbian
Journal of Sports Sciences 2007; 1: 74-8.
(52)
Arregui
JA, Martínez de Haro V. Estado actual de las investigaciones sobre la
flexibilidad en
(53)
Nyland J, Kocabey Y, Caborn DN. Sex differences in perceived importance
of hamstring stretching among high school athletes. Percept Mot Skills 2004;99: 3-11.
(54)
Jozwiak M, Pietrzak S, Tobjasz F. The
epidemiology and clinical manifestations of hamstring muscle and plantar foot
flexor shortening. Dev Med Child
Neurol 1997;39: 481-3.
Rev.int.med.cienc.act.fís.deporte- vol. 9 - número 36 - diciembre
2009 - ISSN: 1577-0354